Por Andrés Pascual
Entre la prensa americana y el material de Meridiano que "linkeo" a continuación, me hicieron reflexionar sobre el éxito y el fracaso de Yasiel Puig en Estados Unidos desde otro punto de vista:
Según la mayoría de la gente, propios y extraños, que se dan banquete con el cubano por un par de yerros con el pedal de aceleración, el muchacho está casi a las puertas del Infierno porque la policía lo detuvo dos veces por exceso de velocidad…
La conducta de Puig es censurable y no debe tomarse como "muchachada", por el peligro en que expone su vida y la de cualquier inocente que pudiera estar "en el peor lugar a la hora equivocada". Supongo que el outfielder ame la existencia, porque tiene dinero para comprarse una buena soga y darse "un sogazo", algo que, si no hizo en Cuba en medio de la más absoluta miseria moral y material, dudo mucho que lo intente aquí.
Puig acompaña a Canseco como los dos jugadores cubanos que "caen mal" (la envidia nunca se deber descartar bajo justificación de insolencia y soberbia): por todos los rincones buscan la justificación para agredirlos, incluso dando palos y metiendo a los mediocres y millonarios Dodgers en una batalla que, a pesar de la inversión, no tuvieron lo que más falta hace para responderle a la fanaticada y que está en el corazón.
"El tipo juega así o juega asao, actúa así o habla asao…", aunque está claro que a Puig hay que ponerle "una jáquima que apriete", la multa por exceso de velocidad no es el fin del mundo como, digamos, arreglar juegos, agredir a alguien o robar, que pueden liquidar la carrera de un jugador, pero, incluso alguna de estas, hace daño de acuerdo a cómo se llame el individuo: Marichal agredió a Roseboro con un bate en 1965 y José Offerman a otro jugador en Ligas Menores y no hay un año en que no se recuerden, pero, hace poco, en la liga colombiana de beisbol profesional, otro dominicano, Carlos Sosa, golpeó con un bate a un jugador rival y eso no lo sabe el 99 % del fanático mundial del beisbol:
Hace algún tiempo Aroldis Chapman se metió en líos por un acelerón de 150 millas por hora, chirrín chirrán, nadie se acuerda.
Durante la Serie Mundial contra los Cardenales, Jon Lester mojó la bola con una sustancia extrana, evidente porque fue filmado y ni la reclamación del club derrotado fue tomada en cuenta porque "se demoraron para hacerla":
El primo de Mariano, Rubén Rivera, le robó un guante y un bate a Dereck Jeter en el spring training, pocas horas después de haber firmado por un millón con los Yankees, jamás ninguna prensa donde jugó después, como la mexicana, tuvo en cuenta el delito, incluso representó a su país en los mal (y malos por calidad) llamados Clasicos Mundiales…
A finales de los 50′s Jess Levan, el mejor y más prometedor pelotero de la Asociación del Sur clase Doble-A, que jugaba para el Chattanoga Choo Choo, fue separado del beisbol para siempre, porque cedió al peligro, al acecho de los apostadores y se convirtió en agente intermediario entre delincuentes del terreno y criminales del juego ilegal y particular. El caso es que el short stop cubano Waldo González fue suspendido un año porque conoció los hechos y no los denunció (encubrimiento) ¿Cuántos se acuerdan? O ¿Quiénes lo saben?
No es raro que la tiranía castrista jamás se refiera al mal del arreglo de juegos en su prensa "libérrima" como "otro vicio imperialista que erradicamos con el profesionalismo", porque esa mácula ha sido tan grande y sostenida durante 52 años de "beisbol libre", que se puede decir sin equivocaciones que ningún país ha contando con batallones anuales tan dispuestos y combativos para derribar el bastión de la decencia y la honradez ciudadana, reflejo de la crápula en una población que le ha hecho un altar a la mentira y un culto al abuso.
Pero Yasel Puig tiene que arreglarse en todo, tiene que aprender a pensar por sí mismo (no es parte de la cartilla docente del castrismo con respecto a sus esclavos) y responder a sus intereses dentro y fuera del terreno de la mejor forma posible, porque está en América y le pagan una barbaridad.
A pesar de que ganó notoriedad por su actuación de mediados de año, durante la primera mitad del tiempo que jugó, no es menos cierto que su actuación decayó tanto durante el último mes que, si hubiera sido en abril o mayo, le hubieran devuelto a las Menores.
Pensar en el terreno, estar en el juego, preparse sicológicamente para la jugada defensiva posible o para el corring que, algunas veces, fue tan suicida como estúpido y batear con la paciencia que requiere quien tenga la responsabilidad que le han asignado en el nivel de juego mayor.
Además de la estabilidad para el juego, tiene que comportarse con la responsabilidad social de quien actúa en Grandes Ligas fuera del estadio, hasta romper el fantasma creado por "los lineamientos de Marx, Lenin, Castro y Che Guevara", que, vistos y comentados por mundo y medio, han contribuido a manipular un individuo de pésimo talante, es decir, un antisocial, razón por la que estos "hombres nuevos" están bajo escrutinio total siempre. Contra este factor tiene que luchar el muchacho o pierde el puesto, el dinero y, si se equivoca, hasta la libertad.
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