BEISBOL 007: Los uniformes no ganan campeonatos

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viernes, 19 de octubre de 2012

Los uniformes no ganan campeonatos

Por Andrés Pascual

Todo el mundo cree que los Yanquis de Nueva de esta era tienen que seguir ganando campeonatos como el niño devora “besitos de chocolate”: uno tras otro y por tubería… ¿Por què?

Hay dos cosas indudables: que nadie como George Steinbrenner para invertir en una franquicia; pero, también en cuanto a la gestión de The Boss, nunca han ganado menos Series Mundiales los inquilinos de Yanqui Estadio que bajo el férreo control del multimillonario(q.e.p.d) y de su familia: 39 campañas como “dictador” del club y ha sido la etapa peor ante el Clásico de Octubre de una novena que todo el mundo cree que debe ganar porque “sì”.

Cualquier década hasta 1964 puede ser considerada gloriosa para el pasatiempo nacional porque lo era en igual medida para los Yanquis: ídolos de verdad, jugadores de carne y hueso, estrellas que jugaban a matarse, sobre todo, por la clase superior y la moral muchísimo más alta que la de estos “coristas” de hoy que, durante los 90’s y esta década que concluye, solo han contado con tres peloteros que representen la grandeza tradicional: Dereck Jeter, Bernie Williams y Mariano Rivera, en menor grado de impacto, Jorge Posada.

Los Yanquis, desde que se encargo de ellos Steinbrenner, han sido una novena vulgar, de enfrentamientos desagradables entre el dueño y algunos jugadores que trascendieron a la prensa ácidamente y que solo sirvieron para crear estados de opinión generalizadas sobre las estrellas en conflicto como el caso de Dave Winfield; sometida a las lacras nocivas de la decadencia del béisbol de hoy y bajo el mismo escrutinio de siempre: capaces de tener más de un jugador de los supuestos estrellas bajo el manto negro del uso de esteroides y en constante titular del nocivo tabloide del espectáculo por amoríos y cosas atractivas y tal vez necesarias para la publicidad del artista; pero malo para el atleta. Estos peloteros de hoy no saben como “se nada y se guarda la ropa”; porque, como hijos de los tiempos, no les interesa, lo que sucede es que no pueden ganar y, cuando lo han hecho, es con el agua al cuello. Claro, los neófitos siempre dirán que Ruth tomaba, que Mantle y Billy Martin eran problemáticos en la vida nocturna de Nueva York; o que Dimaggio casó con Marilyn Monroe; pero en esos descalabros psico-sociales ni le alcanzaban a los talones a esta batería de falsos héroes del Nueva York de hoy; además, aquellos jugadores apabullaban a la oposición sin contemplaciones y eso hace radical la diferencia.

Desde que la ampliación comenzó a dar frutos; desde que hombres con suficiente dinero amenazaron el Imperio invirtiendo en jugadores tan buenos y mejores que los que podían adquirir los Yanquis; desde que se convirtió en capricho la manutención de un Gerente General medio ciego ante la firma de la figura necesaria, aliada a la torpeza del Super Jefe de traer a la franquicia su sueño más que la realidad con peloteros liquidados, lesionados e incapaces de poder ayudar a ganar, el equipo ha sido el peor fracaso de la historia del béisbol. Nadie sabe la razón por la que no están en esa novena Cliff Lee, Roy Halladay o ambos y, nadie puede responderse con claridad la razón por la que decidieron invertir el valor de una franquicia en Alex Rodríguez, con el que ganan dinero por su figura, pero pierden juegos por su poco espíritu de competencia. Y solo son dos posibilidades de muchísimos malos manejos del dinero que se traducen en sonadas y vergonzosas derrotas.

Estos Yanquis no tienen ni la moral de juego ni la clase para mantener el legado de una novena que si fueron los Yanquis “en Nueva York y en todas partes”; son los Bombarderos del Bronx solo porque el estadio está aún en esa barriada y a la familia Steinbrenner no se le ha ocurrido algo peor que mantenerle el nombre a un club que lo ofende. El mejor negocio sería poner en museo eterno ese nombre, ese uniforme y comenzar a llamarlos, con la “moral más alta que el Pico Turquino”, los Tomateros de la Marqueta; indudablemente más justo de acuerdo a lo que hacen por lo que les pagan.

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