Por Andrés Pascual
Lo voy a repetir ¿Cómo fue posible que, formando parte del homenaje a Conrado Marrero por su centenario, nadie tuviera en cuenta a la única voz autorizada sobre el Guajiro en existencia? Porque en ninguna emisora radial, en ningún programa televisivo y solo en el Diario las Américas, referencia mía, se mencionó algo del rico anecdotario de la leyenda del Hershey y del Almendares, el catcher tan inmortal para Cuba como el pitcher del control milimétrico y el lanzamiento que rompía hacia arriba, Andrés Fleitas?
Fleitas es una enciclopedia, nadie puede investigar sobre el beisbol cubano y dejarlo fuera como fuente de primerísima mano, igual que hasta principios de los 90’s con Rodolfo Fernández y, durante toda esa década, con Agapito Mayor, Jorge Comellas y varios más, lamentablemente fallecidos.
Sin embargo, la diferencia entre Andrés y el resto acerca de Marrero, sobre sus inicios como pitcher, sobre sus lanzamientos embrujados es que nadie puede disertar igual que el hombre que le recibió “desde que se bajó de aquella mulita en Sagua la Grande, caminó hacia el box y dejó un juego empatado a cero contra la “Casa Stany”, la novenita que después se convirtió en el temido club Cienfuegos del circuito unionista. A partir de ese domingo, el club de la Perla del Sur contrató por 25 pesos por función (como regalía), al pitcher, cantidad que creció a 50.
Si con 25 “me compro una vaquita”, como le decía Marrero a Fleitas, pues con 50 se compraba dos y, a mediados de los 40’s, cuando decidió saltar, ni se moría de hambre ni podía considerársele pobre en ninguna categoría: era un guajiro que comenzaba a “potentarse”.
Según Titi Fleitas, al principio y hasta que no triunfó en los profesionales, Marrero fue un pitcher con poca seguridad en sí mismo, que no se consideraba capaz “de sacar un out” en el circuito rentado y que, en una oportunidad, le preguntó su opinión al catcher sobre su desempeño; después que le dijo “que era inteligente”, el Premier le contestó “bueno, eso es verdad…”; pero su recta, con poco extra, rompía hacia arriba y el slider incómodo y lanzado con el control más exacto que jamás tuvo algún pitcher en Cuba, era veneno.
Entre las cosas interesantes que me ha contado Fleitas sobre Conrado Marrero, que casi nadie conoce, está la de que al Premier le recibía bolas como calentamiento del brazo una hermana, en su casa y a diario.
Nadie puede escribir sobre Marrero, mucho menos los que nunca le vimos jugar, y dejar fuera la única opinión autorizada sobre el tema, la de Andrés Fleitas, su catcher en tantas contiendas memorables desde Series Mundiales Amateurs hasta el Champion Cubano de Invierno.
Fleitas, el hombre que considera a Cocaína García como el mejor zurdo cubano de todos los tiempos, porque ganó más de 250 juegos en su carrera profesional, que debutó en Venezuela con un no hit no run y bateo perfecto de 6-6; el mismo que, cuando no pitcheaba con el Santa Clara de Emilio de Armas, ocupaba un jardín y bateaba cuarto por encima de Dihigo y de todos los estrellas sepias americanas que importaba el club.
Sí, Manuel “Cocaína” García, que endrogaba a los bateadores en 1928-46, según Andrés, con “la bola empalmada”; esa que, para los cronistas que no tienen en cuenta a Fleitas, dicen que es “de los 70’s o los 80’s.
Fleitas, una autoridad insoslayable. |