Por Andrés Pascual
La entrega absoluta en el terreno de juego; el juego caliente, alegre y agresivo son las credenciales de la pasión por el deporte. La pelota en Cuba había que jugarla con apasionadamente, por amor al juego y por respeto a un público que, además, pagaba su entrada…
Así se jugaba el béisbol de la Liga Nacional, adscrita a la UAAC; o Unión Atlética Amateur de Cuba; mejor todavía, el circuito unionista de pelota aficionada, hasta 1959.
La historia de las competencias del béisbol de la Liga Nacional Amateur fue pródiga en hechos notables, por lo que, virtualmente, llenó los anales del sector en Cuba; tan populares fueron sus campeonatos veraniegos que, en determinadas etapas, alcanzaron mayor arraigo entre la afición que el premio profesional de invierno.
Los fanáticos de aquellas generaciones recuerdan con nostalgia el auge fabuloso que alcanzaron los amateurs de la época en que coincidieron jugadores de la talla de Roberto Ortiz, Adrián Zabala, Agapito Mayor o Sandalio Consuegra entre muchos, así como conservan latente la imagen de aquellas concurrencias extraordinarias que se reunieron, en el Estadio Cervecería la Tropical, con motivo de las Series Mundiales de lo que se dio en llamar la Edad de Oro del amateurismo cubano: 1939-1945.
Fue nutriéndose de las figuras más sobresalientes del amateurismo que los campeonatos profesionales de invierno adquirieron esplendor y consiguieron atraer a multitudes: la firma de Napoleón Reyes por el Almendares, en 1941, fue seguida, al año siguiente, por la de otras estrellas como Andrés Fleitas, dando comienzo al llamado Ciclo de Oro del Profesionalismo, que se inició con organización superior, a partir de 1943 y se reafirmó desde 1947, por alza de los precios del azúcar y la zafra nacional superior a 7 millones.
Sin embargo, el asalto al profesionalismo por las estrellas amateurs, provocó la primera fase del declive del béisbol unionista: incorporados a la Liga Cubana la mayoría de los ídolos del amateurismo nacional y funcionando libremente la contratación de elementos valiosos por scouts del Béisbol Organizado, que necesitaba suplir con jóvenes extranjeros la ausencia de los norteamericanos que marchaban a la guerra, los campeonatos amateurs decayeron notablemente en calidad y, por reflejo natural, cedieron terreno en la atención del público.
Sin embargo, a pesar de los factores negativos, la Liga Nacional de Amateurs se mantuvo hasta 1959 con su pabellón en alto, cumpliendo con su misión de agrupar a centenares de jóvenes jugadores cubanos y sirviéndoles de intermediarios hacia las filas del béisbol rentado.
…Fue el 12 de abril de 1914 que se puso en marcha el primer campeonato amateur de pelota en Cuba, con la participación de los clubes Vedado Tennis, Instituto de La Habana, Atlético de Cuba y Sociedad de Marianao.
Las actividades de aquel campeonato fueron regidas por la Liga Nacional, fundada ese año a instancias de los clubes que participaron; Sixto de Sola fungió como primer presidente y fue secundado por el doctor José L. Pessino como Secretario y, como Tesorero, por Augusto Muxó. Los primeros delegados ante la Liga Nacional fueron el doctor Guillermo de Zaldo, por el Vedado Tennis; Gustavo Gutiérrez, Instituto de La Habana; Miguel Suárez, Sociedad de Marianao y el arquitecto y posteriormente alta figura del Comité Olímpico Nacional, Miguel Angel Moenk, por el Atlético de Cuba.
La Liga mantuvo un carácter extraoficial hasta el 26 de abril de 1917, fecha en que la inscribieron en el Registro Especial de Asociaciones del Gobierno Provincial de La Habana, con el número 3973 del folio 285 en el libro 11; fue la primera organización deportiva constituida en Cuba.
Cuando, el 22 de marzo de 1922, se fundó la Unión Atlética de Amateurs de Cuba, la Liga acordó someterse a su jurisdicción; aunque, conservó autonomía para elegir su directiva por intermedio de los equipos participantes. Por efectos de esta combinación, se estableció no permitir en sus torneos a aquellos clubes que no pertenecían a la Unión Atlética.
No obstante, entre 1928-1931, se sancionó una serie de 3 juegos entre el campeón de la Liga Social y el campeón de la Unión Atlética, que tuvo como resultados que el Teléfonos, representando los dos primeros años a la Social y dependiendo del pitcher zurdo Narciso Picazo, ganara el gallardete y, cuando los Telefónicos entraron al circuito unionista, volvieron a ganar el evento, que tuvo como nombre la Serie Cocriolla. Fue con el Círculo de Artesanos de San Antonio de los Baños, representando a la Social, que debutó Antonio “Quilla” Valdés en el amateurismo. Después, el Artesanos entraría a la Unión Atlética y Quilla también, pero por intermedio de los Azucareros del Hershey.
Hasta 1933 se mantuvieron inalterables los lazos entre la Unión Atlética y la Liga Nacional; pero, el 31 de marzo de ese año, fueron aprobadas nuevas modificaciones de sus estatutos, a través de los que se estableció que, en lo adelante, el Secretario-Tesorero de la Liga, sería el mismo de la Unión Atlética.
A través de su historia, el circuito unionista vio aparecer y desaparecer varios clubes desde sus originarios 4 de 1914: Cubaneleco, Fortuna, Regla, Santiago de las Vegas, Circulo Militar, Deportivo Matanzas, Hershey, Asociación de Colonos, Miramar Yatch Club, Vedado Tennis, Casino Español, Liceo de Guines…en calendarios que funcionaron desde 16 clubes hasta 28.
La Unión Atlética anidó una constelación de estrellas que fueron capaces de jugar en ambos circuitos, amateur y profesional.
Grandes jugadores, que hicieron poderoso aquel béisbol, fueron: Jose A. Reguera, Pedro Flores, Gustavo Alfonso, Cándido Hernández, Roberto Ortiz, Agapito Mayor, Conrado Marrero o Isidoro León, de etapas anteriores a 1946; o, Tata Solís, Vicente López, Miguel Fornieles, Carlos Balvidares, Mario González, Manguito Puente, Manolo García, Luis Olivares, Pancho Villa Armas, José Mir, Derubín Jácome, Jiquí Suárez, Mario Cossío, Miguel de la Hoz, o Cuqui Rojas, posteriores al año mencionado.
¿La esencia de la grandeza del circuito? El juego honesto, decente y apasionado, demostrativo de que el béisbol tiene que mantenerse ajeno al escándalo, para que cumpla a plenitud su papel de guía social de la niñez y la juventud.
De la Unión Atlética, mayormente, con la contribución de la Liga Inter Fuerzas Armadas, primero, y de la de Pedro Betancourt, después, salían los poderosos y verdaderos equipos amateurs Cuba, que se medirían en la arena internacional a lo mejor del área, con resultados superiores para los cubanos.
Tan poderoso fue ese circuito durante su Edad de Oro que, a la inversa de lo que hicieron los jugadores negros en Grandes Ligas, la Unión Atlética, donde solo jugaban blancos, no solo tuvo más fuerza en arraigo deportivo que la Liga Cubana durante una época, sino que logró salvarse de la catástrofe económica e interesar al fanático, cuando saltaron al profesionalismo los jugadores amateurs de clase y prestigio del circuito aficionado
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Pie de grabado: Natilla Jiménez, a la derecha, fue uno de los grandes estrellas de la Unión Atlética |