LOS MARLINS Y EL PÚBLICO “CUBANO” DE
RECIENTE EDICIÓN
Por Andrés Pascual
Llevan medio siglo soportando el peor
beisbol posible en el país que una vez fue la segunda potencia del juego, que
es más, mucho más de lo que, humanamente, se puede aguantar sin protestar;
porque, todavía, el peor fanático del mundo “no irá más al estadio mientras la
tiranía esté allí”, que debieron practicarlo desde el mes de febrero de 1962 o,
quizás, 1961 y no se escucha una voz que lo haga valer dentro de Cuba ni en los
movimientos de disidencia.
La realidad es que la población
castrista no ha soñado con hacerle “ese desaire a Fidel”; se quejan tibiamente
y hasta proponen estructuras para, según ellos, mejorar la pelota castrista.
Las cantaletas son en los sitios de
internet, pero no practican en Cuba contra la serie nacional lo que invitan y
“se comprometen” a hacer contra los Marlins una vez aquí, y eso que la horda sí
le hizo daño al beisbol cubano, por lo que no puede existir comparación entre
lo que, supuestamente, destruyó una gerencia de liga grande con su club y lo
que, desde hace medio siglo, impone un partido asolador y criminal contra el
juego, contra el fanático y contra la dignidad de todos.
Pero son así y no pasa un día en que
usted no oiga o lea las amenazas de estos tremendos ejemplares de lo que no es
un cubano en cuanto al carácter de Juan Fanático, que fue la representación
máxima del conocimiento del juego en Cuba, atacando a la gerencia del equipo de
Stanton porque, “acabaron con el equipo”.
Ni en la Esquina Congelada ni en ninguna
llamada a Radio Rebelde prometen ausentarse del estadio “LATINO”, eso es tabú,
por el contrario, esas pésimas e incómodas instalaciones se repletan (foto del
estadio del Cerro durante un juego del equipo oficial castrista contras Honduras
hace un par de años) como si fueran a presenciar el último juego del premio
profesional de invierno de 1946-47.
Porque no tienen “autoestima” y escasean
de principios, son incapaces de entender que hacerlo aquí es la más vergonzosa
actitud oportunista y aprovechada vista en Miami hasta hoy, tal vez rara para
quien no sea cubano por la exageración, pero rutinaria para los que conocemos
el paño desde el inicio.
El dueño de los Marlins es un bandido,
que se impuso con el estadio porque algunos políticos se lo permitieron ¡Vaya
usted a saber bajo qué regla o promesa por debajo del tapete!
Ahora, si con algo no va a tener
problemas Loria será con ese público llegado de la Isla, “desarraigado” de la
identidad cultural obligada para responderle con carácter y personalidad a la
identidad nacional, que no sabe quiénes
son Jackie Monasterio ni Allie Reynold, incluso ni Hilario Valdespino o Eduardo
Bauta.
Porque, reconocido y cuantificado, es el
público de menor asistencia al parque desde que Loria decidió desmembrar a los
campeones del 2003, a pesar de constar como mayoría en la ciudad.
Como contrapartida, observe las fotos y
los videos de la ripiera de serie nacional que les ofrece la tiranía y verá los
estadios llenos, sin comida, sin luces y en muy mal estado… como también la
cara de satisfacción y agradecimiento masoquista que tienen, a través de la más
aberrante conducta jamás vista en un pueblo.
Los Marlins, las Grandes Ligas, como
jueguen y con quienes jueguen, son infinitamente superiores que el beisbol que
están obligados a ver allá y no chistan.
Que nadie lo justifique con el cuento de
que lo hacen porque “aquí se paga la entrada”, que en
Cuba hace 15 años que no hay frazadas de piso y un tipo los obliga a comer
moringa y tampoco hay quejas y eso, para aguantarlo como hacen, es más delicado
e inmoral que justificar lo que hizo un dueño con su propiedad, mucho menos
agresivo al bolsillo y a la dignidad que la práctica de los asesinos y ladrones
que los martirizan sin ser los propietarios legales de nada.
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