Por Andrés Pascual
Cuando Francisco Liriano comenzó era una copia al papel carbón de Johan Santana, hasta los movimientos eran similares, si no 100 %, por lo menos al 55. Pero sufrió de la “brujería” contra el pelotero moderno y se lesionó, porque tiene que ser un “daño” lo que hay con esto hoy.
El problema es que, de aquel fenomenal prospecto zurdo, lo que va quedando es “un pitcher de un día no y el otro vamos a ver”. No por gusto tiene más de 5.00 de promedio de carreras limpias permitidas y, sin la velocidad de un ciclón ni algo que lo parezca, tendencia a wild, con pitcheo mayormente en zona mala para él.
Ahora tiró un no hit no run en el nivel del que, hace unos años, cuando militaba con los Marlins, lanzó A.J. Burnett: 6 bases por bolas para el dominicano, mientras el hoy derecho de los Yanquis concedía 9 pasaportes de libre tránsito aquel domingo en Arizona.
Mirándolo bien y a pesar de que no permitieron hits ni carreras, ¿Se puede considerar dominante a un pitcher que embasó por bases por bolas a 6 bateadores? En la lógica ajena a la realidad de la anotación, una base es un sencillo, porque coloca un corredor en la inicial, ¿Entonces? Mike Mussina tiraba perfecto una noche en Boston, hasta que Carl Everett, en el 9no. con dos outs y en dos strikes sin bolas, le dio un cañonazo al right. Las cosas del beisbol. No había dado bases por bolas…
Una vez, en 1926, el inmortal Pete Alexander tenía al Chicago sin hits ni carreras en el noveno, con dos outs y le enviaron de emergente a un excelente chocador de bolas, para colmo, su amigo. El tipo, con el bate bien corto, le metió un rolling saltarín por encima de segunda que siguió viaje al center riéndose del sueño roto con que había coqueteado, segundos antes, uno de los grandes que nunca pudo adjudicarse un juego de no-no.
Yo vi a David Ortiz conectar un batazo por todo el campo central de Yanqui Estadio, fildeado por Merkis Cabrera, después de “partirse las patas corriendo”, como a 400 pies del home-plate. En ese propio juego, Pedroia dejó caer una entre Robinson Canó y Bobby Abreu que daba grima.
Pero, siendo justos, estos detalles no son patrimonio del tiempo actual: los dos famosos no hits no runs seguidos de Johnny Vander Meer, tuvieron una más que generosa ración de bolas malas y, como complemento sobre uno de ellos, Leo Durocher declaró, “este que se lo apunten al tercera base, que paró 5 cohetes con etiqueta de hits…”
Liriano, como hace unos años Burnett y muchos más Vander Meer, pertenecen a la galería de “pitchers que lanzaron no hits no run feos”; es decir, que el dominio, ese día, viéndolo bien, fue relativo.
Pie de grabado: Con seis bases por bolas en un juego sin hits ni carreras, el hermetismo es relativo |