BEISBOL 007: EL PELOTERO CUBANO Y LA EDAD

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sábado, 17 de marzo de 2012

EL PELOTERO CUBANO Y LA EDAD

EL PELOTERO CUBANO Y LA EDAD

Por Andrés Pascual

       Hace poco leí un reporte sobre Yoenis Céspedes en el cual el redactor, luego de llamarlo "prospecto", casi se abstiene con "si se le puede llamar así a alguien que firme con 26 años". 
       La realidad es que el cronista (de ESPN.COM) tiene razón de acuerdo a por donde se analice el asunto, porque, a fin de cuentas, el outfielder antillano no solo debuta en un spring training, sino en el beisbol profesional y, por extensión, es su primera experiencia en un terreno de verdadera fuerza competitiva.
       A Céspedes le han dado un contrato en Oakland por la cantidad de dinero y por la duración al que cualquier promesa de otro lugar, excepto los nipones, solo tienen acceso en el proceso de agencia libre y después de haber rendido más que Al Kaline en sus primeros cinco años; sin dudas que el Beisbol Organizado confía más en los cubanos que en cualquier otro jugador del área, aunque sean pocos los que hayan logrado esas barbaridades de beneficio individual a la edad del oriental, incluso a la de José A Contreras, porque nadie conoce que a un dominicano, a un venezolano…lo hayan tratado así con más de 25 años. 
       Sin embargo, hubo una etapa en la cual los cubanos se demoraban para firmar, digamos que durante el período 1939-1946.
       Cuando la Liga Nacional de Beisbol Amateur logró el auge insólito de la llamada Edad de Oro del aficionismo, capaz de despertar en el verano más interés fanático que el premio profesional en invierno; por los beneficios que los clubes amateurs les ofrecían a sus estrellas, más la incertidumbre real de lo que pudiera pasar si saltaban al profesionalismo y no triunfaban, pues lograron que muchos jugadores del circuito retrasaran la firma o nunca lo hicieran, como Andrés Fleitas, que lo hizo a los 26, como Natilla Jiménez a los 25, como Isidoro León y Conrado Marrero, pasados de 34, o como Quilla Valdés, Clemente González y Tomás Echevarría, que nunca firmaron.
       Los jugadores negros, que no jugaban amateurs porque las sociedades sepias no pertenecían a la Unión Atlética, no se contemplan; esos jugaban en Ligas Negras, en México o en la Liga Cubana desde muy jóvenes.
       Luego fue el estipendio y el beneficio laboral (les buscaban trabajo) lo que retrasó, incluso decidió, que muchos peloteros blancos cubanos no saltaran, indudablemente, el factor económico pesó a través de todo el tiempo que existió el circuito (hasta 1959). 
     Inclusive después del período de la Edad de Oro, muchos jugadores que tenían condiciones para brillar como profesionales no saltaron: Mario González y Carlos Balvidares, Cubaneleco; Pancho Villa Armas, Telefónos; Papo Carvajal, Pedro Chávez, Manuel García, Fello Suárez… se mantuvieron en puestos de trabajo fijos, con buenos salarios y regalías durante los campeonatos, antes que perderlo todo arriesgándose y fallar. 
     Conocido es el caso del pitcher Quinco Rodríguez, del Teléfonos y uno de los mejores jugadores amateurs de los 50's, a quien fue a observar Mike González una tarde que lanzaba en Quivicán, acompañado de una alta figura de la oficina de los Cardenales, el pitcher ponchó a 15, pero decidió darle crédito al consejo del manager Lorenzo Fernández (padre del shortstop ex big-leaguer del Baltimore y suplente del Marianao en la Liga Invernal, del mismo nombre) y no aceptó la oferta.
       Definitivamente, fue el fortalecimiento del circuito amateur lo que contribuyó a que muchos jugadores cubanos del período comprendido desde mitad de los 30's hasta mitad de los 40's o saltaran tarde, o nunca lo hicieran, porque, antes de 1930, los peloteros blancos cubanos firmaban en edades comprendidas entre 18-22 y Cheo Ramos o Merito Acosta lo hicieron casi niños.
      Después de 1947, por la integración del beisbol y el mejoramiento de las condiciones tanto en la Liga Cubana como en el Beisbol Organizado, ningún cubano volvió a saltar desfasado por la edad, desde los 20 años de Camilo Pacual, Pedro Ramos, Gonzalo Naranjo (18), Cisco Campos (19) y Willy Miranda entre 1947-1953, hasta los 15 de Marcelino López en 1959, o los 18 de José Cardenal en 1960 o Tito Fuentes en 1961, incluso Campaneris firmó, también en 1961, con solo 19.
      De cierta forma, el salto tardío del jugador cubano de hoy se parece al de los jugadores de la Edad de Oro: cuando el castrismo se ha debilitado económicamente a extremos de angustia y la asfixia popular es insoportable, deciden dar el paso, a partir de la experiencia de René Arocha en 1991 y ya no influyen dudas sobre si triunfan o no, sencillamente, se van buscando un par de pesos aunque sea vendiendo frituras en una esquina de República Dominicana o de Miami; sin embargo, entre 1969-1990, el miedo a correr el riesgo imposibilitó que una cantidad notable de jugadores criollos  exhibieran sus extraordinarias condiciones en el profesionalismo. 
      En cuanto a Linares, a Pacheco, a Casanova, a Sixto Hernández, a Rogelio García, como todo en Cuba, el único culpable fue y es la dictadura; hace 65 y más años fue la posibilidad de elegir su propio destino (soberanía individual), lo que provocó que aquellos peloteros decidieran restringir su legado beisbolero al amateurismo (y esa es la mayor diferencia), hasta cierto punto interesante como nivel de juego de importancia, pero solo hasta cierto punto.




Marrero firmó con 35 años en 1945

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