BEISBOL 007: Beisbol Cubano

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jueves, 21 de julio de 2011

ORIGEN Y FRUSTRACION DE “LA DIPLOMACIA BEISBOLERA”


Por Andrés Pascual

      En 1969, el cubano Pedro “Preston” Gómez fue nombrado manager de la franquicia de expansión de la Liga Nacional Padres de San Diego, el primero en funciones designado “a tiempo completo”, no solo de Cuba, sino de América Latina; incluso, el primero del tan llevado y traído sector “de las minorías” en este país.
      Una vez convertido el piloto cubano en una personalidad de las Grandes Ligas, el tirano no perdió ocasión y comenzó a establecer contactos con el debutante; ni por simpatía personal ni porque dirigió a los Cubans cuando el triunfo de 1959 en la Pequeña Serie Mundial ni, mucho menos, por algo que resultara en beneficio para Cuba; sencillamente, quería tener cerca al nuevo triunfador criollo en Estados Unidos, dándole cumplimiento a su política de “por si mañana me hace falta”.
      Con Preston Gómez tenía un problema o varios: no era un delincuente ni un individuo al que pudiera ofrecerle el plato de decadencia a “lo romano en tiempos de orgía” con mujeres, bebida, homosexuales, mariguana… donde se originan las fotos y películas peligrosas para las víctimas, útiles para el chantaje posterior; en el caso del manager, estaba ante una personalidad real del beisbol americano: decente, pulcro, caballeroso, por lo tanto, respetable.
      Pero Castro tenía en su poder algo preciado para un hombre que, hecho en los moldes de la tradición cubana, consideraba el concepto familiar en el justo nivel de reconocimiento cristiano: su hermano llevaba varios años injustamente preso por circunstancias políticas con una sanción de 20, en las mazmorras criminales del régimen. Luego, como ha hecho durante los 52 tenebrosos años que tiraniza a la población, consideró que Preston Gómez clasificaba como uno de sus rehenes de nuevo tipo con base en Estados Unidos.
      A finales de 1969, vía México, llegó el recién estrenado director de los Padres de San Diego a Cuba…como cubanos que se resistieron a aceptar la maldad manipuladora de Castro, Preston Gómez creyó que lograría la liberación del hermano, sin tener en cuenta que el dictador nunca lo haría, para tenerlo a él, durante el mayor tiempo posible, en sus manos. Además, el oriental podría ser de utilidad en tiempos futuros, una vez que Nixon planteó abiertamente, ese año, el proyecto de pragmatismo político realista, en el que expresaba que “Estados Unidos no utilizaría nunca la fuerza ni la influencia bajo su mandato para deponer un sistema ideológico diferente, aceptado por un país latinoamericano que apoyara el pueblo”, semejante criterio era dirigido a Cuba y Chile fue un ejemplo demoledor, Castro podía dormir tranquilo…”
      A través de Preston Gómez estableció relaciones con el Ingeniero Alejo Peralta, dueño de los Tigres de Méjico de la Liga Mejicana, quien se mantuvo más de 10 anos engañado, creyéndole al dictador la promesa de que sería el único autorizado a firmar jugadores cubanos como profesionales para su club.
      Peralta fue utilizado para otras relaciones necesarias, a la vez que algunos jóvenes, con poder político sobre el beisbol cubano de la época, pasaban 42 días de vacaciones anualmente en Méjico, abasteciéndose de útiles como ropas y electrodomésticos necesarios en una Cuba que, desde 1961, nadie, como no fuera la nomenclatura o ese tipo de elemento protegido, podía disfrutar: Servio Borges, Jorge Fuentes, Martín, Menéndez Miñoso…viajaban rotativamente desde 1971 a la Academia de los Tigres en Pastejé para hacer como que se adiestraban en la doble matanza entre un segunda base y un campocorto, para luego transmitirle “la experiencia laboral” a Félix Isasi y a Rodolfo Puente; o para enseñar a pitchear a Manuel Hurtado, a Julio Rojo o a Roberto Valdés…
      De no haberse constituido en la célula originaria de la decadencia del beisbol nacional, era argumento del mejor sainete posible: hombres que nunca habían jugado pelota, enseñando  los mejores jugadores del momento en la Isla a jugarla.
      En 1975, bajo la Administración Ford, Preston Gómez inició lo que se conoció como “la diplomacia del beisbol”, que consistió en la proposición de tres juegos en La Habana entre los Yanquis y los Dodgers en spring trainning, ya en ese momento, el cubano trabajaba para la Organización de los O’Malley; además, los Yanquis celebrarían un juego contra el equipo de Castro. Sin embargo, Bowie Khun, Comisionado de Grandes Ligas en esa época, no aceptó que se enfrentaran a los Yanquis, sino que propuso un Todos Estrellas, lo que no fue aceptado por La Habana, porque el dictador quería pisotear a los Mulos en plena fase de entrenamiento, luego con todos los jugadores fuera de forma. La serie sería en la primavera de 1976.
      La documentación de la intervención mercenaria de Castro en Angola y su posterior aceptación públicamente, llevó a Jimmy Carter, nuevo presidente elegido el año anterior, archiliberal y pusilánime, a suspender los encuentros que muchos creyeron que abrirían una puerta de distensión bilateral y que posibilitaría encuentros capaces de desembocar en el restablecimiento de unas relaciones que al dictador nunca le han interesado; porque ha sido y es la beligerancia contra Estados Unidos no solo la justificación de la incapacidad, de la ineficiencia y de la represión política del régimen, sino la razón de su existencia: no pueden dirigir en paz porque no son administradores competentes, de respeto; entonces lo hacen como el general, desde una cabaña en el teatro de una guerra imaginaria permanente que es contra el pueblo, aunque se justifique con “la amenaza imperialista”
     Hasta finales de los 90, no se produjo otro ensayo de “diplomacia beisbolera”, cuando un cabildero y gran aportador de fondos del partido demócrata, millonario el tipo, Pete Angelos, llevó a La Habana al Baltimore. A muchos de esta gentuza americana no les interesa el pueblo cubano; sino la ideología autoritaria criminal sobre la República, que es vista como incapaz de nada positivo por lo económico, pero excelente para que se comporte como el mayoral de la finca que pretenden; es decir, ellos piensan engullirse a Cuba en inversiones de todo tipo, no para cambiar a Castro y su régimen explotador, sino para solidificar su dictadura: nadie mejor pudiera cuidar de sus propiedades que, además, usaría al ciudadano nacional en total mano de obra esclava sin ningún tipo de reclamación. Aquel viaje fue consentido y apoyado por la administración Clinton y por el desprestigiado gangster del beisbol, Bud Selig.
      Después de ese ensayo diplomático, Castro fusiló tres ciudadanos de raza negra que pretendían escapar del infierno antillano; condenó a sanciones increíbles a casi un centenar de otros por solo opinar diferente; ha enfrentado a la oposición al estilo progromista; le ha pedido más austeridad a una población que, desde hace 50 años, desconoce no la palabra consumo, sino mínimo esencial de vida; reforzó con leyes criminales el código penal contra la oposición pacífica, entre la que se encuentra la traición a la patria bajo aplicación de la ley mordaza y, así…
       Pete Angelos piensa volver con sus Orioles a La Habana para continuar dándole cumplimiento a aquel aborto que inició Preston Gómez hace 40 y según rumores, los Cubs de Chicago también comentaron sobre el particular, sin embargo, nada se ha concretado.
      El hermano del ex manager de los Cubans fue puesto en libertad junto a otros 3,000, bajo condiciones de indulto, después de 19 años preso, en 1979; es decir, Castro no le devolvió el gesto a Preston Gómez.
      El 26 de marzo del 2008, una camioneta golpeó a un anciano en una gasolinera de California mientras abastecía de gasolina a su auto; el 13 de enero del 2009, el beisbol cubano amanecía de luto por la noticia infausta de la muerte del legendario manager cubano Preston Gómez, que nunca se repuso de las graves lesiones del accidente. Su hermano Rafael regresó a vivir a Cuba porque “este país es más injusto que el gobierno de la Isla”.
      Y todavía Castro les mantiene cerrados “los libros diplomáticos” a esta caterva de interesados y oportunistas americanos de ambos partidos, que ven al país como una fruta, sin tener en cuenta que, además de no estar “on sale”, lo que está es envenenada.

 Castro puso en ridículo y hasta en duda moral el nombre glorioso de Preston Gómez.








lunes, 18 de julio de 2011

ESA PELOTA TIENE CANCER

Por Andrés Pascual

     
      Los fracasos internacionales del equipo de Castro tienen muy preocupados a sus fanáticos allá y aquí.


Tres pitchers de Industriales, El Duque, Arocha y Lazaro Valle


 
Pedro Chávez jugó con Industriales

         Cuando concluyó el segundo experimento del mal llamado Clásico de Béisbol, fracaso absoluto e indigno de que se continúe, a bombo y platillo se anunciaron dos retiros de “abuelos sempiternos del equipo castrista”: Pedro Luis Lazo y Ariel Pestano, taponero y receptor regular, fueron entrevistados, destacados y, como a un barco sin timonel, despedido desde el puerto que es ese valle de lágrimas y frustraciones mal llamado béisbol cubano.
         Sin embargo, para el venidero campeonato mundial, aparecen en el entrenamiento y, una vez ahí, todo el mundo sabe que lo integrarán oficialmente.
         ¿Qué está ocurriendo en Cuba que no se pueden retirar dos viejos para el juego en un país que sus defensores son capaces de decir que es “un semillero de jugadores”? Sencillamente, que defienden el hoy recostados a la almohada de un ayer de más de medio siglo. En otras palabras, que en Cuba no hay peloteros; así de sencillo…
          Un ejemplo: Napoleón Reyes, el segunda base regular del equipo Cuba durante dos años del período de la Edad de Oro del amateurismo, saltó en 1941; pero Mario Fajo y Leandro Pazos hicieron olvidar al oriental que jugaba para la Universidad.
          Andrés Fleitas no solo era el catcher regular, sino un artillero que se desplazaba entre el tercero y el cuarto en el orden al bate de equipos Cuba, saltó en 1942; pero otros receptores ocuparon su puesto con resultados satisfactorios.
          El zurdo Agapito Mayor concurrió a los Juegos Centroamericanos de 1938, cuando terminaron, cambió el uniforme del 6to. Regimiento de la Liga Interfuerzas Armadas por el color azul del glorioso alacrán, lo mismo ocurrió con Roberto Ortiz.
          Entre 1938 y 1945 saltaron todos los grandes estrellas del pitcheo amateur de Cuba, el mejor del área y material de Grandes Ligas la mayoría: Adrián Zabala, Marrero, Moreno, Limonar, Consuegra, Natilla, Antonio Estrella, Isidoro León, Daniel Parra…Saltaron los shortstops, los outfielders, los intermedistas, los antesalistas…y se seguía ganando.
          Hay un problema, los únicos peloteros negros que engrosaban el equipo verdaderamente cubano y de aficionados, tenían que ser de la Liga Interfuerzas Armadas y eran seleccionados cuando la DGD se encargaba de confeccionarlo; entonces los únicos jugadores sepias fueron Carlos Colás, catcher, Rafael “Villa” Cabrera, catcher y outfielder y los jugadores de cuadro Pedro “Charolito” Orta y Catalino Ramos, los tres últimos de Pinar del Rio por el Regimiento 7mo; en 1945 integró el equipo un mulato muy claro de Regla, Huevito Rodríguez y otro negro, de Ranchuelo, Pablo García.
         Ningún jugador profesional de raza blanca integraba los equipos Cuba ni negro tampoco; así, ni Cocaína García ni Ramón Bragaña ni Brujo Rossell ni Silvio García ni Alejandro Crespo ni Pedro Pagés ni Claro Duany ni Héctor Rodríguez…podían soñar con integrar, por su status, un equipo nacional; tampoco Roberto Estalella ni Gilberto Torres ni Fermín Guerra ni René Monteagudo ni Tomás de la Cruz ni Salvador Hernández ni Santiaguito Ulrico ni Tony Castaño ni muchos blancos más; las estrellas del béisbol cubano profesional no podían ni soñar, en aquella época, con integrar un plantel aficionado para representar a Cuba; pero no se perdía y aún así, el “trabuco” del evento amateur era la selección cubana.
          ¿A qué se debía eso? Al desarrollo, a la masividad ya en la década de los 30’s que, en 1958, ponía sobre el terreno a 100,000 peloteros de todas las categorías en el país; como contrapartida, en 1985 solo 10,800 en toda Cuba y de una sola categoría ajustada: profesional de estado
          El estancamiento es otra cosa; es hacer perder facultades al jugador que las tiene al someterlo a un nivel poco competitivo, en el cual no se esforzará ni hará lo posible por aprender, porque no lo necesita para brillar.
         

El nivel de juego adecuado a sus condiciones deben llevar a Kendry al estrellato

       ¿Se puede comparar la cantidad de jugadores que han decidido convertirse en profesionales últimamente con todos aquellos que, en Cuba antes de Castro, no podían representar al país por su status profesional? Entonces, ¿Por qué no pueden ganar estos?
        Hay otro detalle: Pedro Ramos, Edmundo Amorós, Orlando Peña y Camilo Pascual, tres de los mejores pitchers cubanos de todos los tiempos y uno de los grandes outfielders, no jugaron amateurs, saltaron del placer o la pelota juvenil directo al profesionalismo, como Cisco Campos y Luis Tiant también.
        Hoy no ganan porque ya no hay cantera, no hay de donde sacar ni cómo hacer una pelota fuerte sin la competencia ni la participación profesional paralela al estilo de antes de 1960 que, como otro elemento de grandeza y superioridad, tiene los resultados en Series del Caribe. Hoy se lleva lo mejor del país y no se puede ganar; si hubiera que rotar un día a los jugadores, ¿Qué pasaría? ¿De dónde saldrían los 20 jugadores con los que tal vez se le pudiera ganar a Sierra Leona si se le ocurriera asistir a un tercer evento?
         En Cuba no hay voluntad ni interés en rescatar la fuerza y la trascendencia histórica del beisbol cubano, sencillamente, no hay como y, posiblemente, el castrocomunismo creó las bases del debilitamiento de la pelota con el fin de decepcionar al fanático para, cuando abandone el estadio en el número que ya deben tener calculado, dar por terminado ese capítulo costoso e ideológicamente peligroso contra el sistema en los tiempos que corren; lo que ya intentó en 5 oportunidades provocando las entregas de juegos por dinero de apostadores; sin embargo, un fanatismo sin otra opción de entretenimiento diurna o nocturna, se mantuvo obligado en el compromiso con el beisbol, a pesar de la corrupción del juego de tantos que nadie sabe cuántos fueron.
         ¿Sabrá algún bloguero, periodista o analista de nueva factura de aquí o de Cuba que en la Liga Cubana existía un club al cual una Organización de Grandes Ligas le enviaba sus jugadores jóvenes para corregirle defectos y que la opinión del dueño-manager decidía si el novato debutaba o no ese año en las Mayores? Incluso si se quedaba como miembro oficial de los  Cardenales de San Luis durante la temporada; o si lo invitaban al entrenamiento, la única opinión  válida era la del ex catcher cubano Miguel Angel González. ¿Conocen qué fue la Liga del Pasillo? ¿Sabrán que esa sección del estadio del Cerro, entre home y tercera, conocida como Liga del Pasillo y bautizada así por el legendario Malayo fue el factor determinante del dominio cubano de todos los torneos profesionales del área?.
          No es que los blogueros o los cronistas sean castro-comunistas ni malas personas, pero algunos sitios como COCO, con una batería de oficialistas que sí son malos y comunistas, están empleando lo que dicen los exiliados en sus blogs para justificar allá; en algunos casos he leído: “tomado de publicaciones amigas”, o “hermanas”.


Lazo y Pestano. Todavía no se van

            Entonces, observando el panorama actual del béisbol cubano, Lazo y Pestano no se podrán retirar sino hasta que Castro quiera; aunque si ganan este torneíto que viene ahora, montarán una fiesta más grande que la del 26 de julio; dirán que se superaron todos los problemas y los analistas, a disposición de la mentira para seguir confundiendo en medio del poco seso para ver las cosas, de un lado; o de su fanatismo por el castro-comunismo, del otro, se unirán a la celebración de plañideras en la cual las alabanzas, por exageradas, son la madre de la ridiculez. ¿Lo peor del caso? Que unos desfasados en cuanto a la historia del beisbol cubano crean, manejen y propagandicen lo que Castro y el Partido quieren que, en cuanto al béisbol, es que todo cubano allá o aquí, facturado y empaquetado por el castrismo, no solo crea que Linares y Marquetti eran mejores que Ted Williams, sino que la pelota la inventó el tirano-dictador hace 48 años. Por lo menos eso es lo que se lee entrelíneas que se pretende imponer…


lunes, 27 de junio de 2011

HABLA “CONSTANCIA” FLEITAS SOBRE COCAÍNA Y EL PREMIER


Por Andrés Pascual

      Lo voy a repetir ¿Cómo fue posible que, formando parte del homenaje a Conrado Marrero por su centenario, nadie tuviera en cuenta a la única voz autorizada sobre el Guajiro en existencia? Porque en ninguna emisora radial, en ningún programa televisivo y solo en el Diario las Américas, referencia mía, se mencionó algo del rico anecdotario de la leyenda del Hershey y del Almendares, el catcher tan inmortal para Cuba como el pitcher del control milimétrico y el lanzamiento que rompía hacia arriba, Andrés Fleitas?
       Fleitas es una enciclopedia, nadie puede investigar sobre el beisbol cubano y dejarlo fuera como fuente de primerísima mano, igual que hasta principios de los 90’s con Rodolfo Fernández y, durante toda esa década, con Agapito Mayor, Jorge Comellas y varios más, lamentablemente fallecidos.
       Sin embargo, la diferencia entre Andrés y el resto acerca de Marrero, sobre sus inicios como pitcher, sobre sus lanzamientos embrujados es que nadie puede disertar igual que el hombre que le recibió “desde que se bajó de aquella mulita en Sagua la Grande, caminó hacia el box y dejó un juego empatado a cero contra la “Casa Stany”, la novenita que después se convirtió en el temido club Cienfuegos del circuito unionista. A partir de ese domingo, el club de la Perla del Sur contrató por 25 pesos por función (como regalía), al pitcher, cantidad que creció a 50.
       Si con 25 “me compro una vaquita”, como le decía Marrero a Fleitas, pues con 50 se compraba dos y, a mediados de los 40’s, cuando decidió saltar, ni se moría de hambre ni podía considerársele pobre en ninguna categoría: era un guajiro que comenzaba a “potentarse”.
       Según Titi Fleitas, al principio y hasta que no triunfó en los profesionales, Marrero fue un pitcher con poca seguridad en sí mismo, que no se consideraba capaz “de sacar un out” en el circuito rentado y que, en una oportunidad, le preguntó su opinión al catcher sobre su desempeño; después que le dijo “que era inteligente”, el Premier le contestó “bueno, eso es verdad…”; pero su recta, con poco extra, rompía hacia arriba y el slider incómodo y lanzado con el control más exacto que jamás tuvo algún pitcher en Cuba, era veneno.
       Entre las cosas interesantes que me ha contado Fleitas sobre Conrado Marrero, que casi nadie conoce, está la de que al Premier le recibía bolas como calentamiento del brazo una hermana, en su casa y a diario.
       Nadie puede escribir sobre Marrero, mucho menos los que nunca le vimos jugar, y dejar fuera la única opinión autorizada sobre el tema, la de Andrés Fleitas, su catcher en tantas contiendas memorables desde Series Mundiales Amateurs hasta el Champion Cubano de Invierno.
        Fleitas, el hombre que considera a Cocaína García como el mejor zurdo cubano de todos los tiempos, porque ganó más de 250 juegos en su carrera profesional, que debutó en Venezuela con un no hit no run y bateo perfecto de 6-6; el mismo que, cuando no pitcheaba con el Santa Clara de Emilio de Armas, ocupaba un jardín y bateaba cuarto por encima de Dihigo y de todos los estrellas sepias americanas que importaba el club.
        Sí, Manuel “Cocaína” García, que endrogaba a los bateadores en 1928-46, según Andrés, con “la bola empalmada”; esa que, para los cronistas que no tienen en cuenta a Fleitas, dicen que es “de los 70’s o los 80’s.


Fleitas, una autoridad insoslayable.

jueves, 23 de junio de 2011

EL SALON DE LA FAMA DEL DEPORTE CUBANO Y OSCAR RICO


Por Andrés Pascual

       A veces hay legítimos exponentes de la estirpe considerable como leyenda deportiva, que pasan desapercibidos. En muchísimas ocasiones, alguien, que debe ser seleccionado a un recinto de memoria imperecedera, no logra impactar en el reconocimiento del honorable sino varios años después y, Buck Canel, es un ejemplo con respecto a Cooperstown, a quien la justicia se le hizo tarde, porque fue elegido postmorten y yo no voy a comparar ni pretendo que alguien lo haga, los méritos del argentino de la memorable frase con Oscar Rico.
       Pero, el marianense tiene méritos para integrar el Salón de la Fama del Deporte Cubano en el capítulo que atiende a managers y ejecutivos, porque poseyó y dirigió, reconocida por el Consejo Administrativo del Salón de la Fama de Ligas Negras, una sucursal del club que hizo parte de la leyenda de Satchel Paige y de Josh Gibson, los Monarchs de Kansas City.
       Rico también sirvió como scout de los Monarcas y fue, gracias a él, que muchos jugadores sepias cubanos se dieron a conocer en Estados Unidos como Panchón Herrera, Luis de la Tejera, Campanella Mieres, Enrique Maroto…por esa razón, alguien como Frank pudo recibir su pensión de Ligas Negras, avalado, entre otros, por Oscar.
       Si Rico no es ampliamente conocido ni reconocido en Cuba por injusticias nacidas yo no quiero ni pensar dónde, el recinto de Marino Martínez debe ser contribuyente al rescate del compatriota olvidado y, con su efectivo reconocimiento, colocarlo en los niveles que merece.
       Por lo que representó e hizo por el joven jugador negro de los cincuentas, Oscar Rico merece que le haga justicia el Salón de la Fama del Deporte Cubano; pero, por lo que significó para el beisbol negro americano, como cubano o como descendiente, solo es comparable a Alejandro Pompez, a José María García o a Abel Linares…si eso no es suficiente, no sé qué más se necesita para brillar en el firmamento que efectúa su fiesta anual en los salones del Big Five de Miami.
     

El SALON DE LA FAMA DEBE TENER A OSCAR RICO


martes, 14 de junio de 2011

LOS PELOTEROS CUBANOS MÁS COMPLETOS POST 1959


Por Andrés Pascual

       Para referirse a los infielders o outfielders, incluso catchers, nunca se debe utilizar el término “bateadores”; sino jugadores de posición, porque no es lo mismo analizar a un grupo de jugadores de posición que a un grupo de bateadores, analizando los que quepan en el grupo de cinco herramientas.
      ¿Quiénes serían los jugadores cubanos más completos posteriormente a 1959? Por posiciones y en número de dos ó más, a mi juicio, estos:

Receptores: Joaquín Azcué, Paulino Casanova y Ollie McFarland

Inicialistas: Rafael Palmeiro, Tani Pérez, Julio Bécquer.

Intermedistas: Tony Taylor, Cuqui Rojas y Tito Fuentes

Antesalistas: Mike de la Hoz

Campocortos: Leonardo Cárdenas, Bert Campaneris, Zoilo Versalles, Humberto Fernández y Alexei Ramírez.






Outfielders: Tony Oliva, Haitiano González, José Cardenal, José Tartabull, José Canseco, Román Mejías y Angel Scull.

       Todavía dejo fuera a peloteros como Hilario Valdespino, Leo Posada o Chico Ruiz que, junto a otros profesionales, deberían ser usados en un segundo equipo…
        La mayoría de esos peloteros brillaron en el beisbol profesional durante toda la década de los sesentas, parte de los 70’s; incluso principios de los 80’s (menos Ramírez) y, si la dictadura no le permitió al pueblo de Cuba seguirlos aquí o en otros países, no hay razón para despojarlos de su nacionalidad ni desconsiderarlos, cuando se sabe que fueron mucho mejores que el resto de la cosecha castrista hasta el día de hoy, ni opacarles los récordes ni sus grandes actuaciones en el beisbol rentado.  
    ¿Qué usted no los vio? Está bien, pero, recuerde que no está allá y aquí se escribe, o se debe, para gente que sí vieron a Oliva y a Cárdenas, por ejemplo, no para la población que no quiere acabar de reconocer cómo está distribuido el mundo ni que el beisbol castrista, que vive de la historia pre 1959 para escapar de la frustración por la catastrófe de “su beisbol”, se encuentra en una etapa de decadencia tal como nunca antes.
     A la hora de comentar sobre el beisbol cubano post 1959, bajo ninguna circunstancia ni German Mesa ni Rey Anglada pueden colocarse por delante de Leo Cárdenas ni de Cuqui Rojas. Lo contrario sería una exagerada y continuada forma de fanatismo político de rutina equivocada. El poco seso, el desconocimiento o el apasionamiento por una ideología perdedora, no pueden producir errores tan soberanos ni garrafales.


 Ningún catcher castrista ha sido como Azcué





sábado, 11 de junio de 2011

PEOR QUE LOS CAMPEONATOS DE LA FIBA


Por Andrés Pascual

       Cuando, desde su falsa clasificación de amateur, dominaba los campeonatos aficionados “la mejor pelota del mundo”, la de la tiranía castrista, nadie ajeno a las fronteras de Cuba se disparaba aquellos eventos por la desigualdad y el desnivel en el terreno de juego: un solo macho, Cuba, que presentaba un pelotero que pertenecía al concepto con el que se nombraba a los atletas de países del extinto Pacto de Varsovia: profesional de estado, porque solo jugaban pelota, no trabajaban y cobraban un salario miserable asignado a la plantilla de un centro de trabajo cualquiera.
        Aunque sin contrarios aparentes, sin embargo, los antillanos enfrentaron la oposición férrea de colegiales americanos, de la Republica Dominicana o de Nicaragua, más alguna que otra selección que les arañó un juego varias veces, con lo que se llevaron victorias pírricas en más de 2 eventos.
        Macho de la competencia, la novena cubana iba al seguro y salió victoriosa después de tener el agua al cuello en 1969, 70, 71, 72, 75, 76, 80, 81 (perdieron), 82 (también), por ejemplo.
        Era común que en aquellos campeonatos se presentaran equipos, como la Alemania Federal de entonces, que no sabían jugar pelota, con más de la mitad de las novenas sin nivel para campeonatos de orden municipal en cualquier nación del Caribe de prestigio en el deporte.
        Pero pasaban como amateurs (y lo eran verdaderamente), con la excepción de Cuba
       Para el próximo Clásico Mundial, el señor Bud Selig, artífice de todo lo malo que le sucede al Beisbol Organizado, quiere ampliar a 28 clubes la participación.
       Tal vez pudiera verse como una forma innovadora, con intención de ampliar el interés por el deporte a la mayor cantidad de países posibles; es decir, el famoso concepto de masividad o no me pueden practicar si no me conocen, pero esa es la orbita equivocada; esto es debilitar un torneo inservible y peligroso al máximo, un evento que ha puesto en entredicho al jugador de grandes ligas que, por pobre o por ninguna preparación, o por inapetencia ante el compromiso, rinden menos y lucen peor que aquella Antillas Holandesas que servía de hazmerreír en los eventos de la FIBA hace 30 y más años.
       Las victorias cubanas deberían ser un alerta serio, porque no es posible que un equipo tan débil, que no pueda ganar otras series de inferior categoría y, acaso, la verdadera clasificación de ellos, aplaste ridículamente a los astros del beisbol de hoy que, por cierto, ninguno es cubano.
       Un europeo solo puede entender el papelazo de los profesionales entre sí, o, con mayor énfasis, ante los cubanos, como una pérdida de tiempo y dinero.
      Decepcionando con la mala imagen a un fanático que se pretende ganar, no se puede imponer el juego.
      El mal llamado Clásico Mundial de Beisbol, como funcionó hasta el 2,009, es un fraude absoluto; con 28 equipos, la más colosal tomadura de pelo interesada que se le haya ocurrido a alguien con respecto al juego jamás.
     Las imágenes de Cuba ganándole a República Dominicana, a Puerto Rico o a Venezuela en los Clásicos, deberían ser una pesadilla para Bud Selig; sin embargo, pretende meterse mar adentro en medio de una resaca.


 No era posible y sucedió.

miércoles, 8 de junio de 2011

EL MEJOR SEGUNDA BASE CUBANO ES TONY TAYLOR


Por Andrés Pascual

       Tony Taylor estaba considerado el mejor pelotero de Cuba cuando Fidel Castro decidió liquidar el profesionalismo. Cuesta abajo Miñoso por la pérdida de sus facultades, nadie como “El Chino” de los Azules del Almendares, jugador completo, para sustituirlo; además, era pelotero regular en Grandes Ligas. Había debutado en las Mayores en 1958, a los 22 años, con los Cubs de Chicago al lado del inmortal Ernie Banks a quien, dice, le agradece muchos de los secretos que necesitaba conocer un bisoño intermedista que había sido convertido en segunda base desde la esquina caliente. Con Banks formó una buena combinación de dobleplays.
       A Taylor lo firmaron los Gigantes de Nueva York quienes lo cambiaron al Chicago; en Cuba le ocurrió parecido: le firmó el Marianao y lo enviaron al Almendares y fue con los Alacranes que se produjo el cambio de posición.
       Un pelotero que por su juego seguro, alegre, agresivo y por su personalidad abierta de cubano buena gente sin hipocresía, alcanzó elevados niveles de popularidad en las ciudades en las que jugó o sirvió como coach: desde las Estrellas de Colón en la Liga de Pedro Betancourt, el Cerro de la Liga Cubana donde ganó un campeonato de bateo con el glorioso Alacrán, hasta Venezuela, pasando por Puerto Rico, donde también conquistó un champion bate, más las ciudades americanas que le sirvieron como casa en el beisbol mayor: Chicago, Detroit o Filadelfia, como jugador y asistente, o Toronto y Miami como coach.
      Antonio Nemesio Taylor, matancero, es un intermedista All Stars de los Filis de Filadelfia que, con el outfielder Antonio “Haitiano” González, cuenta entre los 100 mejores jugadores de la historia de la veterana franquicia del Viejo Circuito. Votado como uno de los cinco jugadores más populares de los Cuáqueros en su historia.
       Una carrera de toda la vida en el pasatiempo debe estar repleta de grandes momentos en el terreno de juego. Voy a recontar solo tres que engrandecieron al Chino como héroe o como villano, en Cuba y en Estados Unidos.
      El último campeonato de la Liga Cubana, conocido como “sin refuerzos” porque no se importaron jugadores americanos, no solo fue uno de los mejores del circuito profesional en su historia, sino uno de los más reñidos, que requirió un juego extra entre el Cienfuegos y el Almendares para decidirlo. Aquel evento, que fue un éxito en lo artístico y en lo deportivo, fue un fracaso ecónomico porque el publico, influido por la incipiente ideología destructora, le dio la espalda al grueso de peloteros más grande y de más clase que pudiera constituirse en todo el Caribe.
     Como se había hecho rutina, hasta que no concluyó el inoperante e inútil; pero agresivo y maratónico discurso del dictador, que comenzó alrededor de la una de la tarde y concluyó sobre las 9.50 p.m; es decir, 50 minutos de retraso de acuerdo al calendario entre los ejecutivos de la Liga y la televisión, fue que salieron los árbitros al terreno para ajustar la rutina previa al juego.
     Inmediatamente después de que Rafael Paz, como chief umpire, le entregó las alineaciones correspondientes a cada director, Tony Castaño por el Cienfuegos y Regino Otero por el Almendares, el primer bate azul, Angel Scull, hizo su aparición en el plato.
      En el montículo por los Elefantes Pedro Ramos, que constituía, junto a Orlando Peña, Camilo Pascual y Miguel Fornieles el cuarteto de más clase entre lanzadores cubanos o de cualquier país del área, que formo ese año con Hector Maestri y Tony Díaz “el sota, caballo y rey” de la baraja cienfueguera, ayudados por los relevos de Raul Sánchez. A Regino le criticaron que no hubiera abierto con el recluta zurdo Marcelino López, que había lanzado bien contra el Cienfuegos, en vez de con Orlando Peña, a quien habían matado a palos los representantes de la Perla del Sur.
     El juego no resultó un duelo de pitchers y concluyó con victoria para los Verdes 7 a 2; pero malo para que Pedro Ramos no alcanzara la Triple Corona del Pitcheo, al ceder el porcentaje de carreras limpias ante Julio Moreno.
     Pedro Ramos abrió con gran velocidad pero descontrolado, por tal razón, la recta se le quedaba alta. De milagro no lo acribillaron en el primer episodio cuando caminó sucesivamente a Scull y a Taylor y de la Hoz le dio un “texas leaguer” que picó detrás de segunda, congestionando las almohadillas; después, increíblemente, puso en 3 bolas sin strikes a Carlos Paula, a Amorós y al recluta del Boston Ramón Villar y abanicó a cada uno con bolas altísimas para un escón de ponches.
     Pero en el cuarto, sin outs, abrió Taylor con hit entre tercera y short, robó segunda y de la Hoz recibió pasaporte; Amorós elevó al primera base y Paula al catcher; entonces Villar bateó una línea de hit por encima de segunda que le permitió anotar a Taylor y colocarle el promedio de limpias a Pedro en 2.04, una centésima más que Jiquí Moreno (2.03). Un papel absoluto de villano del estelarísimo segunda base.
     El congresista republicano Jim Bunning fue el primer lanzador derecho que actuó en un juego de estrellas representando a cada liga; en la Americana defendió el montículo del Detroit; pero, en 1964, fue enviado al Filadelfia donde se reencontró con el cubano Tony Taylor, con quien había tenido fricciones durante el año que reforzó (1956-57) al Marianao.
      El Día de los Padres de 1964, 21 de junio, Bunning fue designado por Gene Mauch para que enfrentara a otro  conocido de los cubanos que actuó en el premio invernal de 1959-60, Traci Stallard, por los Mets de Nueva York, en la urbe mundial.
      El juego llegó al 8vo. con los Filis ganando 6-0 en medio de la mayor tensión posible, porque Bunning tiraba un juego perfecto…
     El inning lo inició el ex refuerzo de los Felinos de la Liga Cubana sacando fácil los dos primeros outs; entonces apareció en el home Ed Kranepool, zurdo y  buen bateador. Rápidamente, el derecho cuáquero se puso arriba en el conteo con 1-2; al próximo lanzamiento, Kranepool conectó de rolling entre primera y segunda, incómodo para el inicialista y demasiado lejos para el intermedista; pero, increíblemente, apareció Taylor que, zambulléndose, paró el metrallazo y desde el suelo  hizo el disparo que salvó la única y real amenaza que tuvo el derecho para lograr la hazaña.
      Desde el primer inning del juego que abrió el 14 de mayo de 1968 hasta la cuarta del que inició el 8 de junio, Don Drysdale eslabonó la friolera de 58 escones consecutivos, marca con la que rompió el récord de Walter Johnson de 55 2/3, que databa de 1913 por los Senadores de Washington.
     El 8 de junio de 1968 los Dodgers recibían como homeclub a los Filis de Filadelfia y Walter Alston envió al montículo al derecho Drysdale.
     Con un out en la pizarra en el 5to, compareció a batear Tony Taylor; luego de ponerse en conteo de dos bolas y un strike, dio hit de línea al izquierdo; acto seguido, Clay Dalrymple, receptor cuáquero, encendió un cohete al right con el que avanzó el cubano, que había salido en jugada de hit and run, a la antesala, desde donde anotó por elevado de sacrificio al center del emergente Howie Bedell, liquidando la cadena de escones de Drysdale.
     En la historia del beisbol cubano Tony Taylor conforma, junto a Tito Fuentes y Cuqui Rojas, el trío de mejores intermedistas de todos los tiempos: 19 años Taylor, 15 Fuentes y 16 Rojas en Grandes Ligas son suficientes para avalarlo.

Por Andrés Pascual
   




Tony Taylor esta considerado entre los 10 mejores peloteros Cubanos de todos los tiempos



martes, 7 de junio de 2011

José Fernández, un balserito en las Grandes Ligas


José Fernández, el balserito cubano que tras varios intentos de fuga escapó hace cinco años de la isla por vía marítima hacia México, cumplió su sueño: jugar en las Grandes Ligas norteamericanas de béisbol.
Tras tres intentos de fuga que resultaron fallidos y castigados con prisión, al muchacho no le quedó otro remedio que seguir intentando escapar de Cuba. Fernández, ahora con 18 años, fue seleccionado el lunes por losFlorida Marlins en el puesto 14 de la primera ronda del 'draft' estudiantil estadounidense, que le abre las puertas para competir en las Mayores.
Para alcanzar este objetivo, Fernández tuvo que sortear grandes obstáculos en su natal Cuba, donde era considerado también una promesa del montículo. En tres ocasiones lo capturaron junto a varios familiares y amigos intentando salir de la isla para reunirse con su padre Ramón, quien abandonó Cuba en 2005 y reside en la ciudad de Tampa, estado de Florida.
Permaneció siete días perdido en alta mar en uno de los intentos, hasta que él y el resto del grupo fueron encontrados por un guardacostas de Estados Unidos que los devolvió a las autoridades cubanas.
Por su decisión de abandonar la isla, Fernández con solo 14 años permaneció 15 días en prisión y fue expulsado de la escuela mientras cursaba el noveno grado de la enseñanza secundaria. "Todo lo que me ha pasado, me ha ayudado mucho en el campo de juego", expresó Fernández al sitio de Internet 'TampaBay.com'.
Recuerda que en una noche durante una de las travesías se lanzó al mar para rescatar a una persona que había caído del bote y cuando la salvó la sorpresa no pudo ser mayor: era su madre Maritza. "Para su corta edad ha experimentado muchas cosas que la mayoría de los muchachos jamás conocerán", dijo Orlando Chinea, ex entrenador de la selección cubana de béisbol y quien ha supervisado el desarrollo de Fernández en Estados Unidos. "Es un verdadero fenómeno físico, con muchas cualidades humanas. Lo tiene todo para triunfar", añadió Chinea.
Enamorado del béisbol desde los cinco años, Fernández integró varios equipos en las categorías infantiles en la central provincia cubana de Villa Clara, por lo que fue elegido para ingresar a la escuela que reúne a los talentos deportivos: la EIDE (Escuela de Iniciación Deportiva Escolar). Y aunque admiraba a los exitosos lanzadores cubanos Pedro Luis Lazo yNorge Luis Vera, Fernández confiesa que su sueño siempre fue "jugar en las Grandes Ligas".
Ya en territorio estadounidese durante su etapa estudiantil finalizó con 30-3 y 314 ponches y solo 59 bases por bolas con los Alonzo Ravens, a los que guió a dos títulos estatales de la Florida en la Clase 6A. En la última temporada acumuló 13 triunfos y un solo revés con dos juegos sin carreras ni hits permitidos.
Un cazador de talentos escribió recientemente sobre sus destacadas cualidades: "Ha llegado a marcar 97 millas por hora en sus lanzamientos, posee una curva de calidad y una 'slider' prometedora". Otro 'scout' también elogió las virtudes de Fernández, quien mide 1,90 metros y pesa 98 kilos. "Es un derecho poderoso y grande, de hombros anchos y piernas sólidas. Tiene mucho a su favor".


José Fernández, un balserito en las Grandes Ligas


martes, 10 de mayo de 2011

ESTALELLA, EL PRIMER HISPANO QUE GANO LA TRIPLE CORONA EN EL BEISBOL ORGANIZADO


Por Andrés Pascual

       Roberto “Tarzán” Estalella (Cárdenas 1911-Hialeah 1991) fue el segundo gran jugador de posición cubano e hispano en  el Beisbol Organizado; el primero fue Armando Marsans, uno de los dos pioneros, junto a Rafael Almeida, cuando ya existían ambas ligas; primer bateador de .300 y primero en recibir votos para el MVP en Grandes Ligas durante la década 1910-20. Pero Marsans jugó pocos años.
        A Estalella, cuando fue cambiado por los Senadores de Washington a los Elefantes Blancos de Connie Mack en 1943 junto a Jimmy Pofahl y dinero por Bob Johnson, que había jugado en el Juego de Estrellas del año anterior por la Liga Americana, el Viejo Zorro de los Atléticos lo presentó como un nuevo Al Simmons que, si no comete la equivocación de irse a la Liga Mejicana, hubiera continuado el desarrollo ascendente de su carrera en Grandes Ligas, porque sus mejores años fueron los tres previos a 1945, cuando dio el paso en falso, en los que había jugado 100 ó más juegos en cada una de esas temporadas con promedios superiores a .285 actuando en la esquina caliente y en los jardines del viejo club.
        A Mexico fueron jugadores cubanos que cometieron un error garrafal, porque se hubieran impuesto en las Mayores, no solo Estalella, sino Adrián Zabala perdió la oportunidad única con los Gigantes; otros jugadores como Agapito Mayor, Mario Fajo o Chito Quicutis, que no tenían etiqueta de bigleaguers, tal vez hicieron bien; pero, quizás Jorge Comellas y, sobre todo Julio Moreno, tampoco hicieron bien las cosas. Para justificar la falta de clase que les hubiera impedido jugar en grandes ligas, muchos que no actuaron en ese nivel decían que “nadie se podía negar ante tanto dinero…”
        Pero Estalella sí desperdició con la ida a la Mejicana y la posterior suspensión como renegado una carrera que pudo ser brillante.
       En 1938, jugando para el Charlotte clase D de la Piedmont League, el matancero ganó la Triple Corona de Campeón de Bateo por primera vez para peloteros cubanos e hispanos en el Beisbol Organizado, al concluir la campaña con 38 jonrones, 123 impulsadas .378 de promedio, total de 325 bases recorridas y .754 de slugging.
       Sin embargo, no fue esa la única gran temporada del Tarzán cardenense: en 1949, con el Minneapolis de la Asociación Americana, el mismo con el que 11 años antes había ganado Ted Williams la Triple Corona a los 19 años, Estalella produjo para .341 con 36 dobles, cinco triples, 32 jonrones y 134 empujadas.
       El cubano estuvo en el Beisbol Organizado, incluyendo 9 temporadas en grandes ligas, desde 1934 al 1951 y en las Menores bateó 8 veces sobre .300; tuvo cuatro campañas con más de 30 jonrones y 1 sobre 20, además de que en 6 impulsó a más de 100 corredores. Su último buen año en Estados Unidos, luego de cumplir la sanción de las grandes ligas, fue en 1947 con el St. Jean de la Liga Independiente en que bateó .374 con 17 dobles, 2 triples, 24 jonrones y 101 empujadas en 321 veces al bate.
     En 1942, el Jíbaro Luis Rodríguez Olmo se llevó la Triple Corona jugando para el Richmond de la Liga Piedmont, convirtiéndose en el segundo hispano en ganar el premio.
     En 1950 Silvio García la obtuvo jugando para el Sherbrooke clase C de la Liga Peninsular con números como 21 jonrones, 116 impulsadas y .365 de promedio.
     En 1956, con el St. Cloud clase C, también de la Peninsular, el puertorriqueño Orlando “Peruchín” Cepeda la conquistó por batear 26 cuadrangulares, enviar 112 corredores al plato y promediar .355.
     En 1959, que fue opacado injustamente en Cuba por la victoria de los Cañeros de los Cubans en la Pequeña Serie Mundial contra el Minneapolis, el inicialista Frank “Panchón” Herrera se la llevó a su casa en el pueblo habanero de Santiago de Las Vegas por 37 jonrones, 128 impulsadas y .329 de promedio, jugando para los Bisontes de Búfalo de la Liga Internacional clase Triple A
      Hasta 1962 y desde que en 1940 la obtuviera Cool Papa Bell, en la Mejicana la han ganado Wild Bill Right en 1943; Angel Castro en 1951; el cubano René González en 1952; el norteamericano Alonzo Perry en 1956; Claudio Solano, de la Liga Arizona-Mexico, en 1957 y Ramiro Caballero, de la Mejicana Central, en 1962.
       Como adjuntos de interés, en 1956 Ken Guttler, jugando para el Shereveport de la Piedmont, bateó 62 jonrones y empujó 143, pero su promedio de .293 no fue suficiente para liderar la liga.
       Quien si lideró la Longhorn clase C con el Roswell en los tres departamentos de Triple Corona fue Joe Bauman en 1954, en la que se puede considerar acaso la mejor temporada de bateador alguno en cualquier liga del mundo. El tipo produjo para 72 jonrones, 224 carreras impulsadas y .400 de promedio.



Roberto Estalella desperdició su alternativa estelar en la Mejicana.

sábado, 30 de abril de 2011

PASION, ORGULLO Y VERGUENZA: EL CIRCUITO UNIONISTA


Por Andrés Pascual

       La entrega absoluta en el terreno de juego; el juego caliente, alegre y agresivo son las credenciales de la pasión por el deporte. La pelota en Cuba había que jugarla con apasionadamente, por amor al juego y por respeto a un público que, además, pagaba su entrada…
       Así se jugaba el béisbol de la Liga Nacional, adscrita a la UAAC; o Unión Atlética Amateur de Cuba; mejor todavía, el circuito unionista de pelota aficionada, hasta 1959.
      La historia de las competencias del béisbol de la Liga Nacional Amateur fue pródiga en hechos notables, por lo que, virtualmente, llenó los anales del sector en Cuba; tan populares fueron sus campeonatos veraniegos que, en determinadas etapas, alcanzaron mayor arraigo entre la afición que el premio profesional de invierno.
      Los fanáticos de aquellas generaciones recuerdan con nostalgia el auge fabuloso que alcanzaron los amateurs de la época en que coincidieron jugadores de la talla de Roberto Ortiz, Adrián Zabala, Agapito Mayor o Sandalio Consuegra entre muchos, así como conservan latente la imagen de aquellas concurrencias extraordinarias que se reunieron, en el Estadio Cervecería la Tropical, con motivo de las Series Mundiales de lo que se dio en llamar la Edad de Oro del amateurismo cubano: 1939-1945.
      Fue nutriéndose  de las figuras más sobresalientes del amateurismo que los campeonatos profesionales de invierno adquirieron esplendor y consiguieron atraer a multitudes: la firma de Napoleón Reyes por el Almendares, en 1941, fue seguida, al año siguiente, por la de otras estrellas como Andrés Fleitas, dando comienzo al llamado Ciclo de Oro del Profesionalismo, que se inició con organización superior, a partir de 1943 y se reafirmó desde 1947, por alza de los precios del azúcar y la zafra nacional superior a 7 millones.
     Sin embargo, el asalto al profesionalismo por las estrellas amateurs, provocó la primera fase del declive del béisbol unionista: incorporados a la Liga Cubana la mayoría de los ídolos del amateurismo nacional y funcionando libremente la contratación de elementos valiosos por scouts del Béisbol Organizado, que necesitaba suplir con jóvenes extranjeros la ausencia de los norteamericanos que marchaban a la guerra, los campeonatos amateurs decayeron notablemente en calidad y, por reflejo natural, cedieron terreno en la atención del público.
            Sin embargo, a pesar de los factores negativos, la Liga Nacional de Amateurs se mantuvo hasta 1959 con su pabellón en alto, cumpliendo con su misión de agrupar a centenares de jóvenes jugadores cubanos y sirviéndoles de intermediarios hacia las filas del béisbol rentado.
         …Fue el 12 de abril de 1914 que se puso en marcha el primer campeonato amateur de pelota en Cuba, con la participación de los clubes Vedado Tennis, Instituto de La Habana, Atlético de Cuba y Sociedad de Marianao.
        Las actividades de aquel campeonato fueron regidas por la Liga Nacional, fundada ese año a instancias de los clubes que participaron; Sixto de Sola fungió como primer presidente y fue secundado por el doctor José L. Pessino como Secretario y, como Tesorero, por Augusto Muxó. Los primeros delegados ante la Liga Nacional fueron el doctor Guillermo de Zaldo, por el Vedado Tennis; Gustavo Gutiérrez, Instituto de La Habana; Miguel Suárez, Sociedad de Marianao y el arquitecto y posteriormente alta figura del Comité Olímpico Nacional, Miguel Angel Moenk, por el Atlético de Cuba.
        La Liga mantuvo un carácter extraoficial hasta el 26 de abril de 1917, fecha en que la inscribieron  en el Registro Especial de Asociaciones del Gobierno Provincial de La Habana, con el número 3973 del folio 285 en el libro 11; fue la primera organización deportiva constituida en Cuba.
        Cuando, el 22 de marzo de 1922, se fundó la Unión Atlética de Amateurs de Cuba, la Liga acordó someterse a su jurisdicción; aunque, conservó autonomía para elegir su directiva por intermedio de los equipos participantes. Por efectos de esta combinación, se estableció no permitir en sus torneos a aquellos clubes que no pertenecían a la Unión Atlética.
        No obstante, entre 1928-1931, se sancionó una serie de 3 juegos entre el campeón de la Liga Social y el campeón de la Unión Atlética, que tuvo como resultados que el Teléfonos, representando los dos primeros años a la Social y dependiendo del pitcher zurdo Narciso Picazo, ganara el gallardete y, cuando los Telefónicos entraron al circuito unionista, volvieron a ganar el evento, que tuvo como nombre la Serie Cocriolla. Fue con el Círculo de Artesanos de San Antonio de los Baños, representando a la Social, que debutó Antonio “Quilla” Valdés en el amateurismo. Después, el Artesanos entraría a la Unión Atlética y Quilla también, pero por intermedio de los Azucareros del Hershey.
       Hasta 1933 se mantuvieron inalterables los lazos entre la Unión Atlética y la Liga Nacional; pero, el 31 de marzo de ese año, fueron aprobadas nuevas modificaciones de sus estatutos, a través de los que se estableció que, en lo adelante, el Secretario-Tesorero de la Liga, sería el mismo de la Unión Atlética.
       A través de su historia, el circuito unionista vio aparecer y desaparecer varios  clubes desde sus originarios 4 de 1914: Cubaneleco, Fortuna, Regla, Santiago de las Vegas, Circulo Militar, Deportivo Matanzas, Hershey, Asociación de Colonos, Miramar Yatch Club, Vedado Tennis, Casino Español, Liceo de Guines…en calendarios que funcionaron desde 16 clubes hasta 28.
      La Unión Atlética anidó una constelación de estrellas que fueron capaces de jugar en ambos circuitos,  amateur y profesional.
      Grandes jugadores, que hicieron poderoso aquel béisbol, fueron: Jose A. Reguera, Pedro Flores, Gustavo Alfonso, Cándido Hernández, Roberto Ortiz, Agapito Mayor, Conrado Marrero o Isidoro León, de etapas anteriores a 1946; o, Tata Solís, Vicente López, Miguel Fornieles, Carlos Balvidares, Mario González, Manguito Puente, Manolo García, Luis Olivares, Pancho Villa Armas, José Mir, Derubín Jácome, Jiquí Suárez, Mario Cossío, Miguel de la Hoz, o Cuqui Rojas, posteriores al año mencionado.
      ¿La esencia de la grandeza del circuito?     El juego honesto, decente y apasionado, demostrativo de que el béisbol tiene que mantenerse ajeno al escándalo, para que cumpla a plenitud su papel de guía social de la niñez y la juventud.
      De la Unión Atlética, mayormente, con la contribución de la Liga Inter Fuerzas Armadas, primero, y de la de Pedro Betancourt, después, salían los poderosos y verdaderos equipos amateurs Cuba, que se medirían en la arena internacional a lo mejor del área, con resultados superiores para los cubanos.
     Tan poderoso fue ese circuito durante su Edad de Oro que, a la inversa de lo que hicieron los jugadores negros en Grandes Ligas, la Unión Atlética, donde solo jugaban blancos, no solo tuvo más fuerza en arraigo deportivo que la Liga Cubana durante una época, sino que logró salvarse de la catástrofe económica e interesar al fanático, cuando saltaron al profesionalismo los jugadores amateurs de clase y prestigio del circuito aficionado


Pie de grabado: Natilla Jiménez, a la derecha, fue uno de los grandes estrellas de la Unión Atlética

jueves, 28 de abril de 2011

LA PEQUENA SERIE MUNDIAL DE 1959




Por Andrés Pascual

      La Pequeña Serie Mundial es el encuentro de postemporada que decide el campeón, clasificación Triple-A, entre el ganador de la Liga Internacional y el vencedor de la Asociación Americana.
      Según escribió Stew Thornley en el libro “La gloria y la fama de los Molineros de Minneapolis”, pocas en su historia fueron tan excitantes y peligrosas como la que jugaron, en 1959, los Cubans Sugar Kings, de La Habana, y el club objeto del libro.
      Y es que no solo fue una de las más disputadas juego por juego, en la que el séptimo se decidió en el noveno inning, con otros dos en entradas extras; sino que, según Thornley, testigo presencial del evento como reportero, “Fue la única en que las ametralladoras y fusiles superaban la cantidad de bates de ambos equipos juntos…”
      Los Molineros, un equipo sucursal de los Medias Rojas de Boston, dirigido ese año por Gene Mauch era, en 1959, defensor del banderín ganado el anterior por barrida en 4 juegos contra los Reales de Montreal. El de 1959 sería el Clásico # 42 de su tipo.
      Minneapolis hacía su tercera aparición en cinco años en la Pequeña Serie Mundial, a la que asistió reforzado con dos jugadores que, en 1960, estarían en el club matriz de la Liga Americana: el jardinero Lou Clinton y el entonces segunda base de 19 años, inmortal del juego, Carl Yastrzemski, que unió al equipo durante los playoff de la Asociación.
      Del otro lado, los Cubans habían concluido 1958 en el sótano de la Internacional; pero, en 1959, terminaron en el tercer lugar del estado de los equipos del calendario regular; entonces se impusieron al Columbus y al Richmond en los playoff, ganando el boleto al evento.
     A los Cubans los dirigió Preston Gómez y su plantilla fue una mezcla de peloteros latinos con mayoría cubana y de refuerzos americanos aportados por el club matriz, los Rojos de Cincinnatti. Varios de los jugadores de los Azucareros ganarían respeto y fama en Grandes Ligas como Leonardo Cárdenas, Miguel Cuéllar, Cuqui Rojas, Haitiano González o, por sus soberbios relevos para los Yanquis en Serie Mundial, el lanzador zurdo boricua Luis “Tite”Arroyo.
     Fue el año, 1959, en que Cuba perdió la categoría de “paraíso”, convirtiéndose en una pesadilla que alcanzaría niveles de infierno en muy poco tiempo; en el cual,  bajo condiciones únicas de peligro, no vistas ni antes ni después en esos eventos, se celebró la más grande e importante serie jugada por un equipo cubano e hispanoamericano jamás hecha posible, hasta hoy, en el Beisbol Organizado.
    El peligro por el evento terrorista con justificación política, o por desborde de la enfermiza pasión por la consolidación de la confusión de todo el pueblo, repercutió en la pelota: poco después de la medianoche del 26 de Julio, mientras jugaban los Cubans contra los Alas Rojas de Rochester el 11no. inning, en el Cerro, un partido del calendario regular, las demostraciones de celebración por la fecha del Ataque al Cuartel Moncada, 6 años antes, incluyeron tableteo de ametralladores y disparos continuados con fusiles, pistolas y revólveres, que convirtieron a La Habana en una plaza en guerra extraña. Varios plomos encontraron su camino de descenso dentro del terreno de juego, hiriendo levemente al coach de tercera del Rochester, Frank Verdi y al torpedero cubano Leonardo Cárdenas. Este incidente estuvo a escasos milímetros de adelantar el traslado de ciudad de los Cañeros, por el peligro que representaba tan irresponsable acción, el que se produjo en julio del año siguiente bajo señalamientos de “peligro extremo”, sobre todo para los jugadores de los clubes visitantes, que se quejaron por la anomalía.
     Roberto “Bobby” Maduro, propietario de los Cubans, para no perder la oportunidad de celebrar la Pequeña Serie Mundial en el estadio de la barriada del Cerro, elevó al Presidente del circuito, Mr. Frank Schaugnessey, un comunicado que decía: “No hay violencia en La Habana ya. Los fanáticos, por ahora, solo tienen presente el beisbol en sus intereses.” Fidel, personalmente, garantizó la observación que, indudablemente, fue una súplica. Las Ligas Menores, a través de Mr. George Trautman y el propio Circuito Internacional, así como del Secretario de Estado, Cristian Herter, lo aceptaron…la Pequeña Serie Mundial tenía bandera de vía segura por el carril antillano.
    La serie se inició en Bloomington, en el estadio Metropolitano. Allá iban a ser jugados los primeros dos juegos del evento; pero un repentino tiempo invernal, con grandes nevadas, decidió el destino del resto de los juegos en el estado…
    El domingo 27 de septiembre, solo 2,486 fanáticos asistieron a ver caer su equipo 2-5 contra los Cubans en el inaugural. A 1,500 millas de casa, con un frío desconocido para ellos, alrededor de 1,000 fanáticos cubanos estaba en las gradas de aquel  estadio, con la algarabía natural del Cerro, con el Hombre de la Sirena y con el incansable repicar de tambores y trompetas de la conga de Papa Boza apoyando a los suyos, de tal forma, que los Molineros aparentaban ser huérfanos de fanaticada en su casa. Según escribió Thornley, “parecía que la tierra se tragaría al estadio, cuando los visitantes lograron un racimo de cuatro carreras en el tercero, por el atronador ruido de maracas y sirenas generalizado, matizado con el ondear de banderas cubanas por varias secciones de la instalación”.
     El tiempo empeoró y la asistencia mermó para el juego # 2, con solo 1,062 pagando la entrada; pero esto no detuvo a la artillería de largo alcance de los Molineros, que revertieron desventajas de 0-2 y 2-5 para, finalmente, imponerse 6-5: Roy Smalley, cuñado del manager Gene Mauch, metió un jonrón para empatar a dos en el segundo y Lou Clinton y Red Robbins reempataron a cinco, también con cuadrangulares, cerrando el octavo. La victoria de los de casa se produjo por medio de otro jonrón, de Ed Sadowski, en el noveno.
      Los jugadores de los Cubans parecían más afectados por la fría temperatura que por los racimos de anotaciones de los Molineros, el consumo de grandes cantidades de café hirviendo y el uso de toallas y colchas para envolverse, daban una imagen ártica al dugout visitante. La revista Bohemia publicó una curiosa foto de AFP en la que se veían Al catcher Enrique Izquierdo, al pitcher Raúl Sánchez y al infielder Octavio “Cuqui” Rojas, alrededor de un latón de basura, que encendieron dentro del dugout, para calentarse en medio del tremendo frío.
      El 29 de septiembre se suspendió el juego por nevada y la Comisión de Ligas Menores decidió el traslado a La Habana de los partidos restantes. Para muchos que participaron en el acontecimiento, desde jugadores a narradores, la solución de emergencia benefició al club cubano, al extremo de que consideran que el campeonato se ganó por el traslado total de los juegos restantes al Estadio del Cerro.
    Si a la Serie entre Yanquis y Mets hoy, como a la de los Bombarderos y el Brooklin ayer, se les llama “La del Metro”, la que se jugó como colofón a la campaña de Triple A de 1959 se debió bautizar como la del Estrecho de la Florida. Empezaba entonces el enfrentamiento, ante su público, del verdadero momento de grandeza de la pelota cubana, hasta el día de hoy, con los Cubans contra Minneapolis.
     En medio de una majestuosa parada de bienvenida desde el aeropuerto a la ciudad, luego del arribo a La Habana de  ambos equipos y en una gala  al efecto, Bobby Maduro dijo: “Esto es un evento nacional”. Fidel Castro estaba presente y no habló; pero asistiría a cada desafío efectuado y toda la cúpula gubernamental fue obligada a presenciar en vivo, por lo menos, un juego como política personal dictada por el sátrapa.
     Castro entró al terreno por el centerfield para el primer y último juego celebrados en Cuba y se sentó en diferenes secciones de palcos, en uno de los partidos, le retrataron en el dugout de los Cubans, entre Borrego Alvarez y Ray Shearer.
      En la pequeña ceremonia en el plato que precedió el primer juego, el dictador se dirigió a los mas de 25,000 asistentes: “Vine aquí para ver a nuestro equipo derrotar al Minneapolis, no como Premier, sino como fanático. quiero que nuestra novena gane la Pequeña Serie Mundial… ¿Qué mejor después del triunfo de la Revolución?” Acto seguido, le dio la mano a cada jugador de los dos equipos.
    Según Stew Thornley, los Molineros estaban nerviosos con aquellos barbudos, que los saludaban con señas de manos y cabezas hasta 7 veces cada uno, por lo que salían muy poco de sus cuartos en el Havana Hilton. Algunos consideraron ese detalle como trabajo colateral de apoyo a la victoria.
     Aunque Gene Mauch siempre dijo que nunca se sintieron amenazados, más de 1,000 soldados estaban allí, durante los juegos, alineados como segunda barrera de protección a las reglas de terreno por el público dentro del diamante, o en los dugouts…
    Ted Bowsfield, pitcher del Minneapolis, describió así su preocupación: “Eran jóvenes, muchos de 14, 15 y 16 años, jugando con sus armas al lado de uno. A cada rato escuchábamos disparos fuera del estadio y nunca supimos la razón…”
   Tom Umphlett, jardinero central visitante, al entrar al dugout después de hacer una cogida a lo profundo de su posición, le comentó a Mauch: “Uno de esos barbudos me prometió que me iba a matar e hizo la señal de media circunferencia, con el dedo a través del cuello, que en Cuba no se hace como para cortar la cabeza; sino como símbolo de victoria en un juego. Evidentemente, el Minneapolis jugó aterrorizado aquella serie.
     El tercer juego lo abrió el club de la Asociación con ventaja de 2-0; pero los Cubans empataron en el octavo a dos y ganaron con otra en el décimo. Yastrzemski, que la sacó a 400 pies por entre el right-center, escribió en su autobiografía: “Era una revolución en las calles y las armas, disparadas constantemente en tus narices, hacían violento el espectáculo”
    Los Sugar Kings empataron a tres el cuarto juego en el cierre del noveno, con sencillo de Daniel Morejón, que también empujó la anotación ganadora con otro hit en el onceno.
    A uno de la eliminación en 4 juegos, el Minneapolis se sobrepuso y ganaron los proximos dos, empatando a tres la serie.
    Para el séptimo, Castro alteró su entrada desde el centro del terreno y, en vez de pasar frente a la cueva de los cubanos, lo hizo por la de los visitantes. De acuerdo a Lefty Locklin, del Minneapolis, cuando pasó frente al bullpen, despacio y mirándolo fijamente, le dijo en inglés, mientras se tocaba la pistola que llevaba: “Hoy ganamos nosotros”.
     Sin embargo, los Molineros dieron la impresión de que no creían en supuestos fantasmas y Joe Macko abrió el cuarto episodio con jonrón al izquierdo, mientras Lou Clinton hacía lo mismo en la sexta para poner delante a su equipo 2-0.
      La ventaja forastera se mantuvo hasta el 8vo. cuando Pelayito Chacón abrió con sencillo y, después de un out, Morejón bateó una línea que picó y se internó en el público, bajo reglas de terreno, para un doble. Ray Shearer se ponchó sin tirarle para el segundo out; pero el emergente Larry Novak conectó hit al center que empató el desafío.
     En el cierre del noveno con el score empatado, los Cubans colocaron corredores en segunda y primera con dos outs. La mala suerte de los Molineros, además de la nieve que les canceló servir de anfitriones en 2 juegos, reapareció en el plato en la figura del Jugador Más Valioso del evento, el recientemente fallecido jardinero Daniel Morejón el que, al primer lanzamiento, conectó hit de línea al centro, que le permitió al corredor Raúl Sánchez llegar de cabeza, antes que el tiro de Umphlett, con la carrera que decidió el memorable juego.
      Los Molineros de Minneapolis regresaron a su casa tristes por la derrota, pero aliviados por la tensión de la actividad irresponsable, enmascarada en juerga y diversión a que, aún, acostumbra la tiranía.
     Ted Boewsfield declaró después: “No tuvo peso perder el juego en ese país y bajo aquellas condiciones, estábamos felices de regresar sanos y salvos…”
     Mientras, La Habana iniciaba tres días de fiestas por la tremendísima victoria de los Cubans que, al año siguiente y por esa fecha, Castro se había encargado de opacar para siempre obligando a las autoridades americanas a trasladar el club a Nueva Jersey.
  
    

martes, 26 de abril de 2011

SOSPECHOSO TRATAMIENTO MEDIATICO AL PREMIER




Por Andrés Pascual

      ¿Por qué razón, a raíz del centenario de Conrado Marrero ayer, la prensa de Miami decidió seguir la forma como celebra la tiranía el cumpleaños?
      Por ejemplo, en una entrevista con el ex lanzador, se dirigen algunas preguntas hechas a ex entrenadores de Series Nacionales como Juan Gómez, “El Coco”, que dijo que Marrero “había influido mucho en ellos”, lo que no es cierto, porque en ningún pitcher de la cosecha 1969-presente, se aprecia algo que recuerde que, alguna vez, un pitcher de mucho control, solo con recta y slider (nunca tiró otra cosa), que forma parte de la leyenda del beisbol cubano, tenga un legado en generaciones que solo aprenden si se fugan hacia el beisbol profesional. Todo lo que se dice son habladurías, el único lanzador en el que se vio que, personalmente, el Guajiro fue tenido en cuenta durante su aventura por la provincia de Oriente, fue en Braudilio Vinent, con un tremendo slider, no sé si como el del ex pitcher de los Azules o mejor, pero sí tremendo. Pero el Duque, con un lanzamiento a ¾ mortífero, probada su eficiencia en Grandes Ligas, no relaciona al venerable centenario del sempiterno tabaco en su aplicación de alumno aventajado, por lo menos, nunca lo ha dicho.
       Orlando Peña, otro ex lanzador estrella del club azul de la Liga Cubana, que logró dominar un slider tremendo, además de la saliva y el tenedor, también le agradece al Premier “todo lo que sé como pitcher”, y utilizó el pitcheo que identificó al pitcher estrella del Cienfuegos de la Unión Atlética con éxito en las Mayores de 8 y 10 clubes por circuito.
       Sobre Marrero, el dato manejado por la prensa oficial de la Isla, “es el último pitcher que haya vestido uniforme de liga-grande con 100 ó más años de vida”, forma parte de la celebración; pero nadie ha dicho que, junto a Andrés Fleitas, son los únicos sobrevivientes del glorioso y verdadero emblema del beisbol cubano en cualquier época: los Alacranes del Almendares década de los 40’s segunda parte; porque el Idolo del Central Constancia abandonó el país desde 1962. Que lo censuren allá, bueno, pero, ¡Qué se imite la medida aquí…! Por favor.
       Se ha entrevistado a Marrero sobre sí mismo en La Habana; incluso a algunos que pueden decir muy poco sobre la grandeza del Premier; pero, a uno de sus catchers, a Fleitas, otra leyenda auténtica e indesteñible, no se le entrevista para que enriquezca, con el anecdotario que tiene de su larga y estrecha relación con el ex lanzador; ni a Orlando Peña, al que el Guajiro de Laberinto le sugirió que “no le fajes al rolling por el cuadro, déjaselo al jugador de atrás, que lo hace mejor” ni a Camilo Pascual ni a Felo Ramírez… ¿Dónde está el detalle?
       Son, a fin de cuentas, cosas curiosas y caprichosas que nadie adivina por qué ocurrieron en la prensa y la radio de Miami. Ahora, justo es decirlo, en Cuba han hecho todo esto no por la grandeza del pitcher; sino, porque no quiso irse de Cuba, decisión soberana y respetable y porque nunca ha dicho ni una palabra en contra del castrismo.
       Si a Marrero se le hubiera escapado un lanzamiento oral, especie de wild-pitch político, nadie se acordaría ni de su nombre ni de que cumplía 100 años ayer ni, incluso, dónde estaría ahora mismo. Sucedió con Salvador Hernández, con Luis Suárez, por ejemplo.
       En esto, El Premier de los lanzadores de Cuba” ha demostrado más control que el que tenía cuando pitcheaba; sin embargo, por aquí no se puso un solo lanzamiento en zona de strike, convincente tanto para el umpire como para “el respetable”…hasta los relevistas perdieron el control. ¡Qué barbaridad!



Pie de grabado: ¡Qué lástima! Ninguno de sus compañeros ha sido escuchado fuera de Cuba.





Entrevista a Conrado Marrero


MARTES 26 DE ABRIL DE 2011

Una entrevista a Conrado Marrero: Un siglo de puro béisbol


¿Usted hubiera podido vivir sin Cuba?


"Si hubiese querido vivir fuera, incluso en Estados Unidos, hace rato que lo hubiera hecho. En estos días han venido muchos periodistas a entrevistarme, algunos extranjeros, porque dicen que soy el único jugador de Grandes Ligas vivo con 100 años y siempre le digo lo mismo: Nunca pensé dejar a Cuba y voy a morir donde nací. Adoro mi patria y adoro a todos los cubanos".

Conrado Marrero: un siglo de puro béisbol

Por Joel García


Sumario: Este 25 de abril Conrado Marrero cumplió 100 años en La Habana, rodeado de sus familiares, amigos y todo el que ama el béisbol en la Isla. Días antes había revelado historias exclusivas sobre su vida dentro y fuera de un terreno de pelota.
Si alguien busca una persona con buena memoria a los 100 años, el ejemplo más fiel es Conrado Marrero. Sentado en su sillón, con una pelota en la mano derecha todo el tiempo y un tabaco en la izquierda, el conocido Guajiro del Laberinto (por la finca donde nació, en Sagua la Grande) accedió a lanzar "strikes" con la broma genial de que no habría ponches, pues la conversación era parte de su 100 cumpleaños.
Más allá de la edición periodística, el hilo conductor de las respuestas la preservamos tal y como las contestó, incluso con esas palabras y frases de quien, por momentos, parecía estar contándonos una historia de la mejor novela deportiva no escrita.

¿Cómo era el niño Conrado, de qué manera llegó al béisbol?

"Fui un muchacho de campo, hijo de campesinos  que empezó poco a poco a conocer el juego de pelota. Entonces se "mentaba" mucho a Adolfo Luque, Miguel Ángel González y algunos más.
"Como no tenía pelota, me ponía a tirar naranjitas, limones o pelotas de trapo y a batear piedrecitas. Mi papá no jugaba, pero mi hermano mayor, Benito, sí. Jugábamos en cualquier lado, pero no como ahora, sino con dos bases y pelota de goma de camión, de esas que se cortaba un pedazo de goma, se metía en la candela y se daba vuelta para que estuviera lo más redonda posible.
"Una vez estaba "catcheando", y con una pelota de esas me dieron un "tri foul", que me raspó la cara y me "quitó" hasta la piel. Fue como un bautismo de fuego. Cuando era un poquito más grande, Benito me llevaba a ver juegos que se hacían entre campesinos. Vine a ver un cuadro de pelota por primera vez con 10 años".

¿Cuál es la historia de su primer traje de béisbol?


"Donde me hice pelotero fue en El Laberinto. Jugaba los domingos con muchachos chiquitos de mi edad, pero hicieron una "novena" de guajiros grandes y cuando practicaban iba con una mascotica de lona que tenia y me tiraba con ellos, porque no había dinero para comprar guantes. Al final, quitaron la tercera base porque era mal fildeador y me dieron la oportunidad.
"Después, uno que le decían Cucho Polaina (Delfin López) hizo otra "novena" para jugar en un lugar que se llamaba Los Cuatro Caminos. Para comprar el traje, los guantes y la pelota, nos fuimos como cuatro o cinco a guataquear el platanal de Erminio, que era más malo que el "carajo". Así ganamos unos kilos y compré un pulover de manga larga y un saco de harina. Mamá me hizo el traje de pelotero y le pusieron aquí: (señala al pecho) Los Piratas".

Pero usted jugaba en el cuadro, tercera o torpedero. ¿Perdimos un defensor o ganamos un lanzador?

"Cuando estaba en El Laberinto venían unas "novenas" de Sagua la Grande y aunque era más chiquito, me fijaba siempre en los pitchers y luego tiraba como ellos. Cucho y Ángel, los dos pitchers de nosotros, no aguantaban en el box. Jugamos dos domingos con Los Panaderos y nos entraron a palos, pero al tercero, perdiendo, me pusieron.  Ahí empecé seriamente a lanzar. Ese día ganamos porque di un batazo que metí la pelota en una cerca de piña (jonrón) con dos en base".

¿Cómo llega al equipo Cienfuegos y qué recuerda de su primera visita a La Habana?

"Todos los domingos pitcheaba y ganaba en Isabela de Sagua. Un día le dijeron al director del Cienfuegos que si necesitaban lanzadores fuera a Isabela, donde había un guajiro que no perdía.
"Para probarme el equipo jugó allá, pero el terreno era muy corto por el right field y ellos llevaron tres zurdos. A la hora de discutir las reglas, le propusieron dos bases (es decir doble) si se iba por ahí, pero la gente de Cienfuegos decían que a riesgo los batazos. Y le dije al manager: "A riesgo, chico, no te preocupes".
Jugamos siete inning y los tres zurdos se poncharon siempre que fueron al bate. Di 14 "ponchaos". Por primera vez hablaron de una posible integración al equipo, que no ocurrió hasta días más tarde, cuando avisaron mientras cargaba una carreta de caña. "Fui corriendo para la casa, me bañé y cogí el tren hasta Santo Domingo. La "novena" de Cienfuegos, que iba a jugar con la selección Cuba en La Habana, venía en un ómnibus que estaba  lleno. Buscaron una silla de tijera y la pusieron en el pasillo para sentarme.
Entramos de madrugada a La Habana y nos hospedamos en el hotel Boston, cerca de la terminal de Ferrocarriles. Vi tanta gente levantada de madrugada que dije: "coño, pero aquí la gente no duerme, hay más personas que un día de fiesta en mi pueblo".

¿Qué ejercicios hacía para mantener la forma deportiva por tantos años?


"Correr y correr. Fíjate que pitcheaba en La Habana, me quedaba en Santo Domingo, cogía el tren para Sagua y me iba ese mismo día para El Laberinto a trabajar. Siempre lo hice como carretero de cañas y ahí uno camina mucho. Tenía buenas piernas.
Entre semana, que llegaba a la casa por la tarde, mis hermanos me recibían con una mascota y les tiraba unas pelotas. Cuando ellos no estaban, Olimpia, otra hermana, se ponía en el patio de la casa a "catchear", le daba la mascota y me tiraba con ella".

¿Curvas o sliders? ¿Por qué nunca mejoró su recta?

"Tiraba una curva pequeña. Recortaba la pelota y la botaba más para acá (señala el movimiento hacia dentro) para que el movimiento fuera más corto. Pero vino un americano a jugar a Cuba, que estuvo con el equipo de Tampa, y cuando vio que lo dominaba fácilmente con ese lanzamiento me dijo que era slider y desde entonces todos lo llamaron así. Tenía mejor control con esa slider que con la recta, la cual tampoco era mi fuerte".

Hay una anécdota muy famosa de usted con Adolfo Luque en un juego vespertino. Hablemos de ella.


"Era un doble juego con Marianao, un domingo. Cuando salimos a la práctica Luque me dijo, no te muevas mucho porque quizás "pitchees" en el segundo ya que Tomás de la Cruz, que le tocaba, no había venido. Puso a Comella a tirar el primer juego y perdimos 3-2.
"En el segundo abrí yo contra Consuegra y Roberto Ortiz con uno en base le dio jonrón. Ya en los últimos innings se me embasaron dos hombres con un out. Y cuando viene a batear el mexicano Beto Ávila, que despuntaba como una estrella, Luque vino al box y me dijo: Coño,como un pitcher (porque había dado dos bases por bolas con un out) de tanto control como tú vas a perder el control.
"Le contesté: sí, es verdad, pero hábleme sin mover tanto las manos, porque usted tiene fama de que le pelea a los pitchers. Ahí mismo respondió: que se vaya para el carajo el público. Le saqué out a Avila, pero después venia el cuarto bate, y volvió a salir Luque.
"Ese hombre viene a darte un jonrón porque nosotros estábamos ganando", me adivirtió. Y le dije coja la pelota y désela a otra pitcher que no le vayan a dar jonrón. Me contestó:
No es eso, solo te alerto que él viene con esa idea. ¿Y para dónde batea él?, le pregunté. Para el left field. Y le dije, conmigo va a batear para el rigt field. Y lo dominé con fly a ese jardín".

¿Cuán importante para un lanzador es tener un buen receptor?

 "Un "catcher" que reciba bien te ayuda mucho porque puedes pasar la bola por dentro y por fuera con facilidad. Hay quienes lo hacen con las piernas más cerradas y otros se abren más a la hora de ponerse en el home. Cuando ocurre esto último uno ve la zona más grande. Me acostumbré mucho a Julio Trujillo, le tenía mucha confianza, al igual que a Andrés Fleitas".

¿Por qué a Conrado no le gustaba dirigir?


"Al triunfo de la Revolución fui a enseñar a los muchachos jóvenes e hicieron una "novena" de la que salieron después buenos jugadores para las series nacionales. Fui manager del Almendares porque no había nadie, pero no me gustaba dirigir por los dolores de cabeza que trae con el público y hasta con los jugadores. Prefiero ser entrenador de bateo, en especial de fongueo, que lo aprendí en Washington. Antes de retirarme trabajé con el béisbol en Santiago de Cuba, Granma y los resultados se han visto en estos años".

Por vez primera en nuestras series nacionales, Cienfuegos estuvo discutiendo hasta el último momento pasar a la final. ¿Qué siente un pelotero que entregó tanto por ese nombre, aunque en épocas distintas?


"Donde me inicié como lanzador, desde donde salí a jugar profesional fue en el Cienfuegos.  Hace tiempo le dije a mi nieto que ese "club" podía ser campeón de estas series porque sus peloteros juegan con disciplina y sus pítcheres son bastante buenos. Ya no puedo ver la televisión, pero escucho todos sus juegos por radio. Me simpatiza mucho el receptor Arias, la primera base Abreu y el "siol" Arruebarruena.
"Aunque mi último trabajo como entrenador fue en Granma, la confianza mía estaba en que Cienfuegos ganara este año. Te doy un dato más, desde 1941 cuando gané con ellos en una serie distinta a la de ahora, nunca más han podido ser campeón en ningún torneo. Hubiera sido no solo un regalo de cumpleaños, sino para todo ese pueblo".

¿Usted hubiera podido vivir sin Cuba?

"Si hubiese querido vivir fuera, incluso en Estados Unidos, hace rato que lo hubiera hecho. En estos días han venido muchos periodistas a entrevistarme, algunos extranjeros, porque dicen que soy el único jugador de Grandes Ligas vivo con 100 años y siempre le digo lo mismo: Nunca pensé dejar a Cuba y voy a morir donde nací. Adoro mi patria y adoro a todos los cubanos"