Por Andrés Pascual
La palabra clave para que el éxito sea absoluto en la Serie Mundial es Yankees, en lo artístico, en lo deportivo y, sobre todo, en lo económico…
Ya se puede decir que la pérdida de audiencia en el Clásico de Octubre-Noviembre se debe a que la participación del club del Bronx está al debutar en el capítulo de “rarezas del beisbol” por lo fácil y rutinario que se quedan con las ganas.
Sin embargo, existe un aliciente ajeno a los Mulos y es la rivalidad histórica entre otros clubes como, por ejemplo, Cardenales-Detroit.
El equipo de Michigan es un club veterano, tradicional y entusiasta del Joven Circuito, por el que han pasado muchas de las grandes estrellas del “buen tiempo ido”, con ellos jugaron Cobb, Greenberg, Gheringer, Cochrane, Kaline, Norman Cash o Jim Bunning, pero su hito en rivalidad lo marcaron contra los Cardenales 4 veces.
Fue el Detroit, a pesar de lo que se diga del Boston Red Sox, el club más difícil que enfrentaron los Yankees en el terreno, para ratificarlo, el récord de 28-13 del serpentinero Frank Lary contra los Bombarderos durante los cincuentas. El problema parece que persistirá por la forma como los Bengaleses apalearon este año a los inquilinos del Bronx.
Los Gigantes, mucho más promocionados y queridos durante sus años en Nueva York, es una de las referencias obligadas a la hora de recontar hazañas y actuaciones de moral y de prestigio en Grandes Ligas, no por gusto cuentan con el mayor números de jugadores en Cooperstown.
La casa del Napoleón del Beisbol, el mejor manager de la historia, John Mac Graw; la franquicia que mudó a California el hombre que amó a su club más que a su auto, Horace Stonehan; allí jugaron Johnny Mize, Mays, McCovey, Cepeda, Mel Ott, Bill Terry, Harry Danning, Carl Hubbell, Hal Schumacher, Marichal…
Fue con los Gigantes que Adolfo Luque ejecutó la primera gran actuación de un pelotero cubano o hispano, al cerrar un juego contra Washington en 1933 con cero en todo durante 3 innings y 6 ponches, consolidando la victoria del club que dirigía Terry.
Ese día, el habanero se convirtió en el pitcher de más edad en lograr una victoria en Serie Mundial.
En 1951, el cátcher cubano Rafael Noble salió a batear de emergente contra Ed Lopat, de los Mulos, primer negro con ese uniforme que lo hizo.
Por lo raro pudiera ser determinante en el rating del evento de este año la confrontación Este-Oeste, porque entre los Gigantes y el Detroit no hay nada pendiente, sin embargo, por la cantidad de “latinos” entre ambos equipos, se da por descontado su atracción para esta minoría.
Pero para el americano, que es quien hace la puntuación que mide la sintonía, esa guerra no existe, es tan falsa como aquel período que llamaron Guerra Fría y atemorizó al mundo.
La atracción que propone esta Serie Mundial quizás sea observar cómo se comporta el dúo artillero zurdo-derecho del Detroit, disfrutar de lo que haga Verlander, o si los Gigantes, con el pitcheo recuperado más Posey y Sandoval (en la foto ambos) en la línea, realizan otro milagro y ganan contra un club mucho mejor que ellos, en el lugar menos dado a apariciones y cuestiones místicas o esotéricas posible: el terreno de juego en Grandes Ligas.
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