Carlos Beltrán cumple 40 años de nacido, a la sombra del gran Roberto Clemente y a punto de completar nuevos logros que sostendrán su sólida candidatura al Salón de la Fama.
Beltrán, patrullero y bateador designado de los Astros de Houston, ya no es el joven que en 1999 cautivó al mundo beisbolero con sus cinco herramientas.
Todavía puede hacer daño. Se ganó su actual contrato de 16 millones de dólares con una cosecha que incluyó 29 jonrones, 93 empujadas y OPS (porcentaje de embasarse más sluggging) de .850 entre los Yankees de Nueva York y los Rangers de Texas la campaña pasada.
Ya no corre, sin embargo, aunque sería injusto pedírselo. Rickey Henderson y Davey Lopes son los únicos bigleaguers que han podido superar las 30 bases robadas a la edad que alcanza el boricua. Tampoco es más un jardinero central.
El poder, en cambio, no le ha abandonado. La anterior fue su duodécima cosecha sobre 20 cuadrangulares y está a punto de dar caza nada menos que a Juan González en la lista de todos los tiempos entre los toleteros nacidos en Puerto Rico.
Igor sacó 434 conexiones del campo. Beltrán llega a su onomástico con 423. Por arriba de ellos únicamente está Carlos Delgado.
¿Podrá el nativo de Manatí alcanzar a Delgado, quien se retiró con 473? La vida comienza a los 40, dice el refrán popular, y será interesante ver cuántos tablazos más larga en la recta final de su recorrido. Pero el nombre de este ganador de tres guantes de oro y dos bates de plata no necesitará de ese logro para asomar una digna candidatura al templo de Cooperstown.
Sólo ha habido cinco jugadores en las Mayores que han podido combinar al menos 300 robos y 400 vuelacercas. Dos de ellos, Willie Mays y Andre Dawson, ya tienen una placa entre los inmortales. Otros dos, Alex Rodríguez y Barry Bonds, dejaron números comparables con los más grandes de la historia. El quinto es Beltrán.
La lista incluso se hace más pequeña cuando se agregan otros totales del puertorriqueño. Dawson, por ejemplo, no llegó al millar de bases por bolas, como sí los otros cuatro. Rodríguez no alcanzó los 50 triples, como el resto del club.
Beltrán ha ido redondeando un currículo brillante: siete veces ha recibido votos para el Jugador Más Valioso y ha sido llamado al Juego de Estrellas en nueve oportunidades, casi la mitad del total de torneos que ha disputado; fue Novato del Año en su estreno y coronó su madurez con el Premio Roberto Clemente de 2013, el galardón que rinde homenaje a quienes combinan la excelencia deportiva con el apoyo a las labores comunitarias.
Clemente es un ícono en la MLB, pero sobre todo entre los latinoamericanos y muy especialmente en la Isla del Encanto. Disparó 3.000 hits durante su inolvidable pasantía con los Piratas de Pittsburgh y dejó un robusto WAR de 94.6, el más elevado entre todos sus compatriotas.
Beltrán no palidece ante el currículo del Cometa de Carolina. Le secunda entre todos los boricuas con 70.6 de WAR, mejor que Iván Rodríguez, Roberto Alomar y Orlando Cepeda, habitantes todos de Cooperstown. Más que Edgar Martínez. El doble que Bobby Bonilla o Yadier Molina.
Es el número uno entre sus paisanos con 10.595 visitas al plato, con 1.528 anotadas y con 1.543 impulsadas.
Es segundo en su embajada tanto en juegos disputados, con 2.475 (a sólo 68 de I-Rod), como con 539 dobletes (a 33 del ex receptor).
Es tercero con 9.372 turnos al bate (necesita 221 más para llegar a la cima, en poder de Rodríguez), así como con sus 423 bambinazos (11 menos que González y a 70 de Delgado).
También es tercero en almohadillas estafadas (tiene 312, por 317 de Cheo Cruz y 474 de Alomar) y únicamente requiere 55 bases por bolas para escalar al puesto número dos en ese departamento, por arriba de Bernie Williams (1.069) y Alomar (1.109), asumiendo que le será muy difícil superar las 1.253 que acumuló Martínez.
Su línea ofensiva de .281/.353/.491, con .844 de OPS, resalta al recordar que la mayoría de sus encuentros ha sido en el center. Y tiene 2.635 hits.
Así que la fiesta de Beltrán este 24 de abril no es un cumpleaños más. Su entrada a las cuatro décadas de vida le planta un desafío deportivo: poder rendir al mismo nivel que en 2016, a pesar del paso del tiempo, y le permite poner en perspectiva una trayectoria impecable, que exhibe a uno de los latinos más completos de todos los tiempos. Quizás el alumno más aventajado que haya tenido el mismísimo Clemente.
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