Por Andrés Pascual
A nadie le interesan los nombres que componen la dirigencia de la IBAF; a nadie menos a los cubanos…
Antonio Castro, hijo del dictador, dueño del beisbol nacional como derecho que tienen todos los familiares y allegados del sátrapa de apropiarse del renglón nacional que quieran, (hasta ahora se salva la Dalia Negra, Alfredo Guevara, porque ninguno ha mostrado inclinación por el cine); o Alicia Alonso, porque a Mariela le gusta más jugar a las hembras “machitos”; entonces le regalaron los homosexuales y las lesbianas…bueno, a Antonio lo eligieron hace varios meses vicepresidente de la desprestigiada Federación Internacional de Beisbol, que no supo representar dignamente al beisbol internacional amateur ante el enemigo del deporte aficionado, la transnacional del consumo, por lo que sucumbió ante la contaminación del Olimpismo de tal forma que ni este existe ni el postulado del Barón Pierre de Coubertein es válido ya.
Resulta que Antonio era el vice de la Federación de Castro y fue elegido al supuesto alto mando internacional sin tomarse en cuenta para nada al presidente de la instancia en Cuba. Tal vez sea porque ese cargo requiere “mucho avión” y lo que se llama confiar, el hermano prefiere al sobrino para no levantarse un día con una sorpresa desagradable de deserción, que bastante han tenido…
Ricardo Fraccari, presidente de la Federación Italiana, fue elegido presidente de la FIB, con lo que se rememora la “era Notari” en el beisbol amateur.
¿Qué hace Antonio Castro ahí? ¿Qué tan ducho puede ser un “un don nadie” en asuntos del beisbol internacional como para aceptar un cargo que tiene aptitudes diplomáticas incluidas? ¿De cuánto dinero robado del erario por la familia Castro fue necesario disponer para “comprar” el puesto del hijo y sobrino? Ahora, ¿Quería Antonio ese puesto? Tal vez.
El boricua Israel Jordán vota por cualquier cosa a favor de Castro, ni lee; puede ser capaz de firmar su sentencia de muerte sin saberlo, siempre que sea propuesto desde La Habana…uno a favor.
Lo demás era cosa de convencer al resto, con poder de voto, de lo necesario de complacer al tirano con su presencia en el foro a través de su hijo. Castro, a fin de cuentas, no es un voto, son todos los de sus aliados que superan con creces a cualquier otro grupo y no solo en el beisbol. Lo otro, puede disponer de un diezmo anual para salvar de la asfixia lo mismo a la Federación que a un torneo…lo hizo antes.
Ahora, todo debe verse de acuerdo a las circunstancias: sin voluntad para componer un deporte que ya se cayó a pedazos en Cuba, hay que calmar al único público del mundo al cual no se le puede llamar respetable con, quizás, arreglos con la Federación por torneos convocados bajo prohibición de profesionales de ninguna categoría, lo que no podría ocurrir en un evento como el nocivo Clásico, único que quedaría en manos del profesionalismo; si, a fin de cuentas, como que ya el beisbol no es olímpico, pues tienen las manos libres como federación para regresar a los tiempos en que Castro exigía lo que le daba la gana y pagaba árbitros que decidieran a su favor si era necesario, con los estrategas del calendario haciendo estos de tal forma que siempre le beneficiaban.
Esta es la era de total injerencia y control de la FIB por el tirano, ¿Qué Antonio no está capacitado para la puja política en niveles estelares? ¿Y qué? Ese individuo solo será presencia visible ahí, el cerebro de la gestión estará encima de él, moviéndolo a través de los cordeles del polichinela.
Las palabras de Ricardo Fraccari después que se le eligió fueron: “La Nostra Deve Essere la Casa di Tute la Federacione”, apuesto a que cualquiera se imagina a Vito Corleone en el discurso ante todos los Capos, condonando deudas por el asesinato de Santino…
A fin de cuentas, un ex yerno de Raúl es un descendiente creo que de Joe Bonano, uno de los cinco grandes…ya saben cómo moverse en Italia y manejar a cierto tipo de italiano.
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