¿Debería ser elevado Pete Rose a Cooperstown? Para mi no... el beisbol, como cualquier deporte, es algo muy serio en la contribución a permear la personalidad de niños y jóvenes, de prepararlos para la vida y, este país, necesita como ninguno que se cumpla ese papel con dignidad y decencia, por eso la circunstancia del uso de las sustancias de crecimiento requiere mucho más rigor que el que le han puesto; porque se trató de convalidar la mentira con el respeto debido a quienes más lo merecen.
¿Apostó Rose al Cincinnatti? ¿"Aguantó" el juego como director para ganar perdiendo? ¿Quién lo sabe? Pero aceptò cosas, las admitió en privado con autoridades al frente... El tipo conocía lo que arriesgaba que, en su caso, era todo.
¿Necesita Rose el beisbol? No, necesita dinero, un trabajo en el deporte que se lo proporcione y que se promueva su memorabilia, como miembro del Salón de la Fama, a través de firmas en presentaciones y cosas así.
Hace poco celebraron en Cincinnatti el aniversario 25 del día en que The Hustler rompió el récord de hits de Ty Cobb; según Tani Pérez, el pecador "debe estar en Cooperstown porque está arrepentido y lloró...", lo que sucede es que ni el arrepentimiento ni las lágrimas, en capítulos que afecten la honra del ser humano y que puedan sentar precedentes peligrosos, son suficientes, por lo que semejante defensa es inaceptable.
Joe "Shoeless" Jackson, el mejor pelotero de su generación, sobre el que todavía hay dudas de si entregó juegos o no; defendido casi a muerte por Ted Williams en todos los foros, no está en el Templo.
Verdad que está Alex Pompez, raquetero, gángster y banquero de juego prohibido en el Harlem de los 20's y los 30's; pero nunca fue acusado de apuestas en el beisbol a sus equipos, o contra ellos.
No está Gus Greenlee, también banquero, raquetero y propietario del nightclub "Crawford Grill", de Harlem, dueño del poderoso equipo de beisbol Piratas de Crawford, el más rico de las Ligas Negras de su era, que inauguró estadio de 100,000 en 1931 y jugó, como los Monarchs, con luces portátiles en 1933; un club que, en sus temporadas grandes, tuvo en plantilla a Judy Johnson, Cool Papa Bell, Satchel Paige, Josh Gibson, Oscar Charleston, Doubleduty Radclifft y Jimmy Crutchsfield.
Mención aparte, Greenlee pudo haber sido el único propietario negro involucrado en el derribo del muro racial; no obstante, junto a Branch Rickey, creó la Liga de Estados Unidos con pretensiones de competir con las Grandes Ligas; pero el circuito nunca pudo elevar el nivel y solo duró dos años. A Greenlee tampoco se le ha acusado nunca de apostar en el beisbol.
Pete Rose fue un gran pelotero; pero no era como Ty Cobb y, en cuanto a lo de pasión por el juego, podía tener la misma, pero no más.
El Melocotón de Georgia jugó 24 años en las Mayores y compareció al plato 11,434 veces; conectó 4191 hits, ganó 12 veces el campeonato de bateo y fue MVP en 1911.
Rose también jugó 24 años, con 14,053 veces al bate, en las que conectó 4,256 hits con 4 campeonatos de bateo y un MVP en 1973.
El ex estrella del Cinci caído en desgracia fue 2,619 veces más al bate que Cobb y solo produjo 67 hits más. Cobb tuvo 9 temporadas de 200 ó más hits y Rose 10. Cobb produjo para .367 en su carrera y Rose para .303.
Pero, como apostó en el juego que, decían, que amaba como nadie, solo para pisotear su honra, su decencia y su moral junto con la del pasatiempo, si a alguno de estos Padrecitos de reciente edición de la Asociación de Cronistas; o del Comité de Veteranos, se le ocurriera crear el quórum necesario para elegirlo al Salón de la Fama, por infames, habría que crucificarlos. En el deporte no hay pecado mayor que "venderle el alma al diablo".
Y que nadie se aparezca con lo de "las sospechas sobre Ruth y sobre El Melocotón de Georgia, por favor...
Autor: Andres Pascual