El exorcista del beisbol acabó con las dos maldiciones

El ejecutivo de tan solo 42 años de edad armó al mejor equipo de 2016, capaz de ganar 103 partidos en temporada regular y salir victorioso en la Serie Mundial contra Cleveland

RONALD ROJAS5 DE NOVIEMBRE 2016 - 12:01 AM

El beisbol es un tema romántico, con matices y creencias. El deporte del diamante sobrevivió a dos guerras mundiales en el siglo XX y por lo menos en la segunda mitad del centenario se desarrolló bajo dos supuestas maldiciones: la del Bambino con Medias Rojas de Boston y la de la cabra con Cachorros de Chicago.

Dos historias distintas que parecía que fueron sacadas de una novela, o de un libro de fábula. Theo Epstein viene de una familia de letras. Su abuelo participó en la elaboración del libreto de la afamada película Casablanca, su padre y su hermana son novelistas. Sin embargo, el ejecutivo de 42 años de edad se muestra como un hombre de ciencia, debido a que su trabajo en el beisbol se ha basado en formulas precisas y no en supuestos.

Epstein fue el gerente general de los Medias Rojas, cuando ganaron la Serie Mundial de 2004 para romper el maleficio de Babe Ruth, cuya creencia tuvo su origen cuando el presidente de Boston vendió al “Sultán del Bate” a los Yanquis de Nueva York en 1920.

Doce años más tarde, Epstein construyó otro equipo, el de los Cachorros, y también acabó con la creencia de la cabra al vencer en 7 partidos a los Indios de Cleveland.

Para Epstein, no hay mitos o leyendas, sino trabajo y muchos números. En su biografía, no se detalla si es católico, judío o ateo, pero sí ha mostrado que posee una enorme fe por lo ahora llaman “sabermetría”.

Se graduó en la prestigiosa Universidad de Yale de abogado. Aunque no ejerce su profesión como tal, algunas enseñanzas del derecho las ejecuta al dirigir el motor de los Cachorros. Epstein se unió a los oseznos en el 2011 y en el 2012, la novena del norte perdió 101 partidos. Poco a poco fue construyendo a una divisa joven y competitiva. Ahora, celebra su segundo título en las mayores. Creyente o no, su figura se perfila como la de un dios griego, desde su oficina en el Wrigley Field.