BEISBOL 007: beisbol

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lunes, 18 de enero de 2016

Ruth salvó el beisbol

 Edgard Tijerino



MONSTRUOSO. Fue el accionar del más grande pelotero que se ha visto. Cuando Babe Ruth cerró definitivamente sus ojos en agosto de 1948 a la edad de 53 años, la partida del gran pelotero que dejó cifras imperecederas, ocasionó la congoja del tropel de recuerdos. Esta nota es parte de la historia relatada en el libro “Solo Fieras” que se encuentra circulando.


EL “BAMBINO” REVOLUCIONÓ EL BEISBOL DE LAS GRANDES LIGAS.
 EL “BAMBINO” REVOLUCIONÓ EL BEISBOL DE LAS GRANDES LIGAS


Desde que tuvimos uso de razón el nombre mágico de Babe Ruth alcanzó un gran significado como lo máximo en el beisbol. Después de su muerte, su figura, lejos de perder brillo y esplendor, cobró nuevos y más sutiles destellos. Sus hazañas, derribando cercas frenéticamente, dejaron huellas profundas estableciendo cifras que han impactado por siempre.
En 1919, cuando Ruth descargó 29 cuadrangulares con el uniforme de Boston, la afición estadounidense quedó pasmada. Nadie había pasado de 24 hasta entonces. En 1920, su primer año con los Yanquis, “El Bambino” se convirtió en el mimado del público disparando 54 cañonazos sobre las verjas; y en 1921, se extendió a 59, empujando a los del Bronx y Manhattan a la conquista de su primer banderín. Así comenzó a construirse la grandeza del equipo de la Gran Manzana. Al ritmo de Ruth.
Hay un número que, aunque superado por Hank Aaron con más recorrido y por el cuestionado Barry Bonds, no ha perdido valor en lo referente a medida de consistencia, poder y espectacularidad en el beisbol, y es el 714, su total de jonrones. Doubleday, los hermanos Wright, Cartwright. Usted seguramente ha escuchado mucho sobre ellos. No importa quién haya inventado el beisbol, lo esencial, es ¿quién lo salvó de la debacle? Y ese mérito le corresponde a Babe Ruth, el artillero que popularizó el jonrón, precisamente en un momento en que el deporte estaba herido, sangrando.

SALTANDO AL RESCATE

Después del escándalo de 1919, cuando los Medias Blancas se transformaron en “Medias Negras” por haberle entregado la Serie Mundial a los Rojos, según arreglo con los corredores de apuestas, y el fenomenal Joe “Descalzo” Jackson pasó de héroe a condenado, los jonrones de Ruth y su cabalgata de proezas le permitieron cargar sobre sus hombros con la reivindicación del beisbol mientras apagaba la hoguera de aquel episodio vergonzoso, soplando sus cenizas.
Más allá de su impresionante rendimiento, hay algo indiscutible alrededor de Babe Ruth: ningún otro jugador logró capturar tanto afecto en toda la nación como él lo hizo. Puede discutirse su tendencia hacia el alcohol, su controversial estilo de vida, no ser un modelo de comportamiento como lo fue su compañero de equipo Lou Gehrig, y otro tipo de debilidades frente a las que nuestra naturaleza sucumbe, pero su influencia, su impacto y su significado repercutieron en forma tal, que las nuevas generaciones de peloteros tienen que estarle permanentemente agradecidos.
Nacido en un orfanato de Baltimore, Ruth emergió bruscamente como el superpelotero que el beisbol estaba esperando para glorificarlo. El niño abandonado aprendió a beber cerveza y masticar tabaco desde muy temprano, pero sorprendentemente supo conciliar esas desviaciones con sus extraordinarias facultades para el beisbol.
Cuenta la leyenda que fue el Hermano Matías, su tutor, un apasionado por el beisbol con vocación de scout quien recomendó a Ruth como un potencial valor a Jack Dunn, de los Orioles. El chavalo de 18 años, de andar desgarbado, mirada oculta y terriblemente desconfiado fue firmado como pitcher y en 1914, los Medias Rojas decidieron comprar su contrato.
En los años 1916 y 1917, Ruth fue un ganador de 23 y 24 juegos con promedios impresionantes de 1.75 y 2.02 en efectividad a lo largo de 324 y 326 entradas, y en las Series Mundiales de 1916 y 1918 contra Brooklyn y Chicago, estableció el récord de 29 ceros consecutivos en los Clásicos. Esa marca resistió diferentes embestidas, hasta que el zurdo de los Yanquis Whitey Ford la superó en 1962.

LA MALDICIÓN DEL ‘BAMBINO’

En la temporada de 1919, Ruth asomó como una fuerza destructiva descargando 29 jonrones y empujando 112 carreras, opacando su discreto balance de 9-5 en ganados y perdidos. Precisamente en el momento en que se le diagnosticaba un futuro violento como bateador si se alejaba del montículo para concentrar su esfuerzo en la dirección supuestamente correcta, los Medias Rojas realizaron la peor negociación en la historia del beisbol y Ruth, con su poder y sus exuberantes proyecciones, pasó a los Yanquis.  Ese día, el planeta giró al revés.
Desde entonces, los Medias Rojas no ganaron una Serie Mundial hasta que en el 2004 aparecieron Curt Schilling, Pedro Martínez, David Ortiz y Manny Ramírez, para terminar con lo que se llamó por largas y torturantes décadas, “La maldición del Bambino”.
Su debut con los Yanquis en 1920 no pudo ser mas explosivo. Con 54 jonrones --cifra increíble producto de la viveza adquirida por la bola--, 137 carreras empujadas y 376 puntos, Ruth le robó atención al escándalo de los “Medias Negras” y logró una saludable “transfusión de sangre” que tanto necesitaba el beisbol en esos momentos. Y no solo eso, Ruth fue el factor clave para la construcción del Yanqui Stadium.
El 18 de abril de 1923, cuando la majestuosa instalación abrió sus puertas, como por un designio divino, fue Ruth quien conectó el primer jonrón. Apoyándose en la proximidad de la verja del jardín derecho, que le hacía señas a los bateadores zurdos alejada solo 296 pies del plato, Ruth construyó récords fuera de la imaginación, como el de 60 jonrones en 154 juegos durante 1927, cifra que fue por más de medio siglo, el más grande reto para los bateadores de poder.
Durante la administración de Herbert Hoover, cuando Ruth firmó por el salario en ese tiempo insólito de 80,000 dólares, un cronista deportivo le preguntó si no se sentía incómodo al ganar más que el presidente de Estados Unidos por realizar una tarea deportiva, y respondió con la sencillez y contundencia de su swing: “Yo creo haber tenido un mejor año que él”.

LAS CIFRAS HABLAN

Los hechos son testarudos. Ahí están esos 714 jonrones del “Bambino”, el primero en la historia de Juegos de Estrellas en 1933 cuando ya había entrado al ocaso de su carrera, los 15 en Series Mundiales, su porcentaje de .625 en uno de los Clásicos, las 171 carreras empujadas en 1921 y el average de .342 de por vida.
Conectó su jonrón 60 en 1927 como compañero de Lou Gehrig contra Tom Zachry y su número 714 lo consiguió jugando para los Bravos de Boston en 1935. Su cañonazo más significativo pertenece a “la mitología del juego”, fue el bateado en la Serie Mundial de 1932 frente al pitcher de los Cachorros Charlie Root. Cuenta la leyenda que Ruth estuvo señalando hacia las graderías derechas, y con conteo de 2-2 conectó su jonrón 15 en Clásicos de Octubre, precisamente adonde había señalado.
Adolorido, cansado, con poca energía en piernas y brazos, quizás con la vista no clara y los resortes oxidándose, aquel 25 de mayo de 1935, en lo que fue su juego final, Ruth bateó de 4-4 con tres jonrones para los Bravos de Boston contra los Piratas en Pittsburgh, cerrando su carrera. El jonrón 714 fue su último hit en las Mayores y como cifra se mantuvo perdurable hasta la arremetida de Hank Aaron en 1974.
¿Fue Spielberg quien planificó ese final? Ahí estaba Ruth dándole la vuelta al cuadro lentamente mientras la multitud rugía. No, no estaba lo suficientemente desgastado ni su bate tan carcomido, para no ofrecer una despedida estruendosa.

viernes, 25 de abril de 2014

Cabrera es quien más cobra por anuncios de publicidad

Juan Vené en la pelota

 
Coral Gables, Florida (VIP-WIRE).- 
“Nada más peligroso que amamantar a un caníbal”… La Pimpi.-
  -o-o-o-o-o-
  Ahora, en juanvene.com el archivo de estas columnas y mucho más. 
** Los bigleaguers con mayores ingresos porlabores publicitarias este año son Miguel Cabrera, dos millones de dólares, sumados a los 22 millones del contrato con los Tigres, y Joe Mauer, también dos millones, más los 23 que cobra de los Twins… ** Tercero es Albert Pujols (Angelinos), un millón 800 mil, más 23 millones… ** Y siguen, Masahiro Tanaka (Yankees), un millón 500 mil, más 22 millones… ** Ryan Howard (Phillies), 700 mil y 25 millones… ** Róbinson Canó (Marineros), 500 mil y 24 millones… ** CC Sabathia (Yankees), 400 mil y 23 millones… Prince Fielder (Rangers), 400 mil y 24 millones…Cliff Lee (Phillies), 200 mil más 25 milones… ** Y Zack Greinke (Dodgers), 50 mil, más 24 millones… 
** ¡Confirmado!, Iván Nova (Yankees) será operado del codo al estilo Tommy John. Y es el décimo quinto bigleaguer sometido a esa intervención quirúrgica este año, el mayor número en la historia en menos de un mes de temporada…** Pero a los Yankees les regresó el cerrador David Róbertson, quien no lanzaba desde el seis de este mes, cuando sufrió lesión en la ingle izquierda…        
-o-o-o-
“Los peluqueros calvos, como el mío, no generan ninguna confianza a sus clientes calvos, como yo”… Dick Secades.-
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** Esa joya del beisbol que llamamos Wrigley Field llegó el miércoles a sus cien años de edad. Y cuando se habla del primer juego con alumbrado artificial allí, citan el nueve de agosto de 1988, Cachorros Mets 6-4, después de una posposición por lluvia de la noche del ocho, o sea, el 8/8/88 y la voz de play ball estaba fijada para las ocho. ¡Pero no es cierto que fuera el primero!. El tres de junio de 1943, con una planta portátil, jugaron bajo iluminación en ese parque dos equipos de damas militares, y después, esa misma noche, El Juego de Estrellas de la Liga de las Muchachas, todo a beneficio de los gastos por la II Guerra Mundial… ** Masahiro Tanaka, cuya virtud mayor es la consistencia, ha estado tremendo, con 2-0, 2.05 y 28 strikeouts en 22 innings. Los Yankees esperan de él 20 o más victorias… ** Los Piratas tienen un problema delicioso para el mánager Clint Hurdle.El receptor Tony Sánchez, de 26 años, nativo de Miami, necesita jugar todos los días, por su edad y porque es el cátcher de mejores manos en las dos Ligas. Además, ha demostrado poder batear para promedio y con poder. Pero ellos tienen al maravilloso Russell Martin, veterano de 31 años y nueve temporadas, a quien firmaron como agente libre antes de la temporada 2013, y puede ser agente libre después de esta campaña… ¡Amanecerá y veremos!… 
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“Mi esposa me hace reír en la intimidad, y yo a ella mucho más. Por eso, en 45 años de casados hemos tenido un solo hijo”… Pacomio.  
Gracias a la vida que me ha dado tanto, incluso un lector como tú. 
Jbeisbol5@aol.com 
 @juanvene5 

martes, 2 de agosto de 2011

LA VERGUENZA DE UN PELOTERO: WILLARD HERSHBERGER


Por Andrés Pascual

       Bill McKechnie sospechó que algo andaba mal, por eso envió al hotel en que se alojaba el club al superfan Dan Cohen, que a menudo viajaba con el equipo, a que localizara al segundo receptor, Willard Hershberger…
       La temporada de 1940 fue sensacional para el Cincinnatti Reds: ganaron el 2do. pennat consecutivo de la Liga Nacional y sometieron al Detroit en 7 juegos en la Serie Mundial; sin embargo, ese fue el año de la tragedia de Willard Hershberger, por lo que la felicidad concluía donde asomaba su hocico el manto de la tristeza.
        El 31 de julio de 1940, el Cinci estaba en primer lugar y se disponía a jugar en Polo Grounds contra los Gigantes; esa noche, con el mejor ganador del club durante la temporada en la trinchera, Bucky Walters, llegaron al noveno con ventaja 4-1; pero, cerrando la entrada, los neoyorquinos se sublevaron, empataron a 4 y se llevaron la victoria por un jonrón del receptor Harry Danning.
         La derrota afectó duramente al catcher que recibió el juego, el suplente Willard Hershberger, porque, según él, era el único culpable del cuadrangular de Danning, tradicionalmente un fácil out contra Walters, porque le había pedido un lanzamiento equivocado al pitcher. El individuo estaba abochornado; peligrosamente abatido por la vergüenza, solo comprensible por los atletas de alto perfil moral que se han sentido responsables absolutos por una derrota en el juego colectivo.
        Ninguna muestra de consuelo por sus compañeros logró despejar los sentimientos auto-incriminatorios de la mente de Hershberger.
        Sin dudas que el jugador tenia problemas de depresión. Dos días después, en Boston, recibió en el segundo juego de un doble y se fue sin hits en 5 oportunidades, en ese momento promediaba sobre .300, además, aparentó estar ausente del partido: un machucón delante del plato lo sorprendió y no hizo esfuerzos ni por perseguir la pelota. En el dugout, el manager le preguntó si había algo mal, a lo que respondió, “Puedes apostar a que sí, después te cuento”.
         McKechnie llevó a Hershberger a cenar y quedó estupefacto cuando este le dijo que estaba considerando el suicidio. Los dos hombres estuvieron hablando durante casi toda la noche y, cuando se retiraron a sus habitaciones, el director consideró terminada la depresión del jugador.
         Al día siguiente, los Reds jugaban otro doble partido y Hershberger desayunó con el editor deportivo del Cincinnatti Enquirer, Lou Smith, quien declaró después que le había visto “en buen espíritu”.
         Pero, cuando el club arribó al estadio, Hershberger no estaba para tomar su prácticas de bateo y Gabe Paul, Secretario de Relaciones Públicas, lo llamó por teléfono para conocer la causa, “Me siento mal de salud”, respondió y Paul le ordenó que viniera al parque, que no tenía que vestirse para jugar ese día…fue la última vez que alguien habló con el catcher.
         Dan Cohen llamó al pelotero cuando abrió la puerta de la habitación y no recibió respuesta, entonces pasó al baño y se lo encontró en un charco de sangre dentro de la bañera…Hershberger se había degollado con una navaja.
         En 1940, Willard Hershberger no solo era el más confiable y mejor suplente de Ernie Lombardi, sino un buen bateador que promedió .300 cada año que jugó parcialmente, al momento de la tragedia lo hacía para .309; pero, sobre todo, era el más popular del club, un individuo que demostró, a través del suicidio, lo que deben significar la moral deportiva, la vergüenza y el amor, tanto por el club, como por el público.


Hershberger no soportó la culpa por la derrota en un juego




domingo, 31 de julio de 2011

EL JUGADOR CUBANO DE LOS 60’S EN SERIES NACIONALES


Por Andrés Pascual

      La pelota de la década de los 60’s no era lo mejor que el público cubano podía disfrutar; porque los grandes peloteros criollos de la época estaban fuera de Cuba jugando como profesionales en diferentes circuitos del Béisbol Organizado; se incluyen en el grupo de peloteros de Grandes Ligas y Triple-A a varios que no se les conoció nacionalmente, de La Habana o del interior, porque nunca jugaron en el champion, como José Cardenal, Tito Fuentes, Tani Pérez, Tony Oliva… o como el catcher Paulino Casanova, que quedó en el círculo de espera del Almendares para batear como emergente, cuando Enrique Izquierdo se convirtió en el ultimo out de la gloriosa Liga Cubana.
       En el medio, muchos jugadores que tuvieron poco tiempo como miembros del róster de los 4 equipos el último ano de la Liga Invernal, por lo que el fanático no los vio desarrollar y, debido a eso, son poco conocidos: Luis Tiant, Novato del Ano pitcheando para los Leones del Habana; el pitcher zurdo Marcelino López, que tenía 17 años cuando lanzó para el Almendares en la última temporada 1960-61; Martin Rossell, infielder del Marianao; Ramón Villar, jardinero del Almendares; Ivan Davis, pitcher también de los Azules; Lorencito Fernández, Marianao; Oscarito Flores, Marianao; Maximo García, Lorenzo “Habichuelas” Gómez, José Arcia, Jacinto “Jackie” Hernández, Dagoberto Blanco “Campy” Campaneris, Aurelio Monteagudo…En La Habana fueron conocidos aquellos novatos por la pelota juvenil y en el interior en ligas populares, municipales; o en Pedro Betancourt.
      Estos, además de los consagrados como profesionales, en Liga Grande o no, eran la cantera del béisbol nacional más lo que apareciera con el paso de los años, desde 1961 hasta el presente.
      Sin embargo, cuando Castro obligó a las Series Nacionales, a las que se les pretendió imponer como “el mejor béisbol del mundo”, los jugadores que conformaron los iniciales cuatro equipos, eran muy pocos que no quisieron firmar como Mario González, Jorge Triguora y Mariano Alvarez, dentro de la mayoría que no se profesionalizaron, porque los scouts y entrenadores de la Liga Cubana y de los Cubans Sugar Kings, no les vieron las condiciones que la categoría exigía, entre estos, Miguel Cuevas, Daniel Hernández, J.J. Alvarez o Rolando “El Gallego” Valdés, que se probaron con los Cubans en Morón más de una vez y no recibieron ofertas de contrato; o como Raul “Guaguita” López, Antonio “Ñico” Jiménez, Urbano González, Pedro y Diwaldo Antón, Antonio “Chucho” Rubio, Isidro Borrego, Aquino Abreu y muchos otros, que se presentaron a las pruebas en el Cerro de los clubes del Champion más de 2 veces cada uno, amén de al Ferroviario a probar con los Azucareros de Bobby Maduro.
      En 1961, Cuba perdió la Serie Mundial Juvenil en el Cerro contra Méjico, después que Manolo Hurtado y Manuel “Amorós” Hernández rindieron faenas increíbles como pitchers.
     La Serie Mundial Juvenil que debió jugarse en Méjico en 1962, no se efectuó por lo de la Crisis de Octubre; pero  de la Nacional de la categoría, que se jugó en Las Villas, salieron peloteros como Justino Gavilán, Felix Smith y, sobre todo, Félix Isasi. A aquella nacional juvenil asistió, con solo 15 años, el pitcher pinareño Emilio Salgado, quien estaría en el equipo nacional en 1964 y 1965 que efectuó encuentros con una representación canadiense en Cuba y en Canadá, al lado de Armando y José Capiró, Fermín Laffita, Agustín Marquetti, Oscar Romero…
      A partir de la entrada de Félix Isasi y Rigoberto Rosique (Cuba juvenil 1961), con la adición posterior de los juveniles del 64 y 65 que jugaron la Serie Nacional de Segunda Categoría en Camaguey, es que comienza a fortalecerse el béisbol de Castro, al que también habría que añadirle a Julián Villar, a Silvio Montejo (Cuba juvenil 1961 como pitcher) y a los juveniles de 1966 que tampoco viajaron al exterior y que colocó en Series Nacionales a Wilfredo Sánchez, a José A. Huelga y a Rodolfo Puente, entre otros.
     Cuando se entró a 1969-70, con muy pocos descartes del profesionalismo activos, se pudo decir que se estaba en presencia del inicio de la cantera abortada por el castro-comunismo que, con clase y en cantidad relativamente interesante, alcanzó hasta finales de los 80’s.
      En las manos de Changa Mederos, de Capiró, de Legón, de Isasi, de Marquetti, de Roberto Valdés, de Puente, de Owen Blandino, de Oscar Romero, de Wilfredo, de Rosique, de Huelga, de Rolando Macías, de Lazaro Santana…estuvo la etapa de juego que continuó hasta 1989 que, acaso, pueda considerarse la única de real fuerza jugada en Cuba en todos los 47 años de beisbol castrocomunista.



sábado, 30 de julio de 2011

Mundiales de béisbol: pinceladas


Ya se juegan en la vieja Europa las eliminatorias de la XXXVIII Copa de Béisbol del Mundo, retorna la pasión y de un extremo a otro de la Isla la pelota vuelve a adueñarse de peñas deportivas, tertulias de parques, centros de trabajo y paradas de ómnibus, como si el mundo fuera solo eso, un juego de pelota.  
Por esa devoción hacia lo que alguien llamó pasatiempo nacional, estimo oportuno rescatar de los archivos algunos datos de interés respecto a cómo surgieron estos clásicos en los que más que un gallardete ponemos en juego el honor nacional. 
Aunque pudiera causar sorpresa a muchos, les diré que estas Copas del Mundo, inicialmente llamadas Series Mundiales de Béisbol Amateur, tuvieron su sede primera en Inglaterra, año 1938, donde un equipo local venció cuatro juegos por uno a otro de los Estados Unidos de América. 
Un año más tarde, la discriminatoria Unión Atlética Amateur de Cuba (UAAC), en coordinación con el coronel Jaime Mariné, director de deportes en el gobierno del tirano Batista, solicitaron con éxito que la segunda versión de aquellas Series se efectuara en La Habana. A pesar de que solo participaron Cuba, Nicaragua y Estados Unidos, el ventajoso resultado económico de la primera experiencia propició que en el entonces flamante parque La Tropical se jugaran los certámenes comprendidos desde 1940 hasta 1943.
El desafío inaugural, disputado el 12 de agosto de 1939, lo ganó Pedro "Natilla" Jiménez en cerrado duelo con el nica José Luis "Chino" Meléndez; un día después, Conrado Marrero daba a Cuba su primer triunfo frente a Estados Unidos. Se jugó a dos vueltas, todos contra todos, y los cubanos ganaron sus cuatro enfrentamientos, Nicaragua terminó con dos y dos, mientras Estados Unidos se fue en blanco. 

GUSTABA MÁS LA PELOTA AMATEUR 
Por esos días, el béisbol de la UAAC gozaba de más aceptación que la decadente pelota profesional de entonces, condenada a jugarse por las tardes, sin trasmisiones radiales y para colmo de males, en un terreno nada céntrico. Además, los campeonatos carecían de algunas de sus estrellas, que iban a jugar a otros países del área en busca de salarios más altos. 
En ocasión de la II Guerra Mundial fueron muchos los jugadores de Estados Unidos que marcharon al frente y para ocupar sus plazas en los distintos circuitos fueron firmadas nuestras principales figuras del amateurismo, las mismas que luego devolvieron a la Liga Cubana el brillo perdido. A ello contribuyó la construcción del Grand Stadium del Cerro y la llegada de la televisión. 
Diferencias entre Federaciones motivaron que las Series Mundiales de 1946 y 1949 no se jugaran, ni tampoco las de 1954 y 1955. En 1956 la FIBA fue reconocida por el Comité Olímpico Internacional (COI) y se convocó a un campeonato atípico, dividido en tres zonas, cuyos finalistas jugarían entre si para definir el titular. Costa Rica ganó por la zona de Centroamérica; Cuba por el Caribe y Filipinas por Asia tras derrotar a Japón. Cuba venció primero a los boricuas, eliminó a Costa Rica y ganó el derecho a viajar hasta el continente asiático para discutir el oro con los filipinos, viaje que se frustró por razones económicas, quedando el torneo sin campeón. 
En 1957,1958, 1959 y 1960 tampoco hubo campeonatos debido a las mismas discrepancias mencionadas antes. En 1961 se reanudaron los Mundiales, con Costa Rica por sede y victoria para Cuba, precisamente en los días en que mercenarios al servicio del Imperialismo yanqui desembarcaban por Playa Girón, siendo aplastados por el pueblo uniformado en menos de 72 horas. 
GRANDES MOMENTOS  
Pudieran mencionarse muchos momentos grandes de la pelota cubana en citas mundialistas, ya fuera en Series, Campeonatos o Copas del Mundo —que todo es lo mismo- pudieran mencionarse en estas líneas, pero difícil, por no decir imposible, hacer justicia a tantos. 
Habría que recordar el jonrón de Marquetti que dejó al campo a los yanquis en Managua 1972; el de Lourdes Gourriel en Parma, bueno para empatar, y el batazazo de Vargas que decidió un inning después, también frente a Estados Unidos. Otro cuadrangular de espanto, el largado por Antonio Muñoz para decidir frente a Japón en el estadio de Koraken y ese mismo día, la joya de pitcheo regalada por Braudilio Vinent, combinación que nos dio el campeonato. 
Aunque lamentablemente no puedan mencionarse todos los grandes momentos, hay que incluir en este breve recuento al inmenso José Antonio Huelga, "Héroe de Cartagena" al ganarle en dos días consecutivos al equipo de los EEUU. Y qué decir del trabajo de Gaspar "Curro" Pérez al derrotar también dos veces con el brazo, el bate y "lo otro" a los players made in USA, alentado el cubano por una entusiasta multitud que no cesó de corear a todo lo largo del encuentro "yanquis, go home", "yanquis go home".

Por Elio Menéndez

lunes, 16 de mayo de 2011

DIHIGO EN LA LIGA MEJICANA


Por Andrés Pascual

       Martín Dihigo fue uno de los cinco mejores y más completos peloteros cubanos de la primera mitad del siglo pasado; en Estados Unidos le llaman de cinco herramientas al que mantenga en niveles idénticos el corrido de las bases, el brazo poderoso, el fildeo en niveles estelares, el bateo y la inteligencia. Le acompañan Cristóbal Torriente, Lázaro Salazar, Silvio García y Alejandro Oms, aunque el último tenía el brazo de promedio a pobre. Ni Bienvenido Jiménez ni Pablo “Champion” Mesa, porque no bateaban como los mencionados, ni Esteban “Mayarí” Montalvo, un fenómeno fugaz que solo duró con condiciones superestelares cuatro años.
      El Inmortal está considerado el mejor jugador versátil que el juego haya conocido.
     Si algún beisbol le quedó a la medida a quien el cronista cubano Adolfo Fonst apodó El Inmortal hace más de 75 años, fue el mejicano. Nadie brilló tanto ni con tanta intensidad allí como el matancero, de hecho, fue el primero en lograr algunos de los récordes individuales para un nivel de juego que, durante la etapa que le tocó jugar, era competitivo.
      Tan grande fue el impacto de este jugador, que se le considera  factor de importancia de primer orden en la evolución del beisbol azteca a partir de 1938.
      A pesar de que desde los veintes la presencia cubana en la pelota de Méjico era de interés y clase, rubricada por Alcibíades Palma, Lolo Correa, Agustín Bejerano o el increíble Ramón Bragaña, incluso alguien considerado de “los padres” de ese beisbol, como Agustín Verde, no fue sino hasta la llegada de Dihigo para la campaña de 1937, que un jugador, de absoluta categoría inmortal, se desplazó por los difíciles diamantes de aquella pelota con la maestría que le llevó a Cooperstown y que, por su juego en la patria de Juárez, también le convertiría en una de las reliquias más preciadas del Templo situado en Monterrey.
      En 1937, con la cooperación del pitcheo magistral de Martín y de su despiadado bateo, el Aguilas de Veracruz se imponía en el circuito que, desde ese momento, se vistió de largo como pasatiempo de fuerza indudable y se convertiría en la verdadera segunda casa del pelotero cubano.
      El primer gran resultado de Martín Dihigo en juego sencillo en la Liga Mejicana, ocurrió el 15 de septiembre de de 1937 en el parque de la ciudad de Veracruz, cuando dejó sin hits ni carreras al  Nogales, en juego que concluyo 4-0 por el club de Jorge Pasquel; además, Dihigo contribuyó con sencillo y doble de dos carreras a su victoria. La trascendencia de este juego resultó porque fue el primer no hit no run que se lanzó en el circuito.
     La manaña del domingo 18 de mayo de 1938, en el ya inexistente parque Delta de la capital, se convirtió en el fundador del “Club de los 6-6”  al batear cuadrangular, doble y cuatro sencillos en la victoria del Aguilas sobre el Agrario 10-3.
     El sábado 29 de julio de 1939, en Veracruz, derrotó al entonces Carta Blanca de Monterrey 3-2 con 16 ponches propinados y cuando, una semana después, en apertura consecutiva el 5 de agosto, abanicó a 18 bateadores de los Alijadores de Tampico en victoria 6-3, se convirtió en dueño absoluto del récord de más ponches propinados en dos aperturas consecutivas, no solo para la Mejicana sino para todo el beisbol; pero el Libro Rojo de marcas del juego, injustamente, homologó como único el del Meteoro de los Indios de Cleveland, Bob Feller, cuando, ese propio año, el 10 de septiembre, dejó con la carabina al hombro a 10 bateadores de los Medias Rojas de Boston y, el 2 de octubre, a 18 de los Medias Blancas de Chicago totalizando 28 ponches, 6 menos que los 34 del Inmortal cubano.
     Martín Dihigo fue una de las figuras más destacadas y trascendentales del beisbol cubano, un ídolo genuino dentro y fuera de la Isla, sin dudas, el pelotero más importante de la Liga Mejicana en el período 1937-45; es decir, en el momento justo que más necesitaba ese circuito a un pelotero de clase semejante.
     Nadie ha prestigiado mas el calificativo de Imortal que Martín Dihigo, que lo fue de verdad y así se le reconoce en cualquier lugar en el que tuvieron el privilegio de disfrutar de su juego increíble.



Pie de grabado: El Dihigo le fue indispensable al desarrollo del beisbol azteca.

sábado, 7 de mayo de 2011

SIGLO Y MEDIO DE ACERBO CULTURAL NEGRO EN BEISBOL


Por Andrés Pascual

       Según David A. Denny, un redactor del servicio noticioso de Washington, la rica historia de los afroamericanos en beisbol data de casi 150 años, “como la mayoría de los estadounidenses, los negros fueron expuestos al beisbol por primera vez durante la Contienda Civil (1861-1865). Para miles de soldados, apunta, el juego era una forma entretenida de pasar el tiempo libre en los campamentos…”
      “Al terminar la guerra, los ex soldados llevaron el juego a sus pueblos y ciudades en todo el país, donde arraigó y creció”, concluye Denny.
      Fue en 1867 que se registra la primera participación de equipos negros cuando los Uniques de Brooklin enfrentaron a los Excelsiors de Filadelfia. Ese año recibieron los negros el primer rechazo de los blancos a su participación en el juego, preludio de lo que vendría después con forma de Barrera, a través del sucio “pacto de caballeros”, cuando la Asociación Nacional de Jugadores de Beisbol, primera liga organizada en este país, desechó la solicitud del club sepia Pythians de Filadelfia para formar parte del circuito.
     Para los 1880’s algunos jugadores negros lograron jugar en equipos de blancos y la Liga Internacional aceptó, por poco tiempo, jugadores “afros”  en sus clubes, según los historiadores, “como política de la liga”. El caso es que en 1887 decidieron mantener a aquellos jugadores negros que ya tenían contrato prohibiendo la admisión de más atletas de raza negra.
     Según negroleaguebaseball.com, desde 1880 se formaron en el país más de 200 equipos independientes de negros que actuaban en toda la nación.
     Para todas las fuentes, Andrew “Rube” Foster, un pitcher Hall of Famer que actuó varias temporadas en Cuba entre 1905 y 1915, ya ex lanzador en 1920, gerente y propietario del club Chicago American Giants, fundó la Liga Nacional Negra ese año.
     Desde Washington, Raymond Doswell, conservador y Director de Educación del Museo de Ligas Negras del Beisbol en Kansas City, le dijo a Denny que el beisbol profesional negro significaba empleos y, utilizando a los Monarchs de Kansas City como ejemplo, afirmó: “en los vecindarios afroamericanos, especialmente cerca de los estadios de beisbol, los negocios florecían a través de tiendas de ropa, restaurantes o clubes de jazz…todas esas cosas se animaban cuando los Monarcas estaban en la ciudad”
     Si algo de importancia logró el beisbol entre los negros, fue erigirse en vehiculo soberbio de fusión cultural, según Doswell, los viajes les ofrecían a los jugadores negros la posibilidad de conocer Estados Unidos, Canadá, el Caribe hispano, Méjico y, en algún momento, Japón.
     Para Doswell, incluso para muchos negros de la época, el beisbol sepia se describe como algo que “contrabalanceaba muchos aspectos negativos de la era de la segregación”
     Cuando Branch Rickey firmó a Jackie Robinson para los Royals de Montreal en 1945, no solo iniciaba el camino que conducía al derrumbe del Muro Racial, sino también el desplome de las Ligas Negras; porque, para evitar desventajas competitivas, otros equipos del Beisbol Organizado contrataron a jugadores negros como Willard Brown, Talúa Dandridge, Roy Campanella, Luke Easter, Monte Irving, Don Newcombe, Orestes Miñoso… política que continuaría después con la contratación de Willie Mays, Ernie Banks, Hank Aaron, Canena Màrquez, Clemente, Amorós, Rubén Gómez, Rafael Noble y cuanta estrella negra en embrión, americana o caribeña, apareciera en el firmamento. No obstante, la desorganización de las Ligas Negras y la explotación a que sometían a aquellos jugadores los dueños, no le dejaron dudas a los negros en cuanto a qué hacer y, como “alma que llevaba al diablo”, abandonaron en estampida el beisbol independiente sin detenerse a  pensar en la herencia negra.
     Al incorporarse a los clubes de Grandes Ligas lo mejor de los circuitos sepias, pues también se llevaban con ellos al fanático de su raza, que comenzaron a seguirlos en el Big Show, dejando huérfana del inquilino de las gradas a la Liga Nacional Negra, totalmente debilitada después de 1950.
     Fue en la década de los 60’s que se desbandó el último equipo profesional negro, sin ningún tipo de añoranza por el mismo: el Kansas City Monarcas.
     La mayor influencia en el reconocimiento al pelotero negro que condujo a la aceptación de este por Cooperstown, está contenida en el discurso de agradecimiento por su exaltación, en 1966, de Ted Williams cuando dijo:     “Espero que algún día Satchel Paige y Josh Gibson sean incorporados al Salón de la Fama como símbolos de aquellos jugadores que no están aquí, simplemente, porque no se les dio la oportunidad…”. Las palabras del extraordinario artillero del Boston surtieron efecto y, en 1970, se creaba el Comité que, al año siguiente, eligió a Paige y, en 1972, a Gibson.
     En lo adelante, durante 9, a un pelotero sepia anualmente,  con un 1976 especialísimo, al elegir a uno que, además, era cubano: Martín Dihigo. En el 2003 seleccionaron el más amplio grupo de jugadores y personalidades relacionadas con el juego de todos los tiempos con 17 de los circuitos negros, entre ellos, los cubanos Méndez y Torriente y, como propietario y ejecutivo, a Alex Pompez, americano de padres cubanos.
     Según dijo Jim Gates, director de la biblioteca de Cooperstown en el 2001, “nuestro objetivo es asegurarnos de que cada estadounidense sepa que, cuando la sociedad estuvo segregada, también lo estuvo el beisbol y todos estos pasos se dan para recordar una parte olvidada de la historia de este país”
 
   


Pie de grabado: El Chicago American Giants de Ruber Foster. Torriente, 1ero. de pie de izquierda a derecha, Foster es el 5to.

sábado, 30 de abril de 2011

PASION, ORGULLO Y VERGUENZA: EL CIRCUITO UNIONISTA


Por Andrés Pascual

       La entrega absoluta en el terreno de juego; el juego caliente, alegre y agresivo son las credenciales de la pasión por el deporte. La pelota en Cuba había que jugarla con apasionadamente, por amor al juego y por respeto a un público que, además, pagaba su entrada…
       Así se jugaba el béisbol de la Liga Nacional, adscrita a la UAAC; o Unión Atlética Amateur de Cuba; mejor todavía, el circuito unionista de pelota aficionada, hasta 1959.
      La historia de las competencias del béisbol de la Liga Nacional Amateur fue pródiga en hechos notables, por lo que, virtualmente, llenó los anales del sector en Cuba; tan populares fueron sus campeonatos veraniegos que, en determinadas etapas, alcanzaron mayor arraigo entre la afición que el premio profesional de invierno.
      Los fanáticos de aquellas generaciones recuerdan con nostalgia el auge fabuloso que alcanzaron los amateurs de la época en que coincidieron jugadores de la talla de Roberto Ortiz, Adrián Zabala, Agapito Mayor o Sandalio Consuegra entre muchos, así como conservan latente la imagen de aquellas concurrencias extraordinarias que se reunieron, en el Estadio Cervecería la Tropical, con motivo de las Series Mundiales de lo que se dio en llamar la Edad de Oro del amateurismo cubano: 1939-1945.
      Fue nutriéndose  de las figuras más sobresalientes del amateurismo que los campeonatos profesionales de invierno adquirieron esplendor y consiguieron atraer a multitudes: la firma de Napoleón Reyes por el Almendares, en 1941, fue seguida, al año siguiente, por la de otras estrellas como Andrés Fleitas, dando comienzo al llamado Ciclo de Oro del Profesionalismo, que se inició con organización superior, a partir de 1943 y se reafirmó desde 1947, por alza de los precios del azúcar y la zafra nacional superior a 7 millones.
     Sin embargo, el asalto al profesionalismo por las estrellas amateurs, provocó la primera fase del declive del béisbol unionista: incorporados a la Liga Cubana la mayoría de los ídolos del amateurismo nacional y funcionando libremente la contratación de elementos valiosos por scouts del Béisbol Organizado, que necesitaba suplir con jóvenes extranjeros la ausencia de los norteamericanos que marchaban a la guerra, los campeonatos amateurs decayeron notablemente en calidad y, por reflejo natural, cedieron terreno en la atención del público.
            Sin embargo, a pesar de los factores negativos, la Liga Nacional de Amateurs se mantuvo hasta 1959 con su pabellón en alto, cumpliendo con su misión de agrupar a centenares de jóvenes jugadores cubanos y sirviéndoles de intermediarios hacia las filas del béisbol rentado.
         …Fue el 12 de abril de 1914 que se puso en marcha el primer campeonato amateur de pelota en Cuba, con la participación de los clubes Vedado Tennis, Instituto de La Habana, Atlético de Cuba y Sociedad de Marianao.
        Las actividades de aquel campeonato fueron regidas por la Liga Nacional, fundada ese año a instancias de los clubes que participaron; Sixto de Sola fungió como primer presidente y fue secundado por el doctor José L. Pessino como Secretario y, como Tesorero, por Augusto Muxó. Los primeros delegados ante la Liga Nacional fueron el doctor Guillermo de Zaldo, por el Vedado Tennis; Gustavo Gutiérrez, Instituto de La Habana; Miguel Suárez, Sociedad de Marianao y el arquitecto y posteriormente alta figura del Comité Olímpico Nacional, Miguel Angel Moenk, por el Atlético de Cuba.
        La Liga mantuvo un carácter extraoficial hasta el 26 de abril de 1917, fecha en que la inscribieron  en el Registro Especial de Asociaciones del Gobierno Provincial de La Habana, con el número 3973 del folio 285 en el libro 11; fue la primera organización deportiva constituida en Cuba.
        Cuando, el 22 de marzo de 1922, se fundó la Unión Atlética de Amateurs de Cuba, la Liga acordó someterse a su jurisdicción; aunque, conservó autonomía para elegir su directiva por intermedio de los equipos participantes. Por efectos de esta combinación, se estableció no permitir en sus torneos a aquellos clubes que no pertenecían a la Unión Atlética.
        No obstante, entre 1928-1931, se sancionó una serie de 3 juegos entre el campeón de la Liga Social y el campeón de la Unión Atlética, que tuvo como resultados que el Teléfonos, representando los dos primeros años a la Social y dependiendo del pitcher zurdo Narciso Picazo, ganara el gallardete y, cuando los Telefónicos entraron al circuito unionista, volvieron a ganar el evento, que tuvo como nombre la Serie Cocriolla. Fue con el Círculo de Artesanos de San Antonio de los Baños, representando a la Social, que debutó Antonio “Quilla” Valdés en el amateurismo. Después, el Artesanos entraría a la Unión Atlética y Quilla también, pero por intermedio de los Azucareros del Hershey.
       Hasta 1933 se mantuvieron inalterables los lazos entre la Unión Atlética y la Liga Nacional; pero, el 31 de marzo de ese año, fueron aprobadas nuevas modificaciones de sus estatutos, a través de los que se estableció que, en lo adelante, el Secretario-Tesorero de la Liga, sería el mismo de la Unión Atlética.
       A través de su historia, el circuito unionista vio aparecer y desaparecer varios  clubes desde sus originarios 4 de 1914: Cubaneleco, Fortuna, Regla, Santiago de las Vegas, Circulo Militar, Deportivo Matanzas, Hershey, Asociación de Colonos, Miramar Yatch Club, Vedado Tennis, Casino Español, Liceo de Guines…en calendarios que funcionaron desde 16 clubes hasta 28.
      La Unión Atlética anidó una constelación de estrellas que fueron capaces de jugar en ambos circuitos,  amateur y profesional.
      Grandes jugadores, que hicieron poderoso aquel béisbol, fueron: Jose A. Reguera, Pedro Flores, Gustavo Alfonso, Cándido Hernández, Roberto Ortiz, Agapito Mayor, Conrado Marrero o Isidoro León, de etapas anteriores a 1946; o, Tata Solís, Vicente López, Miguel Fornieles, Carlos Balvidares, Mario González, Manguito Puente, Manolo García, Luis Olivares, Pancho Villa Armas, José Mir, Derubín Jácome, Jiquí Suárez, Mario Cossío, Miguel de la Hoz, o Cuqui Rojas, posteriores al año mencionado.
      ¿La esencia de la grandeza del circuito?     El juego honesto, decente y apasionado, demostrativo de que el béisbol tiene que mantenerse ajeno al escándalo, para que cumpla a plenitud su papel de guía social de la niñez y la juventud.
      De la Unión Atlética, mayormente, con la contribución de la Liga Inter Fuerzas Armadas, primero, y de la de Pedro Betancourt, después, salían los poderosos y verdaderos equipos amateurs Cuba, que se medirían en la arena internacional a lo mejor del área, con resultados superiores para los cubanos.
     Tan poderoso fue ese circuito durante su Edad de Oro que, a la inversa de lo que hicieron los jugadores negros en Grandes Ligas, la Unión Atlética, donde solo jugaban blancos, no solo tuvo más fuerza en arraigo deportivo que la Liga Cubana durante una época, sino que logró salvarse de la catástrofe económica e interesar al fanático, cuando saltaron al profesionalismo los jugadores amateurs de clase y prestigio del circuito aficionado


Pie de grabado: Natilla Jiménez, a la derecha, fue uno de los grandes estrellas de la Unión Atlética

jueves, 28 de abril de 2011

LA PEQUENA SERIE MUNDIAL DE 1959




Por Andrés Pascual

      La Pequeña Serie Mundial es el encuentro de postemporada que decide el campeón, clasificación Triple-A, entre el ganador de la Liga Internacional y el vencedor de la Asociación Americana.
      Según escribió Stew Thornley en el libro “La gloria y la fama de los Molineros de Minneapolis”, pocas en su historia fueron tan excitantes y peligrosas como la que jugaron, en 1959, los Cubans Sugar Kings, de La Habana, y el club objeto del libro.
      Y es que no solo fue una de las más disputadas juego por juego, en la que el séptimo se decidió en el noveno inning, con otros dos en entradas extras; sino que, según Thornley, testigo presencial del evento como reportero, “Fue la única en que las ametralladoras y fusiles superaban la cantidad de bates de ambos equipos juntos…”
      Los Molineros, un equipo sucursal de los Medias Rojas de Boston, dirigido ese año por Gene Mauch era, en 1959, defensor del banderín ganado el anterior por barrida en 4 juegos contra los Reales de Montreal. El de 1959 sería el Clásico # 42 de su tipo.
      Minneapolis hacía su tercera aparición en cinco años en la Pequeña Serie Mundial, a la que asistió reforzado con dos jugadores que, en 1960, estarían en el club matriz de la Liga Americana: el jardinero Lou Clinton y el entonces segunda base de 19 años, inmortal del juego, Carl Yastrzemski, que unió al equipo durante los playoff de la Asociación.
      Del otro lado, los Cubans habían concluido 1958 en el sótano de la Internacional; pero, en 1959, terminaron en el tercer lugar del estado de los equipos del calendario regular; entonces se impusieron al Columbus y al Richmond en los playoff, ganando el boleto al evento.
     A los Cubans los dirigió Preston Gómez y su plantilla fue una mezcla de peloteros latinos con mayoría cubana y de refuerzos americanos aportados por el club matriz, los Rojos de Cincinnatti. Varios de los jugadores de los Azucareros ganarían respeto y fama en Grandes Ligas como Leonardo Cárdenas, Miguel Cuéllar, Cuqui Rojas, Haitiano González o, por sus soberbios relevos para los Yanquis en Serie Mundial, el lanzador zurdo boricua Luis “Tite”Arroyo.
     Fue el año, 1959, en que Cuba perdió la categoría de “paraíso”, convirtiéndose en una pesadilla que alcanzaría niveles de infierno en muy poco tiempo; en el cual,  bajo condiciones únicas de peligro, no vistas ni antes ni después en esos eventos, se celebró la más grande e importante serie jugada por un equipo cubano e hispanoamericano jamás hecha posible, hasta hoy, en el Beisbol Organizado.
    El peligro por el evento terrorista con justificación política, o por desborde de la enfermiza pasión por la consolidación de la confusión de todo el pueblo, repercutió en la pelota: poco después de la medianoche del 26 de Julio, mientras jugaban los Cubans contra los Alas Rojas de Rochester el 11no. inning, en el Cerro, un partido del calendario regular, las demostraciones de celebración por la fecha del Ataque al Cuartel Moncada, 6 años antes, incluyeron tableteo de ametralladores y disparos continuados con fusiles, pistolas y revólveres, que convirtieron a La Habana en una plaza en guerra extraña. Varios plomos encontraron su camino de descenso dentro del terreno de juego, hiriendo levemente al coach de tercera del Rochester, Frank Verdi y al torpedero cubano Leonardo Cárdenas. Este incidente estuvo a escasos milímetros de adelantar el traslado de ciudad de los Cañeros, por el peligro que representaba tan irresponsable acción, el que se produjo en julio del año siguiente bajo señalamientos de “peligro extremo”, sobre todo para los jugadores de los clubes visitantes, que se quejaron por la anomalía.
     Roberto “Bobby” Maduro, propietario de los Cubans, para no perder la oportunidad de celebrar la Pequeña Serie Mundial en el estadio de la barriada del Cerro, elevó al Presidente del circuito, Mr. Frank Schaugnessey, un comunicado que decía: “No hay violencia en La Habana ya. Los fanáticos, por ahora, solo tienen presente el beisbol en sus intereses.” Fidel, personalmente, garantizó la observación que, indudablemente, fue una súplica. Las Ligas Menores, a través de Mr. George Trautman y el propio Circuito Internacional, así como del Secretario de Estado, Cristian Herter, lo aceptaron…la Pequeña Serie Mundial tenía bandera de vía segura por el carril antillano.
    La serie se inició en Bloomington, en el estadio Metropolitano. Allá iban a ser jugados los primeros dos juegos del evento; pero un repentino tiempo invernal, con grandes nevadas, decidió el destino del resto de los juegos en el estado…
    El domingo 27 de septiembre, solo 2,486 fanáticos asistieron a ver caer su equipo 2-5 contra los Cubans en el inaugural. A 1,500 millas de casa, con un frío desconocido para ellos, alrededor de 1,000 fanáticos cubanos estaba en las gradas de aquel  estadio, con la algarabía natural del Cerro, con el Hombre de la Sirena y con el incansable repicar de tambores y trompetas de la conga de Papa Boza apoyando a los suyos, de tal forma, que los Molineros aparentaban ser huérfanos de fanaticada en su casa. Según escribió Thornley, “parecía que la tierra se tragaría al estadio, cuando los visitantes lograron un racimo de cuatro carreras en el tercero, por el atronador ruido de maracas y sirenas generalizado, matizado con el ondear de banderas cubanas por varias secciones de la instalación”.
     El tiempo empeoró y la asistencia mermó para el juego # 2, con solo 1,062 pagando la entrada; pero esto no detuvo a la artillería de largo alcance de los Molineros, que revertieron desventajas de 0-2 y 2-5 para, finalmente, imponerse 6-5: Roy Smalley, cuñado del manager Gene Mauch, metió un jonrón para empatar a dos en el segundo y Lou Clinton y Red Robbins reempataron a cinco, también con cuadrangulares, cerrando el octavo. La victoria de los de casa se produjo por medio de otro jonrón, de Ed Sadowski, en el noveno.
      Los jugadores de los Cubans parecían más afectados por la fría temperatura que por los racimos de anotaciones de los Molineros, el consumo de grandes cantidades de café hirviendo y el uso de toallas y colchas para envolverse, daban una imagen ártica al dugout visitante. La revista Bohemia publicó una curiosa foto de AFP en la que se veían Al catcher Enrique Izquierdo, al pitcher Raúl Sánchez y al infielder Octavio “Cuqui” Rojas, alrededor de un latón de basura, que encendieron dentro del dugout, para calentarse en medio del tremendo frío.
      El 29 de septiembre se suspendió el juego por nevada y la Comisión de Ligas Menores decidió el traslado a La Habana de los partidos restantes. Para muchos que participaron en el acontecimiento, desde jugadores a narradores, la solución de emergencia benefició al club cubano, al extremo de que consideran que el campeonato se ganó por el traslado total de los juegos restantes al Estadio del Cerro.
    Si a la Serie entre Yanquis y Mets hoy, como a la de los Bombarderos y el Brooklin ayer, se les llama “La del Metro”, la que se jugó como colofón a la campaña de Triple A de 1959 se debió bautizar como la del Estrecho de la Florida. Empezaba entonces el enfrentamiento, ante su público, del verdadero momento de grandeza de la pelota cubana, hasta el día de hoy, con los Cubans contra Minneapolis.
     En medio de una majestuosa parada de bienvenida desde el aeropuerto a la ciudad, luego del arribo a La Habana de  ambos equipos y en una gala  al efecto, Bobby Maduro dijo: “Esto es un evento nacional”. Fidel Castro estaba presente y no habló; pero asistiría a cada desafío efectuado y toda la cúpula gubernamental fue obligada a presenciar en vivo, por lo menos, un juego como política personal dictada por el sátrapa.
     Castro entró al terreno por el centerfield para el primer y último juego celebrados en Cuba y se sentó en diferenes secciones de palcos, en uno de los partidos, le retrataron en el dugout de los Cubans, entre Borrego Alvarez y Ray Shearer.
      En la pequeña ceremonia en el plato que precedió el primer juego, el dictador se dirigió a los mas de 25,000 asistentes: “Vine aquí para ver a nuestro equipo derrotar al Minneapolis, no como Premier, sino como fanático. quiero que nuestra novena gane la Pequeña Serie Mundial… ¿Qué mejor después del triunfo de la Revolución?” Acto seguido, le dio la mano a cada jugador de los dos equipos.
    Según Stew Thornley, los Molineros estaban nerviosos con aquellos barbudos, que los saludaban con señas de manos y cabezas hasta 7 veces cada uno, por lo que salían muy poco de sus cuartos en el Havana Hilton. Algunos consideraron ese detalle como trabajo colateral de apoyo a la victoria.
     Aunque Gene Mauch siempre dijo que nunca se sintieron amenazados, más de 1,000 soldados estaban allí, durante los juegos, alineados como segunda barrera de protección a las reglas de terreno por el público dentro del diamante, o en los dugouts…
    Ted Bowsfield, pitcher del Minneapolis, describió así su preocupación: “Eran jóvenes, muchos de 14, 15 y 16 años, jugando con sus armas al lado de uno. A cada rato escuchábamos disparos fuera del estadio y nunca supimos la razón…”
   Tom Umphlett, jardinero central visitante, al entrar al dugout después de hacer una cogida a lo profundo de su posición, le comentó a Mauch: “Uno de esos barbudos me prometió que me iba a matar e hizo la señal de media circunferencia, con el dedo a través del cuello, que en Cuba no se hace como para cortar la cabeza; sino como símbolo de victoria en un juego. Evidentemente, el Minneapolis jugó aterrorizado aquella serie.
     El tercer juego lo abrió el club de la Asociación con ventaja de 2-0; pero los Cubans empataron en el octavo a dos y ganaron con otra en el décimo. Yastrzemski, que la sacó a 400 pies por entre el right-center, escribió en su autobiografía: “Era una revolución en las calles y las armas, disparadas constantemente en tus narices, hacían violento el espectáculo”
    Los Sugar Kings empataron a tres el cuarto juego en el cierre del noveno, con sencillo de Daniel Morejón, que también empujó la anotación ganadora con otro hit en el onceno.
    A uno de la eliminación en 4 juegos, el Minneapolis se sobrepuso y ganaron los proximos dos, empatando a tres la serie.
    Para el séptimo, Castro alteró su entrada desde el centro del terreno y, en vez de pasar frente a la cueva de los cubanos, lo hizo por la de los visitantes. De acuerdo a Lefty Locklin, del Minneapolis, cuando pasó frente al bullpen, despacio y mirándolo fijamente, le dijo en inglés, mientras se tocaba la pistola que llevaba: “Hoy ganamos nosotros”.
     Sin embargo, los Molineros dieron la impresión de que no creían en supuestos fantasmas y Joe Macko abrió el cuarto episodio con jonrón al izquierdo, mientras Lou Clinton hacía lo mismo en la sexta para poner delante a su equipo 2-0.
      La ventaja forastera se mantuvo hasta el 8vo. cuando Pelayito Chacón abrió con sencillo y, después de un out, Morejón bateó una línea que picó y se internó en el público, bajo reglas de terreno, para un doble. Ray Shearer se ponchó sin tirarle para el segundo out; pero el emergente Larry Novak conectó hit al center que empató el desafío.
     En el cierre del noveno con el score empatado, los Cubans colocaron corredores en segunda y primera con dos outs. La mala suerte de los Molineros, además de la nieve que les canceló servir de anfitriones en 2 juegos, reapareció en el plato en la figura del Jugador Más Valioso del evento, el recientemente fallecido jardinero Daniel Morejón el que, al primer lanzamiento, conectó hit de línea al centro, que le permitió al corredor Raúl Sánchez llegar de cabeza, antes que el tiro de Umphlett, con la carrera que decidió el memorable juego.
      Los Molineros de Minneapolis regresaron a su casa tristes por la derrota, pero aliviados por la tensión de la actividad irresponsable, enmascarada en juerga y diversión a que, aún, acostumbra la tiranía.
     Ted Boewsfield declaró después: “No tuvo peso perder el juego en ese país y bajo aquellas condiciones, estábamos felices de regresar sanos y salvos…”
     Mientras, La Habana iniciaba tres días de fiestas por la tremendísima victoria de los Cubans que, al año siguiente y por esa fecha, Castro se había encargado de opacar para siempre obligando a las autoridades americanas a trasladar el club a Nueva Jersey.
  
    

martes, 19 de abril de 2011

CAMILO PASCUAL O EL TIEMPO EQUIVOCADO


Por Andrés Pascual

     Cuando empezó a jugar beisbol era “el hermano de Patato” y, en la historia del juego, tal vez haya sido el jugador más barato adquirido por un club en una liga profesional; porque la transacción que le envió al Cienfuegos desde el Marianao se concretó así: “…dame 12 bates y llevátelo…” De esa forma, los Elefantes de la Liga Cubana adicionaron a su departamento monticular a uno de los más dominantes lanzadores cubanos e hispanos de todos los tiempos: Camilo Pascual Luz.
    Patato había sido la estrella del club Ceiba en la temporada juvenil de 1947. Después vendría el champion para Carlos; el Big Spring de la Longhorn League en Texas y, en 1950, los Senadores de Washington.
   El hermano mayor era un corajudo y valioso pitcher y jugador de cuadro de inteligencia innata para el juego, aptitud que le llevó a ser un scout estrella y un manager de talla, capaz de conducir al Magallanes a la primera Serie del Caribe que ganó Venezuela en 1970.
   Durante su niñez y su adolescencia, Camilo estaba indeciso entre jugar el campocorto o utilizar la serpentina; pero, cuando firmó para los sempiternos sotaneros por excelencia de la época cuando las Grandes Ligas eran verdaderamente grandes, los Senadores de Washington, ya estaba decidido a ocupar la posición que le convirtió en leyenda. Tenía solo 17 años cuando comenzó su carrera profesional en Ligas Menores, como Patato, también con los Broncos de Big Spring en 1951.
     Luego de tres temporadas de aprendizaje en sucursales, Camilo fue ascendido, con 20 años de edad, al equipo matriz del venerable Clark Griffith. Comenzaba el calvario de fracasos de quien presentaban como “el mejor prospecto derecho junto a su compatriota y compañero de equipo, Pedro Ramos”, pero incapaces de poder ganar, porque actuaban para un club que, en aquellos años, no sabia cómo se jugaba al beisbol. El impacto de Camilo y Pedro fue tan grande que, en 1957, los Yanquis de Nueva York los compraban al precio que fuera.
     Sus primeras cinco temporadas en Grandes Ligas concluyeron con récord de 26-66 y 4.69, pésimo si se le compara con sus números finales de toda una vida: 174-170, con 3.63 clp.  2167 ponches en 2930 innings; 132 completos de 404 abiertos y 36 lechadas; pero, en sus primeras cinco en Minnesotta, con un prácticamente muy mejorado y reforzado ex Senadores, concluyó con 85-44.
     Con la franquicia de expansión, está entre los 10 primeros pitchers de los Mellizos de todos los tiempos en porcentaje de ganados y perdidos; entre los que más han ganado; en juegos abiertos y en promedio de limpias por juego; contra lo común hoy de ser sustituidos sin importar la situación del juego, también está entre los diez primeros en juegos completos y en lechadas.
     Hombre tranquilo, decente y caballeroso, según Hal Naragon, que fue catcher del Washington y del Minnesotta durante la era de Camilo en esos equipos y compañero de cuarto en los juegos fuera de la ciudad capital, el lanzador cubano temía responder al teléfono; a pesar de que ya dominaba el inglés como para poderlo hacer y fue el propio Naragon quien le dijo, “…mañana respondes tú…” rompiendo el bloqueo que se autoimponía el cubano sin razón lógica más allá de “hacer el ridículo”.
     Camilo Pascual siempre se las arregló para jugar en el invierno en Cuba; a pesar de que, por su juventud y por dolores crónicos en el hombro, el dueño de los Senadores, Clark Grffith, temía que, por el exceso de trabajo en las Grandes Ligas y en el exigente beisbol invernal criollo, sufriera de cansancio conducente a una lesión. De hecho, una vez me comentó que en el único lugar que disfrutaba lanzar era en el Estadio del Cerro.
     A finales de los 50’s, una dirigencia mas preparada, más capaz y de mucha más personalidad que la de hoy en la Confederación de Países del Beisbol Profesional de Invierno, logró un acuerdo con las Ligas Mayores consistente en que cualquier jugador nativo o importado podría actuar en sus ligas asociadas de Panamá, Cuba, Venezuela y Puerto Rico sin necesidad del permiso del equipo de Grandes Ligas a que perteneciera; pero, para regular por cuenta propia el asunto, los clubes de las Mayores comenzaron a colocar una proposición de bono en su contrato anual, que era la forma con la que la “Cláusula de Reserva” intentaba imponerse a la autorización; era la etapa sin el dañino contrato multianual y se cuenta que a Camilo Pascual, para la temporada de 1958, le ofrecieron 2000 dólares por no lanzar con el Cienfuegos; sin embargo, por dolencias reales en el brazo, el oriundo de la Virgen del Camino solo trabajó en 3 juegos en aquella campaña, 1957-58, que fue ganada por el Mariano con Bob Shaw, Miguel Fornieles y el zurdo Rodolfo Arias como “sota, caballo y rey” de la “Ciudad que Progresa”; después seguiría en la trinchera de los Elefantes hasta la suspensión del beisbol profesional en 1961.
      En 1962 Camilo perdió 34 juegos del calendario por lesiones y en 1963, 36; en 1965 ya estaba lesionado de tal forma que, aunque se mantuvo 6 años más en Grandes Ligas, no recuperó otra vez su extraordinaria forma; por lo que su actuación en la Serie Mundial de ese año contra los Dodgers de Koufax fue breve e inefectiva.
      Conocedor natural del juego como serpentinero de inteligencia intuitiva, solo le escaseó el elemento que nunca se puede dejar en el olvido a la hora cero: la suerte…a este tremendísimo monticulista, como a Ramos, a Luque, a Consuegra y a Fornieles, les tocó lanzar en el club y en el tiempo equivocados.



Pie de grabado: Para cualquier cubano “de antes”, Camilo Pascual discute el mejor pitcher de todos los tiempos en la Isla.

lunes, 18 de abril de 2011

LOS QUE NO SALIAN AL TERRENO DE JUEGO…


Por Andrés Pascual

       Aun en medio de la prohibición impuesta de la historia del beisbol profesional previo a 1962, todavía algunos cubanos de generaciones recientes son capaces de nombrar ex jugadores como Méndez, Marrero, Dihigo y un par más.
       El hecho de haberse perdido completamente el conocimiento sobre las formas de comportamiento del profesionalismo, sobre sus intereses y proyecciones, hace que el cubano atribuya la fuerza de aquella pelota al hombre que brilló en el terreno; incluso, fuera de Cuba, pocos tienen en cuenta que, lo que se logró antes de 1962, no es responsabilidad del jugador…
       La grandeza de nuestro beisbol, su patriarcado absoluto, su clase sin cuentos ni exageraciones está asentada en las bases en que se constituyeron “las oficinas” de aquella pelota: presidentes de ligas, dueños de clubes, j’ de relaciones publicas, promotores, tesoreros, vocales…hasta la prensa nacional.
      Todo el mundo habla de Méndez, pero casi nadie de Abel Linares y la historia del juego en que Torriente dio 3 jonrones por el Almendares y Ruth solo dos como refuerzo de los Gigantes de Nueva York, se recrea constantemente como joya de la tradición oral cubana, pero del nombre del dueño de los Alacranes, que le pagaba a los jugadores cubanos y que hizo lo mismo con el Bambino, nadie se acuerda.
      Es norma que se utilice al Santa Clara como ejemplo de la fuerza del beisbol nacional durante los 20’s, un equipo repleto de estrellas negras como Oms o Paige; pero, ¿Quién conoce a alguien considerado entre los grandes promotores de la historia del espectáculo cubano, uno de los hombres más conocedores del juego en Cuba, propietario de los Leopardos, que respondía al nombre de Emilio de Armas?
      La famosa serie corta que decidió el campeonato 1946-47 quedó incrustada en la memoria del pasatiempo nacional con la frase del pitcher zurdo del Almendares, Max Lanier, al también zurdo cubano Agapito Mayor y aquello de “Sal y gana hoy, que yo me encargo mañana”; sin embargo, detrás de la franquicia añil estaban los 10 millonarios que constituían la directiva del Vedado Tennis Club de la capital.
     ¿Cuántos recuerdan o saben que el Almendares, por el valor inversionista, hubo un momento en que valía más que los Carmelitas del San Luis de la Liga Americana? Eso fue posible por el nivel económico de sus propietarios, por su amor al juego y porque fueron capaces de poner su talento de hombres exitosos en el negocio ajeno al estadio, en función del deporte nacional.
      Algo para refrescar: el Almendares y el Habana pertenecían al hombre considerado el responsable del empuje definitivo del beisbol cubano, por haber derrotado en la competencia por el público habanero al balompié, Abel Linares.  Después que murió, su viuda se mantuvo operando con asesores las dos franquicias; sin embargo, en la transición de los 30’s a los 40’s, decidió venderlas y, al primero que se las ofreció, fue al legendario Miguel Angel González, que solo compró a los Leones del Habana, pero le propuso a Adolfo Luque la compra de los Alacranes, lo que Papá Montero rehusó. Entonces se la propuso al Dr. Julio Sanguily, uno de los miembros de la Junta Directiva del Vedado Tennis a que me referí antes.
      La viuda Linares pedía 10.000 dólares por cada equipo, que le fueron dados por el Dr. Sanguily quien, en la próxima junta de la institución Vedado, le dijo a los 9 miembros restantes: “Acabo de comprar el Almendares a nombre de todos por la cantidad expuesta, denme cada uno los 1,000 dólares de vuelto que es un gran negocio...
      Ciso Camejo, Alfredo Pequeño, Arturo Bengochea, Mike González, Bobby Maduro, el grupo del Vedado… eran millonarios al servicio del beisbol cubano. Fueron los verdaderos responsables de colocar a Cuba, a través de más de 70 años, en niveles de privilegio para el Caribe y solo en segundo lugar después de Estados Unidos.
       Fueron capitalistas triunfadores que jugaban al ganador, costara lo que costara, para quienes el beisbol era realmente una pasión como fanáticos que, para hacer lo que lograron, se rodeaban de asesores altamente competitivos y tenían al Beisbol Organizado como primera referencia; por su éxito con las Grandes Ligas, este nivel los tomó como ejemplo y le sugirió al resto de países de desarrollo relativo del área la creación de la Confederación de Países del Beisbol Profesional de Invierno en 1948.
      Sin ellos no hubiera sido posible hacer la leyenda del beisbol nacional: ni Dihigo, ni Bellán, ni Mayarí Montalvo, ni Champion Mesa, ni Torriente, ni Miñoso, ni Camilo, ni Oliva, incluso ni Kendry Morales ni Alexis Ramírez hubieran podido hacer lo que hicieron o hacen…
      Fueron los verdaderos artífices del beisbol nacional; por supuesto, son una clase mucho más difícil de encontrar, cada uno por separado, que un club de beisbol competitivo en todos sus departamentos.
     Únicamente son posibles en sociedades capitalistas abiertas sin miedo ni al trabajo ni a la competencia y sin imposiciones o participaciones políticas de tiranías. Para conseguirlos donde les erradicaron o no existan, se necesitan varias generaciones de curtido social.
    En la Cuba de hoy pueden enviar a los peloteros adonde sea; pero el lugar que alcanzó el pasatiempo, con su legendario champion a la cabeza, nunca más se podrá reeditar; porque ya no existen en la Isla hombres como aquellos.


Pie de grabado: Bobby Maduro es la referencia obligada a la hora de analizar la clase administrativa que hizo al beisbol cubano

domingo, 17 de abril de 2011

ISRAEL ROLDAN DEBERIA SER MAS RESPONSABLE AL HABLAR


Por Andrés Pascual

       El presidente de la Federación de Beisbol de Puerto Rico, Israel Roldán, consideró en un debate sobre el beisbol por el 50 aniversario de la creación del INDER, en La Habana, que “el jugador cubano es discriminado por razones políticas (no puede jugar en Grandes Ligas por la ley del embargo), por lo que recibe un tratamiento diferente al venezolano, dominicano, boricua…” ¿Esto fue un guión escrito por un “humorista castrista” para reírse del ejecutivo? Hay que averiguar, porque “el evento” se produjo en la sede de la UNEAC (Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba).
        Varias veces Israel Roldán ha dejado pasar rollings entre las piernas cuando del castrocomunismo se trata, ¿Por qué actúa así? Yo no sé, pero que nadie lo justifique con lo “del pájaro y las dos alas” de Lola Rodríguez, porque sería una afrenta a la verdad histórica en las relaciones entre Cuba y Puerto Rico.
         El Señor Roldán también dijo que los artistas cubanos vienen a Estados Unidos con contratos de trabajo y habló de los Van Van, por lo que hay dos cosas: o no sabe que existe un acuerdo entre Obama y la dictadura llamado “intercambio cultural”, sin consideraciones monetarias; o sabe más que el exilio y se le está pagando a los artistas; mientras se niega en cualquier instancia el hecho.
         En noviembre de 1961, antes de que se decretara el embargo a Cuba, en un discurso dirigido a los entrenadores deportivos agrupados en los CVD (Consejos Voluntarios Deportivos), incluidos los del beisbol, más una nutrida representación de miembros de los Países del Pacto de Varsovia, Castro definió el rumbo deportivo del país, pero, con importancia en los deportes profesionales: mercantilistas, elitistas, explotadores… ¡Jamás!
         Nunca un pelotero sería remunerado por jugar. Se había consumado “el triunfo de la pelota libre sobre la pelota esclava”. Para el monstruoso aparato de mentiras con sede en el DOR (Departamento de Orientación Revolucionaria), nacía “el mejor beisbol del mundo”.
         Al jugador cubano no le ha permitido profesionalizarse el régimen, porque no ha estado nunca a la disposición de las ideas de carácter liberal que generarían la condición de dueño de su fortuna: un pelotero profesional autorizado por la tiranía sería alguien extraviado en el 95% de su conducta “revolucionaria-militante”; porque lo perdería el 100% de su independencia económica.
         De ninguna manera puede aceptarse eximir de la culpa ante el asunto a un régimen que trata como traidores a quienes optan por ser dueños de sus destinos; o que coloca en la criminal situación de “no persona” al que pesquen intentándolo.
         El jugador cubano es un privilegiado ante el resto del área: lo firman como novatos por el dinero que no invierten con los de otros países y, la mayoría, se descartan con respecto a su clase real; obvian cualquier investigación sobre edades, que las adultera la propia dictadura para usarlos como juveniles 4 ó 5 años más allá del límite permitido y no establecen una política de “stop” a los que se fugan para verificar si son enviados o actuaron por cuenta propia, porque cuesta trabajo creer una información que diga que Yunietski Maya fue sorprendido y puesto preso hoy y, pasado mañana, está en México esperando a un agente tan oscuro y dudoso como la situación del jugador.
         Lo otro que cuelga, México siempre ha estado conversando con el propio Castro sobre la posibilidad de firmarle a sus jugadores, ¿Por qué no se ha producido la autorización? Más cuando se sabe que un jugador, bajo contrato por la Liga Mejicana, no puede cruzar la frontera y venir a jugar con el Detroit, por las relaciones de trabajo y respeto entre el Beisbol Organizado y el circuito azteca, lo que liquidaría el concepto traidor.
         Conclusión, Castro descabezó al beisbol profesional de Cuba por problemas políticos; abandonó la Confederación porque quiso y dice hasta alma mía de la pelota rentada…los “atletas traidores” le son necesarios como alimento de la verborrea retórica contra EUA.
         A Roldán parece que se le olvidó todo lo que dije, aunque, verdaderamente, nadie puede definir si el boricua “no sabe, o se hace…”





Pie de grabado: Israel Roldán tiene la “bola escondida”

lunes, 11 de abril de 2011

Eddie Gaedel El Enanito del Beisbol


Por Edwin Kako Vasquez - EDDIE GAEDEL-EL ENANITO INMORTAL DE LAS MAYORES
El béisbol dentro de sus cimientos contiene una gama de hechos e historias interesantes que sobrepasan la línea del pensamiento humano. No es tan solo un juego si no un espacio lleno de aventuras que se intercalan en la vida de cada jugador. El señor fanático fiel seguidor de este pasatiempo se guía por el espacio deportivo alcanzando momentos gratificantes que solo el béisbol nos hace sentir.
Existen anécdotas, curiosidades, casos y cosas que datan de tiempos pasados y llegan hasta nuestras memorias teniendo en cuenta a unos actores vestidos con un raro atuendo multicolor que se disparan a un terreno de juego a ofrecer mejor de ellos. Uno de esos actores raros apareció en el año 1951, su nombre Eddie Gaedel, un enanito que tuvo un solo turno al bate en el béisbol de las mayores. Grandes Ligas.
Bill Veeck otra vez se la "sacaba de la manga", era un dueño de equipo con una mente privilegiada que siempre estaba dispuesto a dar un espectáculo de grandes kilates costara lo que costara.Su visión iba más allá de las expectativas estipuladas siendo un gran anfitrión respetado por todos. En esta ocasión trajo al enanito Gaedel que trabajaba en circos y ferias de la época y no sabía nada acerca del béisbol. Veeck le ofreció 100 dólares (una fortuna en 1951) y la oportunidad de ser un inmortal de este deporte.
Todo estaba planchado y llegó el día, se escenificaba un doble juego en San Luis entre los Tigres de Detroit y los Carmelitas. Era una tarde de fiesta donde al finalizar el primer partido le llevaron un bizcocho gigante al dirigente Zack Taylor de donde saltó Gaedel portando un pequeño uniforme con el número 1/8 en sus espaldas.
Todo el mundo estaba admirado al ver aquel hombre diminuto hombrecillo que parecía un niño de 12 años. Al comenzar el segundo juego y al cierre del primer episodio, San Luis pidió tiempo para anunciar un bateador emergente por Frank Saucer, el número 1/8 Eddie Gaedel.
En el estadio hubo un silencio y estalló el asombro, nadie lo creía. El enanito se adelantó al cajón de los bateadores, pero el árbitro principal detuvo el juego. El dirigente Zack Taylor sabía lo que venía y le mostró al árbitro la copia de los documentos de inscripción que habían sido enviados a la oficina de la Liga, para que llegaran justo a la hora de cierre del viernes y nadie los viera.
El árbitro dejó consumir su turno a Gaedel. Veeck, "viejo zorro" le dijo a Gaedel (de 37 pulgadas de altura) que se agachara al tomar su posición de bateador, su "zona de strike" era de pulgada y media de alto. El enanito se había empapado de béisbol los días anteriores, conocía la tremenda fama de DiMaggio, y copió su estilo erguido de batear.
Veeck le comentó a Gaedel, no le hagas swing a ningún lanzamiento, vas a esperar la base por bolas, tengo francotiradores en el techo del estadio, le haces swing a la bola y eres hombre muerto. No hizo falta, puesto que el lanzador Bob Cain utilizó su velocidad normal buscando control y el primer rectazo de humo pasó cerca de Gaedel y lo paralizó.
Después de dos bolas malas, el receptor Bob Swift se acosto para bajar el blanco, y ya para entonces la fanaticada gritaba y pataleaba y lloraba de risa. Gaedel recibió pasaporte gratis y partió hacia la inicial haciéndole reverencias al público durante el trayecto. Lo reemplazó el titular Jim Delsing en primera y terminó la carrera de Grandes Ligas de Eddie Gaedel.
El lunes, el presidente y de la Liga mandó a borrar a Gaedel de los libros de récord, para no permitir la payasada. Si hace eso el payaso es usted, respondió furioso Veeck, eso quiere decir que no hubo bateador, que no hubo base por bolas y que no hubo corredor emergente. Entonces las hojas de anotaciones no significaran nada de ahora en adelante. Gaedel fue restituido, y Veeck cumplió su promesa, el enanito es un inmortal de este deporte.