A 45 años de un juego memorable

José Alberto Medina Molero

Hoy, se cumplen exactamente 45 años de un juego, que a la distancia luce cada vez más significativo y portentoso: un tributo y una respuesta. Como sabemos en la vida es inmutable eso que denominamos causa y efecto. El 22 de Septiembre de  1968, dos causas desembocaron en un extraordinario efecto: César Tovar, el noveno venezolano en llegar a las Grandes Ligas, jugó en un mismo  partido las nueve posiciones.

¿Cuál fue la primera causa? Ella se produjo el 8 de mayo de ese año, durante la sexta apertura de un joven pitcher de los Atléticos de Oakland de nombre Jim Hunter, apodado "El Bagre" por sus  pintorescos bigotes. Ese muchacho, de apenas 22 años, le lanzó a los Mellizos de Minnesota el séptimo juego perfecto de la era moderna, propinándoles además 11 ponches. Esa noche de primavera en el Oakland-Alameda County Coliseum Tovar fue dominado con rolata por tercera y dos elevados ( a jardín izquierdo y derecho, respectivamente). Tampoco los bates de Rod Carew, Harmon Killebrew y Tony Oliva pudieron contra los cortantes envíos de "catfish", quien estaba sencillamente en su noche.   Para la tropa de Minnesota aparecer en los titulares deportivos por semejante "hazaña" fue superlativamente humillante. La Directiva caviló mucho tiempo buscando la manera de resarcir ese punto negativo de su hoja de vida.

En el calendario de juego del equipo de los Mellizos se estipulaba que el 22 de Septiembre sería el último juego de la temporada en su estadio sede, el Metropolitan,  además, el juego sería contra el mismo equipo de la afrenta, los Atléticos. La oportunidad era de perlas para equilibrar las cosas, y encontraron en uno de sus peloteros, el más versátil, la posibilidad cierta de brillar. Esa multiplicidad de habilidades de Tovar (con ellos desde 1965) se convirtió en la segunda causa. César, con la gracia, el picante y talento beisbolero que le salía a borbotones, encaró la proeza que tres años antes había hecho por vez primera en la historia el cubano Dagoberto Campaneris.

Ante 11,340 aficionados  Tovar arrancó como pitcher en el primer inning dominando con foul fly precisamente a Campaneris, para luego ponchar al mítico Reggie Jackson, otorgar boleto a Danny Carter, y, finalmente, obligar al antesalista Sal Bando a entregar el tercer out con alto elevado en zona de foul por los lados de la primera. Así sucesivamente se fue moviendo episodio a episodio, y en orden creciente, por todas las posiciones hasta terminar patrullando en la novena entrada el jardín derecho. Para lograr esto, el manager Cal Ermer dispuso que , por ejemplo, Graig Nettles pasase de la primera al jardín central y de allí a la antesala. Rod Carew, en un momento tuvo que cubrir el campocorto. Por Oakland abrió el recordado pitcher Blue Moon Odom, quien se mantuvo por siete episodios completos.

Al bate   César se fue de 3-1, un sencillo  y negoció una BB, logrando además su robo 33 del año. Cerrando el tercer inning pudo anotar tras triple por el jardín derecho del LF de Minnesota, Bob Allinson. Esa carrera a la postre resultó ser la de la diferencia pues la pizarra final marcó Mellizos 2 Atléticos 1.  Se había logrado el efecto y además, en todo su esplendor el diamante que era César Tovar había esparcido su brillo portentoso en el Metropolitan. Fue un momento como el que evoqué al leer las siguientes líneas de Fernando Savater en su novela, "La hermandad de la buena suerte":

"..entonces, por un momento, intenso momento, vuelve la ligereza al alma y regresamos a la víspera de nuestra mejor Navidad.. "

Hace 45 años  nuestro César Tovar fue objeto de un tributo a su exuberante y polifacético talento, también logró que su equipo extrajese esa espinita clavada en el costado del ego peloteril. Tal vez lo más importante de ese partido fue el entusiasmo que todos pusieron para celebrar la gran fiesta que es el béisbol, en particular ¡el ahínco y espíritu alegre del gran César..!

Jamedina11@gmail.como