BEISBOL 007: Marlines

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sábado, 11 de junio de 2011

LOS CLUBES DE NOVATOS NO JUEGAN EN OCTUBRE


Por Andrés Pascual

       Según Juan Fanático, en Series Mundiales no consta el team cuya plantilla pueda ser considerada novata o de muy poca experiencia en todos los departamentos del juego y los Marlins de este año clasifican como tal.
        Un cuadro con jugadores de relativa experiencia en capacidad de utility, como Bonifacio; de segundo año que rinde como un veterano consagrado, como Gaby Sánchez; de algunas campañas, pero con poca confianza depositada en él previamente, como Omar Infante y de tanta promoción y responsabilidad a cuestas que se ha visto aplastado, como Hanley Ramírez, no está apto para el Premio de Octubre.
        Logan Morrison, Cris Coghlan y Mike Stanton son un trío prometedor de outfielders, de tantas condiciones como inexperiencia para mantener su juego cuando el club caiga, como ahora, en la nada envidiable racha de 0-8.
        ¿Líder? perdón, creo que no lo tienen y lo que más se parece al personaje es Gaby Sánchez, que se le ve hecho y autoritario como para influir positivamente en sus compañeros.
        Sin embargo, porque es temperamental, Hanley Ramírez nunca lo será. Puede batear si logra sobreponerse a residuos de la mala imagen que se hizo entre sus co-equiperos que, tal vez, no lo crean capaz de encabezar el arreglo de la mala racha de hoy y eso influye en el estado de ánimo, en el carácter y la personalidad de alguien que es joven, pero se creyó Roberto Clemente.
        Stanton, con un mundo de facultades, slugger a la manera antigua, tampoco está en condiciones de echarse la novena en los hombros todavía.
        Y, en la pelota, cuando no hay líder no hay team work, lo que afecta la confianza en sí mismos, porque comienzan las especulaciones, los nombres sospechosos en alta voz y los cuestionamientos sobre cómo cumplen algunos el compromiso diario.
         A la baja en la ofensiva se le atribuye la última serie de fracasos continuados; sin embargo, a este grupo prometedor se les está exigiendo como a los Yanquis o al Boston y se deja en el tintero que, porque son un equipo de nueva edición, sin experiencia contundente, tal vez están por encima de sus posibilidades reales.
         La política de la oficina de los Marlins continúa rara: pagan poco y exigen mucho y lo hacen sin contemplaciones. No obstante, le dieron a Javier Vázquez una cantidad que, bajo ninguna circunstancia merecía, porque hubo un aviso sobre la salud de su brazo, sobre la pérdida de la velocidad, que le podía convertir en un desperdicio. ¿Quién se dejó engañar y lo trajo?
         Botaron a John Mallee, entrenador de bateo y la movida ha provocado más división, porque el tipo era amigable y trabajador. Como siempre, alguien tenía que “pagar los platos rotos’. En su lugar, Eduardo Pérez tiene que demostrar que una cosa es pararse en un home improvisado por Baseball Tonight en un estudio, decir como se aguanta el swing para batear detrás de un corredor y, otra, hacer que Stanton coordine el “timing” y no le vaya a pelotas malas.
           Las derrotas por margen de una carrera  evidencian buen pitcheo de ambos lados y poca suerte por el juego equivocado de parte del perdedor.
          Este club tiene que jugar pelota, utilizar el suelo como sistema para sus jugadores rápidos, como Bonifacio y dejar de coquetear con el guarismo impresionante de 10-15 hits por juego. No es posible.
          Con un trío de abridores como Johnson, Nolasco y Aníbal hay que recuperar la confianza haciendo jugadas de todo tipo y estar claro en que, a pesar de la inconsistencia del relevo, al pitcher de menos de 3 carreras por juego, si le anotan 3 y pone hombres en primera y segunda, hay que sacarlo, que ya explotó, no se puede dejar que le hagan 6, 7, 8 que no solo le hundirán el porcentage, sino que decepcionará a un grupo que, al perder la confianza en un dirigente tan nuevo como ellos, la primera respuesta será la baja en el bateo y, después, en el fildeo, hasta que también se derrumbe el pitcheo; así de sencillo.



Edwin Rodríguez, ¡Vamos a ver hasta cuándo estará ahí!