Por supuesto, y luego de haber registrado una pobre asistencia de 25,729 el viernes, en el primero de una de las series más importantes del equipo en la temporada ante el líder de su división y acérrimo rival, el tópico obligado para iniciar la conversación era ese, a lo que Sternberg afirmó estar cansado de hablar de eso, cansado de que le pregunten siempre sobre el tema y cansado de que todo mundo esté escuchando el mismo tema todos los días. Dijo que había que dejar las cosas como estaban y que el equipo trataría de hacer su mejor esfuerzo sobre el terreno de juego.
Una vez librado, aunque con resultados negativos, ese primer obstáculo, se le pidió a Sternberg hablar sobre la dramática caída de los ratings de televisión que el equipo está experimentando en ésta misma temporada, a lo que el propietario de los Rays mencionó que eso no afectará lo que suceda en el terreno de juego, ni el resto de la temporada, pero que definitivamente no era algo bueno.
Stuart Sternberg por supuesto nunca lo dirá abiertamente, pero todo el mundo sabe, en la Florida y más allá, cuál es la causa de la ausencia del público en las tribunas del estadio y en las pantallas del televisor, aun tratándose de un equipo que fue a la Serie Mundial apenas tres años atrás: la organización se encargó de desmantelar eso que llegó a ser un buen producto, incluyendo algunos de los peloteros consentidos de la afición en ese lamentable éxodo.
Carl Crawford, Carlos Peña y Matt Garza son los primeros que vienen a la mente cuando se habla de ese tema, y para colmo, el gran consentido, el jugador en torno a quien se ha pensado ésta "reconstrucción", Evan Longoria, está teniendo la peor temporada de su carrera, por lo que al público no le llama la atención asistir al estadio para verlo fallar constantemente. El antesalista batea .234, con 11 home runs y 43 carreras producidas en los 63 juegos en los que ha participado ésta campaña, y si ese es el principal atractivo de un equipo, entonces estamos perdidos.
La nómina de los Rays en el 2011 está apenas por arriba de los 41 millones de dólares y solo supera a la de los Kansas City Royals, un recorte de casi 30 millones en relación a lo que tenían el año pasado. Esa es la explicación más clara de todos los problemas de público por los que atraviesa el club, porque si bien es cierto que tienen en Joe Maddon a un gran dirigente, que sabe sacar lo máximo de lo mínimo, también se tiene que cuidar el que un equipo siga siendo "atractivo" para su afición no sólo porque gana los encuentros, sino porque tiene figuras, ídolos, estrellas, renglón en el que los Rays andan volando demasiado bajo.
El amargo sabor de la breve charla con Sternberg se terminó de completar cuando el dueño de los Rays mencionó que había muy pocas posibilidades de que su equipo fuera "comprador" ahora que se acerca la fecha límite de cambios libres en las Grandes Ligas, rechazando también por completo la posibilidad de que se construya un nuevo estadio en el área para tratar de dejar el incómodo Tropicana Field.
Sin inversión no hay resultados. Los Rays amanecen éste domingo a seis juegos de Boston en la lucha por el primer lugar de la División Este en la Americana y a 4.5 de los Yankees en la batalla por el comodín. Pero, a pesar de la garra del equipo y del buen manejo de Maddon, se ve muy difícil que con ese grupo de jugadores, puedan darle alcance a estos dos serios contendientes al Clásico de Otoño.
La segunda mitad de la temporada inicia para los Rays con 7 juegos seguidos ante esos dos rivales de división a quienes hay que darles alcance, y varios miembros del equipo han señalado ésta semana como la clave para definir si el equipo se mantendrá en la pelea por el resto de la campaña. Pero sin el apoyo de su público, sin un estadio que haga "sudar sangre" a sus rivales, difícilmente podrán salir de éste compromiso con banderas desplegadas.
Guillermo Celis es comentarista y analista de béisbol para ESPN Latinoamérica y columnista de ESPNdeportes.com. Puedes seguirlo en Twitter. Consulta su archivo de columnas.
El Tropicana Field se ha visto afectado por la apatía de los fanáticos en Tampa. |