Si alguien debe dar gracias abundantes por estos días, son los propietarios de equipos de Grandes Ligas, que han asistido a una temporada de ensueño, con saludables números de asistencia, altos niveles de audiencia y un maná financiero como nunca antes en la historia del béisbol.
La contienda no pudo tener mejor epílogo con el triunfo de los Cachorros después de 108 anos de miserias y las imágenes de cinco millones de fanáticos en las calles de Chicago dicen mucho de lo que fue el 2016 para el "pasatiempo de América''.
¿Entonces, por qué se escuchan ruidos de sable en los pasillos de las Mayores? ¿Por qué vuelve a mencionarse la frase "cierre patronal'' y se desatan los amargos recuerdos de 1994 y de la triste primavera de 1995 y aquellos peloteros de reemplazo?
Si los dueños y el sindicato de jugadores no llegan a establecer un nuevo acuerdo laboral para el 1 de diciembre, todas las actividades de la agencia libre y de conformación de rosters quedarán paralizadas, dando inicio a un macabro conteo regresivo hacia el inicio de la campaña del 2017.
Sería una cruel ironía que el Clásico Mundial se estuviera celebrando en marzo bajo la nube negra de una temporada en demora o peor aún, sin vida, y todo porque los súper millonarios no se ponen de acuerdo con los millonarios o los muy cercanos a estarlo.
Temas como el potencial Draft Internacional, algo que apoyan los propietarios y rechazan los peloteros, el sistema de repartir ganancias para crear un balance competitivo y el fortalecimiento del programa antidopaje, entre otros, mantienen atascadas las negociaciones y comienzan a preocupar a los fanáticos.
El particular, lo del Draft Internacional, requiere de mucha atención, pues algo más del 27 por ciento de todos los jugadores de Grandes Ligas nacieron fuera de los Estados Unidos y su implementación podría traer repercusiones de largo y profundo impacto en las Mayores y en los países emisores de talento.
Los dueños quieren ahorrar los enormes bonos a los agentes libres -incluidos los cubanos- , pero la unión entiende, con mucha justicia, que las hoy desconocidas promesas de Dominicana o Venezuela serán mañana las estrellas que devengarán salarios de seis o siete cifras.
Muchas personas que conocen de la situación afirman que se logrará un acuerdo. Hay mucho en juego para impedir que se detenga el verdadero juego. Cuando la huelga de 1994 las pérdidas fueron cuantiosas y los fanáticos se fueron en andanadas a otros deportes, a otras cosas.
Por el momento se escuchan las bravuconadas de siempre de ambas partes y todos dicen "vamos a resistir'', "vamos a pelear por lo nuestro'', pero vale la pena una mínima reflexión en este Día de Acción de Gracias sobre lo que han representado 24 años de béisbol sin interrupción y lo que puede significar solo uno sin pelota.
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