IGNACIO SERRANO / EL EMERGENTE
Dos transacciones esta semana impactan directamente el futuro inmediato de dos venezolanos que llegaron a tener, qué casualidad, la etiqueta de prospecto número uno de los Yanquis de Nueva York.
Hablamos de Dioner Navarro y Jesús Montero.
Navarro era el receptor del futuro en la Gran Manzana. Como muchos reclutas en esa organización, terminó como carnada de cambio, y su carrera ha tenido altos y bajos desde entonces.
No pudo consolidarse con los Dodgers. Triunfó con los Rays, fue a una Serie Mundial y a un Juego de Estrellas, pero regresó al rol de suplente, cuando dejó de batear. Siguió siéndolo, de vuelta a Los Ángeles y en Cincinnati. Pero renació con los Cachorros y recuperó la titularidad con los Azulejos. Finalmente, cerró su etapa en Toronto, como escolta de Russell Martin.
Vaya recorrido para un período de sólo 10 años, de 2005 a 2015.
Montero ha pasado por menos clubes, pero con tantos o más sobresaltos. Pasó de ser el próximo receptor de los Yanquis a promesa de los Marineros, posible primera base y estrella en desgracia. Carne de ligas menores, últimamente, a pesar de ascensos y descensos.
Son muchos sobresaltos para un lustro, desde 2011.
¿Qué les espera en la temporada que se acerca?
Montero es el más comprometido. Recibió una buena noticia con el cambio de Mark Trumbo. Tiene la primera base abierta en Seattle, en palabras del propio gerente general Jerry Dipoto. Es un bálsamo, y una esperanza para alguien que ha debido luchar en paralelo contra importantes dificultades, más allá del terreno de juego.
El ahora inicialista no ha dejado de dar muestras con el madero, pero en triple A. Fue Jugador del Año, gracias a su desempeño esta temporada con el Tacoma. Pero las Grandes Ligas son otra cosa y los problemas ante pitcheos quebrados persisten.
Dos son los mayores obstáculos entre Montero y la titularidad definitiva: no toma pitcheos malos (apenas 48 bases por bolas en 865 apariciones en el plato, con .295 de OBP) y no ha podido dar los extrabases que de él se esperan (tiene 28 jonrones y .398 de slugging en su carrera).
El Safeco Field no es el lugar ideal para los trallazos. Ha sido purgatorio o cementerio de reputados bates, como Adrián Beltré o Richie Sexson. Pero eso es lo que hay.
El desafío es mayor cuando se tienen 26 años y un historial que ya bordea el límite de la impaciencia en la franquicia. Montero todavía tiene fuerza legítima para las Grandes Ligas. Pero este es su ahora o nunca, en cuanto a la posibilidad de atacar el estrellato.
Navarro tiene una ventaja: al menos cuenta con muy buena reputación como catcher suplente. Tiene buena defensa y en el peor de los casos seguirá como número dos.
Es difícil que los Medias Blancas, sin embargo, estén pensando en él como guardaespaldas del también recién llegado Alex Avila, después de darle un contrato por 4 millones de dólares al caraqueño.
Llega Navarro a un estadio de bateadores, el US Cellular Field. Sacó provecho de eso cuando estuvo en el Wrigley Field y en su primer torneo en el Rogers Centre, pero el año pasado no mantuvo el paso en el parque de Toronto.
Al menos irá al spring training con la tranquilidad de saber que el puesto es suyo, a menos que lo pierda. Eso sí, deberá batear, para asegurarlo.
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