Luis Salazar: “El beisbol ha cambiado mucho”

Fue el jugador más valioso de la temporada 87-88 con Tiburones | Foto: Edixón Gámez

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Alfredo Villasmil 

CARACAS.- Luis Salazar es uno de esos nombres que reposarán por siempre en la memoria del colectivo del beisbol venezolano. Su paso por los Tiburones de La Guaira durante 17 temporadas, su carrera de 13 años en las mayores y su temple como persona lo han hecho un ejemplo a seguir, un referente para todos aquellos que desean vencer las adversidades. Si alguien ha sabido hacer de la vida una aventura que merece ser vivida, así mismo, con redundancia y todo, ese es el “caballo de hierro” de Lecherías. 

Cuando él era pelotero, se bajaba del avión, descansaba unos días y se uniformaba. “Lo hacía porque me gustaba”, dice. “No por dinero, porque ese lo ganaba en Estados Unidos. Era un reto personal cada año”. 

Un ejemplo claro fue el año 1983, cuando consumió 481 turnos en Grandes Ligas y con los escualos participó en 55 encuentros, que significaron 201 veces al bate. “Cuando me invitaban a la Serie del Caribe, para mí era un orgullo”, cuenta. “Yo me daba íntegro porque iba a jugar por mi país. Hoy en día se ha perdido esa mística que teníamos nosotros en los 80”. 

Es el coach de banca de los Leones del Caracas. Y regresa después de ocho temporadas al recinto donde labró esa historia tan grande que fue premiada con la inmortalidad en Valencia, sede el Salón de la Fama de nuestro beisbol, el Universitario. 

¿Qué se siente haber regresado al beisbol venezolano?

Para mí es un privilegio estar aquí con mi gran amigo y compañero de equipo durante muchos años con La Guaira, Alfredo Pedrique. Hemos hecho una buena dupla. Un honor trabajar con él. Tiene gran capacidad para dirigir en la pelota invernal y estamos adaptándonos aún al nuevo equipo. 

Volver al Universitario como técnico, pero del lado opuesto,

¿qué significa?

Uno recuerda los años dorados cuando jugaba con Tiburones: un Caracas-La Guaira, un La Guaira-Magallanes. Esas son cosas que no se olvidan. La pasión por el beisbol aquí sigue siendo número uno. Y esperemos que estos tres, cuatro meses, sirvan para que la gente se distraiga y olvide los problemas, con el día al día de nuestra pelota. 

¿Qué te dicen los fanáticos de La Guaira cuando te ven con el uniforme del Caracas?

Muchos nos dicen que Pedrique y yo debimos estar del otro lado. Sencillamente, uno es un profesional. Nosotros estuvimos esperando esa oportunidad con los Tiburones, pero fueron los Leones quienes nos contrataron, y aquí estamos. 

¿Qué les han enseñado ustedes a las nuevas generaciones?, porque la “Guerrilla” de los 80 de Tiburones era una escuela en todo sentido.

Estamos enseñándoles a esos muchachos nuevos, que están empezando, esa química ganadora. Hasta ahora nos ha ido bien. El respeto y la confianza han sido esenciales. Los peloteros ya saben cómo uno trabaja y justamente en ese aspecto saben del compromiso que tienen con nosotros. Somos un staff de coaches serios, somos amigos de los jugadores, les enseñamos cómo se debe jugar a la pelota. Creo que les inculcamos ese espíritu de ganar y que respeten a la fanaticada y a la camiseta, el cual se había perdido. Creo que se ha notado, porque ya se comenta en el clubhouse. Les hemos transmitido los buenos modales, el respeto a la fanaticada, a la prensa, porque atenderlos a ustedes por dos o tres minutos no les va a quitar el sueño. Ser amables, ser comprensivos. Esos valores que deben llevarse siempre en la vida y en la profesión. 

Luis es una persona reflexiva. Ama al beisbol y por eso sigue en este mundo tan complejo. Su marca de fábrica en La Guaira, y luego de retirado, ha sido el compromiso y la pasión por la tarea realizada. 

Amigo, buena persona. Va y viene en sus meditaciones. Sinceridad a toda prueba. Sin ambages, sin rodeos, directo. 

¿El beisbol sigue siendo el mismo o el beisbol ha cambiado?

No, no. El beisbol no sigue siendo el mismo, el beisbol ha cambiado. Eso lo puede notar cualquiera. No es ni la sombra de aquellos años de Armas, Concepción. En aquella época uno llegaba de tomar 500 turnos, te bajabas del avión, una semana de descanso y ¡playball! Nosotros no estábamos pensando en el dinero ni nada de eso. Lo hacíamos por gusto, por mejorar cada día más como peloteros. 

¿Y qué crees que cambió eso?

Los salarios que les pagan a los jóvenes cuando llegan a Grandes Ligas. El sueldo de primer año es medio millón de dólares. Hay casos como el de Dixon Machado, llegó el lunes y ya el miércoles estaba jugando. Son muy raros esos casos. Los que se uniforman aquí son aquellos que de verdad le ponen corazón y quieren hacerlo.

Llegó el momento de preguntarle sobre su vida personal. Sobre los obstáculos que le puso la vida por delante. Estuvo a punto de irse del beisbol en el 86 y 87 por problemas en la rodilla, luego en 2011 perdió el ojo izquierdo luego de un pelotazo en la cara, mientras miraba un partido desde el dugout. 

Ese ha sido el momento más duro de tu vida, ¿cierto?

El primero fue cuando llegué a Estados Unidos, que me tuve que regresar. No sabía hablar inglés ni nada, luego la lesión de la rodilla, pero este de la pérdida del ojo fue el más decisivo. Estoy vivo porque Dios lo quiso así. Doy charlas motivacionales a personas que han pasado por lo mismo y esto me ha dado muchas satisfacciones. Vale la pena vivir.

Su familia es su gran apoyo

Le toca hablar de Graciela, su esposa. “Es mi apoyo, mi bastón, mi todo. Hemos estado juntos por 37 años, y si no hubiese sido por ella me habría sido difícil superar todos los obstáculos. Ella entendió mi profesión, se adaptó a mí y ha sido fundamental en mi vida”.  Cuando le toca hablar con los peloteros novatos, les habla como un padre. “Siempre les digo que jueguen pelota invernal. Eso los hará mejores peloteros. Que lo hagan por lo menos mes y medio. Así se les acelerará el desarrollo en su carrera. El problema está en creerse que porque te dieron un buen bono, te la sabes todas”.

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