Por Andrés Pascual
No hay Dios que me haga creer que existe la mínima huella de discriminación en las Mayores contra los peloteros latinos…de ningún color, que, para conceptualizarlos como raza, ni decide ni interesa: son “hispanic” y que nadie me venga con el cuento de, porque a un dominicano no le daban chance hasta un día, pueda considerarse racismo ni ninguno de esos “crímenes”, tan de moda hoy para reflejar la intención de “inferiorizar”. En el jugo de pelota hay que dar palos, fildear, correr, sacar outs y, para publicitarse mejor, “TENER ANGEL” para la concurrencia.
El negro americano está afectado por “la presencia de negros o blancos DE LA REGIÓN”, lo mismo venezolanos que del área holandesa en todo el Beisbol Organizado, porque se debe comenzar desde el principio: las ligas menores.
Los que han tomado una posición de agresión contra los jugadores de pelota de países del sub-continente en Estados Unidos son los llamados “afroamericanos” y hasta declaraciones de algunos de su grupo se han escuchado, capaces de convalidarlas con las peores de la era de la Barrera Racial, que, como muchas otras que se oyen, hay que ponerles atención por lo peligrosas (recuerde las de Gary Scheffield o las de Torii Hunter).
La reflexión sobre el hecho, acorde con los tiempos modernos (últimos 40 años), debe ser: “si eso lo dice un blanco…” Si lo dice un blanco americano lo matan… los latinos; pero sin participación de los jugadores sepias de aquí, que no por gusto son los únicos negros que existen para la ley americana y solo van “por ellos y a ellos contra los arios”, en cualquier otro caso, a favor de los “irlandeses”.
Creo que fui el único que atacó las declaraciones de Hunter y Scheffield en algunos lugares que escribo; incluso las entiendo aún como reflejo de una sustancialmente buena cantidad de sus iguales que se callan por apatía o por conveniencia.
Analizando cómo han transcurrido las cosas, tal vez debí callarme; a fin de cuentas, nadie lo agradece, porque hay como una sumisión rara a posturas impropias de parte de los hispanos hacia los afros, cuyo tema aparenta ser: “contra el blanco americano, aunque me mates…” lo que yo no tolero ni apruebo ni si me matan.
En 1955, en la sección deportiva de Bohemia, el cronista René Molina, refiriéndose a las penurias de los jugadores cubanos negros en Estados Unidos, citó una conversación con el entonces infielder Ossie Alvarez en la que este le confesó que los blancos que jugaban el cuadro del Charlotte de la Sally League clase A, “no le pasaban bolas ni calentaban el brazo con él”.
No comentado por Molina y razón por la que muchos creen que se frustró como pelotero, Juan Vistuer, prometedor outfielder del Círculo de Artesanos de la Liga Nacional de Beisbol Amateur entre 1948-51 y de los Elefantes del Cienfuegos del premio invernal, ese mismo año y con el mismo club que Ossie Alvarez, fue expulsado con su esposa del hotel de blancos en que pernoctaba, porque la población de la ciudad lo exigió. Vistuer parecía blanco que negro claro, por lo que fue a gusto del consumidor la elección y Charlotte escogió la segunda.
Pero hoy no existe esa situación, que no por gusto un fuerte movimiento encabezado por mexicanos y boricuas (la Raza), son permanencia visible en el espectro socio-político de este país, exigiendo los derechos que creen merecer los llamados “indocumentados” que, curiosamente, abarca solo a personas del ámbito latinoamericano y no tienen en cuenta para nada a otras nacionalidades también indocumentadas.
El respaldo al pelotero latino, que no es indocumentado aquí, comienza por el público y el propio jugador blanco de su club, que los ha hecho suyos porque son mejores en mayoría que los negros americanos quienes, desarmados ante cualquier exigencia, utilizan el capitulo racial-regional como arma artera para recuperar lo que ni fue ni es ni será de su propiedad: el pasatiempo nacional.
Cuando a Clemente, que le dieron una galleta racista en la cara mientras jugaba para el Montreal de la Internacional, según muchos, le desconsideraban por poco espacio en titulares mayores luego de 4 champions bates y un MVP que, como complemento de lo que puede hacer jugar y brillar en la Serie Mundial, necesitó la de 1971 para que “se supiera que existia”, también hacían maravillas en el terreno Willie Mays, Aaron, Ernie Banks, Pete Rose, Yasterzemski, Frank Robinson o Mickey Mantle y el rightfielder del Detroit era el tipo que dicen que inventó el juego en esa posición, Al Kaline. En realidad todos eran superiores al boricua, por mucho que disguste a algunos con la afirmación.
Exagerar las virtudes de Clemente en lo deportivo y realzar sus sinsabores ajenos al terreno de quien no fue ni el primero ni el segundo hispano, negro o no que jugó aquí, a veces es la maniobra escondida para convertirlo, más que en una figura de trascendencia deportiva, en un ente pernicioso de la política de hoy que, de tanto protestar y exhibirse, pudiera no llegar a ningún lado.
Con los más elevados y a veces inmerecidos salarios del beisbol, más de 5 “hispanos negros”, que gozan cada uno de más publicidad en una temporada que la que recibieron en toda su carrera Jimmie Foxx, Hank Greenberg, Gheringer o Mel Ott juntos, nadie puede sugerir que, como Clemente y Amorós en plan de héroes o Mickey Owen y Fred Merckle de villanos antes, haya trampa porque la nación y, acaso su país, descubrieron que un pelotero como Nelson Cruz necesite de esta Serie Mundial para que se reconozca su valor. Pensar así, a mi modo de ver, que me mantengo sin hacerme residente porque no quiero y solo respondo a Cuba luego de 22 años en EUA, deshabilitado por enfermedad y protegido por mi parolee de refugiado político, me parece un FOUL PLAY, por donde quiera que lo miro…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario querido fanatico :