La selección de Venezuela volvió decepcionar y a fracasar rotundamente en el Clásico Mundial. La novena tricolor no pudo conjugar los factores del juego. La ofensiva se mantuvo inerte, mientras que el bullpen concedió muchas libertades. Vizquel quedó en deuda como mánager.
Venezuela se presentó en el Clásico Mundial de Béisbol con un equipo plagado de peloteros que son figuras determinantes en cada uno de los equipos de Grandes Ligas.
Un lineup con los ganadores de un título de bateo de las últimas siete campañas. Un pelotero que ha disparado al menos 200 hits en las tres zafras recientes, una extensa colección de Bates de Plata y una defensiva plagada de ganadores del Guante de Oro.
Es verdad, el cuerpo de lanzadores venezolanos no mostraba la misma categoría que los responsables de fabricar las carreras, esta vez no asistieron Carlos Carrasco, Junior Guerra, Eduardo Rodríguez y Jeanmar Gómez, pero se contaba con Félix Hernández, Martín Pérez, Jhoulys Chacín, e incluso, Francisco Rodríguez en el bullpen.
El segundo mayor exportador de bigleaguers de calidad volvió a dejar una penosa imagen como selección. Una vez más el Clásico Mundial de Béisbol termina siendo un rotundo fracaso para Venezuela, que se despide en la segunda ronda del torneo, desnudando sus falencias como equipo, frente a sus más acérrimos rivales continentales.
Omar Vizquel tendrá ahora que cargar con el peso de lo que significa este doloroso tropiezo. En su primera experiencia como mánager, no pudo encontrar la fórmula para cambiar la historia del país en esta competencia.
“Lamentable”, describió Vizquel la actuación de su equipo. “No hay excusas. Los otros equipos jugaron mucho mejor que nosotros”.
Cronología del desastre
Lo que inicia mal, termina mal. Por cuarta ocasión seguida, la designación del equipo gerencial y el cuerpo técnico estuvieron marcados por la polémica y los desacuerdos entre la Federación Venezolana de Béisbol y el gerente general designado, Carlos Guillén. La falta de comunicación, la pugna por algunos puestos en el roster y los roles de algunos instructores marcó el proceso de estructuración del equipo.
En el camino se quedaron Asdrúbal Cabrera, Gerardo Parra, Ernesto Mejía, por mencionar algunos en la lista de peloteros que tenían las credenciales para ser parte del roster.
“No hay mayor signo de locura, que hacer la misma cosa una y otra vez y esperar que los resultados sean distintos”, dijo una vez Albert Einstein.
Ya en la competencia, el nocaut recibido frente a Puerto Rico, en el primer juego del campeonato, fue una señal de alerta de lo que finalmente se convirtió en un duro golpe de realidad.
Venezuela logró vencer solamente a Italia en la primera fase, en ambos juegos de manera dramática, más allá de las distantes diferencias entre los nombres en el roster. Solo un tecnicismo matemático de las reglas, legalmente ganado, evitó que Vizquel y los suyos no quedaran rezagados en Guadalajara. Sobre el terreno parecía un derecho inmerecido.
“No pensamos que esta era la manera que íbamos a jugar. Fue sorprendente para todos nosotros”, manifestó el estratega. “Creo que no jugamos el béisbol que la gente esperaba, e inclusive, que yo esperaba. Un out y una fórmula matemática fue lo que nos permitió pasar de la primera ronda, donde permitimos 30 carreras en los tres primeros juegos, siempre tratamos de venir de atrás y existía mucha presión sobre los bateadores para tratar de anotar”.
Puerto Rico, Estados Unidos y República Dominicana, expusieron las debilidades de la novena dirigida por Vizquel.
“No pudimos dar los batazos oportunos. En general, las expectativas se quedaron bastante cortas. Sinceramente, pensamos que íbamos a jugar mejor pelota”.
Puede sonar como excusa, pero las lesiones de Salvador Pérez, Martín Prado, Silvino Bracho y Robert Suárez, provocaron que Vizquel realizara improvisadamente movimientos defensivos y en alineación, que no dieron resultados positivos. Claro está, el diseño del roster hecho por Guillén también influyó en esto.
“Cuando el equipo pierde, obviamente las decisiones van a recaer en el mánager, y tenemos que asumir esa responsabilidad”, manifestó tajantemente Vizquel.
La anemia ofensiva se hizo evidente en la segunda ronda. La ausencia de extrabases y batazos oportunos acabaron con las posibilidades de competir frente a rivales del mismo cartel.
“Desde el primer juego fue muy difícil ir recuperando la confianza. No tuvimos ventaja en casi ningún momento, por lo que me fue muy difícil aplicar mi forma de juego y todas las cosas que yo tenía en mente con este lineup”.
CLAVES DEL FRACASO
Brazos inconsistentes
El cuerpo de relevistas criollos permitió 29 carreras (26 limpias) del séptimo inning en adelante. Mostrando un elevado porcentaje de carreras limpias permitidas de 14.62, en 16.0 innings de labor durante ese lapso.
No cuajaron
Bateadores de la calidad de José Altuve, Miguel Cabrera, Víctor Martínez y Carlos González, núcleo de la toletería criolla, se combinaron colectivamente para ligar de 97-22 (.226), con solo cuatro extrabases y siete remolcadas en el Clásico Mundial.
Apagados desde el inicio
La ofensiva de Venezuela bateó colectivamente para .188 (101-19), con 31 ponches, frente a los abridores contrarios en este campeonato. En la segunda ronda de la competencia solo conectaron cuatro extrabases y produjeron cuatro carreras en 92 turnos al bate y ligaron de 14-3 con corredores en posición anotadora.
Efecto Vizquel
La inexperiencia del mánager venezolano se hizo evidente. Omar Vizquel fue abrumado por la exigencia del torneo en situaciones que terminaron siendo determinantes en el torneo, principalmente al momento de definir el momento correcto para remover de la lomita a sus lanzadores.
Wilmer Reina
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