BEISBOL 007: Doscientos cubanos en Grandes Ligas

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viernes, 19 de enero de 2018

Doscientos cubanos en Grandes Ligas




SWIFT CURRENT (SASKATCHEWAN), Canadá.- El 3 de Abril de 2017, al debutar con el equipo Indios de Cleveland, el villaclareño Yandy Díaz se convirtió en el jugador nacido en Cuba número 200 que juega en las Ligas Mayores de Béisbol de Estados Unidos (MLB por sus siglas en inglés).
Esa larga historia la comenzó Esteban (“Steve”) Bellán, nacido en 1849 en La Habana, y quien debutara el 9 de Mayo de 1871 y jugara hasta 1872 para los Troy Haymakers y en 1873 para los New York Mutuals de la Asociación Nacional de Estados Unidos; antes que esta inoperante Asociación (surgida al calor del cisma entre los peloteros profesionales y los amateurs) se disolviera en 1876 para dar paso a la Liga Nacional, antes incluso que se celebrara el primer juego oficial de pelota en Cuba el 27 de diciembre de 1874 en el estadio Palmar de Junco.
Tras la brevísima incursión del habanero Chick Pedroes por los Chicago Orphans en 1902, muchos cubanos comenzaron a llegar a las Ligas Mayores en la década de 1910, comenzando por el matancero Armando Marsans en 1911, hasta sumar 77 que debutaron antes del triunfo de la Revolución cubana. De esa etapa sobresalen los nombres de los habaneros Adolfo Luque (pitcher que promedió 3,24 carreras limpias por juego en 20 temporadas en las Mayores), Orestes “Minnie” Miñoso, Camilo Pascual, Mike González, Mike Fornielles, el pinareño Pedro Ramos, el pitcher tunero Orlando Peña, Roberto Ortiz, Bobby Estalella, Román Mejías, Sandy Amorós y Tony Taylor, el rápido infielder nacido en el Central Alava en 1935 y quien jugara 19 temporadas en Grandes Ligas.
Entre 1959 y 1970 otros 40 peloteros debutaron en las Grandes Ligas de Estados Unidos, la mayoría impulsados por la decisión de Fidel Castro en 1961 de eliminar la práctica del deporte profesional en Cuba, suspender la poderosa Liga Profesional de Invierno con los equipos Habana, Almendares, Marianao y Cienfuegos, lo que también produjo el traslado a New Jersey de los Havana Sugar Kings, un equipo Triple A que jugaba en la Liga Internacional. Los mejores peloteros y entrenadores cubanos tenían en aquel entonces la posibilidad de salir de Cuba legalmente y muchos abandonaron la isla para seguir jugando como profesionales. Entre los debutantes de ese periodo sobresalen los nombres de Zoilo Versalles, Mike Cuellar, Tony González, Leo Cárdenas, Joe Azcue, Diego Seguí, Cookie Rojas, Tony Oliva, José Cardenal, Luis Tiant, Tony Pérez, Bert Campaneris, Tito Fuentes y Paul Casanova.
En las dos décadas posteriores las estrictas regulaciones migratorias impidieron la salida a muchos atletas que jugaban en la Serie Nacional de Béisbol de Cuba, y sólo una docena de atletas se incorporaron a las mayores, con destaque para José Canseco, Rafael Palmeiro y Tony Fossas.
La obsesión del gobierno socialista contra el profesionalismo y las huidas de peloteros cubanos llegó a extremos tales como prohibir la participación en Series Nacionales de un grupo de estrellas de la selección nacional que fueron autorizados por el Instituto Cubano de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) a jugar profesionalmente en Japón (lo que significó el retiro forzoso para glorias deportivas de la talla de Omar Linares, Antonio Pacheco, Orestes Kindelán o Víctor Mesa); así como a peloteros de los que se sospechaba o eran sorprendidos en el intento de salir ilegalmente de Cuba o abandonar la selección en el exterior, en una lista interminable de casos como los notables de “El Duque” Hernández, Germán Mesa, Alberto Hernández, Yasmany Hernández, Diosdany Castillo, Ramón Lunar, y Dayron Varona. Fidel Castro nunca tuvo la visión para comprender que los beisbolistas amateur no podrían derrotar a los profesionales a partir que estos últimos fueron autorizados a participar en las competencias internacionales. De hecho, nunca entendió la diferencia práctica y conceptual entre el deporte amateur y el profesional.
La llegada a Cuba de la crisis conocida eufemísticamente como Período Especial hizo que muchos atletas cubanos desafiaran las regulaciones migratorias vigentes escapando de la isla en balsas o aprovechando eventos internacionales para abandonar la selección nacional e ir a recalar a los Estados Unidos. Entre 1992 y 2017, 71 peloteros cubanos debutaron en Grandes Ligas: Tony Menéndez, René Arocha, Ariel Prieto, Rey Ordóñez, Liván Hernández, Osvaldo Fernández, Eli Marrero, Vladimir Núñez, Orlando “El Duque” Hernández, Rolando Arrojo, Jorge Luis Toca, Michael Tejera, Alex Sánchez, Bill Ortega, Edilberto Oropesa, Adrián Hernández, Danys Báez, Hansel Izquierdo, Juan Díaz, Michel Hernández, José Ariel Contreras, Brayan Peña, Yuniesky Betancourt, Alay Soler, Kendrys Morales, Yunel Escobar, Alexei Ramírez, Juan Miranda, Yoslan Herrera, Alberto Castillo, Francisley Bueno, Bárbaro Cañizares, Dayán Viciedo, Raúl Valdés, Yunesky Maya, Aroldis Chapman, Yonder Alonso, Amaury Sanit, Leonys Martin, José Iglesias, Eddy Rodríguez, Adeiny Hechavarría, Yasmani Grandal, Yoenis Céspedes, Henry Urrutia, Yasiel Puig, Onelki García, José Fernández, Jorge Soler, Adrián Nieto, Alexander Guerrero, Miguel Alfredo González, Roenis Elías, Odrisamer Despaigne, Rusney Castillo, Erisbel Arruebarruena, José Dariel Abreu, Yasmany Tomás, Héctor Olivera, Raudel Lazo, Raisel Iglesias, Dalier Hinojosa, Adonis García, Dariel Álvarez, Yoan Moncada, Ariel Miranda, Guillermo Heredia, Yuliesky Gurriel, Aledmis Díaz, Gerardo Concepción y el ya mencionado Yandy Díaz.
Todas las provincias del país y posiciones del béisbol están aquí representadas. Muchos de ellos vieron pasar sus mejores años en Cuba antes de poder integrar la selección nacional y salir al exterior, o tener la posibilidad o el permiso para escapar. También ha conspirado contra ellos el bajo nivel del béisbol que se juega en Cuba, que lógicamente sigue bajando con cada talento que se va del país. Solamente siete en esta lista han logrado jugar diez o más temporadas en Grandes Ligas. Del récord de 24 peloteros nacidos en Cuba que participaron en la temporada 2017, Kendrys Morales es quien más tiempo se ha mantenido en Grandes Ligas: 11 temporadas.
Sólo podemos especular cuánto bien les hubieran hecho muchos de esos nombres a los maltrechos equipos Cuba que ya no pueden ganar ni a nivel centroamericano.
Por supuesto que en esa lista faltaría incluir a múltiples entrenadores, jugadores ya retirados que fueron a vivir al exterior, peloteros nacidos en otros países de padres cubanos, atletas que al salir ya no pudieron llegar a las Ligas Mayores por las razones expuestas en el párrafo anterior (como por ejemplo Euclides Rojas, Leslie Anderson o el receptor holguinero Alberto Hernández), y otros que en algún momento de su carrera decidieron contratarse profesionalmente en otros países como México o Japón. Tampoco podemos incluir a peloteros que han jugado profesionalmente en Ligas como las dos antes mencionadas; pero bajo la tutela del organismo gubernamental del deporte en Cuba. Unos pocos jóvenes han abandonado el país y se encuentran actualmente preparándose en República Dominicana o jugando en Ligas Menores de Estados Unidos, con la esperanza de hacer el grado en el futuro de las Grandes Ligas, ejemplo de ello es Lourdes Gurriel Jr., hermano de Yuli, el pelotero cubano campeón de la Serie Mundial del 2017 con los Astros de Houston.
De los peloteros cubanos que han pasado por Grandes Ligas, nadie ha jugado más temporadas que el camagüeyano Tony Pérez, quien sumó 23 temporadas como jugador y luego dirigió por un año a los Rojos de Cincinnati y otro a los Marlins de la Florida. Otros seis cubanos han sido managers en Grandes Ligas, siendo el más reciente Fredi González, que dirigió por 10 años a los Marlins y a los Bravos de Atlanta hasta el pasado año. Minnie Miñoso y Tony Oliva son quienes más veces han sido seleccionados para el juego de las estrellas, con 9 y 8 respectivamente.
La mayor cantidad de juegos jugados, comparecencias y veces al bate (2831, 12 046 y 10 472 respectivamente), y algunos de los más impresionantes números ofensivos en las Mayores corresponden a Rafael Palmeiro. Es el único cubano con más de 3000 hits (3020) y además encabeza históricamente los dobletes (585), jonrones (569), carreras anotadas (1663), impulsadas (1835), y bases por bolas (1353). Si consideráramos solamente aquellos cubanos con 500 o más juegos jugados, Palmeiro tiene el 4to mejor average de bateo (288) y segundo coeficiente slugging (515). El cienfueguero José Dariel Abreu, con sólo cuatro temporadas jugadas, lo supera en estos dos últimos indicadores. El average de bateo de Abreu (301) sólo es superado de por vida por Tony Oliva (304).
Bert Campaneris, natural de Pueblo Nuevo, lidera ampliamente las bases robadas, con 649 en 19 temporadas. Entre los lanzadores, Adolfo Luque lidera las temporadas jugadas con 20 y los juegos completos con 206, Camilo Pascual participó en siete juegos de las estrellas, Diego Seguí lanzó en 639 partidos, Aroldis Chapman ha salvado 204 juegos, mientras que Luis Tiant acumuló 229 victorias, 484 juegos iniciados, 49 lechadas, 2416 ponches en 3486 y un tercio de innings y 14 365 bateadores enfrentados. A Liván Hernández corresponden liderazgos generalmente no deseados como los de hits y jonrones permitidos, carreras y carreras limpias permitidas, pelotazos, y movimientos ilegales. En su defensa, sólo un jugador con 17 temporadas en la Gran Carpa puede acumular semejantes números, y sólo buenos resultados pueden mantener a un jugador tantos años jugando a ese nivel.
El pueblo de Cuba sigue pidiendo a gritos que sus peloteros en MLB sean autorizados por las autoridades cubanas a representar a su país en eventos internacionales, y que se rompa el secretismo oficial que prohíbe mencionarlos en los medios oficiales de prensa, o incluso televisar juegos donde éstos participen. Solamente un irracional capricho lo impide. Se siguen considerando “traidores” a la patria, puesto que su escasa visión y torpeza les impide ver que otros peloteros latinoamericanos, australianos, europeos y asiáticos también participan en esta Liga sin dejar de amar y representar a su país, llegando a donar cuantiosas cantidades para desarrollar el béisbol o contribuir a paliar los efectos de catástrofes naturales en sus países. Por lo pronto, 200 es simplemente un número cerrado que llamó mi atención. Es lógico suponer que muchos más vendrán.

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