Johan Santana prácticamente alcanzó la velocidad que exhibía hace dos años, cuando tiró su no-hit no-run, y comienza a lanzar en juegos reales, en el spring training extendido. El regreso del merideño es inminente. ¿Qué le deparará a su vuelta, con los Orioles?
Cuando Johan Santana tiraba la pelota a 88 millas por hora, en el spring training de 2012, no pocos temieron una debacle.
¿El Gocho por debajo de 90 millas ? ¿Podrá sobrevivir en la selva de las grandes ligas con una recta así?
El merideño hizo mucho más que eso. Un año y medio después de pasar por el quirófano y someterse a una cirugía para reparar el desgarre de la cápsula en el hombro izquierdo, quedó dentro de la rotación de los Mets, abrió el juego inaugural y hasta tiró un juego sin hits ni carreras.
El final de la historia no es, por ya conocido, menos triste. Una seguidilla de dolencias físicas a partir de julio terminaron con el zurdo en la lista de incapacitados, hasta que se supo la mala noticia: la cápsula había vuelto a romperse y debía operarse otra vez.
Pensábamos en todo esto cuando leíamos en portales estadounidenses la evaluación que hizo el cuerpo médico de los Orioles sobre el juego simulado de Santana, a comienzos de esta semana. Más allá de otros detalles, el que su velocidad llegara a 87 millas por hora quedó como una prueba esperanzadora frente al ya muy próximo retorno del criollo.
El serpentinero tiró la recta a 81 millas cuando se mostró delante de los scouts, el 25 de febrero. Muchos se preocuparon, posiblemente porque no tomaron en cuenta lo expresado por el Gocho: que aquello era apenas el comienzo, que aún debía fortalecer la zona operada y ganar velocidad.
Ha sido así. Dos meses después de aquel bullpen, el zurdo ha ido "construyendo el brazo", como se refieren los coaches y trainers a ese proceso de fortalecimiento muscular, que tiene al pitcher a punto de lanzar por primera vez en un juego real, este sábado, en el spring training extendido de Baltimore, en Sarasota.
El venezolano con más ponches propinados en la historia de las mayores promedió 88,4 millas por hora en su recta, en 2012. Las voces preocupadas o agoreras se equivocaron.
Aunque la lisa no le pesaba como antes (en sus tiempos con Minnesota, cuando ganó sus dos premios Cy Young, ponía la pelota en la mascota a 92 o 93 millas ), sus números fueron excelentes, al menos hasta el momento en que reaparecieron las molestias físicas.
Recuerden lo que hizo entre el 5 de abril y el 30 de junio: en 16 aperturas, exactamente la mitad de la zafra, recorrió 98 innings, ponchó a 93 contrincantes y entregó 33 bases por bolas, con marca de 6-4, efectividad de 2.76 y 1.09 de WHIP.
Apartando el balance de victorias y derrotas, que es algo directamente relacionado con el aporte de sus compañeros, puso cifras realmente notables.
Luego vino el derrumbe, los problemas en la espalda, en una pierna y, finalmente, la noticia de su vuelta al hospital, para someterse al bisturí.
Pero volvamos tres párrafos atrás: ese serpentinero con 2.76 de efectividad, con casi un ponche por inning lanzado y un corredor en circulación por cada entrada de labor, ese buen pitcher, consiguió tales logros con rectas de 88 millas por hora, prácticamente la velocidad que, dicen los Orioles, alcanzó esta semana.
Es un motivo para sonreír. El merideño está a punto de hacer buena su promesa de estar en la gran carpa en junio, a más tardar.
Santana escogió el camino más abrupto, ciertamente, porque le tocará volver en el este de la Liga Americana , la división más competitiva, con estadios proclives a la ofensiva por doquier. No es lo mismo trabajar allí que en el este de la Nacional.
Ese albur tiene un matiz importante: en promedio, y comparándolo con lo hecho por todos los toleteros de las grandes ligas, el nativo de Tovar fue 15 por ciento superior que la media impuesta por sus colegas en esa primera mitad de 2012, cuando estaba sano y tiraba rectas sin tanta velocidad.
A Santana le gustan los retos. No de balde se formó, siendo casi adolescente, lanzando en duelos de los Eternos Rivales. Uniendo talento y coraje ganó dos Cy Young y una Triple Corona. Pocos integrantes de la expedición nacional tienen su determinación.
No hay carácter que valga si el físico no acompaña al deportista. Pero el zurdo está progresando, ciertamente, y quiere mostrarse arriba pronto.
Preparémonos a verlo, porque ahí viene el Gocho.
IGNACIO SERRANO / EL EMERGENTE
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