El coach de bateo asistente de los Mets, Pat Roessler, colocó bola tras bola en un tee y Céspedes, a un cuarto de su velocidad normal, las bateaba. Después de dejar el donut, el toletero empezó a dar swings con el bate sólo con el brazo derecho. Luego el izquierdo. Sus movimientos eran rítmicos mientras daba batazo tras batazo.
En algún momento, el coach de bateo del equipo, Kevin Long, había terminado de darle orientaciones a un jugador joven de los Mets en una jaula adyacente. El instructor observó a Céspedes mientras éste colocaba un tee más corto al lado del original para cambiar el nivel de vista para los diferentes swings.
"Cuidado con el pie de atrás", dijo Roessler a Céspedes.
Durante casi dos años, este tipo de prácticas y detalles han ayudado a formar la base de la transición de Céspedes de toletero unidimensional a candidato a Jugador Más Valioso de la Liga Nacional. A sus 31 años de edad, Céspedes es el mejor bateador de los Mets, tan crucial para su lineup como lo es
David Wright para el ambiente de su clubhouse. De regreso en Queens con un cuatro de cuatro años y US$110 millones, un pacto que sorprendió hasta el manager de los Mets, Terry Collins, Céspedes se ha convertido en una superestrella.
El cubano tendrá que jugar como tal si los Mets pretenden volver al mayor escenario de Grandes Ligas, la Serie Mundial.
"Todos tenemos esa mentalidad", dijo Céspedes. "Sabemos que somos capaces de ganar la Serie Mundial".
Cuando los Mets adquirieron al jardinero
Jay Bruce en agosto, lo hicieron con un ojo puesto en el 2017. Preocupados por el futuro de Céspedes, quien se convertiría en agente libre, el equipo tenía que planificar para este año sin contar con el antillano. El mismo Collins presumía que Céspedes firmaría con otro club.
Pero poco a poco, se notaba que el guardabosque quería seguir con Nueva York y que era genuino su aprecio por la Gran Manzana.
Desertar de Cuba, ser cambiado tres veces en espacio de 366 días y estar siempre en movimiento habían incomodado al jardinero, según la gente cerca de él. Céspedes anhelaba algo permanente, lo que ha encontrado en Queens. Se había hecho amigo de compañeros como el dominicano José Reyes y el venezolano Asdrúbal Cabrera y de empleados del equipo. Céspedes dijo eso mismo a sus representantes: que no quería empezar de nuevo.
"Estaba entusiasmado con la idea de ser un Met a largo plazo", dijo Kyle Thousand, director de la división de béisbol de la agencia deportiva Roc Nation Sports. "Es raro en este juego encontrar a un jugador que pueda destacarse en Nueva York y manejar la presión y el escrutinio que vienen con eso. Yoenis es esa clase de jugador".
Cuando Céspedes decidió firmar por cuatro años para seguir con los Mets, los ejecutivos del equipo celebraron. Collins exhaló, ya que estaba de regreso su mayor cañón.
Durante el verano, Céspedes se pasa por lo menos una hora en la caja de bateo cada día. Se obsesiona con los detalles allí, implementando prácticas que ha aprendido mayormente durante las últimas dos temporadas.
Según Céspedes, el ejercicio más útil es uno en el que coloca tres pelotas en el home plate en una línea diagonal. Mientras Roessler le hace pitcheos suaves, Céspedes usa las bolas en el plato como guías para grabar la zona de strike en su mente, obligándose a diferenciar un lanzamiento en la esquina de adentro a uno que será bola mala.
No es casualidad que Céspedes le haya tirado a sólo un 47.6% de los pitcheos que vio la campaña pasada, el menor porcentaje de su carrera. Dejando pasar aproximadamente dos tercios de los lanzamientos fuera de la zona, el cubano subió su proporción de bases por bolas a 9.4, casi el doble de su mayor cantidad anterior. Subió su porcentaje de embasarse a .354, el mejor desde su año de novato en el 2012. Y Céspedes hizo todo eso sin sacrificar su poder; su slugging de .530 y 31 jonrones lo colocaron en el noveno lugar de la Nacional en ambas categorías.
"No fue natural para él dejar pasar esos pitcheos, estar consciente y entender lo que tratan de hacer los pitchers contrarios", dijo Long. "Pero al fin y al cabo, confió en el proceso. Esa es la diferencia entre un buen bateador y un gran bateador".
Como recompensa por todo su esfuerzo, Céspedes terminó octavo en las votaciones para Jugador Más Valioso del Viejo Circuito. Aspira a terminar con un mejor lugar. El cubano aspira a ganar el premio, y por qué no un trofeo como Mejor Ligamayorista Esurance y un Bate de Plata. Céspedes ha dejado en claro que una victoria de la Serie Mundial es su primera meta, los éxitos individuales parecen ser un requisito para lograrla.
Entonces, trabaja Céspedes para alcanzar la excelencia, comprendiendo que sigue siendo una obra en progreso. Recuerda lo que le hizo
Madison Bumgarner en la derrota de los Mets ante los Gigantes en el Juego del Comodín del 2016, aprovechando una debilidad del toletero ante pithceos justo arriba de la zona de strike. El cubano también sabe la importancia de la salud de sus piernas, algo que fue un problema el año pasado. Sabe que no puede ser perfecto, pero lo está intentando.
Cuando Céspedes dio un elevado profundo que pensó debió salir de jonrón en el First Data Field, pidió unos bates nuevos. Collins y Long bromeaban acerca de eso la semana pasada, cuando el manager se le acercó a su toletero.
"¿Cómo te va, amigo? Estás bien?" preguntó el manager.
La temporada de los Mets en el 2017 dependería de la respuesta de Céspedes.