Recuperado de una fractura en el tobillo derecho, Magglio Ordóñez afronta una nueva temporada que le ofrece el aliciente de alcanzar varias marcas personales. Carlos Guillén aún no está al cien por ciento, tras una operación en la rodilla izquierda, y su puesto -ya sea como intermedista o bateador designado- es una incógnita. Este es el panorama contrastante que presentan en la pretemporada los dos veteranos venezolanos, que junto con sus compatriotas Miguel Cabrera y Víctor Martínez integran la columna vertebral de la ofensiva de Detroit y de cuya salud dependerá en gran parte el éxito en 2011 del equipo que dirige Jim Leyland. Ordóñez dijo a la AP que por segundo año seguido realizó un entrenamiento especial con su amigo Cabrera (ambos en la foto) en el receso de temporada, a lo que se sumó su rehabilitación de la fractura en el tobillo. "Me preparé bastante bien", aseguró el jardinero derecho titular de Detroit. "Básicamente lo que hice fue fortalecer las piernas y prepararme para una temporada larga". El entrenador Rafael Belliard comentó que en los cinco años y más que lleva con los Tigres nunca vio al toletero venezolano en tan buena condición física. Ordóñez firmó en el receso un contrato con los Tigres para permanecer un año más con la organización con la que juega desde 2005, movida comprensible porque el venezolano siente a Detroit como su casa y el club sigue apostando a la producción de un toletero con números formidables en sus 14 años en las Grandes Ligas. Sólo pudo jugar 84 partidos la temporada pasada debido a la lesión del tobillo y bateó para .303, con 12 cuadrangulares y 59 impulsadas. Fue el segundo año afectado por dolencias físicas que mermaron su producción. Un Ordóñez sano toda la temporada es fundamental para los Tigres. Batearía como tercero antes de Cabrera y Martínez, quien se perfila como el quinto en la alineación. El receptor venezolano llegó procedente de los Medias Rojas de Boston. Ordóñez dedica más tiempo a estar en la jaula de bateo: "Como todos saben, ya uno tiene cierta edad y tenemos que cuidarnos más que antes", admitió Ordóñez, quien está a 11 jonrones para alcanzar los 300 en su carrera. Ordóñez exhibe otras estadísticas sensacionales, como 2.072 hits y 1.204 impulsadas. Guillén, por su parte, confía en una temporada sin dolencias. De 35 años y con siete campañas en Detroit, el bateador ambidiestro viene de una operación. También es ficha importante de la ofensiva, aunque su guante es muy valorado y este año los Tigres planean alternarlo como segunda base y bateador designado. Sin embargo, en lo que va de los entrenamientos, el venezolano sólo ha podido practicar con roletas frontales, ya que aún no está en condiciones para moverse con soltura a los lados. "Es cuestión de tiempo", explica Guillén, mientras que sus dos hijos pequeños, a los que suele llevar a las prácticas, se entretienen con un iPad. "A veces hay días en que me siento bien, pero también hay ocasiones con molestias".
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