El emergente
Columna publicada en El Nacional, el domingo 15 de julio de 2018.
Ignacio Serrano
Omar Vizquel salió con bien de su primera votación para el Salón de la Fama de Cooperstown. Aseguró su presencia en una segunda elección y cerró con mejor resultado que Luis Aparicio en su debut.
Ahora empieza la votación para el Salón de la Fama del beisbol venezolano y comienza la cuenta regresiva para saber si Vizquel será el primer consagrado por unanimidad aquí.
Es llamativo que nadie haya logrado reunir todos los votos, siendo que desde la segunda ocasión (en la primera únicamente participó el Comité Histórico) ha habido candidatos indiscutibles, como Wilson Álvarez o Andrés Galarraga.
Vizquel tiene todo lo que puede exigirse para estar en el templo de Valencia. Fue estrella en la LVBP, al punto de que la corona de los Leones en la temporada 1994-1995 es atribuida a su liderazgo. Fue incomparable grandeliga, con 11 guantes de oro y varios récords absolutos en la MLB, además de retirarse como el criollo con más temporadas (24) y hits conectados (2.877) en las Mayores. Su conducta ciudadana ha sido ejemplar, y marcó nuestra pelota durante décadas, si contamos que en 1977 fue campeón de aquel Mundialito infantil en el estadio Universitario.
La regla para votar en nuestro Salón de la Fama es clara: debemos seleccionar a los mejores, sin importar dónde hayan sido sus carreras, dentro o fuera del país, en el circuito invernal, o en Japón o en la gran carpa. Es el Salón de la Fama del beisbol venezolano, no el de la LVBP ni el de los bigleaguers nativos. A la hora de escoger, tan válido es lo hecho por un Robert Pérez como por un Félix Hernández, siempre y cuando se cumplan los dos requisitos exigidos en los estatutos: combinar valores éticos y excelencia deportiva.
Esta vez aparecen 23 candidatos, sumando a quienes cumplen ya los cinco años de retiro. No verán en la lista a Johan Santana ni a Carlos Zambrano, a diferencia de lo ocurrido con el proceso de Cooperstown, pues Santana insiste en que no ha dicho adiós y el Toro está de regreso en México, con un ojo puesto en el Magallanes.
Entran en carrera algunos nombres de gran peso: Melvin Mora, Richard Hidalgo y Jorge Julio Tapia, aunque con Mora quizás haya tiempo todavía para una reconsideración, pues acaba de desempolvar los spikes para reaparecer en un torneo profesional en la República Dominicana.
Con solo seis votos disponibles para cada elector, parece evidente que de nuevo habrá injusticias. Siempre ocurre y a menudo hay chance de subsanarlas.
La más grande de todas en estos años recientes estuvo cerca de corregirse hace un año, cuando a Leonardo Hernández le faltaron tres papeletas, apenas tres, para lograr el sitial que merece por haberse retirado en la LVBP como el segundo jonronero, tercer empujador y el primer toletero con 70 cuadrangulares y 70 bases robadas, amén de haber sido dueño de una sólida defensa y un potente brazo en la tercera base.
Edwin Hurtado, Richard Garcés, Juan Carlos Pulido y Jesús Alfaro llegaron cerca en 2017. Magglio Ordóñez, Alex Delgado, Roberto Zambrano, Luis Raven, Omar Daal y Felipe Lira tienen merecimientos. También Carlos Guillén, Géremi González, Eduardo Pérez y hasta Tom Evans, porque los importados igual cuentan.
Ojalá los votantes hagamos justicia el 31 de julio. Por ahora, el único que se ve seguro es Vizquel.
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