Los lentos comienzos de José Altuve
El emergente
Este lento comienzo qué Jose Altuve ha tenido en 2018 es casi una réplica de lo vivido en 2017, cuando el camarero de los Astros vivió su mejor temporada en las Grandes Ligas.
Ignacio Serrano
Zimbio.com |
Fue tan brillante la segunda mitad del Pequeño Gigante, y fue tan notable lo que luego hizo en la postemporada, que a menudo olvidamos lo que sufrió entre abril y mayo para convertirse en el émbolo principal que movió la maquinaria de los texanos hasta el último juego de la Serie Mundial.
La verdadera cosecha de Altuve comenzó el 15 de mayo, cuando bateo de 4-2, con un vuelacercas y tres empujadas. Allí empezó a producir con un ritmo febril, que terminó por darle prácticamente todos los premios, incluyendo el Bate de Plata, el Hank Aaron Award y el Jugador Más Valioso.
Antes de ese día, el infielder presentaba una relativamente discreta línea con promedios de .286/.373/.458, muy diferente al registro de .346/.410/.547 con que cerro.
Únicamente había largado cinco cuadrangulares para esa fecha y parecía improbable que repetiría los 24 que en 2016 le llevaron a convertirse en la rareza que tanto admiran en la MLB: toletero de alto average, capaz también de sumar extrabases y empujar carreras.
Lo que siguió en los últimos cuatro meses y medio fue esplendoroso. Es la parte que más recordamos sus compatriotas, cuando hacemos memoria y revivimos la brillante cosecha de Altuve, que finalmente logró su cuarta zafra sobre 200 hits y su tercer título de bateo en la Liga Americana.
Entre el 15 de mayo y el 1° de octubre, cuando terminó la ronda regular, bateó para .364/.427/.582. Su OPS de 1.009 en esos cuatro meses y medio aplastó el de .792 que mostraba tímidamente antes de prenderse.
Hay algo curioso aquí. Porque Altuve no es precisamente un toletero de lento inicio. En su carrera batea sobre .300 en todos los meses, con promedios casi exactos entre lo que ha hecho en las primeras mitades y lo que ha puesto después de eso. Sin embargo, para mediados de mayo del año pasado andaba en .286 y el 14 de mayo de este año andaba en .305, que ha sido su punto más bajo de 2018 después del Día Inaugural.
¿Explica eso que su balance actual no muestre todavía al productor de los últimos tiempos en todas sus capacidades? ¿Estamos presenciando otro punto de quiebre, semejante al que experimentó en la justa anterior, a partir de ese encuentro en el que dio dos indiscutibles ante los Marlins?
Altuve ha vuelto a encenderse y llegó al viernes con una línea de .469/.500/.653 en sus últimos 12 cotejos.
En general, todavía está por debajo de sus números recientes, con una proyección que sugiere apenas 10 bambinazos, 78 impulsadas y 23 bases robadas. Es una lástima en todo sentido, incluyendo la amenaza de no llegar a 30 estafas, pues ningún venezolano exhibe siete cosechas sobre la treintena (la séptima, que tendría el mérito adicional de ser consecutiva, le ayudaría a dejar atrás las seis del gran Luis Aparicio).
El lineup de Houston no ha dado lo que dio en 2017. El nativo no es el único en mora, aunque su deuda particular está referida específicamente al poder y los robos, pues ya pelea por el liderato de bateo con .338 de average.
¿Estaremos ante otro remate de Altuve? Será emocionante constatarlo en los próximos cuatro meses.
Columna publicada en El Nacional, el sábado 9 de junio de 2018.
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