BEISBOL 007: Beisbol Cubano

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miércoles, 20 de junio de 2018

HAPPY CHANDLER NO DEJÓ LANZAR A BOB FELLER EN CUBA

Cleveland Indians’ Bob Feller, one the greatest fastball pitchers in baseball, hurled his third no-hitter July 1, 1950 with a 2-1 win over the Detroit Tigers in opener of a twin bill at Cleveland. Bob’s sizzling delivery is shown in the 1948 World Series sequence when he pitched against the Boston Braves. (AP Photo)



Por Andrés Pascual
El 16 de agosto de 1947, fechado en Cleveland, el corresponsal de UP Richard L. Dugan, informó que “el confundido” Bob Feller había declarado: “estoy dispuesto a entregarle al Fondo de Pensiones de las Grandes Ligas todo el dinero que me paguen en Cuba…”.
Según Dugan, “la situación de Feller no es clara en este momento”, y la forma como maltrató al pelotero llamándolo “confundido”, demuestra la poca estimación que sentían aquellos cronistas, con excepciones como Dan Daniel o Grantland Rice, por el beisbol criollo.
En conversación telefónica desde San Luis, el Meteoro apuntó: “tengo un contrato con los cubanos (Alacranes del Almendares), que pudiera reportarme hasta 20,000 dólares, no tomaré un centavo de esa suma si se me permite cumplir con una gente que ha actuado de tan buena fe conmigo…”.
El pitcher continuó diciendo que estaba dispuesto a entregarle el dinero al Fondo de Pensiones o a los veteranos que necesitaran ayuda.
El serpentinero habló por teléfono el día 15 con los dirigentes del circuito invernal cubano, quienes le dijeron que se sentían muy molestos por el imprevisto viraje en el compromiso del Comisionado Happy Chandler, quien, con semejante e inexplicable acción, modificó repentina y bruscamente los acuerdos alcanzados entre las Grandes Ligas y la Liga Cubana.
En el acuerdo a que llegaron reciéntemente (para la época), Chandler convino en que algunos bigleaguers y varios jugadores de ligas menores podrían actuar en el torneo 1947-48, pero el día 13 de agosto de ese año le prohibió a los peloteros de los circuitos mayores jugar en Cuba. Entonces nació “la fatiga extrema” para impedirle a un bigleaguer, incluso nativo, jugar en el Caribe en invierno.
Comentando sobre la decisión, Feller dijo: “los jugadores que no ganan grandes sueldos serán más perjudicados que yo.
Aunque admitió que “esta campaña (1947), no ha sido como esperaban (20-11, 2.68, después de 26-15 y 2.18 en 1946)”, rechazó responsabilizar a las exhibiciones en que participó a finales de 1946 por el rendimiento inferior al año anterior. Sin jugar en el invierno en La Habana, Feller tuvo como récord 19-15 y 3.56 en 1948.
“El beisbol es como un juego de azar, explicó Feller, nadie puede garantizar cuántos juegos puede ganar, pero yo creo que todavía puedo llegar a 20 victorias este año (terminó con 20-11 y 2.68)”.
Según el cronista de Prensa Unida, “…se cree que el contrato básico de Feller le garantizará 40,000 dólares con los Indios, y una buena cifra en bonos si alcanza los 750,000 espectadores por actuación durante el año, (pasó de 800,000), en este momento el club supera el millón de fanáticos asistentes al estadio”.
Mientras, las noticias que salían de Cuba demostraban la mala impresión que causó la deslealtad de Chandler hacia el compromiso en la dirigencia de la Liga Invernal Cubana, que se disponía a iniciar la campaña con el pitcher como la máxima atracción de taquilla jamás vista en la historia del circuito antillano.
El asunto fue tan desagradable que muchos cronistas americanos pensaron en una carta abierta al tirano-dictador de las Grandes Ligas, a fin de que remodificara su infame decreto de última hora, por demás racista.
Fue Happy Chandler, elemento bajo que, increíblemente, está en Cooperstown; mismo que no le interesó nunca si comían las familias de los peloteros, incluso el derrotero del juego, y su decisión contra “los renegados” del capítulo mexicano había sido un antecedente claro y abierto de lo que podía hacer con tal de imponerse a lo justo, lógico y humano.
El cable íntegro fue publicado por Diario de la La Marina el 17 de agosto de 1947.

lunes, 18 de junio de 2018

Jose Caridad Mendez / Biografia

La primera estrella del beisbol cubano conocido internacionalmente.
Autor de un juego perfecto en diez innings jugando para los Cuban Stars.
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Cuando el 31 de octubre de 1928, en el transcurso de un desafío entre los equipos de la Habana y Cienfuegos, en el segundo Almendares Park, se daba a conocer la muerte de José de la Caridad Méndez, el béisbol cubano despedía a
uno de sus grandes de siempre, el hombre de quien los magnates de la pelota norteamericana lamentaron el oscuro color de su piel. Porque, de no haber nacido negro, aquel fenómeno de lanzador que fue Méndez hubiera triunfado en Grandes Ligas, como años más tarde lo hiciera otro inmortal del montículo: Adolfo Luque.
El Diamante Negro -así lo llamaron- nació en Cárdenas, en la occidental provincia de Matanzas, Cuba, pero se dio a conocer como torpedero en un campeonato libre que se jugaba en Sancti Spíritus (centro) y de allí llevado al Club Almendares de la pelota profesional cubana. Para muchos era sorprendente que un joven con un biotipo de 5.7 pies y 160 libras de peso, tirara la bola tan duro desde el hueco de la media luna cuando solo contaba con 16 años, y ya figuraba como jugador estelar del equipo Vesubio de Cárdenas.
Se destacó en conjuntos como el Patria de Sagua la Grande, en 1906 y el Remedios en 1907 en el Campeonato de Las Villas en los que participó principalmente como torpedero. Debutó en 1907 con el club Almendares en la Liga Cubana de Béisbol Profesional. Con la camiseta del Almendares lanzó el primer juego completo frente a un conjunto matancero en el Estadio Palmar de Junco. En ese partido de exhibición, previo al inicio de la campaña regular, no permitió carreras y recibió el visto bueno de los propietarios como miembro de la alineación regular. Se destacó rapidamente, ya en 1908 participó en el campeonato cubano con nueve triunfos sin derrotas, con seis juegos completos y 58 ponches propinados en 15 partidos lanzados.
Por la fuerza de su brazo derecho, José de la Caridad Méndez fue convertido en lanzador, llegando a ser uno de los grandes pitchers de su tiempo. Entre el 15 de noviembre y el 24 de diciembre de 1908 eslabonó una cadena de 45
escones consecutivos, de ellos 25 frente al poderoso Cincinatti, de la Liga Nacional, equipo de las llamadas Mayores al que dejó en sólo un hit la primera vez que lo enfrentó.
Llevaba Méndez 25 hombres retirados consecutivamente cuando el bateador de turno sacó un machucón por segunda que ganó categoría de hit, privándole del hechizo del Juego Perfecto. Fueron estos los primeros ceros del gran total de
45, cuya racha quebraría el Club Habana el día 24 de diciembre. Sobre la memorable actuación de Méndez frente al Cincinatti, el periódico habanero El Mundo titulaba al día siguiente: “PRIMER GRAN TRIUNFO DE UNA NOVENA
CUBANA SOBRE OTRA DE LAS GRANDES LIGAS DE ESTADOS UNIDOS”. El texto abundaba: “Ayer obtuvo el Almendares la victoria más gloriosa que jamás haya alcanzado una novena cubana, consiguiendo triunfar sobre un club de la Liga Nacional, el Cincinatti, que venía obteniendo triunfos desde el día en que , terminada su Liga, emprendió viaje hacia el sur…Veintiocho victorias llevaba en forma consecutiva, tocándole en suerte al equipo azul (el Almendares) poner solución de continuidad a tan larga cadena de éxitos. Ayer millares de personas pasearon a Méndez fuera del parque”.
En las Ligas Negras de Estados Unidos, Méndez no sólo brilló como lanzador de excepcionales resultados. Por dominar a la perfección el idioma inglés, por su buena preparación y experiencia beisbolera, llegó a dirigir a los Monarcas de Kansas City, el más reputado equipo de aquel circuito “en el cual sólo la pelota era blanca”.
Como piloto de Los Monarcas, los llevó a ganar la Serie Mundial Negra frente al Hilldale, acreditándose incluso dos victorias como lanzador, no obstante haber visto pasar sus mejores días. Méndez tenía 41 años de edad cuando, enfermo de tuberculosis y en la mayor pobreza, murió en La Habana el 31 de octubre de 1928. Sepultado en una fosa común, se le trasladó más tarde a un panteón familiar.
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lunes, 14 de mayo de 2018

BEISBOL CUBANO, ENTRE COMPLEJOS Y FALACIAS

cubano caricatura rogerio


Por Rogério Manzano 

En su perenne visión megalomaníaca del mundo, Fidel Castro también quiso otorgarle a Cuba un proyecto superior, y más “revolucionario”, que el béisbol imperialista.
Para ello, el “creador en jefe de todas las cosas” ordenó a sus seguidores engendrar un sistema deportivo que fuera capaz de fraguar sus delirios beisboleros. Medio siglo después, sabemos que lo que parió su enorme ego no fue un proyecto saludable y próspero para el pueblo y sus atletas, sino un aparato artificial para amamantar su narcisismo insaciable.
Como resultado de tal esquizofrenia ideológica, los dirigentes del sistema beisbolero cubano también se infectaron de un incurable complejo de inferioridad. Un trastorno que se ha expresado a través del tiempo en esa permanente necesidad de obtener la victoria deportiva al precio que sea necesario.
No importa la salud de los atletas, no importan sus derechos laborales, no importan sus esperanzas más íntimas, no importan sus aspiraciones personales; por encima de todo eso, lo único valedero para estos personajes es perpetuar el sectarismo de su máximo líder y esa entelequia alienante de una superioridad política que jamás ha existido.
¿Cuando será el día en que una novena cubana de béisbol vuelva a jugar un certamen de pelota sólo por la alegría de competir, y no con la distorsionada obligación de ganar? Quienes necesitan desesperadamente demostrar que lo suyo tiene más valor, es porque realmente sienten que tiene mucho menos valor del que posee.
En todos estos años, la propaganda comunista del gobierno de Cuba se afanaba en probar que el béisbol cubano era el resultado de un sistema que, según sus ideas, era superior al capitalista. Pero en su frustrante agonía, lo único que lograron fue impedir la verdadera evolución del béisbol en nuestra amada Isla.
Mientras en el mundo capitalista la disciplina se enriquecía y desarrollaba gracias al dinamismo del mercado y a la iniciativa individual, en la Cuba socialista envejecía y se agotaba la única propuesta colectiva que ofrecía el gobierno.
De ahí surgió esa urgencia constante de compensar el sentimiento de inferioridad con la conquista de cualquier cosa que pareciera un logro. Una demencia que se convirtió en obsesión por ganar y ganar… desde unos Juegos Olímpicos en Atlanta, hasta el último torneo de Quimbumbia en Kuala Lumpur; no sólo con el mejor equipo, sino además con el esfuerzo total, con la entrega incondicional, con el sacrificio absoluto.
Los comunistas cubanos toda la vida se llenaron la boca de aire para criticar al béisbol profesional, dónde, de acuerdo con su perspectiva dialéctica, un pelotero es tratado inhumanamente como mercancía.
¿Pero es que acaso no llegaron a mirarse en su propio espejo? Allí ni siquiera los atletas son mercancía, son menos que eso, son objetos de utilería ideológica.
Hay una excusa muy tonta que utilizan constantemente los corifeos del régimen cubano para justificar el llamado “robo de talentos”. Según esta teoría, el estado socialista cubano tiene que invertir muchos recursos en la formación, el entrenamiento y la preparación física y material de los jugadores. Por tanto, resulta “inadmisible” para ellos que luego aparezcan los capitalistas con su dinero y se los lleven sin retribuir nada a cambio. Yo le pregunto a quienes no piensan cómo yo:
¿Tienen los peloteros cubanos “otra opción” en la Isla para entrenarse, prepararse o formarse, que no sea dentro de una institución deportiva estatal?
¿Se permiten patrocinar torneos de béisbol en Cuba donde los peloteros puedan percibir una remuneración salarial diferente a la “única” que les ofrece el gobierno en la Serie Nacional?
¿Pueden los peloteros cubanos “escoger libremente” un representante que se ocupe de velar y defender sus contratos y derechos laborales fuera de otra institucion que no sea el INDER-estado?
¿Son libres los peloteros cubanos de poder manifestar abiertamente algún tipo de afiliación política o de pensamiento liberal que no se ajuste a la ideología oficial comunista que impera en la Isla?
Si el régimen cubano es dueño de todos los estadios, de todos los torneos, de todos los equipos, de todos los salarios, de toda la ideología, cuando un pelotero cubano escapa hacia Estados Unidos ¿estamos hablando del robo de un talento o del despertar de un esclavo?
Pero, si contra esta realidad, aún se insiste en que los capitalistas se roban a los peloteros cubanos, esto solo me reafirmaría el caracter totalitario de un gobierno que ciertamente considera a sus atletas una propiedad, un medio básico, una máquina para producir entretenimiento en nombre de la “Revolución” y en detrimento de la libertad y el derecho individual de esas personas para elegir su propio destino.
Y quién me puede exigir a mí que no mezcle política con deporte en este artículo, cuando aún hoy en pleno siglo XXI, un beisbolista cubano puede ser conminado a pararse frente a un grupo de personas para leer públicamente un panfleto que, implícitamente, condena a uno de sus propios compañeros porque tomó la decisión de ser diferente ¡¿Eso es deporte, o es política?!
De qué deporte estamos estamos hablando cuando un pelotero, por encima de los sentimientos a la madre, al entrenador o a la persona amada, tenía que hacer aquellas hipócritas dedicatorias a ese caudillo que se creyó el comandante en jefe del proletariado mundial.
¡Basta ya de repetir la misma falacia de que son los Estados Unidos los que obligan a los peloteros cubanos a escoger el camino del exilio!
Estados Unidos no es un país de santos, ni el capitalismo es la solución definitiva de nuestros problemas terrenales, pero a quienes les gusta levantar su dedo acusador hacia afuera, primero deberían palpar en la llaga que tienen dentro.
¿Será que un pelotero cubano se atreve a arriesgar vida y carrera, únicamente incitado por la “mano negra del Imperio” y su dólares capitalistas, o por culpa del desastre económico de un país que ni sus propios economistas pueden explicar; por la constante y ridícula cantaleta del fanatismo ideológico; por la naturaleza excluyente del mismo sistema que lo engendró; por el desprecio hacia la prosperidad individual de las personas; por la intransigencia ante la diversidad; por la adoración eterna a un Dios de carne y hueso; o por la esencia absurda del comunismo cubano?
Cuba es, y ha sido por más de 100 años, una tierra bendecida para jugar béisbol. Sus hijos han recibido el don, el talento y la habilidad, para que, no solo practiquen este deporte y lo hagan su pasatiempo favorito, sino también para que lo muestren y lo compartan con todos los hombres del mundo… y así será, por los siglos de los siglos, porque los profetas de verde-olivo son mortales, pero el béisbol es una pasión eterna.

viernes, 12 de enero de 2018

ROBERTO ESTALELLA, PRIMER HISPANO DE TRIPLE CORONA


Por Andrés Pascual

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Hasta 1962 y desde que en 1940 la obtuviera Cool Papa Bell, en la Mejicana la han ganado Wild Bill Right en 1943; Angel Castro en 1951; el cubano René González en 1952; el norteamericano Alonzo Perry en 1956; Claudio Solano, de la Liga Arizona-Mexico, en 1957 y Ramiro Caballero, de la Mejicana Central, en 1962.
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Roberto “Tarzán” Estalella (Cárdenas 1911-Hialeah 1991), fue el segundo gran jugador de posición cubano y hispano en el Beisbol Organizado; el primero fue Armando Marsans, uno de los dos pioneros, junto a Rafael Almeida, cuando existían ambas ligas, primer bateador de .300 y primero en recibir votos para el MVP en Grandes Ligas durante la década 1910-20. Pero Marsans jugó pocos años.
A Estalella, cuando fue cambiado por los Senadores de Washington a los Elefantes Blancos de Connie Mack en 1943 junto a Jimmy Pofahl y dinero por Bob Johnson, que había jugado en el Juego de Estrellas del año anterior por la Liga Americana, el Viejo Zorro de los Atléticos lo presentó como un nuevo Al Simmons, si el matancero no comete la equivocación de irse a la Liga Mejicana, hubiera continuado el desarrollo ascendente de su carrera en Grandes Ligas, porque sus mejores años fueron los tres previos a 1945, cuando dio el paso en falso, en los que había jugado 100 ó más juegos en cada una de esas temporadas con promedios superiores a .285, actuando en la esquina caliente y en los jardines del viejo club.
A Mexico fueron jugadores cubanos que cometieron un error garrafal, porque se hubieran impuesto en las Mayores, no solo Estalella, sino Adrián Zabala perdió la oportunidad única con los Gigantes; otros jugadores como Agapito Mayor, Mario Fajo o Chito Quicutis, que no tenían etiqueta de bigleaguers, tal vez hicieron bien; pero, quizás Jorge Comellas y, sobre todo, Julio Moreno, las hicieron mal.
Para justificar la falta de clase que les hubiera impedido jugar en grandes ligas, muchos que no actuaron en ese nivel decían que “nadie se podía negar ante tanto dinero…”, pero Estalella sí desperdició con la ida a la Mejicana y la posterior suspensión como renegado una carrera que pudo ser brillante.
En 1938, jugando para el Charlotte clase D de la Piedmont League, el matancero ganó la Triple Corona de Campeón de Bateo por primera vez para peloteros cubanos y hispanos en el Beisbol Organizado, al concluir la campaña con 38 jonrones, 123 impulsadas .378 de promedio, total de 325 bases recorridas y .754 de slugging.
Sin embargo, no fue esa la única gran temporada del Tarzán cardenense: en 1949, con el Minneapolis de la Asociación Americana, mismo con el que 11 años antes había ganado Ted Williams la Triple Corona a los 19 años, Estalella produjo para .341, 36 dobles, cinco triples, 32 jonrones y 134 empujadas.
El antillano estuvo en el Beisbol Organizado, incluyendo 9 temporadas en grandes ligas, desde 1934 al 1951; en las Menores bateó 8 veces sobre .300, cuatro campañas con más de 30 jonrones y 1 sobre 20; además, en 6 impulsó a más de 100 corredores.
Su último año bueno en Estados Unidos, luego de cumplir la sanción de las grandes ligas, fue en 1947 con el St. Jean de la Liga Independiente, con los que bateó .374, 17 dobles, 2 triples, 24 jonrones y 101 empujadas en 321 veces al bate.
En 1942, el Jíbaro Luis Rodríguez Olmo se llevó la Triple Corona jugando para el Richmond de la Liga Piedmont, convirtiéndose en el segundo hispano en ganar el premio.
En 1950, Silvio García la obtuvo jugando para el Sherbrooke clase C de la Liga Peninsular con números como 21 jonrones, 116 impulsadas y .365 de promedio.
En 1956, con el St. Cloud clase C, también de la Peninsular, el puertorriqueño Orlando “Peruchín” Cepeda la conquistó por 26 cuadrangulares, 112 corredores enviados al plato y promedio de .355.
En 1959, por la victoria de los Cañeros de los Cubans en la Pequeña Serie Mundial contra el Minneapolis, el inicialista Frank “Panchón” Herrera se la llevó a su pueblo habanero de Santiago de Las Vegas por 37 jonrones, 128 impulsadas y .329 de promedio, jugando para los Bisontes de Búfalo de la Liga Internacional clase Triple A.
Como adjuntos de interés, en 1956 Ken Guttler, jugando para el Shereveport de la Piedmont, bateó 62 jonrones y empujó 143, pero su promedio de .293 no fue suficiente para liderar la liga.
Quien si lideró la Longhorn clase C con el Roswell en los tres departamentos fue Joe Bauman en 1954, acaso la mejor temporada de bateador alguno en cualquier liga del mundo. El tipo produjo para 72 jonrones, 224 carreras impulsadas y .400 de promedio.

sábado, 14 de abril de 2012

Santiago Ulrich : el coraje hecho béisbol‏


Los accidentes en el bèisbol están a la orden del día y en muchos casos han significado el fin de carreras prometedoras. Casos como el de Bobby Thomson, Tony Conigliaro, Herb Score y muchos otros han ensombrecido el panorama de las Mayores en algún momento.
En el bèisbol Venezolano han sucedido casos muy lamentables. Pese a que el béisbol por norma general no se suele incluir entre la disciplinas deportivas de mayor riesgo de accidentes, sus protagonistas no son inmunes a las lesiones.
La prueba más elocuente la constituye el accidente ocurrido al pitcher zurdo de Cardenales de Lara, el estadounidense Huck Flener, quien perdió la visión del ojo derecho luego de recibir en plena cara una línea conectada por Donaldo Méndez, de los Navegantes del Magallanes, en la ciudad de Valencia.
El impacto fue tal que a Flener le fue practicada una cirugía para reconstruirle la órbita ocular, así como para solventar una fractura del tabique nasal.
Este incidente es uno de los más serios sobre los que se tenga conocimiento en la pelota criolla. Al menos, según las referencias de los expertos, pues no existe material alguno que recoja con exactitud pormenorizada cronología alguna de los mismos en Venezuela.
Santiago Ulrich , tremendo lanzador Cubano que vino en la temporada de 1950 con el equipo “Venezuela”, también fue víctima de un accidente en un juego efectuado en el estadio “Cerveceria” Caracas el 5 de noviembre de 1950. Llamado a relevar en el sexto inning con tres en base sin outs. El valeroso cubano logra retirar a los dos primeros bateadores a quienes se enfrenta,pero surge el zurdo Knoublach con linea al jardìn derecho que empata el juego a 4 carreras. Toca el turno al poderoso bateador norteamericano Frank Mancuso, quie batea linea de frente hacia el pitcher, que le da de lleno en la cara a Ulrich,desplomándose este con el rostro bañado en sangre.
El cubano es llevado rápidamente al hospital , donde le aprecian fractura del pómulo izquierdo. Era el décimo pelotazo que recibía en su accidentada carrera, según especifica el libro Momentos Inolvidables del Beisbol Profesional Venezolano, escrito por Alexis Salas.
A las pocas horas de su accidente anuncio que seguiría picheando en la temporada.
Ulrich fue un corajudo lanzador que se desempeñó como pitcher en la pelota profesional cubana y en las Ligas Menores y en la Grandes Ligas estadounidenses. Nacio en La Habana el 25 de Julio de 1921 y aparte de jugar en Venezuela, tambien lo hizo con mucho exito en Mexico.
En 1943 juega primero para el Puebla y luego para los Diablos Rojos en la liga mexicana.
En 1947 lo hace para los Alijadores de Tampico, donde es líder eb carreras limpias con 2.64 de efectividad, interviene en 35 juegos, con 11 victorias, cinco derrotas y 163 y un tercio de innings.
En 1948 juega primeramente para los azules de Veracruz y luego lo hace para los alijadores de Tampico, mientras que termina en es pelota en 1954 con los Águilas de Veracruz y Lios azules de Ciudad México.
Debuta en 1944 a los 22 años de edad con el Chattanooga, de categoría doble A, interviene en 18 juegos, logra cinco victorias con seis derrotas, lanza en 85 innings, permite 33 carreras limpias para promedio de 3.49 de efectividad.
En 1950 regresa a este béisbol, lo hace con el Havana Cubans de la Liga internacional de La Florida, clase B, interviene en 40 juegos, logra 17 triunfos con 10 derrotas, lanza en 227 innings, termina con promedio de 2.30 carreras limpias permitidas.
En 1951 también lo hace con el Havana Cubans, ahora en 29 juegos, logra 16 victorias con 10 derrotas, lanza en 224 innings, con promedio de 2.25 carreras limpias.
En 1952 lo hace para dos equipos, primero con el Havana Cubans y luego con el Chattanooga, en los cuales interviene en 20 juegos, con ocho victorias y cinco derrotas, lanza 120 innings, termina con promedio de 1.35 carreras limpias.
En la temporada de 1954 juega para el Tampa, también de categoría B, participa en dos juegos con una derrota sin victoria.
En este béisbol interviene en 219 juegos, logró 46 juegos ganados, 32 perdidos, lanzó en 656 innings con 165 carreras limpias permitidas para promedio de 2.26 de efectividad.
El 3 de mayo de 1944 debuta con los Senadores de Washington, en esa temporada interviene en tres juegos, lanza en 9.2 tercios innings, permite tres carreras limpias, para promedio de 9.31 de fectividad.
En 1945 también con el Washington, toma parte en 29 juegos, con tres victorias y tres derrotas, en 81.1 innings, permite seis carreras limpias para promedio de 4.54 de fectividad con 26 ponches propinados y 34 boletos concedidos.
En las dos temporadas, lanza en 31 juegos, logra balance de tres ganados y tres perdidos, en 91 innings, permitió 18 carreras limpias para promedio de 5.04 de efectividad, propinó 28 ponches con 34 boletos otorgados.
Fallece el 21 de abril de 2001 en Miami, La Florida, Estados Unidos.

Gustavo Hidalgo  /  http://seamheads.com/2012/04/12/santiago-ulrich-el-coraje-hecho-bisbol-james-ulrich-courage-made-baseball/



domingo, 14 de agosto de 2011

¿Quien expulso el profesionalismo de Cuba?


Por Andrés Pascual

        Hace mas de diez anos que escribí sobre este tema en mi columna en el Diario las Américas; sin embargo, hace tres que regresé al asunto en Beisbolazos, revista de Puerto Rico del historiador y comentarista Edwin “Kako” Vázquez, cuando Jorge Alfonso, plumífero “del brazo equivocado” y siempre tan parcial a favor del castro-comunismo y la sección de comentarios de la COCO Radio, escribieron unos increíbles y tendenciosos artículos que, hoy, solo pueden ser posibles porque, cada día, la población cubana que presenció los acontecimientos con el deporte profesional decrece; lo que quiere decir que, con el desgano que muestra la población nacida o criada ya dentro de los contornos temporales de la barbarie por la historia patria, todo puede ser; ahora, lo que es inaceptable es que gente que vivieron esa época, que conozcan todos los acontecimientos, todavía duden y pregunten ¿Qué paso? “Porque pueden existir dos versiones…”
    ¿Cuántos desconocen estas palabras escritas por Castro a Celia Sánchez en 1958?: “mi guerra no ha empezado aún…será contra los americanos cuando esto acabe. Sierra Maestra…” ¿Cómo debe entenderse lo anterior, sino como una declaración de guerra anticipada a Playa Girón y a los alzamientos en el Occidente y Centro del país “preparados por la CIA”?
     Los fusilamientos, el inicio del más bestial presidio político de la historia de América, en el cual lo interesante no fueron los años de sancion (hasta 330) a que condenaron; sino los obligados a cumplir: 275,000 cubanos con mas de 15  y, hasta hoy, un millón en total con la experiencia carcelaria política; los robos de la propiedad privada encubiertos bajo la novísima forma entonces de “nacionalización”, dentro de esta, la expropiación y suspensión de más de 15 periódicos diarios y vespertinos de gran tirada solo en La Habana; la confiscación y destrucción de más de 8 revistas, incluyendo a Bohemia, que era un símbolo nacional; 6 emisoras de televisión con una a color y más 30 emisoras de radio libres, solo en La Habana; la imposición de una ideología basada en la mentira y la exageración de detalles que, viéndolo bien, no existían; la creación de las bases para destruir al país moralmente a partir del pisoteo de la sagrada familia; el ateísmo guevarista; la supresión abrupta del ritmo de vida infantil y juvenil por la aceleración de la madurez de niños y jóvenes para comenzar a utilizarlos con propósitos anticubanos a través de la ideología…pocos niños de la era castrista se criaron con “Piel de Onagro” debajo de sus almohadas…la ejecución en la hoguera de muñecos alegóricos al Tio Sam, profanando cementerios con más odio e inspirando tanto terror como la Santa Inquisición…nada de esto había ocurrido cuando el tirano le escribió aquella carta a Celia Sánchez y otras muchísimas cosas que están en blancas y negras en volúmenes que solo se aceptaría no leer por la tristeza y el dolor que genera revivir un asesinato público contra una nacionalidad que valía mucho más que los carniceros de mentalidad bárbara a quienes aún apoya y aplaude un mundo que en nada se diferencia de aquella población que, hace 52 años, creyó que sabía tanto como para dejar olvidada quién sabe dónde, la cautela y el razonamiento objetivo al apostar cuanto tenían al potro malo de verdad: Castro no fía en sus bodegas…fiaba el dueño que tuvo que soportar cómo gozaron con que le quitaran la propiedad, solo por ver cumplido el placer morboso de la envidia el elemento inútil e inoperante socialmente hablando;
      Pero cualquier país del mundo tiene mayoría de pobres y, dentro de este sector, de lacras, de vagos, de perdedores; pero perdedores peligrosos; o, ¿Quién cree que Ramiro Valdés ni Guillermo García eran exitosos en el sentido noble del término? Ladrones sí; asesinos inmejorables ante la historia, sí…
       La pelota profesional cubana fue un imperio en la región; una inversión privada y mejorada cada año para total disfrute del público y, desde luego, para que pudiera dejar dividendos que conformaran a jugadores, dueños, promoción…entonces, si se sabe que el robo de la propiedad privada de los medios de producción en Cuba tuvo que ver con hacer al dictador el hombre más rico del mundo; si ese robo tuvo como objetivo cerrar todas las puertas de respiro democrático y que una de ellas, porque crea un estado de independencia en un sector poblacional por la acumulación de riquezas, es la propiedad privada en el país, ¿Quién puede pensar que algo tan sensible como el beisbol profesional para Cuba podía quedar en pie?
      El autoritarismo y el control absoluto de la población sellaron el destino del negocio particular en Cuba y con este la capacidad de emprendimiento y las ganas de superación para ser alguien competitivo; la formación cultural y la preparación del pueblo estaba ajena a intereses de disfrute personal, así que un médico se convertiría en un fusil más de ataque al imperialismo por la vía ideológica; pero un pelotero y un boxeador también. En lo material, los tres en andrajos materiales y morales capaces de hacer cualquier cosa por sobrevivir: desde vender croquetas, a arreglar juegos por dinero…
      El profesionalismo deportivo cayó arrastrado por la marea destructora que asola al país…
      El beisbol cubano profesional cumplió, desde finales del siglo antepasado, el papel de embajador y estabilizador de la amistad y el mutuo reconocimiento y respeto entre los pueblos, leyó bien, “los pueblos”, de Cuba y Estados Unidos por compartirse diamantes beisboleros en ambos países; significativamente, el primer tipo de beisbol integrado del mundo, la Liga Cubana de Beisbol Profesional, aceptó a los jugadores negros americanos desde inicios de 1900 y, el circuito pre-Ligas Negras o las propias Ligas Negras, permitían como únicos jugadores blancos a los cubanos, porque aceptaban a los negros americanos en sus campeonatos.
      Ahora, teniendo en cuenta que la dictadura castrocomunista preparaba una guerra a muerte desde 1958, ya en borrador con la carta de marras contra Estados Unidos, ¿Podría quedar en pie algo tan importante que se constituyó en elemento de importancia capital de la identidad nacional, por tanto, de la configuración de la personalidad del cubano, que mantuviera las bases creadas de admiración y entendimiento entre los dos pueblos? Bajo ninguna circunstancia; con la política de odio enfermizo y vicioso contra el vecino del Norte, la pelota profesional nada tenía que hacer en el nuevo esquema de destrucción y pisoteo de la dignidad nacional que se preparaba.
     Entonces un día se hicieron disparos al aire por un grupo de “barbudos” que, algunos plomos, rozaron sin gravedad al torpedero cubano de los Cubans Leonardo Cárdenas y a algunos miembros, como Frank Verdi, de los Alas Rojas de Rochester, ¿Sería una casualidad? ¿Realmente festejaban una fecha triste y sangrienta como son todas las efemérides castro-comunistas? No, fue una provocación de alto perfil con intención terrorista; fue la forma de crear las bases para que Frank Schaugnessy, Presidente de la Liga Internacional y el entonces Secretario de Estado, Cristian Herter, comenzaran a entender que el grado de hostilidad castro-comunista sobrepasaba el límite razonablemente aceptable.
    Entonces Gus Triandos, catcher de los Orioles de Baltimore que había jugado en la Liga Cubana, se negó a acompañar al club al spring training en La Habana en 1960, alegando que “no iré por mi propia seguridad”, lo que respaldó el shortstop cubano Willy Miranda y el club entendió y suspendió el viaje.
      Tanto manipuló la ya prensa oficialista el asunto que, el cronista Eladio Secades, a quien nadie podría acusar de castrista, escribió en su columna de Bohemia, Tres Verdades, un artículo titulado “Campaña de injusto descrédito” contra la acción tomada por el team de Grandes Ligas y contra el propio Triandos; pero, a mediados de año, la Secretaría de Estado y la Liga Internacional, por el incremento de la hostilidad innegable hacia Estados Unidos, retira la franquicia de Bobby Maduro de La Habana y la reasienta en Jersey City con lo que espantó Castro también el sueño convertido en slogan de “Un paso más y llegamos”; pero con una campaña redoblada con intención de culpar al Norte por la acción y otra vez volvió a confundirse el maestro Secades y escribió, de nuevo en Bohemia y en su columna, otro artículo totalmente divorciado de la realidad, cuyo título fue: “Un atropello la expulsión de los Cubans”, en realidad, por la parte americana, el traslado (no expulsión) fue por la acciones terroristas antiamericanas del castrismo, forma indigna y encubierta para comenzar a descabezar a los profesionales cubanos.
      El último campeonato invernal se jugó de milagro, los peloteros aceptaron hacerlo por la mitad de su salario. Un jugador de Grandes Ligas ganaba entonces en Cuba 1500 ó más y, en el caso de Orestes Miñoso, su salario era de 3,000 mensuales; el salario mínimo para peloteros de clasificaciones menores iniciaba en 500 dólares; pero, bajo presión político-militar, que incluía la instalación de ametralladoras en los dugouts, muchas veces; con Ciso Camejo, Presidente de la Liga Cubana aterrorizado y sin respuestas por el miedo, se jugó uno de los mejores campeonatos cubanos de todos los tiempos y de los mas reñidos, que cumplió, a pesar de los obstáculos crecientes y sus amenazas, la totalidad del calendario. Un verdadero éxito en lo deportivo y en lo artístico y un sonado fracaso económico, porque el público le dio la espalda al grupo de mejores peloteros en gran mayoría de la región, constituidos en un evento solo con talento nacional: “El Campeonato sin Refuerzos”, despedida del gran beisbol de Cuba, aquel que hizo la historia trascendental.
      Entonces, con jugadores cuyo talento en mayoría no clasificaba para actuar en el profesionalismo, verdaderos descartes del beisbol profesional cubano, algunos mayores ya como para darle lucimiento a algo tan grandioso como el champion invernal y procedentes muchos de Pedro Betancourt, de la Unión Atlética o del Centro y el Oriente del país, inició Castro su primera Serie Nacional en febrero de 1962, con desborde popular en las gradas de los mismos que le habían dado la espalda solo un año antes a los mejores peloteros del mundo ajenos a Estados Unidos y a un torneo solo inferior a las Grandes Ligas.
      En el medio, la constante detención y multas a los peloteros que llevaban sus autos desde Estados Unidos y, costumbre de 40 años, les mantenían la chapa americana; o el registro constante de cualquier jugador por elementos policiales con el fin de disgustarlos y atemorizarlos y, durante 1960-61, la presión sobre los peloteros tratando de convencerlos para que abandonaran el profesionalismo y se quedaran a construir un “nuevo y libre tipo de beisbol” que, ya se sabe todo lo nuevo y libre que es.
      Intentos febriles del legendario Mike González, que incluyeron viajes a Monterrey pretendiendo agrupar a algunos peloteros para el campeonato 1961-62, resultaron infructuosos: Castro decretó ninguna ayuda para el profesionalismo y ya no existía en el país el negocio grande que promovía el apoyo de la estructura; además, los dueños de clubes como Guille Alonso y Cucho Rodríguez habían perdido sus propiedades e influencia, o el urbanista Bobby Maduro y los restantes ejecutivos que, desde finales del sesenta o principios de 1961, ya estaban en Estados Unidos o en Puerto Rico.
      ¿Queé trajo como consecuencias la expulsión arbitraria y por decreto del beisbol profesional de Cuba por la reacción comunista? Bueno, el debilitamiento de la estructura beisbolera nacional; el decrecimiento de la cantera nacional por la competencia que ha enfrentado el beisbol ante otros deportes lo que, a efectos de una población inferior a 15 millones, ha lesionado seriamente la participación en la pelota; la pretensión de imponer el balompié con justificaciones personales del dictador como: “hay que practicar balompié, que la pelota ni prepara ni forma como exige la Revolución…” Expresión que escupió en Pinar del Río, en la sede universitaria, previo al acto por el 1ero. de mayo en 1988.
     Lo otro que causó el castro-comunismo es que nadie sabe cuántos jugadores, entre 1962-presente, han dejado de actuar en Grandes Ligas con valores de mercado muy superiores, posiblemente, a todos los  del resto de países del área; cuántas llamadas desde Cooperstown se han dejado de hacer informándole a un compatriota más que entraba al recinto de los inmortales. Y que ninguno, desde 1960 con el exilio de Napoleón Reyes, hubiera tenido que huir o exiliarse y después, con total y absoluta amoralidad, el que dijo que “se había impuesto la pelota libre sobre la pelota esclava”, les tildara de cobardes, de traidores o de desertores por el solo hecho de decidir a su favor dónde colocar su talento como cumplimiento de un derecho que solo Dios otorga.


Con mentiras como esta han impuesto su gestion desoladora









viernes, 5 de agosto de 2011

ANTONIO, LO PRIMERO ES “LA FAMIGLIA”


Por Andrés Pascual

     A nadie le interesan los nombres que componen la dirigencia de la IBAF; a nadie menos a los cubanos…
     Antonio Castro, hijo del dictador, dueño del beisbol nacional como derecho que tienen todos los familiares y allegados del sátrapa de apropiarse del renglón nacional que quieran, (hasta ahora se salva la Dalia Negra, Alfredo Guevara, porque ninguno ha mostrado inclinación por el cine); o Alicia Alonso, porque a Mariela le gusta más jugar a las hembras “machitos”; entonces le regalaron los homosexuales y las lesbianas…bueno, a Antonio lo eligieron hace varios meses vicepresidente de la desprestigiada Federación Internacional de Beisbol, que no supo representar dignamente al beisbol internacional amateur ante el enemigo del deporte aficionado, la transnacional del consumo, por lo que sucumbió ante la contaminación del Olimpismo de tal forma que ni este existe ni el postulado del Barón Pierre de Coubertein es válido ya.
    Resulta que Antonio era el vice de la Federación de Castro y fue elegido al supuesto alto mando internacional sin tomarse en cuenta para nada al presidente de la instancia en Cuba. Tal vez sea porque ese cargo requiere “mucho avión” y lo que se llama confiar, el hermano prefiere al sobrino para no levantarse un día con una sorpresa desagradable de deserción, que bastante han tenido…
      Ricardo Fraccari, presidente de la Federación Italiana, fue elegido presidente de la FIB, con lo que se rememora la “era Notari” en el beisbol amateur.
      ¿Qué hace Antonio Castro ahí? ¿Qué tan ducho puede ser un “un don nadie” en asuntos del beisbol internacional como para aceptar un cargo que tiene aptitudes diplomáticas incluidas? ¿De cuánto dinero robado del erario por la familia Castro fue necesario disponer para “comprar” el puesto del hijo y sobrino? Ahora, ¿Quería Antonio ese puesto? Tal vez.
      El boricua Israel Jordán vota por cualquier cosa a favor de Castro, ni lee; puede ser capaz de firmar su sentencia de muerte sin saberlo, siempre que sea propuesto desde La Habana…uno a favor.
      Lo demás era cosa de convencer al resto, con poder de voto, de lo necesario de complacer al tirano con su presencia en el foro a través de su hijo. Castro, a fin de cuentas, no es un voto, son todos los de sus aliados que superan con creces a cualquier otro grupo y no solo en el beisbol. Lo otro, puede disponer de un diezmo anual para salvar de la asfixia lo mismo a la Federación que a un torneo…lo hizo antes.
       Ahora, todo debe verse de acuerdo a las circunstancias: sin voluntad para componer un deporte que ya se cayó a pedazos en Cuba, hay que calmar al único público del mundo al cual no se le puede llamar respetable con, quizás, arreglos con la Federación por torneos convocados bajo prohibición de profesionales de ninguna categoría, lo que no podría ocurrir en un evento como el nocivo Clásico, único que quedaría en manos del profesionalismo; si, a fin de cuentas, como que ya el beisbol no es olímpico, pues tienen las manos libres como federación para regresar a los tiempos en que Castro exigía lo que le daba la gana y pagaba árbitros que decidieran a su favor si era necesario, con los estrategas del calendario haciendo estos de tal forma que siempre le beneficiaban.
      Esta es la era de total injerencia y control de la FIB por el tirano, ¿Qué Antonio no está capacitado para la puja política en niveles estelares? ¿Y qué? Ese individuo solo será presencia visible ahí, el cerebro de la gestión estará encima de él, moviéndolo a través de los cordeles del polichinela.
       Las palabras de Ricardo Fraccari después que se le eligió fueron: “La Nostra Deve Essere la Casa di Tute la Federacione”, apuesto a que cualquiera se imagina a Vito Corleone en el discurso ante todos los Capos, condonando deudas por el asesinato de Santino…
      A fin de cuentas, un ex yerno de Raúl es un descendiente creo que de Joe Bonano, uno de los cinco grandes…ya saben cómo moverse en Italia y manejar a cierto tipo de italiano.
     

Peloteros cubanos en México: Martín Dihigo y Lázaro Salazar. Privilegiados del Diamante


Martin_Dihigo
Por Horacio Ibarra.
Sólo ellos han destacado como lanzadores en la Liga Mexicana de verano conquistando además un título de bateo y son parte fundamental en la historia del Salón de la Fama del Beisbol Profesional de México.
En la historia del beisbol se han dado casos bastante interesantes que son dignos de recordarse. Entre ellos encontramos el de un par de lanzadores que destacaron en la década de los cuarentas y que actualmente son recordados por su enorme habilidad sobre el campo de juego en diferentes facetas.
Naturalmente, estamos hablando de los cubanos Martín Dihigo y Lázaro Salazar, par de estrellas rutilantes de nuestra pelota.
Ellos fueron parte del segundo grupo de jugadores que ingresaron al Salón de la Fama del Beisbol Mexicano, cuando todavía no existía un recinto acondicionado para tal efecto. Sus nombres fueron seleccionados por los cronistas capitalinos en 1964, junto a los inolvidables Epitacio “La Mala” Torres, Angel Castro, Ramón Bragaña y Genaro Casas, sexteta de luminarias reconocidas.
En la actualidad, los dos cubanos han sido catalogados de la siguiente forma: Martín Dihigo es el pelotero más completo de todos los tiempos y Lázaro Salazar es reconocido como el mejor manager de todas las épocas.
Historias paralelasLa trayectoria de ambos jugadores deslumbró de una manera notable. Ambos se iniciaron como lanzadores, pero eran tan buenos para jugar beisbol que incluso lograron agenciarse un título de bateo en los primeros años de la Liga Mexicana. Un caso bastante raro que sólo puede ser logrado por los privilegiados del diamante.
Indudablemente, Dihigo y Salazar pertenecían a esa clase selecta. Martín Dihigo lo hizo en 1938 y Lázaro Salazar al año siguiente.
El gran “Maestro”Para darnos cuenta de su enorme categoría como peloteros, basta echar una ojeada a sus conquistas en el terreno
Dihigo fue el primer pitcher en lanzar sin hit ni carrera. Esto aconteció el 16 de septiembre de 1937 en contra de Nogales. “El Maestro” lanzó nueve innings y ganó 4-0 en partido efectuado en tierras veracruzanas. Un año más tarde obtuvo la triple corona de pitcheo al agenciarse los lideratos de ganados y perdidos, efectividad y ponches. Tuvo una marca de ganados y perdidos de 18-2 (.900), con 0.90 de carreras limpias y 184 ponches jugando para el Aguila. Además fue el máximo ganador de la temporada con sus 18 triunfos.
Como si eso fuera poco, el inmortal cubano dio una razón contundente del porque está considerado el pelotero más completo de todos los tiempos al agenciarse el título de bateo esa misma campaña, obteniendo un alto porcentaje de .387 milésimas. Dihigo jugó 42 partidos con 142 veces al bat, disparó 55 imparables, de ellos seis jonrones, con 27 carreras impulsadas. Simplemente, era un portento de la pelota.
Todavía se dio el lujo de encabezar en tres ocasiones al circuito en ponches. En 1939 abanicó a 202, en el 42 a 211 y un año más tarde despachó a 134. La endemoniada velocidad que le imprimía a la esférica nulificaba a los bateadores.
Lazaro_Salazar
No era príncipe, era un rey
Un caso similar acontecía con Lázaro Salazar. El llamado “Príncipe de Belem” era un excelente serpentinero. En 1939 fue el máximo ganador de la Liga Mexicana con 16 victorias, además, en su calidad de manager le dio el título a los Cafeteros de Córdoba.
Ese fue el primer gallardete para el manager cubano que más tarde iba a convertirse en el máximo ganador de todos los tiempos con siete conquistas. Pero en la campaña del 39 obtuvo uno de los lauros más importantes de su carrera, conquistando el título de bateo con la novena de Córdoba. Salazar le dio a la bola para .374 de porcentaje con 58 hits en 155 veces al bat, participando en 45 encuentros. Además conectó cuatro jonrones y produjo 33 carreras.
En 1945 tuvo oportunidad de conseguir una hazaña desde la lomita de lanzadores. El 10 de junio enfrentó a los Tecolotes de Nuevo Laredo y les lanzó juego sin hit pero con carrera, en partido de nueve innings realizado en Monterrey, con pizarra de 5-2.
Como manager, Lázaro llevaría al título al Veracruz en 1941 y luego le daría cuatro campeonatos al Monterrey, con tres de ellos consecutivos para hacer historia. El primero fue en 1943 y el tricampeonato de 1947 al 49, desde entonces a la fecha ningún otro manejador ha conseguido igualar su hazaña. Todavía en 1956 logró otro banderín comandando a los Diablos Rojos del México.
A 50 años de distancia de su último título obtenido, Lázaro sigue siendo considerado el mejor manager y Martín Dihigo el pelotero más completo de todos los tiempos. Los cubanos plasmaron una incomparable historia de calidad y triunfos en su brillante paso por el circuito veraniego. ¡Sólo ellos podían hacerlo!.
Foto 1: Martín Dihigo, el pelotero más completo de todos los tiempos.
Foto 2: Lázaro Salazar, el mejor manager en el beisbol mexicano.

martes, 2 de agosto de 2011

ESO NO ES UN HOMENAJE, ES UNA PROFACION


Por Andrés Pascual

       Miami se ha desbordado de cubanos de “la comunidad”, que son los que llegan bajo una sola condición personal: “mi problema no es político”, cuestionable de arriba abajo, pero discutible en otras instancias.
       Como que no conocen la historia patria ni les interesa, pues tampoco tienen identidad, sino una etiqueta de ciudadano impuesta para representar y defender intereses de otro orden de cosas, que para vivirla con el orgullo que merece.
       Por estos días hay una convocatoria a un juego-homenaje al pitcher zurdo del Almendares Miguel Cuellar y a un catcher de la pelota castrista nombrado Pedro Luis Rodríguez (de quien nunca he escuchado quejas o denuncias por actividades castro-comunistas, vale la pena decirlo), que jugó para el equipo llamado Provincia Habana (o Habana campo) y que logró integrar la novena del dictador a eventos internacionales.
       Cuando de un pitcher como Cuellar se trata, supongo que muchos invitados duden entre asistir o no, sobre todo los ex peloteros que pertenecen a la Federación, porque, “figúrate, pudiera verse como una acción” al recientemente fallecido estrella del Baltimore, cuando lo que se debe tener bien claro es que lo que significaría una ignominia, que incluye a todos los muertos y vivos que jugaron pelota desterrados de su patria en el período 1961-1986 (año del retiro de Tani Pérez), además de a Cuba, a la lucha por su libertad y a los luchadores que han muerto tratando de lograrla, sería unirse a Marquetti y compañía para semejante escarnio.
       Gracias al creciente número de fanáticos de “la comunidad” de nueva edición es que  se posibilita este tipo de eventos, no solo de mal gusto, sino politizados en su objetivo que, a la manera como hace años el tirano autorizó en la Isla a que se invitara a peloteros que él mismo hizo abandonar el país, para hacer “un gran juego del recuerdo entre hermanos”, se busca dar una imagen de unión que no es posible por el abismo ideológico que separa, hasta dentro de Cuba, a las dos bien definidas nacionalidades que ya logró la tiranía.
       El carácter del juego que se organiza es mercantilista, en nada patriótico ni sublime por sus ideas, mucho menos que busque imponer ni el orden ni recuperar la hermandad entre dos públicos bien diferentes y separados de una ciudadanía.
       Cuéllar es un gancho de atracción para convencer al ex jugador de la Federación a que asista, sin embargo, el público único y natural de este tipo de jugador es el exiliado, que hace poco por recordar y atender a estos atletas promocionalmente ni investiga por qué las instancias patrioteras reclamantes que lo representan en la lucha, no toman al deporte en el carácter con que lo hace el castrismo: como un arma importante en la confrontación ideológica, útiles para contrarrestar actividades como esta o como el veneno que tratan de inocular desde MEGA-TV o AMERICA-TEVE; ni por recuperar la celebración de la fiesta anual del Salón de la Fama del Beisbol Profesional Cubano que, a lo mejor, ni conocen.
      Tal vez habría que investigar qué creen que es patria y, sobre todo, lucha por la libertad de Cuba entre todos ellos, desde congresistas hasta activistas radiales y/o líderes de organizaciones anticastristas, a ver cuál es la razón por la que se interesan tanto en Pablo Milanes; mientras Marquetti se bandea a como le dé la gana en cualquier terreno de Miami, con una fiesta cada dos semanas y las glorias del beisbol cubano, las verdaderas, sin recuerdo ni reconocimiento ni en la cafetería del Versalles.
      El público de Marquetti y el otro “homenajeado” está asegurado, ese sí responde a los llamamientos de “reafirmación socialista”, aunque lo quieran disfrazar con el anuncio de los nombres de Mike de la Hoz, Tony Taylor o Casanova haciéndola pasar como muestra de que “lo político no se debe mezclar con el deporte”. Es el mismo público que no sería capaz de identificar al Haitiano González en una foto ni le es familiar su nombre, lo peor y motivo como para que se rechacen este tipo de actividades, es que tampoco le interesa.
       La provocación, a pesar de cuidarse para poder tomarle el pelo al incauto, siempre está ahí, como símbolo de lo que cree el organizador que es el beisbol cubano: “Pedro Luis Rodríguez, considerado el catcher más bateador de la pelota cubana de todos los tiempos…”, lo anterior que, además, compromete al ex pelotero con algo tan sagrado como la leyenda del besibol cubano de forma negativa, eso solamente, es la  advertencia sobre la peste que debería alejar del lugar a los cubanos decentes y patriotas, fanáticos o ex peloteros.
      El miembro de la Federación que haga acto de presencia allí debería ser reconsiderado como miembro y, si pertenece al Salón de la Fama del Beisbol Profesional, expulsarlo; si hubiera que crear un estatuto al efecto, que se cree; a fin de cuentas, la Confederación del Caribe, para invitar a la tiranía al evento, viola constantemente uno que impide la participación de países cuyos gobiernos efectúen intervención capital en sus campeonatos de beisbol.
      La atmósfera, tan peligrosa para la libertad de Cuba, exige medidas radicales de este tipo; o, en poco tiempo, no habrá espacio ni para la resignación.



Pedro Luis pago los platos rotos y es lastimoso

domingo, 31 de julio de 2011

EL JUGADOR CUBANO DE LOS 60’S EN SERIES NACIONALES


Por Andrés Pascual

      La pelota de la década de los 60’s no era lo mejor que el público cubano podía disfrutar; porque los grandes peloteros criollos de la época estaban fuera de Cuba jugando como profesionales en diferentes circuitos del Béisbol Organizado; se incluyen en el grupo de peloteros de Grandes Ligas y Triple-A a varios que no se les conoció nacionalmente, de La Habana o del interior, porque nunca jugaron en el champion, como José Cardenal, Tito Fuentes, Tani Pérez, Tony Oliva… o como el catcher Paulino Casanova, que quedó en el círculo de espera del Almendares para batear como emergente, cuando Enrique Izquierdo se convirtió en el ultimo out de la gloriosa Liga Cubana.
       En el medio, muchos jugadores que tuvieron poco tiempo como miembros del róster de los 4 equipos el último ano de la Liga Invernal, por lo que el fanático no los vio desarrollar y, debido a eso, son poco conocidos: Luis Tiant, Novato del Ano pitcheando para los Leones del Habana; el pitcher zurdo Marcelino López, que tenía 17 años cuando lanzó para el Almendares en la última temporada 1960-61; Martin Rossell, infielder del Marianao; Ramón Villar, jardinero del Almendares; Ivan Davis, pitcher también de los Azules; Lorencito Fernández, Marianao; Oscarito Flores, Marianao; Maximo García, Lorenzo “Habichuelas” Gómez, José Arcia, Jacinto “Jackie” Hernández, Dagoberto Blanco “Campy” Campaneris, Aurelio Monteagudo…En La Habana fueron conocidos aquellos novatos por la pelota juvenil y en el interior en ligas populares, municipales; o en Pedro Betancourt.
      Estos, además de los consagrados como profesionales, en Liga Grande o no, eran la cantera del béisbol nacional más lo que apareciera con el paso de los años, desde 1961 hasta el presente.
      Sin embargo, cuando Castro obligó a las Series Nacionales, a las que se les pretendió imponer como “el mejor béisbol del mundo”, los jugadores que conformaron los iniciales cuatro equipos, eran muy pocos que no quisieron firmar como Mario González, Jorge Triguora y Mariano Alvarez, dentro de la mayoría que no se profesionalizaron, porque los scouts y entrenadores de la Liga Cubana y de los Cubans Sugar Kings, no les vieron las condiciones que la categoría exigía, entre estos, Miguel Cuevas, Daniel Hernández, J.J. Alvarez o Rolando “El Gallego” Valdés, que se probaron con los Cubans en Morón más de una vez y no recibieron ofertas de contrato; o como Raul “Guaguita” López, Antonio “Ñico” Jiménez, Urbano González, Pedro y Diwaldo Antón, Antonio “Chucho” Rubio, Isidro Borrego, Aquino Abreu y muchos otros, que se presentaron a las pruebas en el Cerro de los clubes del Champion más de 2 veces cada uno, amén de al Ferroviario a probar con los Azucareros de Bobby Maduro.
      En 1961, Cuba perdió la Serie Mundial Juvenil en el Cerro contra Méjico, después que Manolo Hurtado y Manuel “Amorós” Hernández rindieron faenas increíbles como pitchers.
     La Serie Mundial Juvenil que debió jugarse en Méjico en 1962, no se efectuó por lo de la Crisis de Octubre; pero  de la Nacional de la categoría, que se jugó en Las Villas, salieron peloteros como Justino Gavilán, Felix Smith y, sobre todo, Félix Isasi. A aquella nacional juvenil asistió, con solo 15 años, el pitcher pinareño Emilio Salgado, quien estaría en el equipo nacional en 1964 y 1965 que efectuó encuentros con una representación canadiense en Cuba y en Canadá, al lado de Armando y José Capiró, Fermín Laffita, Agustín Marquetti, Oscar Romero…
      A partir de la entrada de Félix Isasi y Rigoberto Rosique (Cuba juvenil 1961), con la adición posterior de los juveniles del 64 y 65 que jugaron la Serie Nacional de Segunda Categoría en Camaguey, es que comienza a fortalecerse el béisbol de Castro, al que también habría que añadirle a Julián Villar, a Silvio Montejo (Cuba juvenil 1961 como pitcher) y a los juveniles de 1966 que tampoco viajaron al exterior y que colocó en Series Nacionales a Wilfredo Sánchez, a José A. Huelga y a Rodolfo Puente, entre otros.
     Cuando se entró a 1969-70, con muy pocos descartes del profesionalismo activos, se pudo decir que se estaba en presencia del inicio de la cantera abortada por el castro-comunismo que, con clase y en cantidad relativamente interesante, alcanzó hasta finales de los 80’s.
      En las manos de Changa Mederos, de Capiró, de Legón, de Isasi, de Marquetti, de Roberto Valdés, de Puente, de Owen Blandino, de Oscar Romero, de Wilfredo, de Rosique, de Huelga, de Rolando Macías, de Lazaro Santana…estuvo la etapa de juego que continuó hasta 1989 que, acaso, pueda considerarse la única de real fuerza jugada en Cuba en todos los 47 años de beisbol castrocomunista.



martes, 26 de julio de 2011

El beisbol, instrumento de la tirania antillana para dividir


El caso cubano es especial: una tiranía que le corroe el tuétano a la nacionalidad, que ha sido capaz de dividir el país, con toda intención, a efectos de obstaculizar la unidad necesaria para combatirla…
¿Elementos que utiliza? Todos…Por eso, porque Cuba es un país sin un ripio de libertades ni de soberanía individual, es por lo que no le aplica el gastado concepto de separación de lo político de lo deportivo, bueno y efectivo en las sociedades libres, en las cuales el factor mediático nunca se haya visto censurado, de forma tan bestial, como en la sociedad cubana durante medio siglo; si no, piense en esto: el castrismo no habla de sus abusos ni de los problemas que han ocasionado la decadencia del, una vez, deporte nacional en la Isla a extremos ridículos; entonces, ¿Debe permanecer indefensa la pelota cubana, los peloteros cubanos, porque simpatizantes del sistema, bien encubiertos como desafectos, quieran oír o leer otra cosa? No, el que quiera que no se mezcle lo político con lo deportivo, en una versión muy libre de adaptación, que lea el exiguo, famélico y mentiroso ariete contra la verdad, el Granma, o el Nuevo Herald.
El beisbol cubano y la parte que lo merece de esa población que sufre y espera, necesita voces favorables como ataques a la tiranía desde todos los frentes, gústele o no a quien sea. Aquí, por ser un país de amplio concepto de la libertad, las opciones sobran; entonces, cuando le moleste el ataque a Castro, que se supone que le sacó del país por razones válidas, si es que existen, pase la página y diríjase a otro tema y a otro autor. Es solo una sugerencia.
Los administradores y dueños de la Liga Cubana, con intención o sin ella, nunca contribuyeron a la división de la sociedad desviando hacia una guerra regional el fanatismo por provincias: los clubes de aquellos torneos se confeccionaban, cada uno de ellos, con peloteros de todas las provincias mezclados.
Castro llegó al país para destruirlo y cambiarle hasta la forma de caminar al cubano en virtud de intereses muy ajenos al normal funcionamiento de la relaciones fraternales: como elemento de importancia capital para sus intereses de permanecer, por siempre jamás, como dueño hasta del aire que se respira, fomentó la división más absoluta entre los cubanos, punto de partida en la forma como se ha podido someter al esclavismo a toda la población y crear la duda y la desconfianza entre los individuos, arma de contención, de la obligatoria unidad organizada para combatirlo.
Mientras más tiempo pasa y más se conoce sobre las interioridades del castrocomunismo, menos espacio le queda a la especulación y, cualquier juicio, por descabellado que hubiera sido, emerge como una verdad contundente: el experimento ha sido terrible, más en lo moral que en lo material; todo se ha hecho con la mala voluntad de estos hunos de no tan reciente edición a estas alturas que, al revés de los verdaderos, no voltearon la espalda ante la civilización romana, acaso sobrecogidos por la diferencia cultural convertida en abismo infranqueable; no, estos se quedaron a pisotear con sus patas asquerosas y a destruir con sus garras cochinas a una nación que merecía mucho más que lo que el destino le colocó en su camino.
El formato de Series Nacionales tiene que haber sido elucubrado dentro de los cánones del diseño de la división de la sociedad cubana, por especialistas del aparato político y de la seguridad del estado castristas. No hay otra forma de verlo; porque ha disparado en espiral y en niveles nunca sospechados en Cuba, un odio brutal entre el oriente y el occidente del país…
La guerra fratricida de sentimientos y palabras entre habaneros y orientales es uno de los crímenes del castrismo a su favor, con apoyo absoluto en el juego de pelota: orientales y habaneros aparentan dos naciones en guerra a muerte por circunstancias de nivel radical-extremista. La pelota, con la representación de cada provincia en las series de Castro, es un teatro de enfrentamientos que escapa del terreno de juego y se proyecta sobre la población en su totalidad.
Al tirano no le interesa la pelota; pero odia tanto a La Habana como a Oriente con un tipo especial de odio que abarca a la República.
La Habana y Oriente son dos provincias de tanta importancia histórica en la lucha por la libertad de Cuba, que no pueden considerarse enemigas entre sí; porque este enfrentamiento se alimenta diariamente desde hace 50 años, se ha complicado la lucha y la posibilidad de alcanzarla.
Industriales, Serranos, Vegueros, Santiago, Ciego de Avila…han sido, a través del beisbol y como parte de una estructura ideada para liquidar la unión necesaria, laboratorios ideológicos devenidos pruebas contundentes de hasta dónde puede llegar una dictadura experimentando con el odio impuesto; a fin de cuentas, esos equipos de pelota fueron, son y serán el elemento ambivalente que, de una parte, con febril fanatismo, se sigue por una población a la que le queda muy poco espacio de juicio propio.
De la otra, representan un arma más del castrocomunismo contra la posibilidad de que el cubano, en medio de la hermandad más absoluta, se reconozca en cada cual, se una y cree las bases del cambio radical que adecentará y recuperará al beisbol y a la República para sí.
Después de meditar sobre el asunto, ¿Persiste en la idea creada para aplicar, únicamente, en el periodismo libre de “separación del deporte de lo político”? Si se responde afirmativamente, recuerde que “lo político” solo es patrimonio de las sociedades democráticas, en las que el voto es libre, secreto y sin imposiciones…Entonces, vuélvase a preguntar, ¿Dónde quedaría Cuba si me opongo, quién sabe por qué razón, a la denuncia contra quien la oprime? ¿Que clase de reclamo patriótico creíble y honesto puedo hacer trascender al abrazar esa conducta?

Orlando Peña
Autor : Andres Pascual