Por Andrés Pascual
Noticia, lo que se dice información de lo impactante, que movilice a muchos más que a los rutinarios tras los medios al alcance para conocerla, lo definían los editores del “buen tiempo ido” como “si un hombre muerde a un perro, la hay…”
Hoy los tiempos son decadentes y la media, como cabeza del aparato responsable en la factura de estados de opinión en un público más vulnerable que nunca al amarillismo, muy pocas veces tiende a contribuir al saneamiento del ambiente.
Como sabuesos ejercitados solo para el descubrimiento de la noticia desfavorable, que hunda al atleta en el sótano de la duda pública en lo moral y lo decente, nunca rastrean las pistas positivas, de beneficio social de muchos nombres de “Héroes de la Feria del Músculo”, quienes, con ayuda de organizaciones “non profit” y obras de caridad, han colaborado.
El “hobby” de la prensa americana en pleno fue hacer leña a José Canseco: alta velocidad, arma en la guantera, abuso con una esposa, esteroides…pero nunca consiguieron lo que querían descubrir en el auto o en los bolsillos del toletero: cocaína o mariguana y eso se lo han perdonado menos que todo lo que consta en el abusivo expediente que le fabricaron quién sabe por encomienda de quiénes. El reglano jamás dejó de decirle a todo el que quería oírlo que, el 98 % de sus problemas, se originaban en su condición de “cuban boy”. Nada de las organizaciones humanitarias a las que contribuía… ni los periodistas cubanos, llegados relativamente reciente a Estados Unidos como emigración económica, consideran útil decir algo sobre esa faceta olvidada del artillero caído en desgracia; aunque, posiblemente, ni la conozcan.
A Tim Lincecum le convirtieron en un circo romano con más de 25 actuaciones de fin de semana el asunto de la mariguana, igual que al manager del Texas, Ron Washington.
Ha ocurrido con muchísimos peloteros que, cuando incurren en fallos del comportamiento, se convierten en alimento de aves rapiña, aunque no sea precisamente carroña la carne disponible..
El último caso es el del extraordinario bateador Miguel Cabrera: el tipo estaba fuera del carro, con alcohol en niveles interesantes en la sangre; pero el patrullero no lo paró por una infracción y, lo que hizo, fue detallarle a una prensa mediocre que el hombre le pidió “una botella para seguir bebiendo” y esto se lo consideraron “resistencia al arresto”.
¿Es justo, es decente, es honesto semejante actitud policía-reportero? Depende de quien lo vea y como quiera analizarlo. Para mí es una soberana desconsideración a un hombre que, si bien es una figura pública y debe medir sus pasos sobre la cuerda floja de lo que representa, es en igual medida un abuso y una falta de respeto de quienes necesitan, a falta de chispa para construir la verdadera noticia, el detalle negativo para fabricar el chanchullo; o sea, para destruir a un hombre.
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