Por Andrés
Pascual
Claro,
Nueva York es Nueva York, el mundo es esta ciudad y en el beisbol (como en el
boxeo antes), quien no esté en la Gran Manzana, pues, prácticamente, no existe;
sin embargo, lo anterior huele a ropa guardada, porque, por ejemplo, a Alex
Rodríguez, la urbe se le convirtió en fiscal a su pobre legado, cuyo sinónimo
debe ser pesadilla.
Tal vez el
jugador ni intente imaginarse en otro
uniforme, porque lo que puede disfrutar allí ¿Dónde?
El caso es
que “la gozadera” de Nueva York propone una mala imagen, siempre fue así, pero,
a los “viejos” que pudiera cuestionárseles como abusadores de la vida muelle y
casi licenciosa ajena al terreno, construyeron el imperio respondiéndole con
efectividad al club y a sus fanáticos.
Alex no es
el hombre “yankee” por excelencia de su etapa con la novena, especie de
encomienda casi divina de períodos de la historia del club que llenaron a
plenitud los verdaderos Asesinos del Bronx hasta 1964.
El
artillero no se comportó igual de inefectivo antes, pero Nueva York lo asfixió,
porque no se puede ser modelo de pasarelas, figura de la farándula de alta
demanda en el titular a pupilo, jugador franquicia de los Mulos de Manhattan,
cobrar una barbaridad inmerecida aun si produjera como un verdadero clutch y
fallar como lo hace a la “hora cero”. No…
Pero la
culpa es de quienes sí están fallando a la hora “del mamey” en esa
Organización, es decir, de la oficina del club, que parece que tienen una tropa
de choque quintacolumnista dentro para provocar el caos, de otro modo no es
posible justificar tantos y tan continuados desaciertos de mercado.
Además, un
problema que ha enfrentado el neoyorquino en los Mulos es que el resto del club
no contribuye a la victoria como en épocas pasadas: con la excepción de Jeter,
no hay jugadores de etiqueta para semejante nombre ahí, entonces todo el mundo
está pendiente de la labor del antesalista.
Los Yankees
“de antes” no esperaban por Dimaggio ni por Mantle, resolvían todos según el momento, por eso
fueron lo que se conoce: Tommy Heinrich, Billy Martin, Hank Bauer, Bobby
Richardson o Héctor López hicieron soportable el calvario, digamos que de
Mickey Mantle, cuando no cumplió su papel de “rematador”. Tampoco el pitcheo es
igual.
Con la
familia Steinbrenner “mandando el juego” les robaron el dinero Mike Tórrez,
Danny Tartabull, Dave Winfield y Randy Johnson por citar cuatro.
Alex ha
continuado haciendo carrera de inmortal, acumulando guarismos impresionantes,
aunque no es menos cierto que, desde que comenzó el tibio acecho a los
consumidores de estimulantes, sus números han estado en baja durante las
últimas tres campañas y las lesiones se repiten con frecuencia alarmante, lo
que resulta muy evidente de cómo actuaba la sustancia a favor de su juego.
Al modo mío
de ver las cosas, debería probar fortuna, si es que puede salir del infierno y
alguno se hiciera cargo del monto enorme que aún le deben, con otro equipo, a
ver si concluye su carrera con etiqueta de Cooperstown absoluta, sin ojerizas
por la inefectividad en momentos decisivos, aunque la mancha del esteroide no
la podrá borrar nadie, como tampoco será un freno para que lo dejen fuera, de acuerdo
a la forma como le tratan, tanto la prensa como el público: “aquí no ha pasado
nada”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario querido fanatico :