Por Andrés Pascual
Un libro necesario en el librero de todos los amantes del beisbol, debería ser “Baseball’s Dead of World War II: A Roster of Professional Players Who Died in Service”, en español “Muertes de beisbolistas en la Segunda Guerra Mundial: Un Roster de Jugadores Profesionales que Murieron en Servicio”. El material es duro de leer, mejor doloroso.
Cada vez que escriben sobre los jugadores movilizados hacia los campos de batalla o hacia los regimientos llamados de entretenimiento, el interés incide en los años perdidos por las estrellas convocadas al Servicio Militar y la afectación que tuvieron esas ausencias en sus records. Fueron muchos y es otra diferencia que tienen a su favor los peloteros de hoy, que no juegan bajo la presión que significa “cumplir con el llamado de la patria en campos y ambientes de guerra real”.
Según la investigación del autor, pocos bigleaguers sirvieron en el frente de combate; pero, quienes lo hicieron, incluyendo a cuatro miembros del Salón de la Fama, están debidamente documentados por Gary Bedingfield.
En el documento existen dos historias paralelas: la primera, jugadores de ligas menores que lograron sobreponerse a serias lesiones para cumplir su sueño de jugar, aunque fuera poco tiempo, en Grandes Ligas; la segunda, los que no pudieron por la extrema gravedad de la lastimadura.
Pero la indagación se enfoca en los 127 jugadores que perdieron la vida en servicio, que murieron en los teatros de la contienda, incluyendo batallas mayores en el Pacífico o en Europa. Como el Ténico de 5to. Grado Joe Pinder, condecorado póstumamente con la Medalla de Honor por su valor durante el desembarco del Dia-D.
Curiosamente, el 6 de junio de 1944, se cumplía el 6to aniversario del juego sin hits ni carreras que el soldado Forrest “Lefty” Brewster lanzó en la Liga de la Florida, el ex lanzador, paracaidista de la 82 División Aerotransportada, perdió la vida atacando posiciones alemanas dentro de Normandía, cerca de las inmediaciones de Sainte-Mere-Eglise. Elmer Wright, otro ex jugador de las Menores, también perdió la vida aquel día.
Nueve ex peloteros de circuitos menores murieron en la Batalla de Guadalcanal y otros seis estuvieron entre las 6821 bajas en Iwo Jima, entre ellos, el Primer Teniente Jack Lummus, que recibió póstumamente la Medalla de Honor por doblegar sólo tres posiciones enemigas. Harry O’Neil, que actuó en un juego para los Atléticos de Filadelfia en 1939, también estuvo entre las bajas de la batalla mencionada.
El otro ex bigleaguer que perdió la vida en la 2da. Guerra Mundial fue el piloto de la Aviación Capitan Elmer Gedeon, cuyo avión se precipitó a tierra en Francia. Gedeon estuvo brevemente con los Senadores de Washington en 1939.
Cinco ex peloteros recibieron la Medalla de Plata, tres la de Bronce, cinco la Cruz de Vuelos Distinguidos y otro la Cruz de la Marina. Según el autor, pocos recuerdan que 15,000 asistentes de vuelo y de transporte aéreo perdieron la vida durante la Segunda Guerra Mundial, incluidos 16 ex jugadores de beisbol que servían en la Fuerza Aérea y en el Cuerpo de Marines.
Billy Southworth jr. hijo del manager de igual nombre que pertenece al Salón de la Fama, estuvo entre los primeros jugadores en inscribirse voluntariamente e el draft militar en 1940. Como piloto de B-17, después de completar su numero de misiones de combate en 1943, se convirtió en instructor y, en 1945, durante un vuelo de rutina en un B-29, su avión se estrelló en un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto LaGuardia en el que perdió la vida.
El 25 de enero de 1945, el Sargento Earl “Lefty” Springer fue asesinado en Nenning, Alemania; se encuentra sepultado en el Cementerio Americano de Luxemburgo. Cada año, homenaje a los soldados americanos que dieron la vida por liberar a su país, el residente del pueblo, Jean Folschette, pone flores en la tumba de Springer, alguien al que no conoció personalmente, mucho menos como jugador profesional de beisbol en su país.
El libro de Beinsfield es un tributo supremo a aquellos hombres vinculados al beisbol para que su sacrificio no quede en vano; homenaje permanente a los héroes auténticos quienes, como dijo Bob Feller, “nunca regresaron”.
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