Por Andrés Pascual
¿Quién es el antecedente de Yasiel Puig en Grandes Ligas? No sé si hay miedo u otra justificación para callarlo: el joven outfielder cubano, a punto de desencadenar una verdadera "manía" como 32 años atrás Valenzuela para el mismo club, es nuestro inmortal 5 veces: en el corazón, en el corazón, en el corazón, en el corazón y en los terrenos de juego: ORESTES MIÑOSO (foto arriba)
Puig (foto debajo) juega como Miñoso: con la pasión y la pimienta del matancero, con su fielding, con su brazo, con un poco menos de velocidad y, posiblemente, con el bateo del Idolo de Perico; como si fuera poco, con las ganas perennes de echar a correr, de "pie en el acelerador siempre"(decires de otro inmortal, ELADIO SECADES), que identificaron al Cometa de Chicago, atributos naturales que hicieron del protegido del Doctor Pequeño uno de los jugadores más queridos de la veterana franquicia de la Ciudad de los Vientos del Joven Circuito:
En su momento, el leftfielder del Marianao también desbordó las pasiones de una fanaticada de americanos, lo que hace especial la idolatría por el modesto y sensacional amigo, con Minnie también hubo una "Miñosomanía", pero los tiempos no eran iguales ni la población americana; además, Chicago formaba parte del centro-este americano y en aquella época no se jugaba en el Oeste del país, ni existía un club en las Grandes Ligas cuya fanaticada fuera mayoritariamente hispana, al extremo de decidir su estabilidad financiera el público que habla español o es bilingüe, como la de Los Dodgers, o la del San Diego.
Pero vale la pena considerar a Miñoso no solo como al mejor jugador nacido en la ex Perla de las Antillas, sino como un caso especial de nuestro beisbol y del regional, mérito compartido con un venezolano y un norteamericano: cuando el Chicago White Sox configuró la parte alta de su alineación, incluido el tercer bateador, en el período 1957-1960, es decir, con Aparicio-Fox-Miñoso, el beisbol de Grandes Ligas sufrió el último cambio provechoso de su historia hasta hoy, porque se produjo un rescate del juego rápido, de velocidad en las bases, de toques de bola, de hit and run, de corring casi suicida y espectacular a la búsqueda de "una base más". Debajo Miñoso, Jim Landis, Luis Aparicio y Nellie Fox posan con sus Guantes de Oro 1958:
Ese juego, marca registrada de la "era de la bola muerta", combinado con el bateo de slugging, con los jonrones que identificaban el beisbol los 50's sin la exageración de los últimos 15-20 años y la persecución desde entonces del récord de Ruth, que provocaron la confección de la "bola más viva" gracias al ungüento creado por Lena Blackburne durante los 30's, hicieron más poderoso y atractivo el nivel de competencia de las Grandes Ligas.
De forma rara y sospechosa, ningún "sabichoso" ni hispano ni americano les da el merecido crédito, patrimonio exclusivo de estos 3 jugadores, como los innovadores que fueron, quedando en débiles y tímidas citas como para no comprometer otros nombres que han sido absorbidos por la marea política liberal que asola todas las facetas del espectro nacional.
Porque el cubano Orestes Miñoso y el venezolano Luis Aparicio contribuyeron a cambiar el juego en sentido general, ningún jugador cubano ni hispano es comparables a estos dos estrellas del pasatiempo ni antes ni durante ni después de ellos.
Esta temporada se está produciendo un caso raro con respecto al pelotero cubano y el Beisbol Organizado, acaso como esa mejoría súbita del enfermo terminal que refleja su pronto deceso: en la era de menos calidad del beisbol cubano, de menos participación, cuando concluyó su historia como cantera productora de mayoría aplastante de peloteros con disposición y clase para jugar en las Mayores, un pequeño grupo que asaltaron el Beisbol Organizado de forma irregular, están haciendo méritos para que se les considere el de más impacto del beisbol cubano de cualquier etapa de su historia como novatos, porque no son jugadores suplentes ni llamados a refrescar regulares durante la ampliación de los rosters en Septiembre, sino peloteros con tantas condiciones que están apropiándose de puestos de juego diario y manejándose como futuras estrellas en un par de años de labor por los eruditos en la asignatura, en las fotos Iglesias y Echevarría:
José Fernández, que tiene para su primer año dos antecedentes en Miguel Fornieles (debutó con un juego de un hit contra el Chicago en 1952) y a Luis Tiant, que tuvo 10-4 en 1964 y su primer juego fue una blanqueada con 9 ponches contra los Yankees es, hoy por hoy, uno de los prospectos del pitcheo de más impacto en las Grandes Ligas, tanto como la sensación de los Mets, Mark Harvey, o Stephen Strasburg, del Washington. Fotos continuadas Fernandez, Fornieles y Luis Tiant junto a su padre inaugurando la Serie Mundial de 1975:
Yoeni Céspedes tiene los atributos necesarios para convertirse en una estrella y José Iglesias y Adeiny Echevarría son dos de los mejores shortstops defensivos del beisbol americano de hoy, foto Céspedes:
Y queda otro prospecto de condiciones evidentes en las Menores, Jorge Soler, de los Cubs de Chicago, sin contar a Kendri Morales, que la lesión en el tobillo puso en peligro no solo su carrera, sino que, aparentemente, le impedirá convertirse en el estrella a que estaba predestinado, quedando en el estado de un "muy buen pelotero".
Nadie lo dude, nunca hubo un grupo de cubanos jóvenes en su primer año con tanto talento y clase como este que intenta imponerse en las Grandes Ligas, a pesar de, como dije antes, el peor y acaso último momento del beisbol cubano, cuando la cantera nacional y el gusto popular por este deporte pasaron a mejor vida.
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