Por Andrés Pascual
Vamos, que hay una tónica malintencionado y pretenciosa de establecer un rollo propagandístico alrededor del los peloteros cubanos que han huído en los últimos 10 años, cuyo objetivo es confundir para mantener un ranking que ya no es posible.
Por aquí hay quienes olvidan que no están en Cuba, que no circula el Granma ni que es obligado opinar en una sola dirección, por lo que el fracaso del jugador cubano, “cosecha castrista”, es milimétricamente analizado y expuesto de forma cruda, que es como esta proteína mantiene sus propiedades.
El pitcher Yunieski Maya casi está declarado descarte por el Washington; al fenómeno Chapman se le han complicado las cosas desde que descubrió que, para ganar aquí con 105 m/h, hay que poner la bola a buen recaudo del bate enemigo en zona de strike, porque te pueden lastimar; a fin de cuentas, un pitcher de los 50’s-60’ tiró a 109 y no pudo jugar en el Baltimore. Son las Grandes Ligas, algo que se olvida por el ex triunfalismo prefabricado a veces y que se desconoce absolutamente por el niño cubano, que es el que tiene que saber para poder crecer y competir en calidad de astro “old cuban fashion”.
A propósito se olvida, se esconde o se minimiza el trabajo de Liván Hernández, que llegó en edad juvenil; es decir, en condiciones de comenzar a aprenderlo todo como Dios manda, por lo que se puede afirmar que es un producto netamente facturado por el beisbol profesional.
Sin embargo, destacan sus problemas de índole legal con el hambre malsana de quien espera el castigo ejemplarizante que hunda su palmarés deportivo y hablo de “entre cubanos”.
¿Por qué razón Liván es el mejor pitcher nacido en Cuba después de 1962? Porque, como tal vez 4 ó 5 más, sea el único con la estirpe tradicional del jugador cubano histórico; quizás porque siempre pensó que, desde su posición como primer pitcher juvenil que lanzó un no hit no run en una Serie Mundial de la categoría, sus triunfos eran suyos, no de quienes han sido los únicos contribuyentes a la debacle generalizada del beisbol nacional y eso cuenta, porque “abre las entendederas”.
Liván Hernández es el 5to. pitcher más ganador entre cubanos en los anales de las Grandes Ligas, nueve juegos detrás de Camilo Pascual y, si su récord es de 170-171 hasta hoy, se debe a la cantidad de encuentros perdidos por margen de una ó dos careras, descontando la cantidad de veces que le han sustituido con ventaja y un relevista lo ha perdido.
Valor, valor y más valor…ese es el secreto de este extraordinario pitcher cubano que, porque le sobra el coraje, por su control y porque no le huye la pelota a nadie, es que le conectan jonrones con frecuencia, pero, por lo mismo, domina.
Con una curva en cambio impresionante, con la velocidad con que ya no se puede estar en este nivel de juego; sin embargo, se levanta imponente en el montículo cada vez que le toca la faena. El día de trabajo en la rotación de Liván Hernández, con seguridad que estará allí, porque es uno de los últimos pitchers de hierro del beisbol, uno de los hombres reales del pasatiempo que se dispondrá a pitcher hasta “mañana por la noche” si es necesario.
No hay que comparar a Vinent ni a Lazo con Camilo Pascual o con Luis Tiant, para derrumbar esa falacia creada en oficinas sin intención deportiva, utilice a Liván como referencia y se cae todo el adamiaje político.
Este pitcher, no lo dude nadie, sí es uno de los mejores serpentineros cubanos de todos los tiempos. Si aquel que usted piensa del período 1962-presente “no llego porque…” lo siento, el Hijo del Duque está aquí y haciendo historia.
Pie de grabado: Como el Premier ayer, siempre Liván hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario querido fanatico :