BEISBOL 007: ¡QUÉ CLASE DE CABALLEROS…!

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martes, 20 de noviembre de 2012

¡QUÉ CLASE DE CABALLEROS…!



Por Andrés Pascual
Antes, cuando “los perros se amarraban con longanizas y no se las comían”, el respeto y la decencia abundaban de tal forma que, cualquier acuerdo a que llegaran dos individuos, incluso involucrada una o más propiedades, se sellaba con un apretón de manos. La violación de la palabra comprometida era el peor estigma posible, conducente hasta a la muerte en duelos.
El muro racial no se firmó como ley ni como acápite, por tal razón la política no podía intervenir en lo que no existía en papeles, pero estaba en la palabra comprometida de todos los dueños para prohibir la participación del jugador negro en el beisbol mayor desde el siglo antepasado: fue un Acuerdo de Caballeros del Beisbol, aunque se vea como se quiera.
Todo lo moderno es decadente, incluso la carrocería de los autos con respecto al tiempo ido en cuanto a protección de los pasajeros, las comidas envenenadas de mil formas, los juguetes que matan niños, los presidentes que traicionan hasta a su madre, se ríen y el público los aplaude…
El hombre común y corriente de hoy no merece caballeros en gestiones de importancia, porque, abrumadoramente, tampoco lo es.
Y, si existe algo cuya moral anda tan bajo que se puede barrer, son las oficinas del juego, es la prensa y es el fanático de esta disciplina.
Por lo general, la media de hoy, para justificar el efecto maldito sobre el beisbol de la agencia libre y todo lo que le cuelga, comúnmente usa expresiones como: “la criminal cláusula de reserva…” y otros iguales, ¿Será posible leer y escuchar esto Señor mío? Bueno, es a gusto del consumidor…
Yo le pregunté a un dizque comentarista en español sobre la agencia libre y la conclusión a que llegue fue que no conoce nada ni cómo se originó, pero ha utilizado las palabritas en algún material
Si los periodistas americanos se dedicaran a leer cómo apareció la agencia libre, fueran un poco más cuidadosos al referirse al estado del pelotero y su relación con los propietarios de un club, porque la posibilidad de dependencia fue a solicitud de ellos mismos, durante una época en que era prácticamente incontrolable el cambio continuado a otra franquicia, de tal forma que, en dos días, un atleta podía estar en 4 clubes: dos en un doble juego el sábado y dos el domingo.
Entonces exigieron la cláusula de reserva como forma de terminar con tan engorrosa e incómoda situación.
¿Por qué no se hablan estas cosas? Porque, como en Cuba, aunque con objetivo diferente, la mejor forma de imponer el relajo y la decadencia es evitando contar lo trascendental de la historia, que es igual a esconderla por sus propios intereses, hablo de la media, en total contubernio con las oficinas del Beisbol Organizado y con los clubes de las Mayores, aunque, a veces, reaccionen tibiamente a otros tópicos.
Resulta que Jeffrey Loria “se mandó y se zumbó de caballero”, cuando engatusó a Reyes y a Buehrle para que integraran la nómina como agentes libres de un club que se veía en la postemporada por casi todo el mundo.
Claro, no puede culparse al público, porque el equipo lucía bien, tenía “pinta championable”, capaz de poder clasificar y yo lo creo todavía, pero pasaron cosas que afectaron la moral, el team work y el carácter de liderazgo, relacionadas con Ramírez y con Guillén y la gerencia se deshizo del dominicano con el corazón roto, porque ese era el pelotero de Loria.
Y Hanley puede ser buen material donde exista un manager mejor que él, una gerencia mejor que él y jugadores mucho más atractivos que él.
Donde pueda bandearse como “el guapo del barrio” es un  problema de mayor cuantía, especie de bomba de no tanto tiempo. Los Dodgers es un club bastante bueno para que rinda con la obligación que necesita jugar.
Ahora se cuenta que la falta de ética de la gerencia de los Marlins llegó tan lejos, que no sostuvieron ni la palabra empeñada con Buehrle y Reyes, a quienes les aseguraron que no saldrían del club con la facilidad a que han acostumbrado a todo el mundo.
Sin embargo, Jeffrey Loria pertenece a una clase de dueños tan desprestigiada e indecente que, cuando dicen algo, se debe leer lo contrario.
Nadie puede exigirle a este tipo por haber alardeado de caballero, a fin de cuentas, ese es el comportamiento de esta gente aunque tengan millones.
Si Stanton no se va antes del training se irá a mediados de campaña, al final o por la época en que salieron hacia Toronto Johnson, Buehrle y José Reyes.
Lo único que queda por hacer es que todos los agentes libres tomen nota y ninguno firme con este club,  que el fanático no asista al estadio; sin embargo, por la carencia de fuerza moral en ambos grupos, por la escasez mucho más que generosa de caballerosidad que los cunde, nada de eso va a suceder y eso lo sabe bien un elemento como Jeffrey Loria.

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