Andrès Pascual
La cantidad de jugadores negros privados de jugar en Grandes Ligas por la barrera racial impuesta por el Pacto de Caballeros hasta 1947, no es ni remotamente comparable con la otra que le impide al cubano el acceso al beisbol mayor.
A la hora de razonar sobre la tremendísima cantera que perdió el Beisbol Organizado en la Isla, se podría hablar de 1000 ó más peloteros que dejaron de actuar aquí, en más de medio siglo; porque, si República Dominicana, con menos producción histórica en tiempos normales, ha colocado más de 600 desde mediados de los 80’s, ¿Cuántos cubanos han dejado de jugar en 49 años de criminal barrera política? Nadie sabrá nunca el número exacto del desperdicio de talento producto del muro castrista; tal vez 1000 sea una cantidad.
Nadie se explica la razón por la que no tratan esa prohibición de la tiranía castro-comunista contra el pelotero cubano, igual que al Muro Racial en las agencias de prensa americanas e hispanas; incluso en las oficinas del Beisbol Organizado ¿Acaso existen diferencias en cuanto a abuso de poder entre una y otra? ¿Por qué estos “hermanos” nuestros de América Latina, desde sus posiciones en la crónica de gran alcance como la de ESPN Deportes, en vez de alabar aquella pelota mala y destruida, no se solidarizan con el pelotero nuestro y establecen un capítulo que acuse, sostenidamente, a los responsables de tamaño crimen? Que también recuerde, anualmente, que en Cuba no se permite que un jugador utilice su derecho como individuo a jugar en el beisbol que crea más conveniente, o más ventajoso, por caprichos ideológicos impuestos criminalmente
¿Cuáles son los momentos en que debemos sentir aprecio por esa “hermandad”? Tal vez, creo yo, la solución a la tragedia cubana, con respecto al Beisbol Organizado, podría hacer peligrar el negocio de otros países del Caribe.
Aceptar el hecho de la situación cubana que afecta al beisbol como algo natural y, posiblemente, ejemplarizante desde una perspectiva de “buen gobierno revolucionario”, coloca en plano hipócrita la campaña por el retiro del número de Clemente, incluso el de Jackie Robinson.
La Barrera castro-comunista contra el pelotero nacional es más criminal e injusta que la que bloqueó al jugador negro hasta 1947; porque el jugador sepia americano podía irse a jugar por dinero a cualquier país que lo contratara, sin tener que enfrentar absurdas y maliciosas acusaciones de traición a la patria y sin ser convertidos en “no persona”; pero la mayor diferencia fue que tampoco se les prohibió construir su propia pelota profesional a través de las Ligas Negras.
Nadie de la prensa hispana ni de la americana ni de las instancias superiores del Beisbol Organizado, han hecho nunca ni denuncias que los comprometan solidariamente con el problema del jugador cubano; porque tal compromiso encierra una denuncia directa a la tiranía y estos elementos, que aplican como les da la gana el precepto “lo político no mezcla con el deporte”, tienen a mano la mejor justificación para no apoyar ni al beisbol ni, mucho menos, al ciudadano de la Isla en sentido general
¿Porqué razón? Para que no peligre su presencia en la pelota americana a través de una fuente que no les pertenece, adquirida de forma oportunista por la tragedia de Cuba; así de sencillo.
En igual posición se encuentran las Grandes Ligas, solo que, en este caso, hay secretos que no conviene que se sepan por nadie ajenos al asunto.
A fin de cuentas, el pelotero cubano, desde los últimos 49 años, carece de cualquier tipo de apoyo moral que garantice, por lo menos, una revisión de la política de injusticia y segregación más grande que el deporte haya conocido en América; a pesar de la barrera racial…(fodo Wilfredo Sánchez y Félix Isas)