¿Es Miguel Cabrera el mejor bateador venezolano de todos los tiempos?
La pregunta tiene sentido, luego de ver al aragûeño llegar a las 1.000 empujadas con sólo 29 años de edad.
Un puñado de peloteros, apenas 15, han alcanzado la cifra antes de cumplir 30. La gesta es demasiado tentadora como para hacerse a un lado, pues una docena de inmortales y candidatos seguros a serlo se cuentan en el grupo.
Pero no es su único mérito. Cabrera ha ido sumando logros, conforme celebra cumpleaños y hazañas. Todavía es joven, pero amenaza con llegar a lugares y estadísticas que ningún otro venezolano ha conquistado.
Comparémoslo con los mejores bateadores del país: Andrés Galarraga, Bob Abreu y Magglio Ordóñez.
Algunos, como Melvin Mora, Richard Hidalgo o Carlos Guillén, no acumularon una década seguida de excelencia, como el nativo de Maracay. Otros, como Carlos González y Pablo Sandoval, son demasiado jóvenes para aspirar al trono.
Luis Aparicio, Omar Vizquel y David Concepción fueron, fundamentalmente, peloteros defensivos, aunque tuvieron logros ofensivos, especialmente Aparicio, que llegó al Salón de la Fama gracias, en buena medida, a su ofensiva, ayudada por sus más de 500 robos de base, como complemento de un guante de élite entre los torpederos de su tiempo.
Galarraga, Abreu y Ordóñez permanecen como los mejores candidatos a disputarle a Cabrera el privilegio de ser los mejores venezolanos con un madero al hombro.
El Gato, por ser todavía el criollo con más jonrones, más impulsadas y average en una temporada. Es difícil soslayar tal cosa. El caraqueño fue una tromba con su ofensiva entre 1993 y 1998, aunque era una época en la que abundaban los sluggers, en plena era de los esteroides.
A Ordóñez también le tocó vivir en el ominoso tiempo en la que muchos peloteros prefirieron arriesgar su salud, usando sustancias para mejorar artificialmente el rendimiento deportivo.
Su período de mayor brillantez fue más largo que el del nativo de Chapellín, al menos una década, desde finales de los años 90 hasta 2008, su última campaña libre de lesiones.
El falconiano sumó torneos con .300 de average, 30 vuelacercas y 100 remolques con frecuencia pasmosa. La mudanza al Comerica Park de Detroit le restó jonrones, unos 10 por año, según su propio cálculo, pero muchos aprecian lo que hizo, al punto de convertirle en uno de los venezolanos que más veces ha ido a un Juego de Estrellas.
Bob Abreu tiene con qué disputarle a Cabrera el título de mejor bateador venezolano. De hecho, todavía no ha surgido otro como el aragüeño de Turmero, que durante varias ediciones en las mayores combinó la capacidad para robar bases con el poder de sacar jonrones, un buen average, un mejor slugging y el mejor promedio de embasado de todos los tiempos entre sus paisanos.
Algunos periodistas que cubren la gran carpa han asomado que el toletero zurdo ha compilado un currículo suficiente como para al menos entrar a la discusión sobre su derecho a la inmortalidad. Nunca fue particularmente brillante en un área específica, pero hizo muchas cosas muy bien.
Su average cayó por debajo de .300 hace pocas campañas y su OBP, usualmente estacionado sobre .400, ha mermado con la edad. Eso le afecta en la comparación.
Cabrera está a punto de superar a Abreu en ese renglón, ya es el criollo con mejor contacto --si lo medimos por el average-- y el que ha desplegado más fuerza, según indica el slugging.
Ese millar de empujadas antes de los 30 es tan sólo un indicativo más de que es el mejor aporreador que ha salido de Venezuela.
También sugiere que algún día, de mantener el paso, tocará las puertas de Cooperstown sin rubor alguno.
AUTOR : Ignacio Serrano / El Emergente
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