Por Andrés Pascual
A pesar de lo que dijo la gerencia a finales del año pasado sobre Edwin Rodríguez y la vibrante ratificación del hoy ex manager con: “lo queremos por muchos años ahí”, siempre tuve la impresión de que el puertorriqueño era tan “interino” como Jack McKeon, pero, quizás, el individuo no lo entendió.
En las relaciones de trabajo de los dueños de clubes de Grandes Ligas con la prensa; mientras más repitan algo, más lejos de la verdad están. Ni McKeon va a estar ahí mucho más allá de lo que ya planificaron.
Desde el año pasado los Marlins esperan por “el director”, el verdadero, el que les interesa y, si Edwin Rodríguez hubiera ganado con el club en vez de caer en esta lamentable racha de derrotas, cuando la gerencia recibiera la señal para deshacerse de él y dejarle el camino libre al objetivo, “hubieran sucedido cosas…”, por supuesto, todo esto es material de “entredicho”, pero vale, porque la historia y los acontecimientos cuentan para algo.
Vamos a estar claros, según muchos cronistas que asisten con frecuencia religiosa a la catedral del beisbol de Miami en funciones profesionales, Edwin es una excelente persona, sus relaciones con los jugadores iban de bueno a tan bueno que podía, como sucedió, provocar la anarquía por permitirle “la majadería constante” a Hanley Ramírez, que necesita una llave maestra en el cuello siempre o su temperamento lo lleva al juego apático y desganado, capaz de provocar sospechas con influencia negativa en el banco. No ha sido una vez y, la segunda etapa de McKeon, la inauguró “protestando contra la renuncia”, haciendo ver su “inconformidad” contra el nombramiento al llegar tarde a la primera actividad, lo que le valió una bronca con Logan Morrison a quien, parece, sí le interesa la estabilidad del equipo
Jack McKeon no es el mejor manager de las Grandes Ligas, incluso sus decisiones disgustan muchas veces y producen derrotas, nadie lo puede negar, que con los Marlins se evidenció después que gano; pero la Oficina, yo no sé si por americano, por mayor de edad o por lo que sea lo escucha y le concede, lo que no logró Rodríguez, incluso ni Fredy González, que vieron cómo se le iban de las manos jugadores necesarios para metas que se escapaban tan rápido como los peloteros envueltos en cambios o por la agencia libre.
Una vez que el club llegó al punto crítico (todavía no ha tocado fondo) casi a mitad de temporada, el veterano campeón del 2003 se hizo necesario y, como siempre, la primera medida que tomó fue mal entendida por el shortstop quisqueyano, al considerar su cambio al cuarto bate en la alineación como “una muestra de reconocimiento” en vez de como se debe analizar, ni más ni menos que obligarlo al compromiso, a responsabilizarlo con lo que ocurra en un turno de tamaña responsabilidad. El primer día lo dejó en el banco porque llegó tarde; mañana, si no se recupera, lo propone como material de cambio y lo van a complacer.
Eso fue lo que Edwin Rodríguez, por bueno, no quiso no supo o no pudo hacer y le costó el puesto por la vía adelantada de su renuncia.
Sin dudas que, a casos como el de Edwin, decente y honesto, son a los que se ajusta el viejo adagio de Leo Durocher: “los managers buena gente no ganan…”
El boricua necesita un club que le ponga en las manos lo que necesita, no como los locales, que le exigen ganar con 6 peloteros en el terreno bajo pena de muerte si no. Si encuentra el trabajo con una oficina preocupada, clara en su actitud, tendrá éxito; porque, en el Sur de la Florida, el contendiente serio en la división no son ni Filadelfia ni Atlanta, sino la gerencia que, hasta hoy, su compromiso con el respetable ha sido de “complacerlo a medias”, dejando inconcluso el primer capítulo de una novela que ya tiene 18 años en la editorial; a pesar de las dos Series Mundiales ganadas.
Los Marlins lo mismo ilusionan que desengañan. |
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