BEISBOL 007: Andrès Pascual

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domingo, 6 de mayo de 2018

“PÓNGAME A JUGAR SEÑOR…” PEPPER MARTIN A BRANCH RICKEY


pepper martin y al simmons 1931 ws


Por Andrés Pascual
Johnny Martin, apodado Pimienta, tal vez haya sido el único jugador de Grandes Ligas que, pese a ser un pelotero veloz, multiplicó por 10 esa herramienta por la forma como robó las bases (y la cantidad) en una Serie Mundial.
Según Eladio Secades, “Martin (Foto a la izquierda con Al Simmons en la Serie Mundial de 1931) corría siempre, se burlaba de la astucia del manager contrario, a veces fuera de toda lógica, pero revolucionó al público con aquellas sprintadas”.
La intención de correr sin fuerza humana o divina que pueda contra el instinto, porque no se puede calcular cuándo “saldrá” de acuerdo a la regla no escrita; porque nadie del escuadrón contrario puede interpretar el momento, sino muy locos o muy brutos (ellos mismos), como Víctor Mesa y Lázaro Madera de las series castristas, o como Hiraldo Sablón, cubano del Cienfuegos y del Cincinnatti, que salían sin ningún tipo de seña, a veces en momentos contraindicados, puede hacer exitosa la jugada, a la vez que difículta el plan de contención contra el galgo, cuya tarjeta de presentación es “no me importa la regla, de hecho no juego con ellas”; aunque, si se profundizara en la “sique” de este tipo de corredores, la realidad es que nunca conocen cuándo deben salir de acuerdo al score, ni qué conteo es el bueno… de los cuatro que mencioné sólo Martin trascendió a la inmortalidad por esa manera de juegar en bases o en home, salvando las diferencias entre un beisbol como el de Castro y el PROFESIONAL. Esta clase de pelotero siempre tendrá un público especial para aplaudirlo, incluso olvidadizo ante cayucadas que fueron contribuyentes a la caída de su equipo.
En la primavera de 1931, Pimienta no tenía la mínima esperanza de ser regular en Grandes Ligas con los Cardenales de San Luis, por lo que decidió tomar “el rábano por las hojas” y se dirigió a la oficina del General Manager de los Pájaros Rojos:
  • Sr. estoy cansado de vagar como un fantasma por las Menores, si no tiene espacio para mi, cámbieme o véndame, pero haga algo. Entonces Branch Rickey mordió la punta del tabaco y le respondió que estudiaría su caso; esa noche recibió la notificación de que “abriría como regular” del club.
La campaña de 1930 había sido enorme para el outfielder, que bateó .363 con los Alas Rojas de Rochester, pero, si Rickey no hubiera tomado con afecto y actitud positiva la decisión de interpelarlo, todavía no hubiera abierto un juego.
Martin tuvo un aceptable 1931, pero culminó con los honores máximos de postemporada, porque fue el Héroe indiscutible de la Serie Mundial contra los Tigres de Detroit.
En el Clasico de Octubre estuvo frente al San Luis el club más poderoso de ambas ligas, quizás de “todos los tiempos”, los Elefantes Blancos de Filadelfia, completo, la novena ideal, sin máculas ni en el bateo ni en el pitcheo ni en la defensa y con uno de los mejores managers del juego de la histoia, Connie Mack, el Gran Cornelius.
Los Atléticos de Filadelfia eran mejores que los Yankees de Ruth y Gerigh, la dirección de los Cardenales lo sabía, por eso el manager Gabby Street llamó a sus hombres más rápidos, Walkins y Pepper Martin y les dijo:
  • Yo no sé qué podremos hacer contra Earnshaw y Grove, con entera franqueza, creo que vamos a batear muy poco, por lo que, cuando ustedes entren en bases, corran todo lo que puedan, vamos a hacer jugadas a ver si…
Y así fue, corriendo siempre, tocando la bola, dejándosela en la mano al catcher Mickey Cochrane unas veces, o siguiendo hasta segunda con hit al left, explotando lo ajeno a la temeridad en el cálculo que estaba Al Simmons, o anotando en pisicorres con lances cortos, jugó Pepper Martin la Serie Mundial.
El Héroe máximo con 5 robadas y 12 hits, entre ellos un jonrón y un juego de 4 empujadas, el 5to partido. Martin estuvo a un sencillo de empatar un récord mundial.
La publicidad que recibió fue enorme, tanto que obtuvo contratos para actuar en shows de teatros de interés, a los que renunció porque “lo mío era jugar pelota, no la actuación”.
Johnny Leonard Roosevelt Martin nació en Temple, Oklahoma, en febrero 29 de 1904 y falleció del corazón el 29 de marzo de 1965 en su estado natal.
Manager de Ligas Menores con el Miami Sun Sox, donde lo suspendieron un año por levantar a un umpire por la solapa y en otra oportunidad arrestado por subir a las gradas a golpear a un fanático. Apodado también El Caballo Salvaje de Osage.
Lideró 3 veces el casillero de robadas y uno de el de anotadas con los Cardenales, bateó .298 en 13 campañas, en las que su embasamiento fue de .358 y su slugging .443 para total de .801, bateó 5 veces sobre trescientos, dos de de estas sin las veces reglamentarias. Estuvo en 4 Juegos de Estrellas.
Pepper Martin visitó varias veces La Habana para enfrentar a los Havana Cubans, nunca fue una personalidad de excesos exéntricos en la capital cubana.

sábado, 5 de mayo de 2018

LA MARFILADA MENTAL DE CAMALEÓN GARCÍA EN LA VI SERIE DEL CARIBE


camaleon-magallanes

Por Andrés Pascual
A la VI Serie del Caribe llegaron empatados en victorias Cuba y Puerto Rico, entonces principio y final de la clase beisbolera en el área, con 2 triunfos cada país.
Si bien los cubanos concluyeron la primera etapa del evento como máximos ganadores con 7 campeonatos, con todos los clubes del champion triunfando en por lo menos uno, como equipo fueron los Cangrejeros de Pedrín Zorrilla los que se despidieron con más gallardetes, tres, en 1951, 53 y 55. Panamá, como eléctrico, se atravesó a boricuas y cubanos en el de 1950.
En el Estadio Sixto Escobar de San Juan por sede, se desarrolló la VI Serie del Caribe entre el 18 y el 23 de febrero de 1954. Como era costumbre desde 1949, los países miembros de la Confederación regresaban al terreno de juego por el premio al equipo que mejor jugara una serie corta y peligrosa de 6 encuentros todos contra todos.
Por Cuba regresó el Almendares dirigido por Bobby Bragan; por Puerto Rico los Criollos Brujos de Caguas Y Mickey Owen de manager- jugador; por Venezuela el Pastora, con el cubano Napoleón Reyes mandando el juego y por Panamá el Carta Vieja, que lo condujo Al Kubski.
Notable durante la Serie, el juego que Conrado Marrero le ganó a Panamá 1-0 en franca cuesta-abajo como lanzador, que obligó a que Eladio Secades escribiera en el suplemento deportivo dominical de aquella semana para el Diario de la Marina, debajo de una foto del glorioso pitcher a toda página como pie de grabado: “Siempre el Premier”.
Por los Alacranes lucieron al bate Sam Chapman y Angel Scull, que se encargaron de hacer lo que debió todo el club y no pudo. Muchos cronistas justificaron la derrota cubana porque el Almirante Rocky Nelson no hizo el viaje, lugar que ocupó Julio Béquer, sin embargo, en 1955, Nelson estaba en la primera base y tampoco se pudo.
Por Puerto Rico brillaron Tite Arroyo, Víctor Pellot y los importados Jack Cassini y Howerton, que se refugiaron en la Isla del Encanto después que se les descartó por todos los equipos del Champion, porque nadie daba un centavo por el juego de dos “viejos” que creyeron inservibles para empeños mayores, pero que contribuyeron tanto con su nuevo club que pesaron muchísimo en el triunfo del Caguas y, en el caso de Cassini, integró el Todos Estrellas como intermedista.
Por Venezuela, Luis “Camaleón” García (foto con Magallanes) encabezó a los empujadores con 9 y fue seleccionado para el All Stars como antesalista. En esta serie debutó Luisito Aparicio.
Camaleón tuvo dos momentos raros fuera de Venezuela, uno de ellos, poco conocido, relacionado con los Cubans durante su breve estancia con los Azucareros en 1955: resulta que el venezolano, en medio de una buena racha de bateo, sufrió la astilladura del bate con el que producía, entonces se le ocurrió ponerle unas puntillas porque, como hombre supersticioso o de fe demoledora por María Lionza, “ningún otro puede chocar la bola” y así salió al terreno del Cerro un domingo, desconociendo el reglamento, que se encargó de enseñárselo el chief-umpire de la tarde, Lynn Selata, con la prohibición de utilizar el bate impropio.
A pesar de la bulla que hizo, de la infructuosa bronca de Padre y Señor mío que armó, no pudo batear con el madero alterado y… cayó en slump.
La mañana del 18 de febrero de 1954 llovió a cántaros en San Juan, tanto que, en el resumen de las actividades del evento para el Diario de la Marina, Eladio Secades escribió: “llovió más que el día que enterraron a Bigote”.
Sin embargo, a la una y treinta de la tarde, el agua amainó y permitió la inauguración de la serie con un doble juego que tuvo en el primer turno al Almendares contra el Carta Vieja y en el segundo al Caguas contra el Pastora.
Los cubanos iniciaron con mal pie el calendario al perder 5-7 contra los itsmeños.
A segunda hora salieron al terreno los anfitriones de visitadores contra el Pastora, para abrir el juego, Mickey Owen, el catcher ex brookliniano, famoso porque cometió el passed-ball en el noveno inning del 4to juego de la Serie Mundial de 1941 contra los Yanquis, seleccionó al Divino Loco Rubén Gómez que, ocho meses después, luciría su anillo de ganador como miembro del róster de los Gigantes de Nueva York en el Clásico de Octubre. Por su parte, el cubano Napoleón Reyes le dio la llave de apertura al importado Thornton Kipper.
El juego, peleado desde el primer inning, llegó empatado al octavo por jonrón de Camaleón García; sin embargo…
Con un out en la pizarra, el rápido outfielder neoyorquino Jim Rivera, que no necesitaba instrucciones para echar a correr, se embasó por hit al right, Cassini se sacrificó y Víctor fue boleado intencionalmente, entonces entró al plato el veterano Howerton, hecho para situaciones de tensión por su estancia en Grandes Ligas que, en una bola y un strike, soltó un cohete hacia el hueco entre tercera y short, tan duro que muy pocos vieron cuando el debutante Aparicio se levantó con la bola en la mano y, según escribió el Maestro Secades, “pensando y actuando con malicia poco frecuente en jugadores tan tiernos como él, en vez de buscar el dobleplay por segunda, le envió la bola a Camaleón en tercera, con tiempo suficiente para sacar out al corredor”.
Todos en el estadio vieron asombrados cómo la bola entraba al guante del antesalista y cómo este, buscando en un abismo lo que tenía ante sus propias narices, comenzó a girar aturdido, sin reaccionar a los gritos de sus compañeros. Mientras, Jim Rivera, advertido por la confusión del tercera base, continuó el viaje al home.
Cuando el venezolano descubrió la píldora en su guante, ya el corredor había pasado por encima del plato con la carrera que serviría para que el Caguas presagiara el resultado final de la serie.
Con score de 3-2 concluyó uno de los más dramáticos y extraños juegos en la historia del evento.
Secades relató el angustioso momento de Camaleón García con la antigua expresión de desconcierto “Caballito de San Vicente, lleva la carga y no la siente”, en la magnífica reseña del juego que tituló “Los zapatos homicidas de Jim Rivera”.
Los Criollos Brujos de Chicho Carrasquillo ganaron aquella Serie del Caribe por 4 victorias y dos derrotas y se puso delante de Cuba por un juego; el Almendares concluyó en segundo con 3-3.

miércoles, 2 de mayo de 2018

EL GANADOR NO SE VA; EL QUE SE VA NO GANA


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Por Andrés Pascual
El título es un viejo proverbio americano, aplicado al beisbol consideraba que, quien se mantuviera defendiendo un campeonato de bateadores o de pitcheo tenía derecho a ganarlo, quien aceptara que lo sacaran de la acción no.
En los anales del juego, la esencia es de aspecto moral, porque el único que se quedó, lo ganó y mantuvo la marca de .400 en la era moderna ha sido Ted Williams.
La historia alrededor del gesto de elevado principio y respeto al fanático a continuación: el 28 de septiembre de 1941, Ted Williams tenía 23 años y bateaba .3996, que redondearía a .400 si no fallaba porque no hubiera ido otra vez al bate; el club jugaba en Filadelfia contra los Elefantes Blancos de Connie Mack; el Boston estaba a 17 juegos de los Yankees y el manager le propuso sentarlo para que mantuviera el promedio, único en ambas ligas después que Bill Terry conectó para .401 en 1930, el joven pelotero lo rechazó con la frase más lapidaria nunca antes vuelta a decir en el pasatiempo: “no, si no puedo batear sobre .400 en dos juegos no lo merezco…”, entonces jugó y bateó de 8-6 para .40566, redondeado .406. He aquí parte de la historia que hace diferente al tiempo de “ñañá seré” con el de los ricos sin compasión por el “respetable”.
Los 162 juegos han perjudicado al pasatiempo en todo, desde permitir que Ichiro superara a Sisler después de comparecer 77 veces más al bate y conectara 4 miserables hits solamente por encima de los 258 del inmortal del San Luis Browns; el récord de hits de por vida de Rose sobre Cobb con más de mil veces al bate que el Melocotón de Georgia; los jonrones de Aaron después de más de 2,000 veces al bate que Ruth, además de sus impulsadas, hasta los 61 jonrones de Maris o el récord de ponches de Koufax sobre el de Matty para la Liga Nacional el primer año de la expasión afrentosa.
Si Tony Gwynn o George Brett se hubieran “sentado” cuando cumplieron las veces al bate obligatorias con que Williams logró batear .406, no solo lo hubieran logrado, sino con un porcentaje relativamente más alto…
Pero a La Astilla le propusieron sentarse el doble juego dominical que cerraba las hostilidades del Joven Circuito en 1941, es decir, alrededor de 8-10 veces al bate, mientras Gwynn o Brett hubieran necesitado ausentarse de la alineación sobre 8-10 juegos, igual a 40 ó más veces al bate oficiales de las que consumió Williams.
El dominicano José Reyes (foto con LeMahieu) abrió con infield hit el último juego de la temporada regular del 2011 para los Mets, inmediatamente lo sustituyeron por un corredor emergente y mantuvo el campeonato de bateadores. Reyes se fue y ganó la corona, pero perdió la posibilidad de contarle una bonita historia a sus nietos.
El colmo sucedió esta temporada en la Liga Nacional, cuando a DJ LeMahieu lo sentó Walt Weiss durante 4 juegos y 6 innings en Colorado.
En cerrada pugna por el champion-bat con Daniel Murphy, de los Mets, bateando .348 el intermedista de los Rockies por .347 del jugador de Nueva York y este fuera por lesión, LeMahieu falló 0-2 en el último de los juegos que jugó (lo sentaron en el 6to), el 5to antes de salir cuatro consecutivos.
El domingo final de esta campaña, Murphy salió de emergente y falló, permitiendo que el ganador del título se quedara cómodamente sentado observando el juego de su club. El ex alumno de LSU ganó el campeonato de bateadores por jugar 3 innings de los últimos 46 de su novena, que no rompe reglas escritas, pero afecta la moral individual y del juego actual.
Y ¿la Media? ¿Dónde? Bien, persiguiendo datos sosos de “lo sabermétrico”, que complican tanto que Pitagoras nunca podría determinar cuándo un jugador es completo o no si le hubiera gustado el pasatiempo y viviera. O detrás del apoyo sostenido a la reivindicación de los pecadores, pisoteando la moral colectiva con tanta responsabilidad como las oficinas, el sindicato y los peloteros.
Pero las papas podridas se pueden encontrar en el saco donde echaron el espíritu heroico de este país; a fin de cuentas, Ted Williams y muchos más volaron aviones en guerras de verdad defendiendo la democracia del mundo.
Hoy ni van a la guerra los peloteros, no la conocen si no es a través de juegos de video, pasatiempo preferido del 90 % de los jugadores de Grandes Ligas…
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martes, 1 de mayo de 2018

THEO EPSTEIN, BRUJO MAYOR DE MAJOR LEAGUES BASEBALL

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Por Andrés Pascual
En el capítulo curiosidades del beisbol, los 71 años de alejamiento de la Serie Mundial de los Cubs, inscriben al jugador de plantilla de los Ozenos de Maddon, Dexter Fowler, como el primer pelotero negro que irá al evento por el club, porque, cuando Rickey y los Dodgers derrumbaron el muro (Noviembre de 1945), el team de la Ciudad de los Vientos perdió contra Detroit un mes antes y no jugará otra vez sino hasta mañana, en que enfrentará a los Indios de Cleveland por el máximo honor colectivo que ofrece el beisbol.
El año pasado escribí lo que leerá a continuación y está en el link de CNN más abajo: “Algo se debe reconocer con la llegada de Joe Maddon al club de Billy Herman, y es que con este hombre ahí, posiblemente se haya convertido en propuesta de favorito para la próxima temporada. Con un “pasaíto de mano” están discutiendo, con un poco de suerte estarán en Octubre, pero en la Serie Mundial…”
Ahora tómese el trabajo de abrir este otro link de mi blog “eltubeyero22.com” de Las Mayores (también en el oficial desdeelmontículo.com MLB.es), para que lea una sospechosa curiosidad, relacionada con los Cubs que perdieron en 1918 contra el Boston Red Sox de Babe Ruth:
Analizando fríamente las derrotas del Chicago Cubs ¿Podría concedérsele a la suerte o al juego inferior, aquella en que comentan el arreglo de juegos un año antes que sus hermanos del otro lado de la ciudad?
La leyenda urbana del restaurantero y el chivo (como la Maldición de Ruth antes y después de los Yawkey’s), ha servido para entretener y desviar la atención de lo poco que hicieron los Wrigleys por habilitar un club balanceado y competitivo; desde que le vendieron al intermedista cubano Tony Taylor (más rápido que Glenn Beckert y más versátil, de mejor WAR, 15.8 por 23.3, y mejor promedio de embasamiento que el americano, aunque menos bateador .261 por .283) al Filadelfia y a Lou Brock a los Cardenales.
¿Qué hubiera pasado a mitad de los 60’s si…? nadie lo puede asegurar, pero al lado de Billy Williams, de Santo, de Ernie, de Ferggie…los que mencioné, tengo la impresión de que el club de Gibson no hubiera podido con esta gente para 1964, porque jugaron con Brock en el outfield, que se convirtió en el líder desde que llegó a San Luis.
Y no puede separarse de la actuación negativa sempiterna de los Cubs, cuando el propio Paul Wrigley decidió dirigirlos e instauró “el colegio de coaches” (material ilustrativo mío al final del párrafo, también de mi blog eltubeyero22.com), que estipuló que todos los asistentes de la novena “tenían que dirigir”, para lo que bajó de la cabina de narración a Lou Boudreau incluso, que había ganado con Cleveland en 1948 como manager-jugador:
El sentimiento racista del millonario del chiclet lo puso de manifiesto al dejar fuera del experimento al venerable Buck O’Neil, que dirigió y jugó para los Monarchs y para el Almendares y que firmó a Ernie Banks y a Lou Brock para el dueño que despreció su tacto, su vista y su inteligencia de mentor por el color de su piel posiblemente.
El capricho de los Wrigleys, su imposición de dueños irreverentes fue tal, que pusieron luces a mitad de los 80’s y arreglaron una escalera de madera vieja para llegar al palco de prensa, más peligrosa que pasar las cataratas de Iguazú sobre una soga, a finales de esa década.
En 1945 los Cubs debieron ganarle al Detroit, estuvieron en la Serie Mundial con Cavaretta, Stan Hack, Hank Sauer y Andy Pafko, jugadores de clase reconocida, bateo efectivo y oportuno, lo demostraron cuando abrieron el evento derrotando 9-0 al fenómeno Hal Newhouser, en esa época, el mejor zurdo de Grandes Ligas, que descansa en Cooperstown. Pero cayeron en 7 juegos.
Los bengaleses mantenían desde 1931 al super-artillero Greenberg, quien, con Eddie Miercovich (jugó en Cuba), con el pitcher estrella de USA en la Serie Mundial Amateur de 1941, Stubby Overmire, con el indio sioux Rudy York y con los serpentineros Dizzie Trout y Virgil Truck, además de Newhouser, fueron un gran equipo para una serie corta que, con chivo o sin chivo, se sabe por experiencia y tradición que la gana cualquiera, sobre todo quien tenga mejor pitcheo y fue ese departamento el que decidió para Detroit en 7 juegos; el bullpen de los Cubs, con Derringer como mariscal, no pudo imponerse al staff de los felinos.
1945 fue el último año de Hank Greenberg en el Joven Circuito, el siguiente lo sorprendió enfundado en la franela pirata, tratando de producir para Pittsburgh al lado del joven y mejor jonronero de promedio de por vida de la historia (36.1, 101 impulsadas en 10 años), Ralph Kiner.
Dos veces trataron durante los 30’s contra los Yankees, entonces tuvieron al camarero Billy Herman, HOF que dirigió al Cienfuegos en Cuba, pero no pudieron, porque, para los Bombarderos de verdad, cañoneaban Gehrig, Dimaggio, Heinrich, Keller, Gómez, Crosetti.
En total estuvieron en 1932, 1935 y 1938 en el Clasico de Octubre y no pudieron ganar, en 1929 perdieron contra los Elefantes Blancos de Connie Mack, Serie Mundial que convirtió al catcher cubano Miguel Ángel González en el segundo criollo que asistiera al evento.
En el 2003 no debieron perder, pero se sugestionaron cuando un fanático (como contra Baltimore por los Yankees en 1997) provocó la derrota de unos Marlins que estaban perdidos, al quitarle en la cara un foul con dos outs a Moisés Alou, mientras tenían en la trinchera al mejor prospecto de pitcheo de todas las Grandes Ligas realizando una faena brillante, Mark Pryor.
A estos nuevos Cubs llegó el “padre” Theo Epstein (foto), a exorcizarlos a pesar de su juventud, que hizo en Boston lo que no pudieron ni Williams ni Tiant ni Rice ni Yaz ni Clemens o Lonborg y ahí están…
Epstein trajo a Maddon (que declaró lo importante del beisbol invernal en referencia a Contreras y a Báez, reconocimiento tan pocas veces hecho por alguna figura de Grandes Ligas que no recuerdo otro) porque, como genio de las operaciones que es, acaso por su herencia hebrea, entendió que el hombre de Tampa era el crucifijo necesario para la sanación mesmérica.
Lo demás ha sido un buen staff más Chapman y un equipo joven que juega sereno, sin miedo al resultado del juego y con tal clase, que algunos están entre los tres mejores por posición en ambas ligas, como Rizzo, como Bryant, como Russell, como Báez, el boricua que ha rendido un mundo y juega a matarse, como el catcher Contreras,
Este equipo no debe perder la Serie Mundial, a pesar de lo controversial del pronóstico para series cortas, ya pasaron sobre dos franelas de respeto…
Por descontado se puede decir que estaremos ante un gran Clásico Otoñal, de franelas veteranas aunque sin cuentas personales que saldar.

lunes, 30 de abril de 2018

¿ACHICA MLB LA ZONA DE STRIKE ?



Por Jeff Sullivan – 28 de marzo de 2017
Algunos antecedentes: El pasado mes de mayo, el béisbol manejaba la idea de eliminar el pase intencional de cuatro pitcheos, además, elevar el límite inferior de la zona de strike. En febrero pasado, hubo una propuesta formal. Todo estaba sujeto al acuerdo de la Unión, y como ustedes saben, el sindicato aprobó la base intencional. Pero no estaba de acuerdo con otras cosas, incluyendo el cambio de zona de strike. Aunque MLB es libre de implementar cambios unilateralmente, no puede suceder un año después de dar aviso inicial.
Se podría pensar que la zona de strike está segura por ahora. Que nada debería verse muy diferente en el futuro a corto plazo. Después de todo, es como se espera que el acuerdo funcione. Pero, ¿y si no es así? Prepárate, hay muy pocos datos.
Si has estado prestando atención a la zona de strike durante años, sabes que ha ido bajando constantemente.
La trama comienza con un mínimo del 65%, en el primer año de información de rastreo extensa y públicamente disponible. Entonces observas cómo la línea dispara hacia arriba, después de haber rozado al 90%. Los catcherss han establecido zonas bajas. Los lanzadores han estado pitcheando bajo. Los árbitros han ayudado, concediendo esos lanzamientos.
Nada de eso es polémico, incluso posible cuestionar. Está todo hecho. Ahora pasemos a los datos de entrenamiento de primavera: tengo que advertirte que no tenemos mucho de esto. Hay seguimiento en sólo un pequeño número de estadios, por lo que necesita tomarse como un grano de sal.
Se puede observar la misma tendencia general. Cada vez más strikes se han concedido en o alrededor del tercio inferior de la zona “esperada”. En comparación con la primavera pasada, la tasa de esta está bajando más de cinco puntos porcentuales. Obviamente, no se ha observado antes tal disminución. Lo que significa que, si hay menos strikes cantados en la zona, el límite inferior ha sido efectivamente elevado. No por mucho, no en un grado en que el juego sería diferente, pero los cambios son cambios.
Una vez más, y esto es importante, vamos a necesitar más información, que obtendremos el próximo mes. La temporada regular proporcionará inmediatamente más datos y luego podremos ver dónde estamos.
Esto es sólo una posible pista, un primer susurro de un sutil cambio en el juego. No sería algo que sucediera al azar; La liga ya dijo que le gustaría elevar el límite inferior. El sindicato no firmó, pero MLB está, en última instancia, a cargo de cómo funciona.
De hecho, se podría argumentar que el cambio comenzó el año pasado. Considere este artículo de octubre por Jon Roegele, titulado “The 2016 Strike Zone.” Voy a citar:
“Después de seis temporadas consecutivas en las que el tamaño de la zona de strike aumentó, tanto general como individualmente, se endureció ligeramente este año”.
Énfasis en “siempre ligeramente” – por las medidas de Roegele, la zona general se redujo entre 2015 y 2016 en menos del 1%. Hubo una pequeña reducción en los llamados strikes otorgados alrededor del centro.
Fue interesante ver la zona de crecimiento, el crecimiento incluso ligeramente reversible, con el comisionado empezando a hablar de la zona como una prioridad. Puede que no sea accidental que la zona no haya crecido. Ahora hay poca evidencia de que la zona podría estar reduciéndose más. Veremos si se mantiene, a medida que la información fluye, pero encontrar una explicación potencial no requeriría mucho trabajo.
No es algo que necesariamente sea injusto. No sería más injusto que la expansión de la zona de la strike general, que ha funcionado en detrimento de los bateadores. El juego ya ha estado cambiando, e incluso la reducción de la zona podría simplemente llevar las cosas de nuevo a donde estaban en, por ejemplo, 2014, o 2012. Los jugadores dicen que no quieren aceptar un cambio fundamental, sin embargo, ya ha los ha habido, por razones que no se encuentran en ninguna parte del libro de reglas.
Es algo para vigilar, porque la MLBPA declaró que prefiere que la zona se mantenga igual. La zona no tiene una historia reciente de permanecer igual, y hay razones para creer que parte de la reciente expansión.

viernes, 27 de abril de 2018

HAPPY CHANDLER NO DEJÓ LANZAR A BOB FELLER EN CUBA

Cleveland Indians’ Bob Feller, one the greatest fastball pitchers in baseball, hurled his third no-hitter July 1, 1950 with a 2-1 win over the Detroit Tigers in opener of a twin bill at Cleveland. Bob’s sizzling delivery is shown in the 1948 World Series sequence when he pitched against the Boston Braves. (AP Photo)


Por Andrés Pascual
El 16 de agosto de 1947, fechado en Cleveland, el corresponsal de UP Richard L. Dugan, informó que “el confundido” Bob Feller había declarado: “estoy dispuesto a entregarle al Fondo de Pensiones de las Grandes Ligas todo el dinero que me paguen en Cuba…”.
Según Dugan, “la situación de Feller no es clara en este momento”, y la forma como maltrató al pelotero llamándolo “confundido”, demuestra la poca estimación que sentían aquellos cronistas, con excepciones como Dan Daniel o Grantland Rice, por el beisbol criollo.
En conversación telefónica desde San Luis, el Meteoro apuntó: “tengo un contrato con los cubanos (Alacranes del Almendares), que pudiera reportarme hasta 20,000 dólares, no tomaré un centavo de esa suma si se me permite cumplir con una gente que ha actuado de tan buena fe conmigo…”.
El pitcher continuó diciendo que estaba dispuesto a entregarle el dinero al Fondo de Pensiones o a los veteranos que necesitaran ayuda.
El serpentinero habló por teléfono el día 15 con los dirigentes del circuito invernal cubano, quienes le dijeron que se sentían muy molestos por el imprevisto viraje en el compromiso del Comisionado Happy Chandler, quien, con semejante e inexplicable acción, modificó repentina y bruscamente los acuerdos alcanzados entre las Grandes Ligas y la Liga Cubana.
En el acuerdo a que llegaron reciéntemente (para la época), Chandler convino en que algunos bigleaguers y varios jugadores de ligas menores podrían actuar en el torneo 1947-48, pero el día 13 de agosto de ese año le prohibió a los peloteros de los circuitos mayores jugar en Cuba. Entonces nació “la fatiga extrema” para impedirle a un bigleaguer, incluso nativo, jugar en el Caribe en invierno.
Comentando sobre la decisión, Feller dijo: “los jugadores que no ganan grandes sueldos serán más perjudicados que yo.
Aunque admitió que “esta campaña (1947), no ha sido como esperaban (20-11, 2.68, después de 26-15 y 2.18 en 1946)”, rechazó responsabilizar a las exhibiciones en que participó a finales de 1946 por el rendimiento inferior al año anterior. Sin jugar en el invierno en La Habana, Feller tuvo como récord 19-15 y 3.56 en 1948.
“El beisbol es como un juego de azar, explicó Feller, nadie puede garantizar cuántos juegos puede ganar, pero yo creo que todavía puedo llegar a 20 victorias este año (terminó con 20-11 y 2.68)”.
Según el cronista de Prensa Unida, “…se cree que el contrato básico de Feller le garantizará 40,000 dólares con los Indios, y una buena cifra en bonos si alcanza los 750,000 espectadores por actuación durante el año, (pasó de 800,000), en este momento el club supera el millón de fanáticos asistentes al estadio”.
Mientras, las noticias que salían de Cuba demostraban la mala impresión que causó la deslealtad de Chandler hacia el compromiso en la dirigencia de la Liga Invernal Cubana, que se disponía a iniciar la campaña con el pitcher como la máxima atracción de taquilla jamás vista en la historia del circuito antillano.
El asunto fue tan desagradable que muchos cronistas americanos pensaron en una carta abierta al tirano-dictador de las Grandes Ligas, a fin de que remodificara su infame decreto de última hora, por demás racista.
Fue Happy Chandler, elemento bajo que, increíblemente, está en Cooperstown; mismo que no le interesó nunca si comían las familias de los peloteros, incluso el derrotero del juego, y su decisión contra “los renegados” del capítulo mexicano había sido un antecedente claro y abierto de lo que podía hacer con tal de imponerse a lo justo, lógico y humano.
El cable íntegro fue publicado por Diario de la La Marina el 17 de agosto de 1947.

martes, 24 de abril de 2018

LOS YANKEES Y LA TRIUNFALISTA Y FANTASMAL EUFORIA MODERNA

Apr 20, 2016; Chicago, IL, USA; Chicago White Sox third baseman Todd Frazier (21) tries to make a play on an infield single hit by Los Angeles Angels center fielder Mike Trout (not pictured) during the ninth inning at U.S. Cellular Field. The White Sox won 2-1. Mandatory Credit: David Banks-USA TODAY Sports


Por Andrés Pascual
Los Yankees determinaron las pautas cuando “lo eran de verdad”, marca registrada en intención y resultados: Ruth, Gehrig, Mantle, Dimaggio, Dickey, Berra, Mize, Meusel, Lazzeri, Koening, Richardson, Reynolds, Turley, Sccoter, Heinrich, Ford, Gómez, Howard, Bauer, McCarthy, Huggins, Stengel…todos esos nombres y otros que no escribo por acopio de espacio, cada uno, son la cara del beisbol, porque sin los Yankees, con perdón del incrédulo fanático “anti”, no se puede hablar del deporte más fascinante durante más un siglo para los americanos.
Los Bombarderos hicieron rentable al juego y lo pusieron en niveles de “vedette” de grandes ternas; durante décadas, el pasatiempo tuvo un nombre: LOS YANKEES DE NUEVA YORK.
Tan extraña, tan curiosa fue la “yankeemanía”, que acostumbraron al fanático a verlos a pupilo en las Series Mundiales sin aburrirlos, y a que sus jugadores de interés ocuparan turnos fijos o de sustitución en las alineaciones del Joven Circuito a los Juegos de Estrellas, además de prestarle al llamado Clásico de media temporada al manager que los dirigiera en la ocasión.
La guerra en el beisbol por el resultado final era contra los Yankees, señor mío, sin los inquilinos del Bronx no habría beisbol, nadie sabe por qué razón se convirtió este club en el corazón del juego, aunque todo lo relacionan con la llegada de Ruth y sus jonrones, y es posible, porque, individualmente, si le quita al Babe al juego no hubiera historia y sin este símbolo pues no hubiera franela rayada…
Pero también existieron en Nueva York los Gigantes, que tuvieron predominio mundial pre-Babe Ruth, y durante cinco años de la era del Bambino; que los dirigió el manager más grande conocido, John McGraw; que adaptó al beisbol a los cambios necesarios como “jugar con la bola viva”; que puso de moda el “hit and run”; que agrupó en sus 30 años al frente del club de Polo Grounds a varios de los mejores jugadores de la historia como Ott y Matty, sin embargo, dosis de interés magnífico, son parte de la historia del beisbol, pero…NO SON LOS YANKEES.
Un refuerzo para los Asesinos significaba otro anillo de la serpiente apretando la garganta enemiga; así, el mismo Babe Ruth, Herb Pennock, Sewell, Johnny Mize, Bob Turley, Vic Raschi, Héctor López…remataron al miura herido con sus apariciones en la franela blanquinegra como “espadas de puntilla”.
De pronto se debilita el club primado del beisbol por efecto de la competencia de otros clubes en base a “mucho dinero iguala y la meta es el mercenarismo agencia libre” y comienzan a invertir en peloteros que no rinden para las cantidades que les pagan, la debacle se ayuda por un rosario de escándalos variopintos, no importa que tuvieran en el róster a uno de los 3 mejores peloteros de la historia de la novena, a mi juicio, uno de los cinco más grandes y completos de la historia del juego, Derek Jerer, el Capitán de Capitanes, “el hombre que casi salvó al beisbol de la noche negra y trágica que no concluye”, porque no pudo solo con tantos conspirando contra la moral del club, nadie hubiera podido, ni Ruth…
Entonces se caen los ratings, se imponen otros deportes en sintonía y presencia en el estadio…señor, no es sospechoso ni curioso, con los Yankees fuera de la competencia se va a caer hasta el sol un día si no le ponen buenos soportes…
La ausencia del club de Ruth de “la serie grande” ha sido una puñalada trapera al juego y al fanático, porque se replanteó, se reafirmó: sin los Yankees no hay beisbol de audiencia, porque es el equipo del mundo, es la novena que se sufre o que se goza aunque haga picadillo al club local y este sentimiento es único y está ausente, desconocido en cualquier otra disciplina alrededor del mundo.
Todd Frazier (foto) es un veterano de 7 temporadas a los 31 años de edad, adquirido reciéntemente los Yankees, un tercera base que sus promedios más altos han sido dos veces .273, que jamás ha impulsado 100 carreras, que dio 40 jonrones el año pasado y yace en una cama del hospital “mediocridad” con anemia perniciosa de .207 de average, pero ha movido los titulares de tal forma increíble que, por el desarrollo de la media cómplice en el derrumbe del beisbol, supera el jolgorio y la algarabia de cuando llegó Babe Ruth desde Boston a Nueva York ¿Es posible?
Observe los promedios generales de Frazier, recibido con más bombo y platillos que Montgomery en Londres en 1945: .247 de average .318 embasamiento .461 de slugging y .779 por suma de totales. Su fildeo es reflejo de “ni fu ni fa” por .965.
Lo que quiero decirle después de este cuento que no va a causar ningún efecto, es que la media de hoy ha acostumbrado al fanático a ser poco reflexivo, a no contener sus emociones, a permitir que inunde el fuego fatuo su esperanza y a desequilibrar el viejo precepto “sea cuidadoso en el elogio”, porque, sin negatividad inservible ni complejos febriles ¿Debiera causar el revuelo, el torbellino mediático que logró el cambio desde Chicago a los Yankees en medio de una operación múltiple de alto riesgo de un jugador que, por lo que se aprecia, no alcanzará nunca la estatura de Nettles ni de Boggs?

lunes, 16 de abril de 2018

Roberto Estalella, primer hispano de Triple Corona en el Beisbol Organizado

Por Andrés Pascual
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Roberto “Tarzán” Estalella (Cárdenas 1911-Hialeah 1991) fue el segundo gran jugador de posición cubano e hispano en el Beisbol Organizado; el primero fue Armando Marsans, uno de los dos pioneros, junto a Rafael Almeida, cuando ya existían ambas ligas; primer bateador de .300 y primero en recibir votos para el MVP en Grandes Ligas durante la década 1910-20. Pero Marsans jugó pocos años.

A Estalella, cuando fue cambiado por los Senadores de Washington a los Elefantes Blancos de Connie Mack en 1943 junto a Jimmy Pofahl y dinero por Bob Johnson, que había jugado en el Juego de Estrellas del año anterior por la Liga Americana, el Viejo Zorro de los Atléticos lo presentó como un nuevo Al Simmons que, si no comete la equivocación de irse a la Liga Mejicana, hubiera continuado el desarrollo ascendente de su carrera en Grandes Ligas, porque sus mejores años fueron los tres previos a 1945, cuando dio el paso en falso, en los que había jugado 100 ó más juegos en cada una de esas temporadas con promedios superiores a .285 actuando en la esquina caliente y en los jardines del viejo club.
A Mexico fueron jugadores cubanos que cometieron un error garrafal, porque se hubieran impuesto en las Mayores, no solo Estalella, sino Adrián Zabala perdió la oportunidad única con los Gigantes; otros jugadores como Agapito Mayor, Mario Fajo o Chito Quicutis, que no tenían etiqueta de bigleaguers, tal vez hicieron bien; pero, quizás Jorge Comellas y, sobre todo Julio Moreno, tampoco hicieron bien las cosas. Para justificar la falta de clase que les hubiera impedido jugar en grandes ligas, muchos que no actuaron en ese nivel decían que “nadie se podía negar ante tanto dinero…”
Pero Estalella sí desperdició con la ida a la Mejicana y la posterior suspensión como renegado una carrera que pudo ser brillante.
En 1938, jugando para el Charlotte clase D de la Piedmont League, el matancero ganó la Triple Corona de Campeón de Bateo por primera vez para peloteros cubanos e hispanos en el Beisbol Organizado, al concluir la campaña con 38 jonrones, 123 impulsadas .378 de promedio, total de 325 bases recorridas y .754 de slugging.
Sin embargo, no fue esa la única gran temporada del Tarzán cardenense: en 1949, con el Minneapolis de la Asociación Americana, el mismo con el que 11 años antes había ganado Ted Williams la Triple Corona a los 19 años, Estalella produjo para .341 con 36 dobles, cinco triples, 32 jonrones y 134 empujadas.
El cubano estuvo en el Beisbol Organizado, incluyendo 9 temporadas en grandes ligas, desde 1934 al 1951 y en las Menores bateó 8 veces sobre .300; tuvo cuatro campañas con más de 30 jonrones y 1 sobre 20, además de que en 6 impulsó a más de 100 corredores. Su último buen año en Estados Unidos, luego de cumplir la sanción de las grandes ligas, fue en 1947 con el St. Jean de la Liga Independiente en que bateó .374 con 17 dobles, 2 triples, 24 jonrones y 101 empujadas en 321 veces al bate.
En 1942, el Jíbaro Luis Rodríguez Olmo se llevó la Triple Corona jugando para el Richmond de la Liga Piedmont, convirtiéndose en el segundo hispano en ganar el premio.
En 1950 Silvio García la obtuvo jugando para el Sherbrooke clase C de la Liga Peninsular con números como 21 jonrones, 116 impulsadas y .365 de promedio.
En 1956, con el St. Cloud clase C, también de la Peninsular, el puertorriqueño Orlando “Peruchín” Cepeda la conquistó por batear 26 cuadrangulares, enviar 112 corredores al plato y promediar .355.
En 1959, que fue opacado injustamente en Cuba por la victoria de los Cañeros de los Cubans en la Pequeña Serie Mundial contra el Minneapolis, el inicialista Frank “Panchón” Herrera se la llevó a su casa en el pueblo habanero de Santiago de Las Vegas por 37 jonrones, 128 impulsadas y .329 de promedio, jugando para los Bisontes de Búfalo de la Liga Internacional clase Triple A
Hasta 1962 y desde que en 1940 la obtuviera Cool Papa Bell, en la Mejicana la han ganado Wild Bill Right en 1943; Angel Castro en 1951; el cubano René González en 1952; el norteamericano Alonzo Perry en 1956; Claudio Solano, de la Liga Arizona-Mexico, en 1957 y Ramiro Caballero, de la Mejicana Central, en 1962.
Como adjuntos de interés, en 1956 Ken Guttler, jugando para el Shereveport de la Piedmont, bateó 62 jonrones y empujó 143, pero su promedio de .293 no fue suficiente para liderar la liga.
Quien si lideró la Longhorn clase C con el Roswell en los tres departamentos de Triple Corona fue Joe Bauman en 1954, en la que se puede considerar acaso la mejor temporada de bateador alguno en cualquier liga del mundo. El tipo produjo para 72 jonrones, 224 carreras impulsadas y .400 de promedio.