Por Andrés Pascual
Los casos de jugadores de beisbol que son seleccionados en el draft colegial; o firmados como agentes libres fuera de Estados Unidos, con la excepción de los cubanos y los asiáticos, que logran ingresar a las Grandes Ligas de inmediato, son infrecuentes.
Por la agencia libre, nadie del área caribeña ha podido firmar y debutar en Grandes Ligas, sino que, obligatoriamente, han tenido que pasar por el proceso de Ligas Menores y, después, si hacen el grado, ascender a las Mayores, a las que llegan menos del 50 % de los que firman.
En la NFL y en la NBA no ocurre así: del sorteo, a vestir la camiseta del club que lo eligió; tampoco existen ligas de categoría inferior que los preparen para asimilar la diferencia de juego, aparentando que son deportes de menos complejidad atlética, en que la experiencia previa y la madurez no deciden mucho a la hora de ser escogido. También ha sucedido que algunos han logrado la categoría superestelar como reclutas de primer año y muchos comienzan como regulares en sus equipos.
Los casos cubanos y asiáticos no son comparables con los del resto del área caribeña, incluso con la mayoría de americanos, porque muchos llegan pasados de edad, en rango de veteranos, para la durabilidad laboral que justifique su inversión, entonces los apuran.
Con los nipones, por su experiencia profesional en una liga que, aunque no tiene ni el 70 % de la media del nivel de las Mayores, supera con creces la calidad del resto del mundo, la tendencia es a hacerlos debutar más rápido o directo, con menos margen de error en cuanto al éxito personal por el riesgo de firmarlos.
El único caso, extraño e incomprensible, es el del infielder Alexei Ramírez, que llegó sin conocer los circuitos menores con más de 25 años de edad y, con desempeño por encima de lo relativo o promedio, triunfó antes que su compatriota Kendry Morales, de más proyección y clase. Incluso Orestes Miñoso, que se baraja a menudo como merecedor del Salón de la Fama, necesitó una escala en las Menores para poder ascender, definitivamente, a las Mayores. En el caso del Cometa de Chicago, al momento de firmar, tenía experiencia en la Liga Cubana y en Ligas Negras, lo que hace mucho más raro el caso de Ramírez.
Cuando Johnny Antonelli firmó a los 18 años con los Gigantes de Nueva York, Al Kaline a los 19 con los Tigres de Detroit y Harmon Killebrew a los 17 con los Senadores de Washington, se convirtieron en sensaciones y fueron directamente al banco de sus clubes sin jugar como regulares; entonces les llamaban "bonus babies" a los peloteros que, a edad tan tierna, no solo firmaban, sino que integraban las plantilas de equipos de Grandes Liga.
Kaline ganó el champion bate de la Americana al año siguiente, 1954, a los 20, pero Killebrew necesitó 4 para establecerse,
El caso de Joe Nuxhall no es interesante, porque Cincinnatti lo llevó al club a los 15 años y lanzó en menos de un inning, pero lo bajaron y regresó después de 6 campañas a los Rojos. Bob Feller estaba a los 19 años en la trinchera del Cleveland, en 1938.
Ken Griffith jr. debuto a los 19 años con el Seattle; pero había sido seleccionado en el sorteo colegial de 1987.
En 1973, un estrella del baloncesto colegial se decidió por el beisbol y entró directo a las Grandes Ligas vía Padres de San Diego. Sin embargo, en ese momento, Dave Winfield tenía 22 años.
Mel Ott, uno de los más grandes jugadores de la historia, firmó como agente libre en abril 2 de 1926 y debutó el 21 del propio mes y año con los Gigantes de Nueva York. Esa campaña, con solo 16 años (no había cumplido 17), John McGraw lo puso a jugar en 35 juegos, al siguiente en 82 y, en su tercero, con solo 18-19, en 124.
Pero, no es frecuente que, en el beisbol, se llegué sin experiencia profesional previa, lo que hace a este juego más complejo en preparación psíquico-física que todos los otros de conjunto.
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