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viernes, 19 de enero de 2018

Doscientos cubanos en Grandes Ligas




SWIFT CURRENT (SASKATCHEWAN), Canadá.- El 3 de Abril de 2017, al debutar con el equipo Indios de Cleveland, el villaclareño Yandy Díaz se convirtió en el jugador nacido en Cuba número 200 que juega en las Ligas Mayores de Béisbol de Estados Unidos (MLB por sus siglas en inglés).
Esa larga historia la comenzó Esteban (“Steve”) Bellán, nacido en 1849 en La Habana, y quien debutara el 9 de Mayo de 1871 y jugara hasta 1872 para los Troy Haymakers y en 1873 para los New York Mutuals de la Asociación Nacional de Estados Unidos; antes que esta inoperante Asociación (surgida al calor del cisma entre los peloteros profesionales y los amateurs) se disolviera en 1876 para dar paso a la Liga Nacional, antes incluso que se celebrara el primer juego oficial de pelota en Cuba el 27 de diciembre de 1874 en el estadio Palmar de Junco.
Tras la brevísima incursión del habanero Chick Pedroes por los Chicago Orphans en 1902, muchos cubanos comenzaron a llegar a las Ligas Mayores en la década de 1910, comenzando por el matancero Armando Marsans en 1911, hasta sumar 77 que debutaron antes del triunfo de la Revolución cubana. De esa etapa sobresalen los nombres de los habaneros Adolfo Luque (pitcher que promedió 3,24 carreras limpias por juego en 20 temporadas en las Mayores), Orestes “Minnie” Miñoso, Camilo Pascual, Mike González, Mike Fornielles, el pinareño Pedro Ramos, el pitcher tunero Orlando Peña, Roberto Ortiz, Bobby Estalella, Román Mejías, Sandy Amorós y Tony Taylor, el rápido infielder nacido en el Central Alava en 1935 y quien jugara 19 temporadas en Grandes Ligas.
Entre 1959 y 1970 otros 40 peloteros debutaron en las Grandes Ligas de Estados Unidos, la mayoría impulsados por la decisión de Fidel Castro en 1961 de eliminar la práctica del deporte profesional en Cuba, suspender la poderosa Liga Profesional de Invierno con los equipos Habana, Almendares, Marianao y Cienfuegos, lo que también produjo el traslado a New Jersey de los Havana Sugar Kings, un equipo Triple A que jugaba en la Liga Internacional. Los mejores peloteros y entrenadores cubanos tenían en aquel entonces la posibilidad de salir de Cuba legalmente y muchos abandonaron la isla para seguir jugando como profesionales. Entre los debutantes de ese periodo sobresalen los nombres de Zoilo Versalles, Mike Cuellar, Tony González, Leo Cárdenas, Joe Azcue, Diego Seguí, Cookie Rojas, Tony Oliva, José Cardenal, Luis Tiant, Tony Pérez, Bert Campaneris, Tito Fuentes y Paul Casanova.
En las dos décadas posteriores las estrictas regulaciones migratorias impidieron la salida a muchos atletas que jugaban en la Serie Nacional de Béisbol de Cuba, y sólo una docena de atletas se incorporaron a las mayores, con destaque para José Canseco, Rafael Palmeiro y Tony Fossas.
La obsesión del gobierno socialista contra el profesionalismo y las huidas de peloteros cubanos llegó a extremos tales como prohibir la participación en Series Nacionales de un grupo de estrellas de la selección nacional que fueron autorizados por el Instituto Cubano de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) a jugar profesionalmente en Japón (lo que significó el retiro forzoso para glorias deportivas de la talla de Omar Linares, Antonio Pacheco, Orestes Kindelán o Víctor Mesa); así como a peloteros de los que se sospechaba o eran sorprendidos en el intento de salir ilegalmente de Cuba o abandonar la selección en el exterior, en una lista interminable de casos como los notables de “El Duque” Hernández, Germán Mesa, Alberto Hernández, Yasmany Hernández, Diosdany Castillo, Ramón Lunar, y Dayron Varona. Fidel Castro nunca tuvo la visión para comprender que los beisbolistas amateur no podrían derrotar a los profesionales a partir que estos últimos fueron autorizados a participar en las competencias internacionales. De hecho, nunca entendió la diferencia práctica y conceptual entre el deporte amateur y el profesional.
La llegada a Cuba de la crisis conocida eufemísticamente como Período Especial hizo que muchos atletas cubanos desafiaran las regulaciones migratorias vigentes escapando de la isla en balsas o aprovechando eventos internacionales para abandonar la selección nacional e ir a recalar a los Estados Unidos. Entre 1992 y 2017, 71 peloteros cubanos debutaron en Grandes Ligas: Tony Menéndez, René Arocha, Ariel Prieto, Rey Ordóñez, Liván Hernández, Osvaldo Fernández, Eli Marrero, Vladimir Núñez, Orlando “El Duque” Hernández, Rolando Arrojo, Jorge Luis Toca, Michael Tejera, Alex Sánchez, Bill Ortega, Edilberto Oropesa, Adrián Hernández, Danys Báez, Hansel Izquierdo, Juan Díaz, Michel Hernández, José Ariel Contreras, Brayan Peña, Yuniesky Betancourt, Alay Soler, Kendrys Morales, Yunel Escobar, Alexei Ramírez, Juan Miranda, Yoslan Herrera, Alberto Castillo, Francisley Bueno, Bárbaro Cañizares, Dayán Viciedo, Raúl Valdés, Yunesky Maya, Aroldis Chapman, Yonder Alonso, Amaury Sanit, Leonys Martin, José Iglesias, Eddy Rodríguez, Adeiny Hechavarría, Yasmani Grandal, Yoenis Céspedes, Henry Urrutia, Yasiel Puig, Onelki García, José Fernández, Jorge Soler, Adrián Nieto, Alexander Guerrero, Miguel Alfredo González, Roenis Elías, Odrisamer Despaigne, Rusney Castillo, Erisbel Arruebarruena, José Dariel Abreu, Yasmany Tomás, Héctor Olivera, Raudel Lazo, Raisel Iglesias, Dalier Hinojosa, Adonis García, Dariel Álvarez, Yoan Moncada, Ariel Miranda, Guillermo Heredia, Yuliesky Gurriel, Aledmis Díaz, Gerardo Concepción y el ya mencionado Yandy Díaz.
Todas las provincias del país y posiciones del béisbol están aquí representadas. Muchos de ellos vieron pasar sus mejores años en Cuba antes de poder integrar la selección nacional y salir al exterior, o tener la posibilidad o el permiso para escapar. También ha conspirado contra ellos el bajo nivel del béisbol que se juega en Cuba, que lógicamente sigue bajando con cada talento que se va del país. Solamente siete en esta lista han logrado jugar diez o más temporadas en Grandes Ligas. Del récord de 24 peloteros nacidos en Cuba que participaron en la temporada 2017, Kendrys Morales es quien más tiempo se ha mantenido en Grandes Ligas: 11 temporadas.
Sólo podemos especular cuánto bien les hubieran hecho muchos de esos nombres a los maltrechos equipos Cuba que ya no pueden ganar ni a nivel centroamericano.
Por supuesto que en esa lista faltaría incluir a múltiples entrenadores, jugadores ya retirados que fueron a vivir al exterior, peloteros nacidos en otros países de padres cubanos, atletas que al salir ya no pudieron llegar a las Ligas Mayores por las razones expuestas en el párrafo anterior (como por ejemplo Euclides Rojas, Leslie Anderson o el receptor holguinero Alberto Hernández), y otros que en algún momento de su carrera decidieron contratarse profesionalmente en otros países como México o Japón. Tampoco podemos incluir a peloteros que han jugado profesionalmente en Ligas como las dos antes mencionadas; pero bajo la tutela del organismo gubernamental del deporte en Cuba. Unos pocos jóvenes han abandonado el país y se encuentran actualmente preparándose en República Dominicana o jugando en Ligas Menores de Estados Unidos, con la esperanza de hacer el grado en el futuro de las Grandes Ligas, ejemplo de ello es Lourdes Gurriel Jr., hermano de Yuli, el pelotero cubano campeón de la Serie Mundial del 2017 con los Astros de Houston.
De los peloteros cubanos que han pasado por Grandes Ligas, nadie ha jugado más temporadas que el camagüeyano Tony Pérez, quien sumó 23 temporadas como jugador y luego dirigió por un año a los Rojos de Cincinnati y otro a los Marlins de la Florida. Otros seis cubanos han sido managers en Grandes Ligas, siendo el más reciente Fredi González, que dirigió por 10 años a los Marlins y a los Bravos de Atlanta hasta el pasado año. Minnie Miñoso y Tony Oliva son quienes más veces han sido seleccionados para el juego de las estrellas, con 9 y 8 respectivamente.
La mayor cantidad de juegos jugados, comparecencias y veces al bate (2831, 12 046 y 10 472 respectivamente), y algunos de los más impresionantes números ofensivos en las Mayores corresponden a Rafael Palmeiro. Es el único cubano con más de 3000 hits (3020) y además encabeza históricamente los dobletes (585), jonrones (569), carreras anotadas (1663), impulsadas (1835), y bases por bolas (1353). Si consideráramos solamente aquellos cubanos con 500 o más juegos jugados, Palmeiro tiene el 4to mejor average de bateo (288) y segundo coeficiente slugging (515). El cienfueguero José Dariel Abreu, con sólo cuatro temporadas jugadas, lo supera en estos dos últimos indicadores. El average de bateo de Abreu (301) sólo es superado de por vida por Tony Oliva (304).
Bert Campaneris, natural de Pueblo Nuevo, lidera ampliamente las bases robadas, con 649 en 19 temporadas. Entre los lanzadores, Adolfo Luque lidera las temporadas jugadas con 20 y los juegos completos con 206, Camilo Pascual participó en siete juegos de las estrellas, Diego Seguí lanzó en 639 partidos, Aroldis Chapman ha salvado 204 juegos, mientras que Luis Tiant acumuló 229 victorias, 484 juegos iniciados, 49 lechadas, 2416 ponches en 3486 y un tercio de innings y 14 365 bateadores enfrentados. A Liván Hernández corresponden liderazgos generalmente no deseados como los de hits y jonrones permitidos, carreras y carreras limpias permitidas, pelotazos, y movimientos ilegales. En su defensa, sólo un jugador con 17 temporadas en la Gran Carpa puede acumular semejantes números, y sólo buenos resultados pueden mantener a un jugador tantos años jugando a ese nivel.
El pueblo de Cuba sigue pidiendo a gritos que sus peloteros en MLB sean autorizados por las autoridades cubanas a representar a su país en eventos internacionales, y que se rompa el secretismo oficial que prohíbe mencionarlos en los medios oficiales de prensa, o incluso televisar juegos donde éstos participen. Solamente un irracional capricho lo impide. Se siguen considerando “traidores” a la patria, puesto que su escasa visión y torpeza les impide ver que otros peloteros latinoamericanos, australianos, europeos y asiáticos también participan en esta Liga sin dejar de amar y representar a su país, llegando a donar cuantiosas cantidades para desarrollar el béisbol o contribuir a paliar los efectos de catástrofes naturales en sus países. Por lo pronto, 200 es simplemente un número cerrado que llamó mi atención. Es lógico suponer que muchos más vendrán.

domingo, 14 de enero de 2018

La historia Rose-Fosse en El Juego de Estrellas

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Ocurrió el cuatro de julio de 1970, cuando se celebraba El Juego de Estrellas en Riverfront Stadium, de Cincinnati. La pizarra llegó empatada al décimo segundo inning, cuando lanzaba Clyde Wright por la Americana, quien había retirado cinco bateadores en fila y tenía esa entrada en dos outs. Pero Pete Rose, quien no había estado en la alineación inicial, y cargaba dos strikeouts en sus dos turnos anteriores, apareció con el bate para conectar línea de hit al centro; Billy Grabarkewitz sonó incogible al leftfield, lo que puso a Pete Rose en segunda con la carrera ganadora. Jim Hickman continuó la racha con hit al centro, y Pete se desprendió hacia home, lo que parecía un suicidio. Fosse lo esperaba con la pelota dentro de la mascota y asegurada con la mano derecha, pero el hombre, con toda la fuerza que traía en su carrera y con el brazo izquierdo y el hombro por delante, se lanzó, no en slide, sino directo a chocar contra las manos y el pecho del catcher, quien cayó dando vueltas, y soltó la pelota. ¡Safe!. Ganó la Nacional 5-4… Fose, de 23 años, era considerado entonces tan buen joven receptor como Johnny Bench. Pero después de ese incidente, ya no fue más promesa. Muy pronto los Indios lo cambiaron a los Atléticos, y pudo jugar hasta 1979, pero jamás tuvo las facultades de antes de aquella noche.

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sábado, 13 de enero de 2018

DICIEMBRE 30, 2011: el beisbol, las series nacionales, el odio fratricida y el castrismo

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Por Andrés Pascual
El caso cubano es especial: una tiranía que le corroe el tuétano a la nacionalidad, que ha sido capaz de dividir el país con toda intención a efectos de obstaculizar la unidad necesaria para combatirla y todavía la apoyan ¿Elementos que utiliza? Todos…
Como que Cuba es un país en el que no hay un ripio de libertades ni de soberanía individual,  no le aplica el gastado concepto de separación de lo político de lo deportivo, bueno y efectivo en las sociedades libres, en las cuales el factor mediático nunca se haya visto censurado, como en la sociedad cubana, durante medio siglo.
El castrismo no habla de sus abusos ni de los problemas que han ocasionado la decadencia del, una vez, deporte nacional en la Isla a extremos ridículos; entonces, ¿Debe permanecer indefensa la pelota cubana, los peloteros cubanos, porque simpatizantes del sistema, bien encubiertos como desafectos, quieran oír o leer otra cosa? No, el que quiera que no se mezcle lo político con lo deportivo, en una versión muy libre de adaptación, que lea el exiguo, famélico y mentiroso ariete contra la verdad, el Granma, o el Nuevo Herald.
El beisbol cubano y la parte que lo merece de esa población que sufre y espera, necesita voces favorables que condenen a la tiranía desde todos los frentes, gústele o no a quien sea.
Por ser este un país de amplio concepto de la libertad, las opciones sobran; entonces, cuando le moleste el ataque a Castro, que se supone que le sacó del país por razones válidas, si fuera verdad, pase la página y diríjase a otro tema y a otro autor. Es una sugerencia.
Los administradores y dueños de la Liga Cubana, con intención o sin ella, nunca contribuyeron a la división de la sociedad desviando hacia una guerra regional el fanatismo por provincias, los clubes de aquellos torneos se confeccionaban, cada uno, con peloteros de todas las provincias (foto Almendares 1949, puede observar a los orientales Willy Miranda, Sojito Gallardo o Tata Solís, junto al habanero Vicente López, además de a Octaivo Rubert).
El castrismo lo impusieron fuerzas propias para destruir al país, para cambiarle hasta la forma de caminar al cubano en virtud de intereses muy ajenos al normal funcionamiento de la relaciones fraternales: elemento de importancia capital, a fin de permanecer por siempre jamás como dueño hasta del aire que se respira, fomentó la división más absoluta entre los cubanos, punto de partida en la forma como se ha podido someter al esclavismo a toda la población y crear la duda y la desconfianza entre los individuos, arma de contención de la obligatoria unidad organizada para combatirlo.
Mientras más tiempo pasa más se conocen las interioridades del castrocomunismo y menos espacio le queda a la especulación y cualquier juicio, por descabellado que haya sido, emerge como una verdad contundente.
El experimento ha sido terrible, tanto en lo moral como en lo material; todo se ha hecho con la mala voluntad de estos hunos de no tan reciente edición a estas alturas que, al revés de los verdaderos, no voltearon la espalda ante la civilización romana, acaso sobrecogidos por la diferencia cultural convertida en abismo infranqueable; no, estos se quedaron a pisotear con sus patas asquerosas y a destruir con sus garras cochinas a una nación que merecía mucho más de lo que el destino le puso en el camino.
El formato de Series Nacionales tiene que haber sido elucubrado dentro de los cánones con que diseñaron la división de la sociedad cubana por especialistas del aparato político y de la seguridad del estado castristas. No hay otra forma de verlo, porque ha disparado en espiral y en niveles nunca sospechados un odio brutal entre el oriente y el occidente del país
La guerra fratricida, de sentimientos sucios y bajas pasiones entre habaneros y orientales, es uno de los crímenes del castrismo a su favor, con apoyo absoluto en el juego de pelota: aparentan dos naciones en guerra a muerte por circunstancias de nivel radical-extremista.
La pelota, con la representación de cada provincia en las series de Castro, es un teatro de enfrentamientos que escapa al terreno de juego y se proyecta sobre la población en su totalidad.
Al tirano no le interesa la pelota; pero odia tanto a La Habana como a Oriente con un tipo especial de odio que abarca a la República.
La Habana y Oriente son dos provincias de tanta importancia histórica en la lucha por la libertad de Cuba, que no pueden considerarse enemigas entre sí, debido a que este enfrentamiento se alimenta diariamente desde hace 50 años, se ha complicado la lucha y la posibilidad de alcanzar la libertad del pueblo.
Industriales, Serranos, Vegueros, Santiago, Ciego de Avila…han sido, a través del beisbol y parte de la estructura ideada para liquidar la unión necesaria, laboratorios ideológicos devenidos pruebas contundentes de hasta dónde puede llegar una dictadura experimentando con el odio impuesto; a fin de cuentas, esos equipos de pelota fueron, son y serán el elemento ambivalente que, de una parte, con febril fanatismo, se sigue por una población a la que le queda muy poco espacio de juicio propio.
De la otra, representan un arma más del castrocomunismo contra la posibilidad de que el cubano, en medio de la hermandad más absoluta, se reconozca en cada cual, se una y cree las bases del cambio radical que adecentará y recuperará al beisbol y a la República para sí.
Después de meditar sobre el asunto, ¿Persiste en la idea creada para aplicar en el periodismo de pueblos libres de “separación del deporte de lo político”? Si responde afirmativamente, recuerde que “lo político” es patrimonio de las sociedades democráticas, en las que el voto es libre, secreto y sin imposiciones…
Entonces, vuélvase a preguntar, ¿Dónde quedaría Cuba si me opongo, quién sabe por qué razón, a la denuncia contra quien la oprime? ¿Que clase de reclamo patriótico creíble y honesto puedo hacer trascender al abrazar esa conducta?

POSICIÓN DE MALABARES Y FILIGRANAS, EL CAMPOCORTO


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Por Andrés Pascual
En épocas pasadas, un torpedero era apreciado por lo que fuera capaz de rendir a la defensa y no por lo que produjera ofensivamente, posible porque, la mayoría de los bateadores son derechos y las conexiones hacia el campocorto, más frecuentes que hacia la parte derecha del terreno.
Todos los lanzamientos que se tiran hoy y que muchos consideran como propiedad exclusiva del “tiempo moderno” (incluso hay quienes creen que hace 20 ó 30 años que existen), se utilizaban desde principios o antes de mediados del siglo pasado.
En la medida que los bateadores fueron enfrentando curvas, sliders, tenedores, nudillos, tornillos, empalmadas…incremento del cambio de velocidad, pues los batazos por el suelo se hicieron más comunes.
Entonces se hizo necesario colocar en el campocorto jugadores más rápidos, de buen brazo, con la inteligencia suficiente para ubicarse en la posición de acuerdo al lanzamiento efectuado a un bateador.
Fue común, durante la era de la bola muerta, contratar a jugadores de menos físico que el resto, creían que hombres menos altos y más delgados podían desempeñarse mejores ágilmente; sin embargo, no todos los torpederos de la era de la bola muerta fueron alfeñiques: si bien Rabbit Maranville media 5’5 y pesaba 155 libras, Honus Wagner, el primer superestrella de los Piratas de Pittsburg hasta 1919, media 5’11 y pesaba 200 libras, lo que no le impidió ser un gran fildeador ni un gran estafador de bases.
John Henry Lloyd, apodado “Pops” en su país y “Bemba de Cuchara” en Cuba, donde participo en 13 campeonatos de la Liga Invernal, tenía la estatura de Wagner y 195 libras de peso.
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A Lloyd y a Wagner se les considera, comúnmente, lo mejor de la posición en todos los tiempos; porque, según muchos historiadores, ninguno ha sido más completo. En el caso de Lloyd, que no pudo jugar en Grandes Ligas por la barrera racial, no faltan, como Babe Ruth, quienes digan “jamás pisó un terreno de pelota alguien mejor que este jugador”.
John Peter Wagner era un hombre corpulento, que no se ajustaba a los moldes clásicos del torpedero de la época, de brazos largos y manos extremadamente grandes que le permitían, a veces, fildear batazos con su mano derecha; pero sus reacciones, sus reflejos y su velocidad -robó 772 bases-, más la potencia de su brazo, no tienen comparación.
Wagner fue 8 veces campeón de bateo de la Liga Nacional, jugó 21 campañas hasta 1918 y bateaba separando las muñecas como Ty Cobb. Conectó 3,430 hits, empujó 1,732 carreras, anotó 1,740, más 252 triples y su promedio general es, todavía, el más alto de cualquier torpedero .329.
John Henry “Pops” Lolyd solo jugó en el béisbol independiente de Pre Ligas Negras, de las Ligas Negras y en el cubano. La infame barrera racial privó al fanático blanco de ver a este superpelotero en Grandes Ligas; estuvo activo entre 1905-1932 y militó en varios clubes de la pelota sepia: Cuban Giants, Chicago Leland Giants, Lincoln Stars, Brooklin Royal Giants, Columbus Buckeyes, Bacharat Giants, Hilldale y New York Black Yanquis.
Fue manager y hasta la llegada de Tom Lasorda, se le consideró el más motivador de todos los tiempos. Salón de la Fama en 1977 por la vía del desaparecido Comité de Ligas Negras. Bateador extraordinario y fildeador superlativo, fue un peligroso corredor en la época en que un lanzador necesitaba una sola carrera para ganar un juego.
De excelente control del bate en home, podía tocar una bola con autoridad y con esa misma batear con poder. Un verdadero maestro en la jugada de bateo y corrido. En algún momento, Honus Wagner dijo que era un privilegio que le compararan con este hombre. Lloyd nació en 1884 y falleció en 1965 de causas naturales.
Vendrían otros grandes shortstops de la primera mitad del siglo pasado como el liliputiense Rabbit Maranville, uno de los cinco que más outs sacó en la historia de la posición, una verdadera muralla del campocorto.
Entre 1930 y 1950, jugó el campocorto para los Medias Blancas de Chicago Luke Appling que participó en 2218 encuentros y terminó su carrera con .310 de promedio ofensivo. Obtuvo el campeonato de bateo en 1936 con .388 y en 1943 con .328, participó en 6 juegos de estrellas y estuvo diez veces en el tope entre los seleccionados para el Jugador Más Útil a su club.
Después de cumplir 40 años, bateo .301, .314 y .314 consecutivamente. Uno de los grandes productores en conteo de cero bolas y 2 strikes de todos los tiempos. Como los anteriores, su nombre engalana Cooperstown.
Cecil Travis es una de las grandes injusticias de los que votan para el Salón de la Fama ni negro ni latino -de que los hay los hay-. Estuvo 12 años en Grandes Ligas, todos con los Senadores de Washington…poco tiempo, porque fue de los peloteros enviados al Servicio Militar durante la 2da. Guerra Mundial y una lesión le afectó la visión del ojo derecho; bateó .317 y 8 veces se montó sobre el difícil potro de los trescientos, con promedios de .359, .344, .335 y .322.
Travis lideró la Liga Americana con 218 hits en una oportunidad y se destacó por ser un maestro en la jugada de bateo y corrido; podía ser capaz de dirigir la bola hacia espacios vacíos con precisión casi milimétrica.
Que no integre el grupo de Cooperstown es una verdadera vergüenza para aquellos que votan, posiblemente tan vergonzoso como mantener fuera del recinto a Lefty O’Doul, a Babe Herman o a Concepción.
Lou Boudreau, quien sí está en Cooperstown, es más conocido por la formación que creó para anular a Ted Williams. También porque hizo dos jugadas de leyenda, que ayudaron a interrumpir la racha de Joe Dimaggio en el juego # 57; pero Boudreau fue una estrella de dimensión mayúscula, un jugador completo: en 1948 encabezó el fildeo en su posición jugando para los Indios de Cleveland con .975 y el bateo con .355, anotó 116 carreras e impulsó 106. En 15 años de labor, siempre con la Tribu, produjo para .295.
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El inmortal Joe Sewell, que jugó con Cleveland en el periodo 1920-1930 y con los Yanquis desde 1931 a 1933, no solo es uno de los mejores torpederos defensivos de la historia; sino el jugador más difícil de ponchar en todos los tiempos: en 7132 veces al bate consumió 114 chocolates, 1 cada 63 veces; o sea, tomando cuatro veces como patrón de medida, un ponche cada 16 juegos.
A los Indios llegó como reemplazo de Ray Chapman, la única muerte registrada en el pasatiempo en juego oficial y turno al bate, por un beanball lanzado por el pitcher de movimientos submarinos Carl Mays, de los Yanquis de Nueva York.
Por .329 de promedio se adueño de la posición vacante e inició un peregrinar de 14 años por la caja de bateo conectando sobre .300.
Bateador eminente de contacto y tocador perfecto, en la temporada de 1932, con los Yanquis, se ponchó tres veces en más de 550 oportunidades.
Durante los 40’s y los 50’s, aparecieron en el escenario de las Grandes Ligas dos de los mejores y, a la vez, más populares de todos los tiempos, favorecidos por los clubes para los que defendían la posición: Harold “Pee Wee” Reese y Phil Rizzuto, el primero con los Dodgers de Brooklin y, el segundo, con los Yanquis de Nueva York; dos estrellas manufacturadas para el concepto clásico del jugador del campocorto: pequeños, rápidos, ágiles, inteligentes y capaces de provocar preocupación entre los lanzadores y el cuadro enemigos por el bateo de contacto y la capacidad para dirigir las bolas hacia cualquier ángulo del terreno.
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Grandes tocadores de bola, Rizzuto está considerado un maestro de la jugada que nadie es capaz de realizar con éxito continuado hoy.
Pertenecen al Salón de la Fama, aunque Rizzuto debió esperar una eternidad para integrarlo, tanto que por poco no puede disfrutarlo en vida.
Marty Marion, de los Cardenales de San Luis, fue un jugador del campo corto de gran estatura y, sin dudas, uno de los buenos de la posición durante los 40’s.
Vernon Stephens, que jugó en varios clubes, uno de ellos el San Luis Browns, fue un gran bateador que hacía gala de poder jonronero en su época.
En 1953, por la vía de los Cubs de Chicago, entró a la Liga Nacional un torpedero proveniente de las Ligas Negras que cambió la estrategia del bateo de los jugadores de la posición: Ernie Banks.
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Gran fildeador, de poder bestial, sobre el tapete la idea de que un torpedero podía batear jonrones en cantidades competitivas como slugger, entonces Banks se convirtió en una proposición para el béisbol como shortstop.
Luis Aparicio trajo de vuelta al béisbol de Grandes Ligas la velocidad como bastión ofensivo al lado del cubano Orestes Miñoso y de Nellie Fox para los Medias Blancas de Chicago de los 50’s, ganó nueve Guantes de Oro y promedió .262, participó en 2581 juegos; hizo 1553 asistencias y ganó 9 títulos en bases robadas.
De inteligencia poco usual, range increíble y brazo poderoso, es un legítimo miembro del Salón de la Fama y una leyenda del béisbol.

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También han estado ahí Roy McMillan, Maury Wills, Joe Demaestri, Mark Belanger, Leonardo Cárdenas o David Concepción…hasta Ossie Smith, un acróbata del campocorto, que es la filigrana hecho torpedero.
Sin embargo, posiblemente el verdadero y auténtico mejor defensor del campocorto de todos los tiempos sea Omar Vizquel, que pasea mejor que nadie el calificativo de increíble, dueño de casi todos los records de fildeo de la posición.
Su seguridad de manos, su inteligencia, que le permite colocarse debidamente para cada bateador, que provoca que no atropelle jugadas para crear fantasías espectaculares, es una credencial superior en la poasición.
Vizquel estará en Cooperstown en su momento y, cuando sea elegido, convertirá al boricua Roberto Alomar en inquilino del recinto con dos campocortos acompañándolo: Ripcken jr. y él mismo.
Miami, FL., USA
04/28/2011

Dave Concepcion Este artículo fue escrito por Joseph Wancho



Se llama el clásico de otoño, y la Serie Mundial de 1975 fue de hecho un "clásico". La serie librada entre los Rojos de Cincinnati y los Medias Rojas de Boston fue una de las batallas de campeonato más memorables, ya que una sola carrera decidió cinco de los siete juegos. El campocorto de Cincinnati Dave Concepción ingresó a la Serie con la esperanza de que el viejo dicho "la tercera vez es un encanto" sea cierto. Había estado en otras dos Series Mundiales, perdiendo en ambas ocasiones: primero en Baltimore en 1970 y luego en Oakland en 1972.
En 1975, Boston ganó el Juego Uno en el Fenway Park , dejando fuera a los Rojos por un puntaje de 6-0, y los Rojos buscaban equilibrar el libro antes de que la Serie se dirigiera a la Ciudad Reina. Fue un día lluvioso en Boston el 12 de octubre para el Juego Dos. Pero las inclemencias del tiempo no obstaculizaron al abridor de Boston, Bill Lee . Sostuvo a los Rojos a una carrera, y se aferró a una ventaja de 2-1 al entrar en la novena entrada. Pero después de que el doblete de Johnny Benchpersiguió a Lee en el juego, Dick Drago y su bola rápida se movieron hacia la colina.
Después de que Drago retiró a Tony Pérez en un roletazo al campocorto con Bench en tercera y George Foster conectó al jardín izquierdo, Concepción llegó al bate con dos outs y la carrera de empate a 90 pies de distancia. Concepción golpeó una bola rápida 1 y 1 en la tierra y la pelota rebotó hacia la segunda base. Denny Doyle de Boston corrió hacia su derecha y le dio la vuelta al balón, pero ya era demasiado tarde para que el segunda base jugara. Bench anotó la carrera de empate, y Concepción estaba en primer lugar. Los fanáticos de los Medias Rojas en la multitud de Fenway Park guardaron silencio. Concepción robó la segunda base, deslizándose más allá de la bolsa pero regresando con seguridad.Ken Griffeyluego lo dobló a casa, y los Rojos ganaron 3-2 para igualar la Serie. "Solo estaba buscando hacer contacto", dijo Concepción más tarde. "Eso es todo lo que puedes hacer en una situación como esa contra un lanzador de bola rápida como Drago. Sabía que fue un éxito una vez que lo supere el lanzador ". 1
David Ismael (Benítez) Concepción nació el 17 de junio de 1948 en Ocumare de la Costa, Aragua, Venezuela. Su padre, conductor de un camión, estaba en contra del joven Dave que buscaba una carrera en el béisbol, en cambio esperaba que pudiera ganarse la vida como un abogado, un banquero o un médico. Después de asistir a la escuela secundaria Agustin Codazzi, Dave trabajó como cajero de banco y jugó para un equipo local de béisbol amateur. Su entrenador, Wilfredo Calvino, era un cazatalentos de los Rojos, y a pesar de los deseos de su padre, el joven Concepción firmó un contrato con Calvino en septiembre de 1967 y se unió a Tampa en la Liga A de Florida Clase A en 1968.

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El tiempo de Concepción en la cadena de ligas menores de los Rojos fue breve; para el final de la temporada de 1969 estaba jugando para Indianápolis Triple-A. El jugador de 21 años bateó .341 para los indios en 167 turnos al bate, y mostró una gran aptitud en los senderos base. "Concepción tiene los mejores instintos de correr bases que he visto en un niño", dijo el manager indio Vern Rapp . "Se robó 11 bases en 12 intentos y solo estuvo con nosotros alrededor de un mes". 2
Concepcion fue promovido a los Rojos para la temporada de 1970, pero se enfrentó a una competencia de veteranos en campo corto en Woody Woodward y Darrel Chaney . Cuando Concepción apareció en el campamento, midiendo 6 pies 2 pulgadas y pesando solo 155 libras, Pete Rose bromeó diciendo que no estaría en peligro de tirar de un músculo en sus piernas, que en su lugar tendría que ser un hueso arrancado. Pero Rose también reconoció: "Me dicen que el niño puede jugar al campo corto con un par de alicates". 3
El manager novato de los Rojos, Sparky Anderson, le tomó cariño al joven, al igual que el instructor de bateo Ted Kluszewski . Anderson convirtió a Concepcion en el abridor, principalmente por su habilidad defensiva. Anderson no esperaba mucha ofensiva de su joven campocorto. Pero cuando el promedio de bateo de Concepción aumentó a .270 en mayo, Kluszewski comentó: "He estado diciendo todo el tiempo que el chico va a ser un buen bateador". 4
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El golpe inesperadamente bueno de Concepción no pudo mantenerlo en la alineación titular. Hizo 14 errores hasta mediados de junio, y Anderson lo reemplazó con el confiable Woodward. Woodward era un bien valioso para los Rojos, capaz de jugar en todas las posiciones del cuadro y jugarlos bien. Consolidó la posición por un tiempo, pero cuando comenzó la segunda mitad de la temporada, Concepción estaba nuevamente en la alineación. Solo cometió ocho errores más y bateó un respetable .260 para la temporada. Los Rojos pasaron a toda velocidad por la División Oeste de la Liga Nacional y tuvieron pocos problemas para barrer a Pittsburgh en el NLCS, manteniendo a los Piratas con tres carreras en los tres juegos. No fueron tan afortunados en la Serie Mundial, perdiendo en cinco juegos ante los Orioles de Baltimore.
Concepción se perdió la mayor parte de la temporada de exposiciones de 1971 con un pulgar derecho gravemente dislocado, y cuando regresó al equipo a fines de abril, fue utilizado como utility, jugando en la segunda base, la tercera base y los jardines. Obtuvo su trabajo de campocorto a principios de mayo, pero tuvo problemas en el plato esa temporada y en 1972 con promedios de bateo de .205 y .209. Su carrera recibió un impulso indirecto después de la temporada de 1971 cuando un gran cambio trajo al segunda base Joe Morgan de los Astros. Concepción y Morgan se establecieron como una de las mejores combinaciones clave en la historia de las Grandes Ligas. Como compañeros de equipo de los Rojos, aparecieron en cuatro Juegos de Estrellas, comenzando tres y ganaron dos Series Mundiales.
Concepción era su peor crítico y, a veces, el hecho de ser duro consigo mismo hacía que el juego inferior fuera más en espiral. Sparky Anderson decidió que necesitaba una influencia de hermano mayor, y le pidió al veterano Tony Perez que se alojara con el joven y lo asesorara. "No puede soportar 0-4 días. Lo mata. Le digo algo muy simple. 'No bajes la cabeza' ... 'Si no golpeas ahora, lo harás la próxima vez' ... Cosas como esta. Siempre trato de recogerlo " .5 Pérez también sintió que el matrimonio ayudó a Concepción a establecerse. (Dave y su novia, Delia, se casaron en 1972. Tuvieron tres hijos, David Alejandro, David Eduardo y Daneska).
Cualquiera que sea el motivo, Concepción surgió como un jugador de alto nivel en 1973. Fue nombrado para el equipo All-Star por primera vez. Bateó.287 y le dio un puñetazo en la parte inferior de la alineación de los Rojos. Publicó la primera actuación de cinco hits de su carrera contra San Francisco el 5 de julio: llegó al número cinco, en la parte baja de la novena entrada, conduciendo la carrera ganadora.
Desafortunadamente para Concepción y los Rojos, su temporada fue reducida por una lesión. El 22 de julio, los Rojos lograron una victoria 6-0 sobre Montreal en casa. Concepción estaba teniendo una buena tarde con tres hits y dos carreras anotadas. En la primera base en la séptima entrada, despegó cuando Denis Menke bateó un hit al campocorto de Expos Larry Lintz . Cuando Lintz arrojó a Menke en la primera base, Concepción nunca se detuvo y corrió a la tercera base. Cuando se deslizó en la base, su pierna izquierda se dobló debajo de él. El peroné, un hueso largo entre la rodilla y el tobillo, se rompió y su tobillo se dislocó. Su temporada había terminado. "Probablemente nos haya costado el campeonato de la liga", dijo Rose. 6 Los Rojos ganaron la División Oeste de la Liga Nacional, pero perdieron contra los Mets de Nueva York en el NLCS sin su campocorto All-Star.
Concepcion se rehabilitó mientras jugaba pelota de invierno en Venezuela. Regresó sano y comenzó una serie de cuatro años (1974-77) en la que ganó un Guante de Oro. En 1974 tuvo su primera gran temporada ofensiva, bateó 14 jonrones y manejó en 82 carreras, mientras bateaba mayormente sexto o séptimo en la alineación. Concepcion trajo otra dimensión a los Rojos además de sus habilidades ofensivas y defensivas. A partir de 1973, robó 20 bases o más en seis temporadas consecutivas, robando 41 en 1974.
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Los Rojos finalmente alcanzaron la cumbre en 1975 y 1976, ganando la Serie Mundial consecutiva. En 1975, Concepción bateó .455 en la NLCS contra los Piratas, pero solo tuvo un récord de .179 en la Serie Mundial contra los Medias Rojas. El próximo año bateó para .357 en la Serie contra los Yankees con un triple y tres impulsadas. En un equipo lleno de All-Stars y futuros miembros del Salón de la Fama, Concepción jugaba a un alto nivel en la cúspide de su carrera. El ex pele Wee Reese de los Dodgers de Brooklyn , un torpedero del Salón de la Fama, ofreció una síntesis de Concepción como campocorto: " Mark Belanger puede ser un poco más tranquilo que Concepción". Larry Bowa es muy rápido. Rick Burleson es un tipo de líder. Bill Russelltiene un brazo preciso Pero nadie hace todo tan bien como Concepción. Es posible que nadie lo haya hecho nunca " 7.
El entrenador de la tercera base de los Rojos Alex Grammas, estuvo de acuerdo con la evaluación de Reese. Grammas había trabajado con Concepción desde que Dave era un novato, ayudándolo a perfeccionar su oficio. "Hay algunos buenos campocortos en la liga de hoy", dijo Grammas. "Pero Concepción está un paso por delante de todos en la capacidad general porque su bate es más fuerte y su rango en el campo es mayor". 8 Concepción y Grammas tenían una relación tan sólida, que el primer hijo de Dave, David Alejandro, toma su segundo nombre de Grammas.
Concepcion también usó famosamente la superficie artificial del Riverfront Stadium para su ventaja. Comenzó a desarrollar un dolor en su brazo arrojadizo, y perfeccionó el arte de arrojar la pelota en un rebote desde el césped artificial al primera base. Fue extremadamente útil para él en roletas golpeadas en el hoyo entre el campocorto y la tercera base. "No inventé ese lanzamiento", dijo Concepción. "Vi a otro compañero hacerlo". Vi a Brooks Robinsonhaciéndolo con Lee May aquí en 1970. Luego, cuando me dolió el brazo, decidí: '¿Por qué no intentarlo?' 9
Después de un par de segundos puestos, en 1979 los Rojos ganaron la División Oeste de la Liga Nacional para culminar la década de los 70, pero perdieron el NLCS en una barrida de tres juegos contra Pittsburgh. En ese momento, muchos de los dientes de la Gran Máquina Roja habían avanzado. Pérez fue el primero en ir, en un trato con Montreal. Rose se fue por agencia libre en 1978, el mismo año en que Anderson fue despedido. Pronto Morgan y Cesar Gerónimo sehabrían ido. Pero Concepción todavía podía jugar. "Las otras personas se alejan, y de repente te das cuenta de la obra de arte antigua en la esquina", dijo Bench de Concepción. 10 Concepción publicó máximos de carrera en jonrones (16) e impulsadas (84) en 1979. También reclamó su quinto y último Premio Guante de Oro.
Concepción permaneció el campocorto regular de los Rojos durante la temporada de 1985, e hizo el último de sus ocho equipos All-Star en 1982. En el All-Star Game de esa temporada, en el Estadio Olímpico de Montreal , bateó un jonrón de dos carreras frente al Dennis Eckersley de Boston , y fue nombrado el Jugador Más Valioso del juego. Antes de conectar su jonrón en la segunda entrada, habló con su compañero de equipo All-Star y compañero venezolano Manny Trillo de los Filis de Filadelfia, "le dije a Manny, 'tengo la sensación de que voy a pegarle a uno en el estadio'. Él me bromeó, pero yo dije: 'Voy a hacerlo'. 11 Y lo hizo.
Concepción se retiró después de la temporada 1988, después de haber jugado toda su carrera de Grandes Ligas con los Rojos. Su sucesor en el campocorto, Barry Larkin , comenzó su propia carrera de 19 años en 1986, y finalmente fue votado en el Salón de la Fama del Béisbol. Concepción fue incluido en el Salón de la Fama de los Rojos de Cincinnati en 2000, y su número 13 fue retirado por los Rojos el 25 de agosto de 2007. Dijo Joe Morgan, "Es el campocorto más grande con el que he jugado alguna vez o que he visto . " 12
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En su retiro, Concepción regresó a su Venezuela natal, y más tarde dirigió su ciudad natal, Aragua Tigers. Más tarde, se convirtió en ejecutivo en un negocio de transporte por carretera.
Concepción continuó con un buen linaje de torpederos desde Venezuela. Creció idolatrando a Chico Carrasquel y Luis Aparicio y tratando de emularlos en el campo. Más tarde, los compatriotas Ozzie Guillén y Omar Vizquel crecieron fantaseando sobre jugar béisbol en las grandes ligas como su héroe, Dave Concepción. Vizquel rindió homenaje al ícono de su infancia con el número 13, diciendo que Concepción era "la que me gustaba, la que admiraba" 13.
Última revisión: 1 de mayo de 2014

Esta biografía está incluida en el libro "The Great Eight: The 1975 Cincinnati Reds" (Universidad de Nebraska Press, 2014), editado por Mark Armor. Para obtener más información, o para comprar el libro de University of Nebraska Press, haga clic aquí

viernes, 12 de enero de 2018

ROBERTO ESTALELLA, PRIMER HISPANO DE TRIPLE CORONA


Por Andrés Pascual

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Hasta 1962 y desde que en 1940 la obtuviera Cool Papa Bell, en la Mejicana la han ganado Wild Bill Right en 1943; Angel Castro en 1951; el cubano René González en 1952; el norteamericano Alonzo Perry en 1956; Claudio Solano, de la Liga Arizona-Mexico, en 1957 y Ramiro Caballero, de la Mejicana Central, en 1962.
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Roberto “Tarzán” Estalella (Cárdenas 1911-Hialeah 1991), fue el segundo gran jugador de posición cubano y hispano en el Beisbol Organizado; el primero fue Armando Marsans, uno de los dos pioneros, junto a Rafael Almeida, cuando existían ambas ligas, primer bateador de .300 y primero en recibir votos para el MVP en Grandes Ligas durante la década 1910-20. Pero Marsans jugó pocos años.
A Estalella, cuando fue cambiado por los Senadores de Washington a los Elefantes Blancos de Connie Mack en 1943 junto a Jimmy Pofahl y dinero por Bob Johnson, que había jugado en el Juego de Estrellas del año anterior por la Liga Americana, el Viejo Zorro de los Atléticos lo presentó como un nuevo Al Simmons, si el matancero no comete la equivocación de irse a la Liga Mejicana, hubiera continuado el desarrollo ascendente de su carrera en Grandes Ligas, porque sus mejores años fueron los tres previos a 1945, cuando dio el paso en falso, en los que había jugado 100 ó más juegos en cada una de esas temporadas con promedios superiores a .285, actuando en la esquina caliente y en los jardines del viejo club.
A Mexico fueron jugadores cubanos que cometieron un error garrafal, porque se hubieran impuesto en las Mayores, no solo Estalella, sino Adrián Zabala perdió la oportunidad única con los Gigantes; otros jugadores como Agapito Mayor, Mario Fajo o Chito Quicutis, que no tenían etiqueta de bigleaguers, tal vez hicieron bien; pero, quizás Jorge Comellas y, sobre todo, Julio Moreno, las hicieron mal.
Para justificar la falta de clase que les hubiera impedido jugar en grandes ligas, muchos que no actuaron en ese nivel decían que “nadie se podía negar ante tanto dinero…”, pero Estalella sí desperdició con la ida a la Mejicana y la posterior suspensión como renegado una carrera que pudo ser brillante.
En 1938, jugando para el Charlotte clase D de la Piedmont League, el matancero ganó la Triple Corona de Campeón de Bateo por primera vez para peloteros cubanos y hispanos en el Beisbol Organizado, al concluir la campaña con 38 jonrones, 123 impulsadas .378 de promedio, total de 325 bases recorridas y .754 de slugging.
Sin embargo, no fue esa la única gran temporada del Tarzán cardenense: en 1949, con el Minneapolis de la Asociación Americana, mismo con el que 11 años antes había ganado Ted Williams la Triple Corona a los 19 años, Estalella produjo para .341, 36 dobles, cinco triples, 32 jonrones y 134 empujadas.
El antillano estuvo en el Beisbol Organizado, incluyendo 9 temporadas en grandes ligas, desde 1934 al 1951; en las Menores bateó 8 veces sobre .300, cuatro campañas con más de 30 jonrones y 1 sobre 20; además, en 6 impulsó a más de 100 corredores.
Su último año bueno en Estados Unidos, luego de cumplir la sanción de las grandes ligas, fue en 1947 con el St. Jean de la Liga Independiente, con los que bateó .374, 17 dobles, 2 triples, 24 jonrones y 101 empujadas en 321 veces al bate.
En 1942, el Jíbaro Luis Rodríguez Olmo se llevó la Triple Corona jugando para el Richmond de la Liga Piedmont, convirtiéndose en el segundo hispano en ganar el premio.
En 1950, Silvio García la obtuvo jugando para el Sherbrooke clase C de la Liga Peninsular con números como 21 jonrones, 116 impulsadas y .365 de promedio.
En 1956, con el St. Cloud clase C, también de la Peninsular, el puertorriqueño Orlando “Peruchín” Cepeda la conquistó por 26 cuadrangulares, 112 corredores enviados al plato y promedio de .355.
En 1959, por la victoria de los Cañeros de los Cubans en la Pequeña Serie Mundial contra el Minneapolis, el inicialista Frank “Panchón” Herrera se la llevó a su pueblo habanero de Santiago de Las Vegas por 37 jonrones, 128 impulsadas y .329 de promedio, jugando para los Bisontes de Búfalo de la Liga Internacional clase Triple A.
Como adjuntos de interés, en 1956 Ken Guttler, jugando para el Shereveport de la Piedmont, bateó 62 jonrones y empujó 143, pero su promedio de .293 no fue suficiente para liderar la liga.
Quien si lideró la Longhorn clase C con el Roswell en los tres departamentos fue Joe Bauman en 1954, acaso la mejor temporada de bateador alguno en cualquier liga del mundo. El tipo produjo para 72 jonrones, 224 carreras impulsadas y .400 de promedio.

viernes, 15 de diciembre de 2017

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