Por Andrés Pascual
La inseguridad que caracteriza a esta sociedad, la pena generalizada y el miedo al dedo acusador del único fiscal con apoyo incorruptible, la Historia, están convirtiendo en hazmerreír a más de uno de los que comentan sobre acontecimientos dignos de cualquier capítulo socio-político.
Se han ido cayendo, uno por uno, todos los ídolos del beisbol de una era tan mentecata como fraudulenta: a cualquiera, por el avance tecnológico, lo quieren pasar como estúpido y, hoy mismo, en ESPN, leí una relación de los 15 jugadores de los Yanquis más grandes de todos los tiempos. En par de años, Joltin Joe está en el último lugar y, en otros dos, fuera de la lista… ¿Será posible Dios Topoderoso? ¿Cuándo vas a poner tu mano sobre la blasfemia hecha números en congelador?
Manny Ramírez decidió retirarse a someterse al débil y cuestionable programa contra infractores, creado por MLB, contra los usuarios de esteroides. Esas medidas para arreglar un potaje desabrido, cuya responsabilidad en la desazón es compartida tanto por el Beisbol Organizado como por la Asociación de Jugadores, son un toque de mercuro cromo para lo que requiere cirugía radical, pero algo es mejor que nada; sin embargo, como el conejo del comercial, la cosa sigue y sigue y sigue…
Cuando un pelotero como el dominicano reincide dos veces, no una como cuentan, porque una es pura sospecha, el análisis tiene que ser extremadamente serio, ya que, con la vigilancia que hay sobre los jugadores, únicamente problemas de diferencia del conocimiento y la inteligencia justifican la situación y esa risa permanente del artillero contra viento y marea; los cambios rápidos e inoportunos en su comportamiento y el disloque marginal con respecto al orden disciplinario establecido, apuntan a cierto grado de retraso. Entonces el quisqueyano es el único caso que, tal vez, acepte el rotulo de “manéjese con cuidado”.
Lo anterior, socialmente hablando; en lo deportivo, el beisbol de grandes ligas acaba de perder a su más grande artillero, por encima de cualquier nombre de grandes titulares y mejor dinero, de los últimos 20 años.
Manny Ramírez, un gordito que no necesitaba de ningún estimulante para batear con la oportunidad en el clutch como lo hacía, que pudiera ser que en la historia hayan existido 10 como él, pero ninguno más oportuno, acaba de ser víctima de la monstruosa creación del Sindicato de Jugadores y de las Oficinas del Beisbol Organizado por su reincidencia más de hombre estúpido que de delincuente del juego.
El caso de este pelotero, entre todos los positivos hasta ahora, es el único verdaderamente doloroso y con ribetes de revisión especial, a la hora que le toque decidir a la Asociación de Cronistas si le abren las puertas del recinto de los inmortales, o se las tiran en las narices.
El slugger dominicano, una máquina a la hora buena, empujaba las carreras que empataban o decidían un juego por su temperamento, por una extraña y desafiante confianza en sí mismo y por esa forma personal de ver la vida a su manera, tirándolo todo “a mondongo”.
No fue un productor inferior ni a Aaron ni a Mays ni a Bonds como leí hoy, porque estos artilleros carecían del carácter de liderazgo que le sobraba al dominicano y, ni de juego, se puede colocar a esos bateadores, que hacían poco daño a la hora de decidir, a su lado.
Con el respeto que merecen todos los peloteros hispanos de hoy o de ayer, al modo mío de ver las cosas, por su importancia en el capítulo que más interesa en cualquier juego, la victoria, Manny Ramírez, que no fue un pelotero completo y cuyo fildeo fue inferior al promedio, está al lado de Roberto Clemente para la pelota profesional, porque no ha nacido en Latinoamérica quien haya hecho lo que él para ganar.
Para mi fue una noticia que consternó de verdad, una pérdida irreparable por lo que la ocasionó; pero, y vuelvo a desandar el camino, por circunstancias especiales y en contra de mi posición moral ante el asunto, voto por Manny para Cooperstown y, el que quiera, que comience a gritar ya…
Pie de grabado: A pesar de todo, es el único pecador que puede purgar su culpa |
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