Por Andrés Pascual
Cuando Ted Williams bateó .406, en 1941, fue un acontecimiento. No hay dudas de que ese ha sido un guarismo respetable siempre; tanto que solo algunos, como por decreto divino, han podido lograrlo.
Sin embargo, Bill Terry, inicialista de los Gigantes, había producido para .401 en 1931 y, entre 1920 y 1930, varios jugadores pudieron montarse en el difícil y hoy indomable potro.
En 1920 George Sisler bateó .407 y en 1922 .420, dejando detrás el .401 de Ty Cobb y Roger Hornsby; en cuanto al Melocotón de Georgia, era la tercera vez que bateaba para el promedio. El Rajá de los Cardenales, en 1924 y 1925, masacró al pitcheo enemigo con .420 y .403. Harry Heilman concluyó 1923 con .403.
Una marca en el beisbol será capaz de monopolizar la atención del público y de los eruditos mientras más años pasen sin igualarse ni superarse.
Cuando Williams bateó .406 solo hacía 10 años que Terry lo había hecho iniciando la década de los 30’s, precedida por otra en que se produjo sobre .400 seis veces.
Pero el tiempo pasó y, 70 años después, es que se reconoce ese promedio como patrimonio de jugadores con habilidades excepcionales o fuera de lo común.
Como que para los historiadores no cuenta el “por poco…”, se puede afirmar que Lefty O’Doul no pudo ingresar a Cooperstown; porque, en la campaña de 1929, se quedó corto por dos milésimas del .400 con .398, aunque ganó el champion bate jugando para los Filis de Filadelfia. Este jugador concluyó su carrera de 11 años con .357 y dos campeonatos de bateo; el otro, en 1932, con .368 mientras actuaba con los Dodgers de Brooklin.
En 1968 Dennis McClain, del Detroit, se convirtió en el último serpentinero en ganar 30 ó más juegos en la Americana al concluir con 31-6 y 1.96, por tal razón, obtuvo el Cy Young y el MVP del joven circuito. Por su parte, Bob Gibson se adueñó de los dos mismos e importantes galardones al terminar la temporada ese propio año con 22-9 y 1.12 lanzando para los Cardenales en la que llaman “del pitcher”, porque Carl Yasterzenski terminó delante de los bateadores de la Americana con .301 y la ofensiva del circuito estuvo por el suelo.
El último serpentinero que ganó 30 juegos en la Liga Nacional fue Dizzy Dean, de los Cardenales, cuando terminó 1934 con 30-7; 1935 lo concluyó con 28-12.
Es decir, desde que Dean consiguió 3 decenas en el Viejo Circuito hasta los 31 de McClain en la Americana, pasaron 34 años, desde entonces a la fecha, 43.
En el beisbol existen otras marcas personales de temporada sencilla que, salvo los 56 juegos seguidos bateando de hit de Dimaggio en 1941; o las de jonrones en diferentes etapas de la historia (las dos últimas, de McGwire y Bonds, sospechosas y desacreditables por el asunto esteroides) son tenidas muy poco en cuenta como hazañas de valor incalculable: Hugh Duffy bateó .438 con Boston LN en 1894; en 1930 Hack Wilson impulsó a 191 corredores embasados jugando para Filadelfia LN; Earl Webb, que jugo 7 temporadas y promedió .306, dio 67 dobles en 1931 con el Boston AL; Owen Wilson, con .269 en su carrera de 9 años con los Piratas, 36 triples en 1912 e Ichiro 262 hits en el 2002 con Seattle.
En 1994, en Miami, con Cuqui Rojas presente, le pregunté a Willie Mays la razón por la que ni él ni Aaron ni Mantle ni Frank Robinson pertenecen al club “40-40”, inaugurado por Canseco en 1988 y con credenciales otorgadas posteriormente a Bonds y a Alex Rodríguez. Su respuesta, convincente, fue que, en aquella época y más atrás, esos guarismos no se tenían en cuenta como capaces de influir o decidir en la capacidad y el rendimiento de un jugador, por lo tanto, la prensa no los promocionaba como hazañas monumentales. En sentido general, aquellos peloteros eran completos y su único objetivo era ganar a cualquier precio.
Yo le creí, porque ningún jugador de esta era es ni la chancleta del propio Mays, ¡Ninguno!
En cuestión de 23 años se implantó e igualó dos veces el 40-40. Si aquellos jugadores como Mantle, Mays, Aaron o Frank Robinso hubieran tenido como objetivo esa meta, que nadie dude de que, posiblemente, fuera 50-50, por lo menos, la marca en la raya de llegada.
Algo que nunca se puede dejar al margen: cualquiera de ellos ganaba menos que Alex Rodríguez cuando hace un swing ¡Uno solo!
John Owen Wilson dio 36 triples en 1912 |
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