Por Andrés Pascual
Una vez cometí la imprudencia de tomar como fuente para un artículo sobre el caudal de fantasías que representa el ancestro africano en el beisbol, un libro del bloguero e investigador David Marasmo, con quien he cruzado un par de e-mails en el pasado.
El dato tenía que ver sobre la historia que contó Johnny Mize el día de su exaltación al Templo de los Inmortales en su relación con el cubano Martín Dihigo. Al modo mío de ver las cosas, ese ha sido el más grande reconocimiento hecho jamás al matancero, luego de su propia exaltación a Cooperstown, por proceder de uno de los más grandes bateadores del juego y por el lugar en que lo confesó.
Sin embargo, Marasmo dio como incierta la declaración de El Gato Grande y así lo colocó en el mamotreto que hizo.
Debo confesar que yo conocía la historia sin detalles, como todo el mundo en Cuba, por lo que el autor logro robarme no solo la intención, sino casi la nacionalidad cuando escribí, hace más de dos años, un artículo sobre el caso que fue publicado en mas de 10 lugares que fue la repetición de las inexactitudes de Marasmo sobre el tema de arriba abajo.
Según el libro equivocado, Dihigo y Mize nunca se encontraron de tal forma en un juego capaz de producir la legendaria afirmación de "el cubano era tan bueno que lo boleaban para pitchearme…" y con un aluvión de datos y fechas, comprobables todos, pero posteriores a la realidad (1934 por 1936-45) cometió uno de los más garrafales errores jamás escritos sobre un jugador cubano y otro americano, que solo logró que yo, perdida mi compostura de responsable y serio ante cosas de la historia, me pasara en segunda al deslizarme y Tito Rondón, amigo e historiador de absoluta credibilidad y conocimiento, me tocara para ponerme out por tres pies posiblemente.
Cuando desempolvé mi artículo, versión Beisbólicos Anónimos de México, a uno de los que se lo envié fue a Tito y su respuesta clara, a tiempo, caballerosa y convincente como acostumbra, fue esta:
"En principio estoy de acuerdo, en general hay mucha exageración en nuestras leyendas.
Pero Mize y Dihigo coincidieron a mediados de febrero de 1934 en el "Concordia" venezolano, que se encontraba de visita en República Dominicana. En el Concordia, además, estaban un par de dominicanos estelares, el jardinero Tetelo Vargas y el lanzador Pedro Alejandro San (ambos jugaron en alguno de los Cuban Stars), el segunda de los Dodgers de Brooklyn Jimmy Jordan, y venezolanos como el Pollo Malpica (C-OF) y Luis Aparicio "El Grande". Cuando Mize se reportó al Spring Training, lo sustituyeron Rap Dixon y Josh Gibson, pasando Dihigo a la inicial.
En una ocasión, con un zurdo en el box, pasaron lógicamente a Dihigo para lanzarle a Mize, lo que hizo mucha gracia al futuro Salón de la Fama, que fue el que mas exageró el cuento…
Mize se enredó cuando dijo 1943 por 1934..."
Y esta es la verdad, que he logrado verificar indagando anoche sobre quien acaso sea el pelotero cubano sobre el que menos pueda comentar, aunque no absolutamente, a pesar de que lo saludé en mi casa en 1960, le vi varias veces hasta 1965 y le escuché comentar por radio, por televisión y en persona otras tantas.
Johnny Mize sí coincidió con Dihigo en el terreno
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