Por Andrés Pascual
"Estoy un poquito prejuiciado", "es como un hijo para mí", palabras de Joe Torre después que respiró más aliviado que el propio Roger Clemens, cuando se conoció el fallo que exhoneraba al ex pitcher por acusaciones relacionadas con el uso de sustancias prohibidas y perjurio ante el Congreso.
Yo era fanático de Clemens, pero, ni el veredicto que lo libera de culpas hará que recupere la confianza en el individuo; sin embargo, nunca simpaticé con Joe Torre, ni como persona ni como manager, siempre lo vi como un tipo capaz de rebajarse ante cualquier ofensa para continuar en los Yanquis, tampoco lo creí un gran director ni como motivador ni como estratega.
A fin de cuentas, si entra a Cooperstown como aparenta, será más como aquellas plumas chinas de los 60s que entraban a Cuba exactamente iguales a la Paper Mate, pero que, cuando uno las utilizaba un par de veces, se partían por el lugar que se sostenían para escribir, este señor ha sido más una caricatura que un auténtico conductor de personalidad, sabiduría y brillo, porque existe una larga historia previa con otros clubes y, ¿Qué?
Definitivamente, el brookliniano es una factura total de Steinbrenner por medio de los Yanquis de Nueva York.
Con su opinión sobre la elegibilidad del ex pitcher al Salón de la Fama, el tipo es blandengue y medio contradictorio, sin la fuerza moral ni la personalidad suficiente para amparar con autoridad lo que dice, que es su voto por el Rocket y así se comporta Joe Torre, entre reclamante y concesivo, entre quiero y no quiero, entre soy yo, pero ni mi nombre conozco, ante todo y siempre.
Torre, como manager, es el resultado de los tiempos, sobre todo de la familia que controla a los Mulos desde hace 40 años.
Hace un tiempo dijo barbaridades de Alex Rodríguez, por lo que, tal vez cuando se presente el momento, no se refiera a las relaciones con el artillero como de "padre e hijo"; Alex, que dio positivo y lo reconoció, va a entrar a Cooperstown, porque su popularidad no ha bajado en lo absoluto ni para la crónica del sector, que lo siguen como si nada hubiera sucedido.
Hace unos años, un coach cubano que hacía de todo en los Yanquis: corrido de las bases, bateo, fildeo y hasta receptores, solicitó un aumentico que se parecía más a un par de pesos para un desayuno en Dennys que una merecida promoción salarial por su calidad de trabajo, sin embargo, a "la hora de los mameyes", el manager Joe Torre no estaba en el lugar indicado para apoyarlo, sino al lado de la gerencia, por supuesto que el tipo renunció y se fue a otro club con su sapiencia, su esfuerzo y su responsabilidad ante la faena.
Si Clemens entra al Salón ningún jugador con números y liderazgo debe quedar fuera: ni Sosa ni Palmeiro ni McGwire ni Manny Ramírez… por supuesto, tampoco Alex Rodríguez.
El caso de Joe Torre, que lo van a meter en el recinto por obra y gracia de los Steinbrenner, que le buscaron los jugadores a tal efecto, a mi modo de ver y de acuerdo a la Historia, es más débil argumentalmente que el de cualquiera de los peloteros estigmatizados.
El padre de Clemens habló "palante y patrá"
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