BEISBOL 007: FALLECIÓ UNA 5TA COLUMNA CONTRA EL JUEGO: MILLER, A LOS 95

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jueves, 29 de noviembre de 2012

FALLECIÓ UNA 5TA COLUMNA CONTRA EL JUEGO: MILLER, A LOS 95


Por Andrés Pascual




Mientras leía algunos comentarios sobre la próxima elección a Cooperstown en ESPN.com, pensaba: ¡Cómo son capaces de cambiar el tono, de empujar, de conceder, de aumentar o reducir según les convenga…!

No hace mucho, desacreditaban a Jim Thome porque "no daba la talla", según esos complejos guarismos "sabiométricos" de hoy que poco tienen que ver con la realidad del terreno, por lo que se arriesgaron y sancionaron que "no tenía para el Salón…"

Mucho mejor que Sosa, sin embargo, colocan al quisquellano en el grupo de tres que pocos quieren ver en el recinto, pero, con otro lenguaje y otra forma casi paternal de tratar el problema, para ablandar corazones y abrir puertas, lo que están es imponiéndolo a la silenciosa.

Si lo lograran, sería el más repudiable de todos los capítulos de bochorno contra la historia del Salón de la Fama, porque el atentado es contra el juego y directo al corazón.

Falleció Marvin Miller a los 95 años, un tipo muy bueno, casi Papá Dios para los peloteros y para quienes, de rebote, se beneficiaron del torrente de dólares y desprestigio que corre por los pasillo de las Grandes Ligas desde hace varios años.

La nueva modalidad de escrutinio de los tiempos es extraña, por lo general, bueno es lo muy malo y malo lo menos bueno y así lo aplican en todas las facetas de la vida, desde la política hasta las gradas de los estadios de beisbol.

Nunca como en estos tiempos ha manejado mejor la media al individuo con imposiciones subliminales y mentiras sin explicar, por eso las redes, la televisión, el radio y la prensa escrita están llenas de epítetos que colocan a Miller como Creador, Servidor y Alma del juego de pelota en Estados Unidos.

Lo de menos importancia que se dice es "cambió el beisbol", y en eso tienen mucha razón, pero la frase se contamina al no ampliarla con el complemento indicado: "para mal del juego", porque una cosa es que resultara "bueno para el pelotero" y otra cómo lo fue para el juego.

La Agencia Libre existe desde hace rato, pero no igual a como fue desde que entraron a representarla con notoriedad los individuos que también se banquetearon.

Lo que sí puede decirse a pulmón lleno es que entre los logros de los peloteros con la Agencia y con los Sindicatos, el juego ha descendido peligrosamente en su carácter integral en la sociedad americana: por ese relajo que comenzó con "los beneficios" de la agencia libre, está peleando a la riposta hace más de 15 años con números en baja mayoritariamente.

A la agencia libre se le tiene que responsabilizar con el contrato de extensión, con la aparición del capítulo esteroides, con el contrato multimillonario inmerecido no solo como remuneración por la actividad, sino porque la mayoría de los que los devengan juegan para menos del 70 % de lo que les dan.

Además, es la agencia libre la culpable de que apareciera el jugador mercenario, que nunca podrá ser identificado por una franquicia como su jugador símbolo, porque estará con ella el tiempo justo por el que firmó.

Y es la responsable de que, hoy como nunca, dentro de la cantidad aberrante de clubes que inundan a las Grandes Ligas, se haga más amplia la separación entre los equipos llamados de mercado pequeño y los poderosos.

Si con todo esto a mano todavía no está convencido de que el tipo merezca solo un Q.E.P.D y una misa pagada por los jugadores y los beneficiados por la izquierda, usted califica para un capítulo al cual llamarlo masoquista es poco.

Ahora, si lo que busca es la decadencia, la  pérdida de la fuerza del beisbol de las Mayores a como de lugar, puede enviar un cheque por correo para que contribuya con la misa, como están haciendo Bud Selig, el Sindicato, los jugadores, sus agentes representantes y la Media  del sector.

Miller fue la "eminencia gris" tras el caso Curt Flood, utilizado oportunistamente para abanderar la Asociación de Jugadores en una movida con sabor liberal, con toda las nefastas consecuencias para el juego que se conocen, desde las huelgas hasta el mejor producto de estas: la era de los esteroides, incluso presidió el organismo de picapleitos.

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