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José Altuve cerró con 129 hits en esta primera mitad de temporada. Es líder de la MLB, incluyendo ambas ligas, aunque siente el acoso de Jean Segura. Tiene delante de sí una tarea ciclópea, que ningún latinoamericano ha conseguido. De hecho, sólo un pelotero ha tocado el récord que ahora persigue: ser el bateador con más imparables en su circuito durante cinco campañas consecutivas.
El venezolano ha reinado en la Americana desde 2014, ininterrumpidamente. Es dueño de la seguidilla más notable del beisbol después de la lograda por Ichiro Suzuki entre 2006 y 2010. Nadie ha hilvanado otra hilera con más de tres torneos, ni siquiera Ty Cobb, Rogers Hornsby o Tony Oliva.
Altuve empieza esta segunda parte del campeonato con la posibilidad de hacer historia, si mantiene el paso y resiste el acoso del dominicano Segura y demás contendores. Ha sido una máquina de dar incogibles, desde que en 2011 dio el salto a las Mayores. Nadie ha acumulado más cohetes a partir de esa fecha, un período en el que, además, ha conquistado tres títulos de bateo y pelea con Mookie Betts por el derecho a sumar un cuarto.
El camarero de los Astros de Houston necesita 96 indiscutibles para igualar su tope personal de 225. Lleva muy buen paso. No es una cifra imposible para quien una vez largó 102 imparables después de la pausa del Juego de Estrellas.
Esa cantidad de batazos a tierra de nadie que golpeó Altuve en la segunda mitad de 2015 no es el récord para un jugador nacido en América Latina. La marca pertenece al mexicano Mel Almada, que en 1938 largó 116, y al quisqueyano Miguel Diloné, que lo igualó en 1980.
Almada también llegó a ser una máquina, un rematador que en 1937 ya había largado 111 hits en la segunda parte del calendario. Es una cantidad tan significativa, que antes de Diloné, el gran Roberto Clemente fue quien más se le acercó, gracias a los 109 imparables que el Cometa de Carolina dio en el verano de 1964.
Terminado el descanso del Clásico de Julio, llega el momento de pisar el acelerador para equipos y jugadores. Arrecia la batalla en las seis divisiones y en los lideratos individuales. No sólo Altuve y Segura tienen cuentas pendientes.
Luis Severino, en medio de una cosecha de ensueño, empieza este lapso con 14 victorias y 2.31 de efectividad en 20 aperturas. Si pudiera igualar el máximo registro para un pitcher latinoamericano en el período que empieza, haría historia entre sus pares.
Es posible que no le alcance el tiempo, sin embargo. Con rotaciones de cinco hombres, a Severino le quedan unas 14 salidas, quizás 13. Tendría que anotarse triunfos en todas, porque el latino con más lauros en la segunda parte de una campaña, el cubano Adolfo Luque, ganó 14 veces.
Mike Cuéllar fue otro conspicuo rematador. También nativo de Cuba, en 1969 salió victorioso 13 veces después del Clásico de Julio, una menos que Luque, y de nuevo logró 13 en 1970, anticipándose a lo que después alcanzarían Ed Figueroa, de Puerto Rico, en 1978, y Johan Santana, de Venezuela, en 2004.
Pedro Martínez también fue una fuerza desde mediados de julio y hasta el final de cada temporada regular. Ningún otro pitcher del área iguala los 151 ponches que repartió en 1997 durante ese lapso, o los 144 que propinó en 2000.
Su compatriota Severino logró precisamente 144 en la primera parte de este torneo, que es más larga que la segunda. Martínez labró su camino al Salón de la Fama con su avasallante capacidad para abrumar a los toleteros contrarios, al punto de que eclipsó por completo los viejos topes del puertorriqueño Juan Pizarro, que fusiló a 139 en la recta final de 1961, y del dominicano Juan Marichal, que contabilizó 134 en 1963.
Edwin Díaz empieza este período como líder de la Liga Americana con 28 salvados y una proyección que le da 60, si se mantiene. Para llegar a los 62 que totalizó Francisco Rodríguez en 2008, un hito en el beisbol, necesita acercarse a la máxima cifra que alguien nacido por debajo del Río Grande ha logrado después del Juego de Estrellas.
Esa marca entre mediados de julio y principios de octubre está en poder del propio K-Rod, pero también de Danys Báez. Ambos rescataron 28 encuentros en 2005, coincidencialmente, aunque el venezolano también tuvo un cierre notable en 2006, cuando obtuvo 26 salvamentos.
En el medio de ambas cosechas está la de Aroldis Chapman en 2012, cuando se agenció 27.
¿Con cuántos dobletes terminará Eduardo Escobar? El antesalista de los Mellizos de Minnesota perdió impulso al llegar este mes y su proyección le pone por detrás del máximo registro histórico de 67, en poder de Earl Webb desde 1931. Pero todavía amenaza claramente la marca para bateadores nacidos en Venezuela, que tiene Magglio Ordóñez con 54.
Ningún latino ha dado más de 30 tubeyes en la segunda mitad. El puertorriqueño Carlos Delgado llegó exactamente a las tres decenas en 2000, aunque por poco perdió ese tope a manos de Albert Pujols, que reunió 29 en 2001 y de nuevo en 2012, y del también dominicano José Ramírez, que justificó su candidatura al Jugador Más Valioso de 2017 con 29 batazos de dos almohadillas después del Clásico de Julio.
Son los registros conseguidos en la Era de los Esteroides los que posiblemente resulten más difíciles de alcanzar hoy. Entre mediados de la década de los 90 y comienzos de este siglo, Sammy Sosa golpeó tres veces más de 30 cuadrangulares después de la pausa del choque estelar, con un tope de 35.
La triple explosión de Sosa da mayores méritos a quienes son sus escoltas en la marca para latinoamericanos. Ambos se mantienen activos, y son el quisqueyano José Bautista, con 30 en 2010, y el venezolano Carlos González, con 27 en 2015.
Los principales topes de impulsadas conseguidos por paleadores nacidos en la región en el lapso que ahora empieza datan también de los años de Slammin’ Sammy: él mismo se adjudicó 77 en 1998 y nuevamente en 2001, mientras que Andrés Galarraga, Manny Ramírez y Miguel Tejada llegaron a 75 en 1996, 2000 y 2004, respectivamente.
No pasa exactamente así entre los anotadores del área, aunque Sosa de nuevo aparezca con 74 en 2001 y 67 en 1998. Después de él, está el cubano Zoilo Versalles con 67 en 1965, y el quisqueyano Felipe Alou, con 66 en 1966.
Altuve necesita un remate como esos para asegurar su lugar en la historia, en caso de sumar los imparables que pretende para lograr un quinto liderato consecutivo en hits. No importa que no iguale la marca para latinos después del Juego de Estrellas, que posee el mexicano Almada, con 116, siempre y cuando sean los suficientes para poder alcanzar a Ichiro.
Esa carrera en busca del libro de récords, comienza, precisamente, este fin de semana.