BEISBOL 007: Un Diamante… del más allá

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lunes, 8 de julio de 2013

Un Diamante… del más allá


Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga

Pocos han dejado semejante huella en el tiempo. Cuando aquel niño llegó al mundo, solo se habían desarrollado nueve campañas en la Liga General de Base-Ball de la Isla de Cuba, que nació amateur, y daba sus primeros pasos en el semiprofesionalismo, para tornarse rentada en los inicios de la década del noventa del siglo XIX, sin aceptar jugadores de raza oscura, hasta 1900.

   Existen versiones sobre su paso por la pelota, con anécdotas, hechos heroicos, fortuitos y dolorosos, intra e inter fronteras. Él, como pocos, arrostró la carga deshumanizada del racismo y sus consecuencias. Fue mejor que los blancos, pero bien pudo sentirse minimizado ante la afrenta. El entrañable Severo Nieto y Alfredo Santana profundizaron en su huella por la vida y los montículos. Hoy solo trataremos de refrescar la memoria histórica del pueblo, con algunos pasajes.

   José de la Caridad Méndez Báez, El Diamante Negro, fue un lanzador derecho, jugador de cuadro y manager, quien con solo 5 pies, 8 pulgadas de estatura y alrededor de las 160 libras, dejó la más grande de las huellas en el béisbol cubano y de las Ligas Independientes de Color, o Ligas Negras norteamericanas. Su azarosa vida fue una novela, con datos paradójicos de existencia. Había nacido en la ciudad de Cárdenas, Matanzas, donde le conocieron por Congo, el 19 de marzo de 1887, y falleció en La Habana, el 31 de octubre de 1928. Nadie hubiese podido imaginar que había llegado al mundo un futuro inmarcesible del béisbol cubano, y mucho más allá. Vivió 41 años. ¡Y está en la eternidad! Hijo de José Dolores y Manuela, tendría crianza y apellidos maternos.

   Cuestionado Martín Dihigo sobre un all stars de la pelota que conoció, no vaciló en ubicar a Méndez como lanzador, junto a Adolfo Luque y Eustaquio Bombín Pedroso. Había participado en trece temporadas de la Liga Profesional Cubana y en dos torneos independientes. A pesar de su extrema calidad, no es ocioso recordar que la pelota amateur organizada le fue esquiva por el color de la piel, tal como las Grandes Ligas.

   Debutó en 1908, con el Almendares (9-0), 1908-1909 (15-6), 1910 (7-0), 1910-1911 (11-2), 1912 (9-5), 1913 (1-4), 1913-1914 (10-0), 1914-1915 (2-0), 1915-1916 (1-1), 1920-1921 (1-2), 1923-1924, con el Santa Clara (3-1), 1923-1924, con el Santa Clara del torneo independiente (1-2), 1924-1925, alternando entre Santa Clara y Matanzas (2-3), 1925-1926, con el Habana (1-1) y 1926-1927, con el Alacranes de la liga independiente (3-1). Total: en 162 desafíos, 72 de ellos completos, obtuvo balance de 76-28 (.731).  A la ofensiva, en 293 desafíos, conectó 149 hits en 779 veces al bate, para average de .191, con 103 anotadas, 17 dobles, 6 triples y 35 bases robadas.

   Desde temprana edad fue un amante de la música y se vinculó al béisbol, en una suerte de conjunción arte-deporte. En los primeros años del siglo XX había jugado en el centro del país en torneos libres, con el Vesubio y el Majagua, en Cienfuegos, y el Patria, de Sagua la Grande. Allí combinaba su destreza en el campo corto, con el pitcheo. Desde la temporada invernal de 1908, el pelotero del momento fue aquel pitcher negro, uno de los mejores lanzadores que haya tenido la Isla, porque ganó nueve desafíos sin la sombra de un revés. Los partidos se desarrollaban en el Almendares Park.

   Sus resultados dieron lugar a varias leyendas, algunas con sólidas bases. Comentó el ya desaparecido periodista y profesor Jorge Alfonso, en un artículo de la revista Bohemia, el 29 de enero de 1999, que en ese semanario, el 12 de febrero de 1950, se había publicado una entrevista a Alfredo Pájaro Cabrera, quien fuera un excelente torpedero de la Liga Profesional Cubana y también actuó en las Grandes Ligas, por entonces manager del Almendares, que echó por tierra los mitos, cuando afirmó sobre el descubrimiento de Méndez: "Fue en la Navidad de 1907; en el pueblo de Remedios se jugaban desafíos con bastante público. Como negocio del Almendares enviamos, para que participaran en un choque entre Sagua y Remedios, a los peloteros Armando Marsans, "Jabuco" Cabañas y Carlos "Bebé" Royer. Por cierto, este último llevaba la misión de observar a un jugador de quien se contaban hazañas fabulosas. El lanzador "maravilla" actuó, pero no convenció a Royer, quien me entregó una nota: '...El pitcher que tanto ruido ha hecho es bueno, aunque nada del otro mundo. Mi opinión es que hay un negrito que juega el short y tiene un brazo que mete miedo. Fildea como ninguno y después lo pusieron a pitchear y nadie pudo sacarle la pelota del cuadro. No pierda un solo minuto y contrátelo...' Como es de suponer, se trataba de José de la Caridad Méndez..."

   En noviembre de 1908 fue seleccionado para abrir un juego contra los Rojos de Cincinnati, de las Grandes Ligas, de visita en Cuba para una de las sistemáticas Series Americanas, y les propinó lechada de un hit, conectado en el noveno inning. ¡El negrito estuvo a un paso del no hit no run a un equipo de Las Mayores! Pero la cosa no paró ahí. El tope estaba pactado a tres desafíos y Méndez los lanzó todos, colgándoles veinticinco escones consecutivos, ¡una hazaña! No fueron veintisiete porque el último juego se desarrolló en siete entradas. A partir de ahí los cintillos de la prensa persiguieron a quien implantaría varios récords, con juegos sin hits ni carreras, una buena cantidad de entradas sin permitir anotaciones (45) y muchos ponchados.

   Estuvo, entre 1908 y 1915, en las Series Americanas, contra equipos de altísimo nivel, donde lanzó en 52 desafíos y 401,2 entradas, 35 de ellos completos, con balance de 24-22 (.522) y 9 lechadas. Una prueba fehaciente de su excelente control, es que ponchó a 261 bateadores y solo concedió 99 bases por bolas. Allí enfrentó, entre otros de Ligas Negras, a varios equipos campeones de Grandes Ligas, como los Rojos de Cincinnati (3-0), Tigres de Detroit (1-5), Atléticos y Filis de Filadelfia (5-4), Gigantes de New York (0-3), y Dodgers de Brooklyn (0-1).



   Una prueba de fuego para él resultaría el enfrentamiento, en 1910, a los Tigres de Detroit, campeón ese año en las Mayores, equipo que después de varias negociaciones y exigencias monetarias, pudo contar con los servicios de su jugador fetiche, Ty Cobb, con quien se enfrentó el 5 de diciembre, y pasaría a la historia. Cobb solo le conectó un hit en cinco turnos a Méndez, y hasta se llevó un ponche, él que fanfarroneaba con su vista de águila. Aquel desafío terminaría con una reyerta protagonizada por el Melocotón de Georgia contra el receptor Gervasio Strike González, a quien lastimó seriamente, pero no soltó la bola de la mascota, ¡y fue out!

   En 1912, Méndez dirigió el Almendares y lo llevó a la segunda posición, con resultado de 6-9 (.400). Él pudo ser el primer cubano en Grandes Ligas, pero lo impidió la discriminación racial en el país del norte. Cuentan que su hazaña ante el Cincinnati hizo exclamar al manager de los Gigantes de New York: "...Si me lo pintan con cal me lo llevo a los Estados Unidos..." Precisamente, a John McGraw debe su seudónimo, pues al regresar a su país declaró: "He visto en Cuba un Diamante Negro..." El propio Babe Ruth, en su visita a la Isla en 1920, con los Gigantes, comentó: "Si pudiera llevarme al lanzador José de la Caridad Méndez y al jonronero Cristóbal Torriente para mi equipo, ganaríamos el gallardete comenzando el mes de septiembre y después nos iríamos a pescar…"

   Se desempeñó en las Ligas Independientes de Color, o Ligas Negras norteamericanas, entre 1908 y 1926, con los siguientes equipos: Brooklyn Royal Giants (1908), Cuban Stars (1909-1912), Stars of Cuba (1910), All Nations (1912-1917), Chicago American Giants (1918), Detroit Stars (1919) y Kansas City Monarchs (1920-1926). Según James A. Riley, en La Enciclopedia Biográfica de las Ligas Negras, p. 545: "Méndez tenía unos brazos largos y sobre todo los dedos, lo que le permitía coger la bola en su mano con facilidad. Para muchos ha sido uno de los lanzadores más sensacionales de todos los tiempos, a la altura del mítico Smokey Joe Williams…."

   Había debutado en ese circuito en 1908 y obtuvo un balance de 3-0. Su segunda campaña alcanzó el tremendo récord de 44-2, incluido un juego perfecto en 10 entradas, el 24 de julio de 1909. En 1911 se enfrascó en un duelo de 10 innings con el mítico Smokey Joe Williams, del New York Lincoln Giants, quien no permitió hits en los primeros nueve innings y él solo 2, pero lo derrotó en el décimo (1 x 0). Por aquellos tiempos se calculó que podría ganar sobre los 30 000 dólares, una cifra fabulosa entonces, si hubiese jugado en Las Mayores. En ese circuito repartió un total de 23 lechadas. En 1916-1917 también se había desempeñado como torpedero.



   En 1920 comenzó como manager del Kansas City Monarchs, de la Liga Nacional Negra, discutiendo varias Series Mundiales, y obtuvo la corona en 1924 sobre el Hilldale Daisies. Lo más llamativo es que lanzó en cuatro partidos y alcanzó 2 victorias, con un impresionante 1,42 de efectividad. Por entonces, Sam Lloyd, quizás el mejor pelotero de esas lides, afirmó: "Entre los grandes, yo no he visto ninguno superior a Méndez…" Con los Monarchs había acumulado 20-4 y 7 salvados. Promedió 5,17 ponches por juego y solo concedió un promedio de 2,67 bases por bolas.

   Aquel que parecía inmortal, falleció solo, enfermo de tuberculosis y casi olvidado, pocos meses después de su retiro. Pero en el recuerdo de los amantes del béisbol siempre habrá un espacio para el negro humilde que alcanzó el infinito. En 1925 había participado con el equipo de ocasión All Cubans, en la Copa López del Valle, donde estuvo presente el racista Juez Kenessew Mountain Landis, comisionado de las Grandes Ligas, quien lanzó la primera bola.

   Fue seleccionado entre los Cien Mejores Atletas del siglo XX en Cuba. En 1939, año de su fundación, fue elevado al ya desaparecido Salón de la Fama del Béisbol Cubano en la Isla. Ese mismo año engrosó el de las Ligas Negras y, también por sus méritos, a pesar de no jugar en las Grandes Ligas, en el 2006 fue electo al Salón de la Fama de Cooperstown.

Liga Profesional Cubana:

JL       JC        JG         JP      PROM    

162

72

76

28

.731

 

Récords:

-1ro. en porcentaje de ganados y perdidos de la Liga Profesional Cubana, después de 1902: 76-28 (.731).

-6to. en ganados (76).

-6to. en años lanzados (15).

-10mo. en completos (72).

-Lideró cinco veces el porcentaje (1908, 1908-1909, 1910, 1910-1911, 1913-1914).

-Encabezó las lechadas en cinco campañas y en total propinó 20.

-Tres veces seguidas en juegos ganados (1908-1909, 1910-1911, 1913-1914).

-Tres consecutivas en completos: 1908-1909 (18), 1910-1911 (12), 1912 (13).

-Líder de los lanzadores en cinco oportunidades: 1908 (9-0), 1908-1909 (15-6), empatado con el norteamericano Louis Haggerman, del Habana, así como en juegos lanzados (28), y en completos (18); 1910 (7-0), 1910-1911 (11-2), y 1913-1914 (5-1).

-Dirigió el Almendares en 1912, ocupando el 2do. lugar, con balance de 6-9 (.400).

   Pocos pitchers cubanos dejaron una huella tan profunda a partir del siglo XX. Antes que él solo se había destacado Joseíto Muñoz, después otros continuarían abonando el camino de nuestra pelota: Adolfo Luque, Martín Dihigo, Luis Tiant (padre e hijo), Conrado Marrero, Camilo Pascual, Pedro Ramos, Sandalio Potrerillo Consuegra, Miguel Fornieles, Miguel Ángel Cuéllar, Alfredo Street, Manuel Alarcón, Braudilio Vinent, Aquino Abreu, Changa Mederos, Curro Pérez, Jesús Guerra, Juan Pérez Pérez, José Luis Alemán, Manuel Hurtado, José Antonio Huelga, Rogelio García, Omar Carrero, Julio Romero, Pedro Luis Lazo, y toda una pléyade que sigue sus pasos, como Feddy Asiel Álvarez. Y no digo más por temor a las omisiones.

   Es la cantera inagotable de líderes indomables del box, cuyas estirpes blanden espadas por los nuevos tiempos. Y en la cumbre, se alza vigilante nuestro Diamante Negro. ¡Honor a quien honor merece!

 

Fuentes utilizadas:

-Alfredo L. Santana: Un astro del montículo (El diamante Negro). Editorial Científico-Técnica. La Habana, 2009.

-Alfredo Santana: El Inmortal del Béisbol. Martín Dihigo. Editorial Científico-Técnica. La Habana, 2007.

-Severo Nieto: José Méndez. El Diamante Negro. Editorial Científico-Técnica. La Habana, 2004.

-James A. Riley: The Biographical Encyclopedia of de Negro Baseball League. New York. Carroll & Graf, 1994.

-James D. Cockcroft: Latinos en el Béisbol. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, Cuba, 2005.

-Jorge S. Figueredo: Who's Who in Cuban Baseball (1878-1961), 414 pp. McFarland & Company, Inc., Publishers Jefferson, North Carolina, and London. United States of America, 2003.

-Roberto González Echevarría: La Gloria de Cuba. Historia del béisbol en la Isla, 720 pp. Editorial Colibrí. Madrid, España, 2004.

-Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga: Cosas de la Pelota (De Coopperstown a Las Minas). Ediciones Loynaz. Pinar del Río, 2002.

-Otras.

 

 

 

Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga

Verano de 2013.

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