Una de las “cosas” de Castro que ven con más brillo de “estadista” los cronistas deportivos de izquierda, americanos y hispanos, es “el desmedido amor por el deporte” y, especialmente, por el beisbol, disciplina en la que, según un sinfín de “especialistas” de la gran prensa americana, “casi tenía más condiciones que Bob Feller”.
Y yo no sé cómo esta mano de simpatizantes del castrismo a la distancia no han rectificado esa sarta de mentiras, tomando como ejemplo al propio tirano y a los plumíferos de los escuálidos pocos medios de la Isla: Castro jamás ha dicho ni escrito que jugó pelota ni ha permitido que sus esclavos de su prensa lo digan, porque no quiere verse envuelto en una mentira que no es de su propiedad y, por acá, siguen y siguen y siguen…
La pelota la aman los Bush, padre e hijo y hasta fueron propietarios de los Texas Rangers durante un tiempo; no la ama ni la respeta Obama, que le gustan el básquet y el balompié y permitió que se retrasara el inicio del primer juego de una Serie Mundial para colocar un anuncio de campaña política; además, con eso demostró que respeta menos al fanático.
En 1974, el tirano cubano inauguró la era de los Campeonatos Mundiales de Boxeo Amateur al solicitar y recibir para La Habana la sede del primero. La “palabra de orden”, tarea de “contingencia” de todo el pueblo habanero, entusiasta y fervoroso, fue asegurar totalmente, sin excusas ni pretextos, el “éxito del evento”.
Parte de ese “triunfo” fue pagar todos los gastos, incluyendo pasaje, de los países “pobres y sometidos”, por ejemplo, los africanos.
Más del 85 % de los participantes eran pobres, pero, los africanos, de vida gregaria y casi salvaje, sin conocimientos sobre confort o artículos de necesidad y uso rutinario.
Pero la dictadura les tenía preparada una gran sorpresa, un momento que, algunos, tal vez lo vivieron esa vez y ni en fotos volvieron a relacionarlo: el gran hotel Havana Hilton, que en 1965 pasaría a manos de sus empleados por un contrato que los hacía propietarios colectivos del negocio, abría de par en par sus puertas para una multitud que jamás había defecado en una taza; entonces se tomaron el agua y hacían la necesidad en el piso, se limpiaban con las manos y estas en las paredes; dormían en el suelo con las cortinas como frazadas; apagaban la luz rompiendo el foco, porque nunca habían manipulado un interruptor; se llevaron los grifos de agua y destrozaron los espejos para llevarse un pedazo…
A pesar de que Castro siempre ha sido un estúpido en cosas dignas de inteligencia, no entregó el hotel insignia de la república para que lo destruyeran ni por error ni por tonto ni por apasionado del deporte; sino como un acto proselitista ideológico, que pretendía imponerles a ese grupo de casi salvajes la idea de que solo con el sistema comunista podía, gente tan pobre y tan poco educada, vacacionar en un resort de lujo del antiguo jet-set cubano y mundial.
Acaban de enviar otro jugador “libre” al mundo de “la pelota esclava”, desde Cuba me informaron que al tipo lo fue a recoger un taxi y, con su madre, delante de todo el pueblo de Campechuela, los llevaron hasta una playa desde donde viajó, posiblemente, a República Dominicana.
Los únicos jugadores que no están disponibles para el Beisbol Organizado allá son los que utilizan como voceros de la dictadura, por eso se ve poco que le pregunten a los nuevos peloteros sobre el compromiso político individual que, aparentemente, dejaron para los retirados como Pedro Luis Lazo; los que nunca se podrán retirar porque no confían en el relevo, como Ariel Pestano; o los muy comprometidos, con el padre acusado por una agresión a Rafael Avila en Venezuela, como Lourdes Gourriell. Por lo demás, hasta el gato Pancho, en boxeo y en pelota, viene para acá, que para eso tienen sus representantes aquí, a los que prepararon como “agentes” y a algún que otro pseudo cronista deportivo, más la cadena de televisión (Mega TV) que se encarga de “presentarlos en sociedad”.
Chapman mantuvo su pasaporte después que se “fugó incluso; integró el equipo de Castro luego de ser vigilado como posible “desertor”; Maya cayó preso hoy en Pinar del Río y pasado mañana se estaba comiendo un taco en Cancún… pero, ¿A quiénes creen que engañan, allá y aquí?
La pelota de Castro no la van a arreglar, la van a dejar extinguirse entre lamentos falsos y tibias quejas de los dolientes, que debieron ser, de forma enérgica, en 1960-61-62. Hoy ni vale la pena ni surten efecto, porque (hay que leer los panfletos y los discursos de Raúl), ya se refirió a los problemas que ellos mismos le crearon al antiguo pasatiempo nacional con el objetivo de destruirlo: “DE AHORA EN ADELANTE, SE LE DARA PRIORIDAD AL DEPORTE SOCIAL, NO AL DE ALTO RENDIMIENTO”; o sea, a los fisminutos y ese tipo de actividades.
Ellos saben que una vez quitaron a Cuqui Rojas y pusieron a Isasi y no pasó nada, ya impusieron el balompié y tampoco va a suceder. A lo más que se puede llegar es a avizorar que, en 10 ó 15 años, un individuo recuerde con otro: “cuando aquí se jugaba beisbol.. ¿Te acuerdas Pedro?” y chirrín chirrán.
Cuqui Rojas |