Hialeah, Florida.- Por Andrés Pascual.-¡Qué difíciles se le han puesto “los tiempos” a la mayoría de los peloteros que se han ido retirando después de jugar durante la era más vergonzosa de la historia del pasatiempo!
Por cada pelotero que arregló juegos en 1919, solo 8, hay más de 200 de todos los niveles, comenzando en los colegiales hasta las Grandes Ligas, que se involucraron en el nuevo escándalo que sí cimbro las bases del pasatiempo; por eso este período debe ser analizado siempre como “cuando el beisbol casi se derrumba por efecto del dinero”, lo peor es que, mientras aquellos peloteros del Chicago fueron un grupito manipulado por un par de gángsters, este de las llamadas sustancias prohibidas superó la cantidad que cualquiera crea, porque ni números dan y mantienen en “top secret” a más de 100 que deberían exponer, para que no se especule dándole la posibilidad a los “contradictorios’ de considerar a quien le venga en ganas, porque eso es lo que sucede cuando se trata de proteger a ciertos nombres, que todos, absolutamente todos, son sospechosos: inocentes hasta que se demuestre lo contrario, pero culpables porque el grupo delincuente de las oficinas, los dueños y el sindicato no “desembuchan” las pruebas, que son los nombres de la “hot list”…
Ya se sabe que la culpa es menos del jugador hasta cierto punto y que la forma extraña que emplearon los verdaderos responsables, “mirar a otro lado mientras la caja de caudales sonara”, los pone en plano de cómplices, responsables por permitir el delito, pero fueron los atletas y sus “socios” (Balco por ej.) quienes utilizaron, incluso propusieron, las sustancias.
En una oportunidad leí, escrito por un cronista americano de alto perfil, que Mark McGwire no hubiera entrado de ninguna forma al recinto de los inmortales, lo comparó con Harmon Killebrew para, después, por más de una razón, considerar que el Asesino de los Twins, recientemente fallecido, era un legítimo miembro del Templo. Una soberana bofetada al beisbol de hoy, aunque, nadie lo dude, no totalmente justa.
Sin sustancias de crecimiento, ¿Cuáles hubieran sido los guarismos de Bonds y Clemens? A no dudarlo, hubieran jugado menos años, pero, si se tiene en cuenta que el Boston mandó al Cohete para Toronto con el brazo por el suelo y a partir de ese año, 1997, despegó sin escalas, luego de una rara y pronta recuperación, hacia el definitivo y único espacio de “lo mejor lanzamiento por lanzamiento” de la historia, ya puede imaginarse: ni el ex Gigante ni el ex yanqui hubieran hecho lo que hicieron…
Bonds concluyó con .298, 762 jonrones y 1996 carreras impulsadas, obtuvo 7 MVP y robó más de 500 bases; sin embargo, fue entre 1990-93 que obtuvo los 3 primeros premios como más valioso, los 4 restantes los dejó para el período 2001-04; hasta el 2002, su promedio de bateo más alto fue .336 y entre el 2002-04 logró .370 .341 y .362.
Barry bateó 73 cuadrangulares en el 2001, pero ninguna otra temporada logró batear 50; acumuló 762 bambinazos, pero entre el 2002-04 dio 258, mas de la mitad de los 504 que había conectado en 15 años previos como jugador activo.
El artillero ex Gigantes, que, según Enrique Capetillo en un número de la sección deportiva de la Bohemia robada del 1984, le dijo a Luis Giraldo Casanova: “los cubanos sí tienen un sistema digno”, empujó 1996 carreras…guarismo poco complaciente por la cantidad de jonrones que conectó, es decir, deja que desear como “hombre oportuno o de clutch”, aunque la inefectividad a la hora buena fue un problema del outfielder.
Entre el 2001-04 le dieron 4 MVP y le incrustaron a la cañona en la punta de la grandeza del bateo del beisbol mundial. Roger Clemens ganó 3 Cy Young’s entre 1986-1991, pero entre 1997-2004 le dieron un cuarteto.
Entre 1993-96 gano 40, perdió 39 y su promedio de limpias fue de 3.78; sin embargo, casi con el brazo arrancado, llegó a Toronto y abrió con 21 juegos ganados el periodo desde ese hasta el 2005, que le reportó 149-61 y 3.20 clp. Esto no es cosa de juegos, es serio, si se convalidan esos números como sublimes y se les eleva al Salón de la Fama a estos impostores, sería la más colosal falta de respeto posible a la historia del beisbol.
Sin embargo, estos dos jugadores hubieran sido inmortales sin consumir sustancias prohibidas, porque su clase natural era de inmortales, pero no de monstruos como los han querido imponer.
Ahora, ¿Cuántos jugadores del período 1985-2009, que hoy están en las listas de candidatos con sospecha o sin esta de haber engañado, hubieran logrado los números que los tienen esperando por la llamada que les informará que, en julio, deberán hacer un discurso de presentación en Cooperstown, o sufriendo por la posible guillotina que los mantendrá en retén, quizás por siempre jamás?
Por ejemplo, ¿Hubieran hecho lo que hicieron Sosa, Juan González y un etcétera que nunca se conocerá, de haber jugado en una época de limpieza de cuerpo y de alma? Yo creo que no, pero es solo mi opinión.
Del otro lado del asunto, Bernie Williams, por su decencia, por su amor por el juego y por su caballerosidad, no debe haber consumido el material del Diablo, pero, también es mi criterio, no tiene ni los números de un Salón de la Fama.
Para revisar ciertas cosas relacionadas con lo que digo, vaya a los datos sobre Bob Meusel, sobre Gil Hodges, sobre Al Oliver, Harold Baines y varios más y analice mejor; si acaso necesita otros nombres, no deje de visitar las páginas de Lefty O’Doul, de Babe Herman, de Cecil Travis o de Edgar Martínez, a quien le cuestionan el merecimiento y queda un colmo demoledor: dicen por ahí que un bateador de más de 600 jonrones no tiene méritos para el Templo, su nombre es Jim Thome; después, concluya por su cuenta.
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